AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD 1-20

NOVELA REEDITADA DE LA PRIMERA EN 2020

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


—AMARANTA ROING, esposa de uno de los hombres más ricos de Europa, se encontraba en su mansión con la mirada perdida, ¿aún sin poder creer lo que acababa de suceder porque pasó eso, como sucedió todo porque murió su amado hijo y cómo terminaron culpándola a ella?

Ella ve una revista amarillista en la escuela; la muestran en varias fotografías, saliendo de un restaurante de cinco estrellas tomado de la mano de un hombre. Ella lleva un vestido muy sensual, por lo cual la llaman una mujer fatal. En varias fotografías se nota que son una pareja muy enamorada, pues se besan y se abrazan, pero así mismo dice que ella dejó que su hijo muriese de una forma muy inteligente y cruel, pues mientras se encontraba con su amante, el niño murió asfixiado dentro de su automóvil.

—Pero en realidad, Amaranta Roing nunca se dio cuenta de que su hijo se encontraba dentro del automóvil, eso sin contar que ella se encontraba realmente en una reunión de negocios y no en una cita amorosa, pero hasta el momento no ha podido encontrar a ese hombre con el que sí se citó para los negocios para poder comprobar su inocencia y ahora mismo nadie le cree, pues todas las pruebas acusan que realmente ella fue una madre muy negligente. Cuando ella llegó al auto, su hijo ya se encontraba muerto. Fue un golpe muy fuerte para ella.

—¿Esa es la señora Roing? ¡Ella causó la muerte de su hijo! ¡Cómo se atreve a venir ahora mismo a este lugar!

—¡No, no tiene nada de vergüenza al presentarse aquí al funeral del pobre niño siendo la causante de su muerte!

—Literalmente, ese pobre niño murió por su culpa mientras ella se encontraba con su amante. ¡Lo dejó encerrado asfixiándose de calor en el auto y no le importó cuánto sufrió hasta que el pobre niño murió!

—Deberían de llevarla a los tribunales y condenarla por haber matado a su propio hijo. ¡Es una mujer desalmada!

—¡Es de verdad su madre biológica, no puedo considerar todo lo que ha hecho esa mujer para que su hijo muriera de esa forma tan cruel y dolorosa"!

—Si ese era su hijo, su pequeño y adorado Álvaro, quién más iba a poder decir y a reconocer que era el amor de su corazón que ella misma, que era su madre quien lo llevó en su vientre, quien lo dio a luz. Solo apenas hacía unos días que habían estado planeando irse de vacaciones, pero qué fue lo que pasó, aún no lograba comprender nada.

—Solo su hijo, se adora y hermoso hijo era un frío cadáver, sobre un lecho de flores blancas.

—Amaranta Roing únicamente escuchaba con desconsuelo todas las falsas acusaciones. Mientras observaba con mucho dolor la fotografía de su hijo, que se encontraba sobre las flores blancas donde descansaba el cuerpecito de su bebé, solamente se podían observar sus ojos como unas piscinas oscuras y vacías que no representaban más que un dolor inmenso, ese que únicamente una madre puede sentir al perder a un hijo.

Óscar Roing se encontraba en el lugar con su expresión fría. Sin expresión ni emoción alguna se acercó a Amaranta y se paró frente a ella.

Pareciendo una bestia salvaje, agarró la delgada muñeca de Amaranta y reprimiendo su furia exige en voz baja "¿Amaranta Roing no nos has estado causando ya suficiente humillación pública?"

A lo cual responde: —¡Esa mujer que te han estado mostrando no soy yo! 

Los ojos de Amaranta Roing estaban totalmente secos, ni una lágrima, mientras respondía de una manera sin emoción y mecánica: —¡la mujer de esa foto no soy yo!"

Óscar Roing se rió fríamente; sus delgados labios estaban apretados en una fina línea recta y sus ojos ardían de rabia.

Hasta este momento, por los medios de comunicación, todo el mundo sabía que su esposa le era infiel, que lo había convertido en el cornudo del siglo.

¡Todos en todo el mundo sabían que su esposa, que había estado en camino a una cita con un amante, había dejado a su hijo asfixiándose hasta la muerte en un calor de 60° dentro de un automóvil!

¡Y aquí estaba, mujer promiscua que no conocía la vergüenza e incluso tuvo la audacia y desvergüenza de mostrar su rostro en el funeral de su pequeño llamado Álvaro!

—¡Amaranta Roing, ¿crees que soy ciego? pregunto!

Los pequeños y delicados dedos de Amaranta temblaron, cuando apartó su larga cabellera rubia, para poder bajar la delicada cremallera de su vestido de seda negra, mostrando la parte superior de su cuerpo, sin ningún pudor, pues era más apremiante demostrar su inocencia.

—Por lo cual allí mismo, frente a todos los presentes, familiares, amigos y personas que los acompañaban al funeral, ella bajó su elegante vestido negro más allá de sus hombros, mostrando de manera inapropiada (para el lugar y momento), un tatuaje de mariposa en uno de sus pechos, con el nombre de Óscar escrito entre sus alas…

—Amaranta le gritó a Óscar, "¡Mira, esa de las fotos no muestra este tatuaje, que tú me hiciste ponerme con tu nombre"!".

—Los ojos fríos y congelados de Óscar Roing brillaron con disgusto, sin emoción; se giró buscando a sus guardaespaldas, para instruirlos y darles órdenes de sacar de inmediato a Amaranta Roing.

—¡Llévenla lejos de aquí, no quiero verla nunca más, sácala de este lugar de inmediato!

Los guardaespaldas no se atrevían a tocarla, pues aún se encontraba solo con la delicada lencería; no se habían cubierto los pechos. A lo cual uno de ellos solamente le dijo "señora, por favor cúbrase", mientras miraba a su jefe…

Qué ingenua fue Amaranta al pensar que le creería ese hombre que durante 6 años fue su esposo únicamente de nombre, pues fue un amor unilateral y ahora mismo eso dolía más que nunca, porque no le creía que ella no mató a su hijo.

De repente Óscar Roing se acercó a ella e ingenuamente creyó que era para protegerla, pero sin aviso alguno sintió un dolor desgarrador en su pecho. Izquierdo, al darse cuenta, Óscar estaba mordiendo el tatuaje de la mariposa danzarina, tratando de arrancarlo con todo y la piel; ella lo empujó con las fuerzas que le quedaban y vio cómo sangraba su pecho y Óscar tenía la boca llena de sangre.

Fue un espectáculo macabro; dependiente del hombre que un día estúpidamente amó, ahora la quería muerta.

Óscar mostró una sonrisa casi demoníaca, sin que afectara a esa belleza varonil impecable que lo caracterizaba; solo recibió de manos de mi hermana un pañuelo blanco para limpiar las comisuras de su boca, como si estuviera satisfecho con borrar lo único que podía salvarme para demostrar mi inocencia.

—Alguien venga aquí, ya esta mujer suela, no la quiero ver nunca más; tira en la saquenla, es una basura —esas fueron sus palabras crueles después de casi mutilarme.

Ana Santamarina, comienzo a actuar de una manera solicitada y preocupada. —Óscar, déjame ayudarla, después de todo ella es mi hermana. 

Sé hacerlo hasta Amaranta Roing, que al pasar por detrás de ella levantó la cremallera del vestido… Después de ese despliegue de piedad de hermana pequeña y amorosa, tomó la mano de una desorientada Amaranta y le dijo al oído: —hermanita, ven conmigo.

—Amaranta no se movió ni un milímetro; únicamente observaba a Álvaro, que estaba acostado en la cama de flores blancas prístinas. No hacía otra cosa que posar su mirada sobre aquel tierno cuerpecito, llena de renuencia a dejarlo. Cuánto no daría por ver de nuevo sus bellos ojos castaños, dorados, abiertos de nuevo, escuchar esa tierna voz llamarla mamá, pero ahora mismo solo suplicaba por un poco de tiempo para permanecer hasta el último instante junto a su bebé.

Ana Santamarina. Se puso de puntillas para poder decirle al oído a Amaranta: —¿Hermanita, no quieres saber cómo murió Álvaro? ¡Si quieres saberlo, sé una buena chica y ven conmigo, compórtate y salgamos! Yo te lo puedo decir ahora mismo; sonriendo de una manera hipócrita.

Siempre ha sido así; la compostura silenciosa, educada, cariñosa y bien portada de Ana Santamarina le ha hecho ganar las alabanzas de todos los que la conocen; creen que es una gran dama piadosa, mujer con gracia y elegancia, presta para apoyar en los momentos dolorosos y a los más necesitados.

Ana Santamarina comienza a decirle a Amaranta: —Mi querida hermanita, ¿sabes por qué murió Álvaro? Sabes, lo vi poco antes de que te fueras y le dije que le tenías un gran regalo, que se lo darías si te sorprendía cuando terminaras tu trabajo, pero la condición era que no debería salir del auto ni hacer ruido mientras estuvieras tú dentro, pobre niño estúpido e ingenuo.

Por supuesto, la mujer de las fotos tampoco eres tú; yo la contraté y le pagué para que se hiciera ciertos retoques y se pareciera más a ti, y al hombre que se hizo pasar por tu cliente le di una gran suma. Ese ya no está en país. Supongo que ya te habrás dado cuenta de cuánto te odio; tú me robaste al hombre que amo; aún tengo que aparentar ser buena niña por ser una Santamarina, pero eso no me impide mostrarte un video de los momentos de cómo murió tu hijo. ¿Quieres verlo HER-MA-NI-TA?

—Dime, hermanita, después de todo lo que te he dicho, no me odias hasta la médula, no tienes ganas de matarme, porque yo sí deseé matarte. ¿Sabías que desde que me enteré de tu existencia siempre te he maldecido y deseado tu muerte?¿Sabes que he intentado muchas veces que te maten, pero nunca he logrado que mueras? Pero esta vez el destino no te va a salvar, no va a estar de tu lado, porque ahora mismo nadie, absolutamente nadie, cree en ti, lo has perdido todo, no tienes nada, no eres nadie, solamente eres una cosa lamentable, eres una basura desechable.

Amaranta la vio a los ojos, observó fijamente su mirada, y se quedó con los ojos muy abiertos mientras la voz de Ana Santa Marina zumbaba en sus oídos sin lograr asimilar tanta maldad. Aunque escuchó cada palabra que dijo Ana, todavía le resultaba difícil entender lo que le había dicho y cómo podría hacerle eso a su propio sobrino, a un pequeño niño indefenso, al hijo del hombre que proclamaba amar.

Mientras tanto, Ana Santa Marina vio cómo un auto venía hacia ellas a una velocidad muy alta y echando un vistazo rápido a su reloj de pulsera notó que el momento era perfecto. Hermanita, "no quieres mirar el vídeo de cómo murió Alvarito". Ana sacó su teléfono móvil y abrió el vídeo en la pantalla donde se ve como el pequeño trataba de salir del auto tocando y golpeando cada cristal, tratando de llamar la atención de alguien para que lo sacaran de ahí. Se veía cómo estaba sufriendo, cómo se estaba creando, cómo es que hizo hasta el último esfuerzo, hasta el último grito con todas las fuerzas que tenía, cómo estaba su cabello negro pegado a su frente mientras estaba transpirando, cómo caían gotas de sudor continuamente por su rostro, por su pequeño rostro y cómo lentamente Alvarito se debilitó cada vez más a medida que se asfixiaba… No sin antes llamar por última vez a su mamá.

Poco a poco por las condiciones de tipo sauna en el auto fue perdiendo fuerzas el pobre niño, hasta que perdió el conocimiento y ahí quedó sin moverse, sin respirar… 

—"Ana, te voy a matar".

Amaranta se lanza sobre Ana y trata de asfixiarla apretando su cuello, pero solo calló en su trampa, pues Ana vio cómo Óscar Roing corría para salvarla, así se compelería su plan, por lo cual la provocó de nuevo Ana. 

—"Hermanita, matarme no traerá de la muerte a tu Álvaro”, eso hizo enfurecer más a Amaranta, sin reflexionar que era una vil y sucia provocación.

Por el rabillo del ojo, Ana vio el vehículo aproximarse y a Óscar tirar de ella para liberarla de Amaranta, por lo cual en cuestión de segundos Amaranta fue lanzada por Óscar y a su vez por el auto que se acercaba. Únicamente hubo un fuerte estruendo al chocar el cuerpo de Amaranta con el auto y caerse al piso, estrellándose cual cristal.

Amaranta giró la cabeza lentamente solo para ver cómo Oscar protegía a Ana entre sus brazos y su pecho; miró al cielo y pensó que pronto estaría al lado de su hijo.

Escucho voces, cómo murmullos diciendo que llamarán una ambulancia —hermanita, no me dejes… —Cuánta hipocresía.

Como en escenas de una película, pasó su vida ante sus ojos; solo fue entonces que se dio cuenta de cuantas mentiras vivió como hija de los Santamarina, la hipocresía de Ana y lo estúpida que fue al casarse con el gran magnate Oscar Roing, un hombre al que amo desde que lo vio. Solo vivió dándolo todo, sin recibir nada, ni una pisca de cariño, mucho menos amor.

Lo que más le duele es que su pobre Alvaro, su bebe indefenso, fuera el cordero utilizado como sacrificio para este estúpido triángulo amoroso.

Alvarito, mamá se descuidó y te perdió; pero en poco tiempo estaremos juntos y ya no estarás solo.

Por otra parte, todavía se sentía demasiado agraviada, ofendida y dolida por la traición de la cual estaba siendo testigo en sus últimos momentos de vida. Si los cielos pudieran darle una segunda oportunidad, su vida definitivamente la elegiría como un camino diferente, totalmente con más sabiduría e inteligencia, uno donde no perdería su hijo si fuera posible llegar a tenerlo de nuevo entre sus brazos.

Si le fuera posible renacer, definitivamente querría que pagaran ojo por ojo. Si pudiera renacer, se aseguraría de que la basura se mantuviera en donde debería estar lejos de ella, que esa basura humana pasara sus días en un infierno, sufriendo 10 veces más de lo que ella lo ha hecho hasta este último aliento de vida, dejando su último suspiro.


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta fue abriendo los ojos algo desorientada, sin dar crédito a donde se encontraba en ese momento; solo podía registrar con su mirada el lugar, ver dónde se encontraba y tratar de que su atribulada mente registrara lo que estaba pasando. ¿Qué está pasando, no es posible que esta sea la habitación de la casa de mi abuela? Mi abuela murió hace muchos años, después de que la abandoné y me fui del pueblo. Realmente estoy viva, no, esto no puede ser verdad; quizás solamente he muerto; únicamente estoy en un sitio antes de llegar al infierno y es similar al infierno de mi infancia.

Amaranta solo estaba observando toda la habitación con atención, pero notó que estaba igual que cuando tenía 17 años. Apenas estaba por cumplir 17 años, nada había cambiado; era igual que cuando pasó todo aquello. Cuando conoció a Javier Santamarina, levantó sus manos para ver que eran reales; se reincorporó de la cama donde se encontraba tumbada y observó su cuerpo delante del espejo viejo y roto que tenía en la desvencijada habitación en la cual se encontraba. Comenzó a recordar la época en la que quizás se encontraba.

¿Realmente se le había concedido su deseo y se le había enviado de vuelta a ese tiempo cuando no se le permitió realizar los exámenes de ingreso a la universidad? Siempre se había arrepentido de no realizar el examen de ingreso a la Universidad, porque la humillaron tanto cuando se casó, que se dedicó al autoestudio muchos años hasta convertirse en la mejor en el campo de empresariales e incluso en una muy buena alista en el mercado de la bolsa de valores, aun cuando nunca fue reconocida por ese estúpido marido que tenía, solo usada por el beneficio de su familia.

¿Significaba esto que se le había dado el derecho de comenzar de nuevo y elegir su camino en la vida?

Algo de lo cual nunca tuvo la capacidad de hacer en su otra vida. Tenía que aprovechar al máximo esté preciado regalo que se le estaba presentando. No podía dejar pasar la oportunidad de dar un giro total a todas las cosas que dañaron su vida, las malas decisiones que tomó y las personas que nunca debió encontrar en su camino o creer en ellas.

Lo primero que debería hacer es reparar todo lo necesario para regresar a la escuela, lograr el ingreso a la universidad y lo más importante, no dejar que su abuela muera sola como lo hizo en su vida pasada. Fue una mala persona cuando la dejó sola en esta casa y se fue con ese hombre. En esta vida no la dejará.

—¿¡Abuela, abuela! ¿Dónde estás? —gritó ansiosamente. Amaranta esperaba que su abuela estuviera bien; en ese momento, no soportaría saber que no estaba ahí su adorada abuelita.

Salió corriendo por toda la casa y buscando por el patio a su abuela. Quería estar segura de que aún estaba viva, pues fue quien la crió cuando su madre se fue dejándola sola, siendo aún una niña muy pequeña, por lo que su abuela decía que un día su madre regresaría a casa. Amaranta solo recuerda que su abuela le dijo que un día recibió una carta y se marchó diciendo que tenía que ir a encontrar a su marido, que tenía que ir a buscarlo al pueblo donde vivían antes, pero de eso ya han pasado casi 15 años y no regresó. Aún siguen esperándola y Amaranta no sabe quién es su padre, pues nunca la ha buscado durante todos esos años y su madre jamás quiso decir el nombre del hombre que fue su padre.

Pero en su vida pasada llegó un hombre diciendo que él era padre de Ana Santamarina. Quien dijo ser su padre biológico también fue quien la alejó de su abuela y la casó con Óscar Roing. Ahora que ha regresado al pasado, está segura de que todo estaba planeado y se vengará de todas las mentiras que le dijeron. En esta vida hará hasta lo imposible por encontrar a su madre; no importa a cuántas personas tenga que pisotear en el camino, pero logrará encontrar a su madre y no se dejará engañar de nuevo por esas familias de nuevo.

—Amaranta, niña, ¿por qué gritas tanto, ¿te ha pasado algo?—pregunta la abuela de Amaranta. —No, abuelita, únicamente que no sabía donde estabas y tenía ganas de darte un gran beso y decirte que eres la mejor mujer del mundo, una madre para mí y que te prometo que me portaré mucho mejor, ya no tendrás quejas de mi comportamiento en la escuela y ya verás que entraré a la Universidad, a la mejor universidad de todo el país y serás la más orgullosa abuela de este pueblo…

—Amaranta Cid, sabes que ya estoy orgullosa de ser tu abuela; eres un sol que ilumina mi vida, la vida de esta vieja. No sé qué haría sin ti. Mi vida llena de soledad me llevaría a la tumba rápidamente. Desde que nos dejó tu madre, nos hemos hecho compañía solo las dos hijas mías; así hemos podido estar un poco mejor y afrontar ese fuerte dolor. Sabes que yo te amo y te apoyaré en lo que decidas hacer.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta regresó a la escuela, a su pasado; entró en el aula de clases tratando de recordar a todos los que se encontraban en aquel lugar. Veía esos rostros juveniles, que en su momento la atormentaron con burlas o como solo fueron pasivos, pero que no la defendieron…

Buscó entre su recuerdo cuál era el lugar que usaba cuando estaba en esa clase, se encaminó hasta su butaca y tomó asiento; simplemente dejó que el tiempo transcurriera hasta que llegó el profesor. Al iniciar la clase, miró seriamente los ejercicios en la pizarra y se centró intensamente en ellos hasta que sonó la campana, señalando el final de la lección.

—¡AMARANTA!, el maestro nos pidió que pensáramos en qué universidad queremos ir. ¿A qué universidad vas a aspirar? —

—Simplemente, iré a la única a la que se adaptará a mis necesidades, a la "¡Universidad Capital!" Rebosante de confianza, Amaranta soltó el nombre de la universidad más importante, y toda la clase de repente se quedó en silencio. Excepto por el suave silbido de la brisa que crujía a través de las páginas de los libros, no había un solo sonido que se escuchara dentro del aula.

Pero en menos de un minuto, toda la clase pronto estallo en risas estridentes, burlas provocadoras y silbidos, que hacían un eco estruendoso en todo el salón de clases.

Cada año, los resultados académicos de Amaranta Cid siempre fueron terribles, la colocación colocada en las últimas diez posiciones de su cohorte, lo cual implicaba que sería una total decepción el simple hecho de pensar en únicamente graduarse del último curso de la escuela media superior, por lo cual sabían toda la clase que eso de ir a la universidad, con lo difíciles que eran los exámenes de ingreso, para Amaranta sería todo un reto el simple hecho de únicamente obtener el pase para presentarse a realizarlo.

—¿Con sus resultados tan malos quiere ir a una universidad así?

—Qué descaro, cómo se atreve a solo mencionarlo, la de más baja calificación en toda la clase.

—No tiene vergüenza, es una chica muy atrevida.

—¿Cómo es posible, Amaranta, que tu descaro sea tan grande y que digas esas palabras frente a toda clase de querer inscribirte en la Universidad Capital? ¡Qué meta astronómicamente imposible! Estás delirando, acaso, estás loca… jajajaja 

Frunciendo el ceño levemente, Amaranta Cid se dio cuenta de que a los ojos de los demás, con su desempeño actual, estaba soñando despierta, buscando lo imposible, si intentaba aspirar a la aceptación en la Universidad Capital.

Pero lo que estos pequeñajos no sabían de ella es que había renacido y, a partir de este momento, decidiría cómo resultaba su vida.

Cuando dijo que estaba apuntando a la admisión en la Universidad Capital, lo dijo en serio. Se esforzaría hasta lograr ingresar con la máxima calificación posible a la universidad, para forjarse un gran camino hacia el futuro que lograría su objetivo.

—¿Ustedes no me creen?—preguntó.

Una niña muy simple, con un vestido con motivos florales y luciendo dos largas trenzas, se puso de pie. Miró burlonamente a Amaranta Cid y comenzó a decirle de una manera muy prepotente: —Amaranta, ¿por qué te estás usando la boca sin usar la cabeza?

Sin mostrarle ninguna cortesía, Amaranta replicó: Mariana Cid, ¿tienes un desafío intelectual? Un adorno o está hueca ...—

Durante los tres años de la high school, su prima Mariana sacaba las mejores calificaciones. Como una de las mejores estudiantes en el tercer año en la escuela media rural, Mariana Cid siempre había obtenido el primer o segundo lugar en su cohorte durante los exámenes anuales.

Todos en la escuela, maestros y estudiantes por igual, esperaban que Mariana fuera la admitida en una universidad acreditada, no su prima Amaranta Cid, quien nunca sobresalía en sus estudios.

Pero Amaranta Cid era el único que sabía lo que sucedió. Por lo que recordaba, Mariana Cid se había desempeñado inusualmente mal en los exámenes de ingreso a la Universidad.

Lo que resultó en que su familia tuviera que pagar para que fuera admitida en una universidad poco conocida y que no estaba muy bien posicionada como para que al graduarse encontrara un buen empleo o fuera una gran base para ser recomendada en una gran empresa.

Amaranta también recordó que en su búsqueda por obtener más dinero para comprarle a su hija un sitio en una universidad, la familia de Mariana vendió la casa de la abuela de Amaranta después de su muerte.

Amaranta observó el horario de lecciones en la pizarra y notó que la siguiente lección era inglés.

—Los exámenes de ingreso a la universidad están demasiado lejos ahora. ¿Qué tal si competimos en este próximo examen de inglés? —

Riendo burlonamente, Mariana miró su libro de texto en inglés y sus labios se curvaron en una sonrisa de victoria segura.

—Está bien. Si gano, ¿qué harás? —

Tomando un lápiz y girándolo entre sus dedos, Amaranta comentó: "Si ganas, yo, Amaranta Cid, seré, con efecto inmediato, tu seguidora. Mientras no tenga que cometer asesinatos, mutilaciones o intimidar a los débiles, haré cualquier cosa que me pidas. Y ahora, ¿y si gano yo, qué me darás? —

—¡No ganarás! —Mariana Cid replicó con confianza. ¿Cómo podría ganar Amaranta Cid? Un pequeño perdedor basura. Que solo es una huérfana que no tenía padres que la apoyaran con nada, mal vestida y, como siempre dice su mamá, una muerta de hambre que solo está esperando quedarse con la casa de la abuela.

Extendiendo las manos con indiferencia, Amaranta respondió: Nunca digas nunca. Siempre hay excepciones. ¿Qué pasa si, contra todo pronóstico, gano?

La bonita cara de Mariana Cid se oscureció. Amaranta Cid era realmente tan molesta. ¿Por qué estaba armando tanto alboroto cuando estaba claro como el día que perdería la apuesta? —Dime. ¿Qué debería hacer si ganas?

Amaranta reflexionó por un momento y luego murmuró: "Si los resultados de mi prueba de inglés resultan ser mejores que los tuyos, incluso si por un único punto, con efecto inmediato, llamarás hermana mayor y me mostrarás el debido respeto como tal".

—¡¿Cómo te atreves a sugerir eso?!

Mariana Cid realmente no estaba dispuesta a aceptar la apuesta. —¿Cómo podría reconocer a una hija ilegítima cuyo padre es desconocido como mi hermana mayor?

En su vida pasada, Amaranta Cid definitivamente habría elegido una pelea con Mariana Cid por lo que acaba de decir. Tenía que reflexionar con calma y tratar a esas personas que la insultaban como personas que no sabían nada.

Por lo cual respondió con toda calma Amaranta a dicho insulto por arte de Mariana: —¿No crees que deberías dirigirte a mí como Hermana Mayor porque mi abuelo materno y tu abuelo son hermanos biológicos, y porque soy un mes mayor que tú?

Más de una manera prepotente y obstinada, Mariana continúo expresando su malestar delante de todos sus compañeros sin importarle lo que aquellos pensarán de Amaranta—¡No eres mi hermana, así que ni siquiera sueñes con que te llame hermana mayor!— Mariana replicó, su rostro enrojecido por la ira, casi distorsionada por tanta rabia contenida.

¡Y esa fue la primera vez que toda la clase descubrió que Amaranta Cid y Mariana Cid eran de hecho primas!, Pues siempre Mariana le había prohibido a Amaranta decir una sola palabra sobre su parentesco.

Mirando un poco pensativa, Amaranta respondió, su voz mezclada con sarcasmo: —Mariana Cid, ¿estás preocupada por perder la apuesta y tener que aceptarme a mí como tu Hermana Mayor si pierdes? Si tienes miedo, no es gran cosa si cancelamos esta competencia, ¿de acuerdo? En cualquier caso, has sido como un pequeño ratón asustadizo desde que éramos niñas… —

—Amaranta, Mariana Cid siempre ha estado entre los tres primeros en los exámenes anuales, ¡así que no hay forma de que pierda! Sabe perfectamente que ganará esta apuesta.

—Exactamente. Amaranta Cid, según cómo sueles clasificarte en la parte más baja de la lista de calificaciones, ¡Mariana Cid podría vencerte fácilmente cien veces!

Mariana y la chica que estaba a su lado frecuentemente pasaban el rato juntos. Entonces, cuando notó que Amaranta se estaba metiendo con ella, naturalmente también se burló de Amaranta.

—Está bien, yo no veo ningún problema aquí. Ya que todos ustedes están tan seguros de que ganará Mariana, ¿por qué tienen miedo de que compita contra mí? Después de toda esta charla, todavía está en el aire la pregunta si Mariana tiene miedo de perder y tener que llamarme Prima hermana.

Amaranta se paró con los brazos cruzados. Estaba vestida con su camisa blanca de cuello naval y una falda plisada azul marino con el dobladillo cosido a propósito un poco demasiado alto para mostrar sus largas y delgadas piernas. Su rostro bonito, blanco como la leche, fresco y firme, con una tez suave, irradiaba vitalidad de la juventud juvenil…

—¿Quién dijo que perdería? Yo, Mariana Cid, nunca perderé. Claro, a competir. Pero, ¿no es esta pequeña competencia lo suficientemente desafiante? Ya que estamos compitiendo, hagamos que sea memorable, ¿de acuerdo? —Mariana era un poco más baja que Amaranta y tenía una tez más oscura. Fue por eso que, desde que eran niñas, todos los parientes de la familia Cid constantemente hacían comparaciones entre los dos.

¡Tienes en mente para esta mega competencia, y seguiré jugando!

Amaranta Cid fue una vez una chica ingenua y de naturaleza dulce, felizmente inconsciente de que su prima Mariana Cid era una intrigante fulana de tal, y, por lo tanto, había sido jugada por una tonta en numerosas ocasiones. Esta vez, sin embargo, estaba decidida a reafirmar su dignidad.

—¿Qué tal esto? Además de la apuesta entre nosotros, hagamos un libro para que todos hagan sus propias apuestas. El ganador usará el dinero para comprar a todos una comida. ¿Cómo suena eso? —

—No hay problema.

Amaranta Cid respondió rápidamente sin dudarlo un segundo. Si la apuesta hubiera sido por otro tema, podría encontrarse enfrentado a la posibilidad de perder.

Sin embargo, dado que estaban compitiendo en un examen de inglés, ¿cómo podría perder?

Ella utilizaría su puntaje para darle a Mariana Cid una buena lección de humildad; aparte de una bofetada en toda la cara, al verla, ganará en el examen de inglés. Se podía mofar siempre que quisiera o tratar de engañarla como lo hizo en el pasado.

Tiene que aprender respeto a Mariana Cid, y ella se lo enseñará, así sea por las malas.

—Está bien. ¡Ahora hagan sus apuestas!

Todos los estudiantes tenían su propio dinero, ya fuera poco o mucho; se irguieron a realizar una apuesta, pues les pareció divertido e interesante. Sin embargo, la mayoría de las apuestas efectuadas fueron para que Mariana Cid ganara.

A excepción de un chico un tanto tímido con gafas que compartió un escritorio con Amaranta, apostó por Amaranta Cid para que ella ganara.

Cuando Amaranta vio que apostaría 100 euros, inmediatamente lo golpeó levemente en el hombro. —Hermano. Hermano, gracias por el apoyo.

—Cuando justo terminaban, sonó la campana para que comenzara la lección. Llevando los exámenes, el profesor de inglés, un hombre joven y muy guapo, entró en el aula.

El monitor de servicio ordenó: —Todos pónganse de pie.

Todos los estudiantes se pusieron de pie y saludaron de forma ordenada al profesor de inglés que estaba en el podio. Buen día, señor.

—Por favor, siéntense, todos. En la última lección, les informé de la prueba de hoy, ¡así que espero que hayan hecho sus deberes en casa y estén debidamente preparados para esta evaluación! Conocen las reglas, ¡así que no es necesario repetirlas!¡Están listos! ¿Pueden los estudiantes al frente de cada fila pasar los exámenes a sus compañeros hacia atrás? Por favor, no hagan trampa. Podrán obtener buenos resultados, si estudiaron como es debido.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

—Amaranta Cid levantó la mano, sin querer compartir un escritorio con el compañero de clase masculino.

Porque si le fuera bien en su examen esta vez, sus compañeros de clase, así como el profesor, asumirían que había hecho trampa.

Cuando el profesor de inglés vio a Amaranta levantar la mano, inmediatamente recordó todas las excusas extrañas e indignantes y poco inteligentes que siempre se le ocurrían solo para salir y no tomar las lecciones de inglés. Era siempre lo mismo con Amaranta y tanto oyó que ya estaba cansado de esta chica.

—Amaranta Cid, ¿qué es ahora?

—Solamente es para pedirle, si es posible, solicitar a usted que mi escritorio se mueva al podio cuando tome la prueba.

El profesor de inglés se sorprendió. Pensó que Amaranta entregaría una hoja de papel en blanco o se abriría paso a través de las preguntas de la prueba para entregar una hoja con unos cuantos garabatos y saldría del aula sin más pretexto. Entonces, ¿seguramente no haría algo diferente esta vez en el lugar de tomar su prueba?

Amaranta Cid, ¿qué estás haciendo ahora? ¿Planeas ascender al cielo? —Ante las palabras del profesor de inglés, todas las alumnas de la clase estallaron en carcajadas. El profesor de verdad no sabía qué hacer ya con Amaranta, así que tomó la decisión que por el momento le pareció la más apropiada y le dijo: Bueno, si no estás dispuesta a tomar este examen, puedes hacerlo desde el patio; yo te veré o, ¡puedes salir al pasillo para hacerlo!, ¿qué te parece mi idea?

Conteniendo su gran temperamento y luciendo aún de esta manera desafiante, Amaranta Cid movió su escritorio hacia el pasillo.

Entonces, ¿qué pasaría si tuviera que sentarse en el pasillo? ¡Todavía sobresaldría en la prueba y les demostraría que puede lograr una gran calificación, así podría darles una gran bofetada en su gran cara sin necesidad de hacer más nada!

Estaba decidida a usar sus resultados para que todos se dieran cuenta de que los malos estudiantes también tenían un sentido de dignidad y merecían respeto. Todavía podía convertirse en una de las mejores estudiantes; tenía tiempo suficiente para esforzarse al máximo y salir adelante triunfante de esta prueba, que en su otra vida no pudo superar; lograr ir a la universidad y no a cualquiera, sino a la mejor del país. Lástima que estos tontos no supieran que para congraciarse con el estúpido de Óscar tomó clases particulares de inglés para comunicarse con inversionistas extranjeros. Nunca imaginó que todo lo que aprendió por ganarse a la familia Roing le fuera de utilidad ahora para lograr ingresar a la universidad.

—Está bien, entonces. Comencemos la prueba, comenzando con la ortografía y el dictado en inglés.

El profesor de inglés presionó el botón PLAY en la máquina de grabación, y en unos momentos, una voz clara que hablaba en inglés fluido se desplazó por el aula, haciendo una sentencia de dictado. Amaranta Cid comenzó a escribir sin dudarlo un momento, continuando hasta que se completó el pasaje en inglés. Luego, sin perder tiempo, se dirigió su atención a las preguntas en el examen. Para Amaranta, el inglés de tercer grado era en realidad bastante simple. Amaranta terminó de responder las preguntas del examen de inglés en solo treinta.

—Eh, profesor, he terminado de responder las preguntas. 
Levantando la mano, Amaranta Cid le entregó su examen completo al profesor de inglés.

Antes de aceptar el examen de prueba completado de Amaranta, el profesor de inglés simplemente asumió que entregaría un pedazo de papel en blanco. Por lo tanto, no mostró mucho interés. Es decir… 

Hasta que realmente sostuvo el papel de prueba de Amaranta Cid en su mano. De manera sorpresiva, miró a Amaranta. Era… ¿Era esto posible? Mejor dicho, ¿cómo es posible que entregara un examen con todas las respuestas resueltas?

—Profesor, ¿puedo molestarlo para que comience a evaluar mis respuestas al examen de inglés ahora?
Pregunto a Amaranta Cid de manera muy correcta, pero con cierta seguridad. Recogiendo un bolígrafo rojo, el profesor de inglés leyó y evaluó seriamente las respuestas de Amaranta. Finalmente, en el cuadro de puntuación, escribió "149".

Después de entregar su examen, Amaranta preguntó a su profesor si podría quedarse fuera del aula estudiando.

El profesor de inglés asintió. Amaranta Cid recuperó su mochila, la abrió y, sacando una hoja de ejercicios, comenzó a sentarse en su escritorio para trabajar arduamente en las preguntas de ejercicio.

Solo faltaban 100 días para los exámenes de ingreso a la universidad, y el tiempo se estaba acabando. No podía permitirse perder ni un minuto. Todo el tiempo que pudiera tener que estudiar de manera autodidacta, no podía permitirse perder una segunda oportunidad de cambiar el pasado a su favor y lograr su venganza de aquellos que la mataron a ella y a su pequeño hijo, Álvaro Roing.

Puesta en la hoja de ejercicios, Amaranta Cid se dio cuenta de que para ella esas preguntas también podrían haber venido de otro planeta. No recordaba nada de lo que estaba escrito en las preguntas. 

Ella no tenía ni idea de lo que eran y definitivamente no tenía idea de cómo responderlos; simplemente los conocimientos financieros no tenían nada que ver con ciencia, física o historia; se sintió que el pecho se le oprimía de nuevo.

¡¿Cómo podría esperar cambiar las tornas en cien días y pasar de ser una mala estudiante a una estudiante superior?!

Habiendo sido asignada a la Corte de Ciencias en su escuela, las materias que tuvo que consultar en los exámenes de ingreso a la universidad incluyeron lenguaje, matemáticas, inglés y las tres materias principales de una asignación de Física, Química y Biología.

El problema clave fue… En la actualidad, se destacaba solo en inglés y matemáticas; no necesita más estudios ni tutoría especial.

Pero en cuanto a los otros temas, realmente tuvo que comenzar desde el principio, así que tenía que plantearse un buen plan de estudios.

¡Extendiendo las manos, Amaranta se abofeteó las mejillas y se dijo a sí misma que se pusiera las pilas y no se dejara derrotar antes de que siquiera hubiera comenzado; la derrota es para los perdedores y ella la había experimentado una vez y eso terminó muy mal para ella; terminó en su muerte!

Ya que los cielos le han dado una oportunidad de comenzar desde el principio…

Entonces, a partir de, simplemente tenía que poner todo lo que tenía en sus estudios y estar bien preparada para los exámenes de ingreso a la universidad…

Si solamente pudiera obtener un lugar en la universidad principal del país, trabajaría duro y usaría sus resultados académicos para eclipsar a Ana Santamarina, la causante de su muerte.

El profesor de inglés miró el examen completo de Amaranta Cid, que había estado sosteniendo en su mano. Estaba absolutamente seguro de que Amaranta no había hecho trampa, pero ¿por qué? ¿Por qué los resultados de sus pruebas fueron tan inusuales y repentinamente excelentes?

… ¿Había estado ocultando su conocimiento y talento todo este tiempo?

Mariana Cid fue la segunda persona de la clase en entregar su examen. Llena de confianza, presunción y altanería, presentó el trabajo al profesor. 

—Profesor, ¿puede evaluar mis respuestas ahora también y hacerme saber mi puntaje en el examen de inglés?

Ahora bien, Mariana Cid siempre había sido callada y sumisa, el estudiante modelo con los buenos rasgos, buenas calificaciones, disciplina y modales que a todos los profesores les gustaban. 

Esa fue la razón por la cual la profesora de inglés no pudo rechazar su solicitud. 
—Por supuesto, Mariana. Por favor, espere afuera en el pasillo también.

Agradeciendo al maestro con una dulce sonrisa, sobra decir que fue una sonrisa por demás hipócrita; se acercó al lado de Amaranta. Quien se encontró apoyada contra la barandilla de metal colocada a lo largo del pasillo, miró con condescendencia a Amaranta, quien estaba preocupada por planificar su horario de estudio.

—Amaranta Cid, mientras respondía las preguntas de la prueba, pensé en lo que debería hacerte hacer como castigo cuando pierdas la apuesta. —comentó de una manera presuntuosa con una mirada de ojos entrecerrados y sonrisa burlona—.

Cerrando su cuaderno, Amaranta Cid levantó la cabeza y miró a Mariana Cid. De espaldas a la luz, los rasgos juveniles de Mariana estaban ocultos en la oscuridad, excepto por el tenue destello maligno que brillaba en sus ojos, esos ojos que mostraban una maldad oculta para los demás a quienes podían engañar fácilmente. 

Ganador y perdedor aún no se han determinado; no sabemos quién terminará siendo el vencedor. ¡María Cid, no seas arrogante y no adelantes tus palabras, o tu lengua podría torcerse, atarse y ahogarte! 

Notando que era casi el final de la clase, Amaranta guardó sus cosas en su mochila. Mariana asumió que Amaranta planeaba huir sabiendo que perdería. Extendió la mano y agarró la mochila de Amaranta, para detenerla.

—Amaranta Cid, ¿planeas huir por miedo a perder?


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


Amaranta Cid pensó solamente para sí cómo podría ser eso un problema. Mariana era una idiota. ¿Huir? ¿Por qué haría eso? Entregó su examen mucho antes que Mariana Cid y había tenido mucho tiempo para escapar, entonces, ¿por qué esperaría hasta ahora para huir? 

—¡Mariana Cid, no todos son como tú y se aterran de solo reflexionar en perder! Es únicamente una pequeña apuesta. ¿Por qué me molestaría en salir corriendo de la escuela? —

En respuesta a la pregunta de Amaranta, la campana sonó y mostró el final de la lección. Todos los estudiantes hicieron grandes exclamaciones por tener que entregar sus exámenes. Después de que el profesor de inglés recogió todos los papeles, Mariana Cid corrió hacia adelante para enfrentarlo. 

—"Señor, ¿puede decirme mi puntaje para el examen de inglés, por favor?"

El profesor de inglés estaba perplejo en cuanto a por qué Mariana Cid estaba tan ansiosa por conocer los resultados de sus exámenes esta vez.

Pero no se preocupó lo suficiente como para no responder a su pregunta, así que simplemente rebuscó entre los papeles de los pocos que habían entregado y respondió —"125". —

Todos los estudiantes quedaron atónitos cuando escucharon la respuesta del profesor de inglés. Ciento veinticinco puntos. Este fue probablemente el puntaje más alto en el examen de inglés que Mariana Cid o incluso cualquier persona en toda la clase había logrado. 

Mariana estaba eufórica y se pavoneaba de orgullo como un pavo real, mostrando todo el esplendor de su plumaje, cuan ingenua y arrogante era.

Mirando, Amaranta Cid no pudo evitar frotarse la frente y soportar no reír a carcajadas, sin contar la vergüenza ajena que sintió por esa que era su pariente. Ella era únicamente… ¡Demasiado arrogante y presuntuosa! ¿Qué podría hacer al respecto?Nada, qué lamentable escena. 

Al pensar en la inminente humillación de Mariana, Amaranta no pudo reprimir su emoción y comenzó a temblar, de solo imaginar cómo se podría Mariana Cid cuando se diera cuenta de que ella era la triunfadora de la apuesta.

Caminando hacia Amaranta Cid, Mariana Cid le lanzó la mochila que antes había cogido de las manos de Amaranta hacia la cara de esta, logrando sostenerla a tiempo a Amaranta para que no le hiciera daño en el rostro, mientras Mariana le decía. 

—Los resultados están fuera. Tienes que honrar nuestra apuesta, así que no intentes no cumplir con lo pactado. En cuanto a mí, no tengo una petición muy grande. Todo lo que quiero es que, desde ahora hasta el final de los exámenes universitarios, te encargues de la limpieza de los baños de mujeres. Siempre que esté programado nuestro grupo, tú harás el aseo de ese lugar en lugar de nosotras. —

A la sugerencia de Mariana Cid, todas las estudiantes de la clase rápidamente estaban de acuerdo al unísono. Limpiar los baños femeninos fue definitivamente una muy buena propuesta. Ninguna mujer deseaba asear los baños y que las libraran de dicha tarea era una muy buena idea. Amaranta Cid se palmeó el pecho exageradamente, como si afortunadamente hubiera eludido una situación peligrosa. Más parecía como si hubiera esquivado una bala de caño por cómo se mostró en ese momento. 

—¡Pensé que estabas planeando humillarme frente a todos los estudiantes y profesores de la escuela! —exclamó.

—¿Eso significa que estás de acuerdo con la propuesta?

Mariana Cid no tenía idea de que el asunto se había resuelto tan fácilmente que era demasiado bueno para ser cierto según los resultados de la prueba de Amaranta. 

—Está bien. En poco tiempo, todos estaremos comiendo en el restaurante afuera. —

Amaranta Cid caminó a propósito hacia Mariana Cid, un paso a la vez, como en las películas de suspenso. Extendiendo sus dedos delgados y delicados, levantó la barbilla de Mariana y estudió seriamente su rostro, girando cuidadosamente este de izquierda a derecha, lo que irradiaba arrogancia, orgullo y desdén. 

—Mariana Cid, para que esta competencia sea justa, ¿no crees que deberías preguntarle al profesor de cuanto fue mi puntaje en el examen de inglés antes de sacar conclusiones precipitadas de tu parte?

Al escuchar lo que dijo Amaranta, las otras compañeras de clase estallaron en protestas y gritos eufóricos y enojados reclamos… Los resultados de la prueba de Mariana Cid ya han sido anunciados, y fue un máximo histórico en la clase de 125 puntos.

—¿No era obvio quién sería la ganadora?

—¿Qué quiso decir Amaranta Cid con lo que dijo?

—¿Estaba tratando de retorcerse para salir de la apuesta?

—¿O todavía estaba tratando de luchar para salir de una batalla perdida?

—Amaranta Cid, ¿estás tratando de confundirnos para librarte de la apuesta? ¿Tienes miedo de ser el perdedor? —

—Amaranta, ¿estás tratando de evitar tener que limpiar los inodoros femeninos?

Para entonces, el profesor de inglés ya había decidido no involucrarse en el pequeño problema de sus estudiantes, pero el compañero de clase que compartía un escritorio con Amaranta Cid corrió hacia él y le pidió los resultados de las pruebas de Amaranta. Luego tomó en silencio el examen de Amaranta, regresó al aula y lo colocó frente a Mariana Cid con el puntaje de la prueba de Amaranta Cid a la vista.

Mariana Cid miró el nombre en el papel: —Amaranta Cid.

Y en el cuadro de puntuación, escrito en rojo, estaba "149".

¡¡Mariana Cid se sorprendió más allá de las palabras!! —Cómo diablos lo lograste, Amaranta Cid, si nunca estudias, eres una perdedora, te quedas dormida en clase, pones pretextos para no entrar a clase y no haces exámenes completos —replicó Mariana Cid.

—Imposible. ¡Amaranta, Cid, hiciste trampa! —

—Debes haber hecho trampa. ¡No podrías haber obtenido una puntuación tan alta!

Era una mala estudiante, alguien que jugaba al absentismo escolar o dormía en clase durante todo el año. ¿Cómo podría haber obtenido una puntuación tan alta?

Posando como una emperatriz, Amaranta Cid miró a su alrededor los muchos pares de ojos a su alrededor, que estaban llenos de curiosidad, desdén y algunos de dudas. Simplemente, habló con su voz clara y suave; como el sonido de una lluvia de verano, resonó en todo el salón de clases.

—Solicité sentarme en el pasillo porque me preocupaba que ustedes me acusaran de hacer trampa. Esto fue solo una simple prueba de inglés. No necesito hacer trampa.

Sus ojos bailaban de risa; Amaranta Cid deliberadamente dio un paso para enfrentar directamente el ceño fruncido de incredulidad y disgusto de Mariana Cid por haber perdido. 

—¡Marianita, sé una buena chica y llámame Prima Hermana, si quieres puedes llamarme Amaranta, quería prima hermana!, ¡si eso suena mucho mejor!
Con una sonrisa dulce decía estas palabras Amaranta frente a la cara de incredulidad de Mariana.

Mariana Cid apretó fuertemente los puños, sintiendo que la cabeza le estallaría en cualquier momento por tanta ira reprimida.

—De ninguna manera, no. ¡¡No eres mi hermana; eres un don nadie!! —

—¡¡No lo haré!!

—¡¡Yo niego!!—

—¡¡No tengo una hermana mayor ilegítima cuyo padre sea desconocido!!

Con los dientes apretados con fuerza, Mariana Cid no pudo decir Prima Hermana. La vergüenza de perder la apuesta había causado que la cara de Mariana Cid se volviera inmediatamente roja ardiente; la furia se apoderaba de ella sin ningún tapujo… Docenas de pares de ojos estaban enfocados en ella. Con los puños apretados, Mariana murmuró en voz muy baja, más como el zumbido de un mosquito.

—Prima, hermana —apretando los dientes tanto que casi se le romperían de continuar así.

—Mariana, estás hablando demasiado suavemente. Tú misma lo dijiste, que uno tiene que cumplir con honor su apuesta. Ten en cuenta que, si no haces lo que predicas, das a toda la clase una razón para perder su respeto por ti… —

En voz muy alta, Mariana Cid exclamó: —Prima hermana.
No dejar de mostrar el odio que sintió en ese mismo momento hacia Amaranta Cid.

—Ahora eso suena mucho mejor. Recuerda, de ahora en adelante, no te olvides dirigirte a mí como Prima Hermana y no olvides que soy mayor que tú; me debes respeto. No quiero que otros afirmen que la familia Cid no sabe cómo disciplinar y criar a sus hijos adecuadamente, descuidando incluso los modales básicos, como el respeto por los ancianos y el respeto por la posición en la familia. —

Gotas de lágrima de cristal, derramadas de los ojos de Mariana Cid, recorrían sus mejillas. Todas lágrimas de humillación.

Ella no olvidaría este día mientras viviera; se cobraría esto…

¡Prometió que haría que le pagara Amaranta Cid mil veces por la humillación a la que la había sometido hoy!

¡No, hazlo mil veces, diez mil veces, cien mil veces!

Una compañera de clase le dijo a Amaranta Cid: —¡Amaranta Cid, has ido demasiado lejos! Has hecho llorar a Mariana por todo tu acoso… —

—Amaranta miró a su compañera de clase, luciendo seria… —Oye. Oye, tú. Antes de hacer la apuesta, todos ustedes asumieron que perdería… Cuando Mariana Cid quiso que limpiara los baños de mujeres, todas ustedes estaban de acuerdo en que eso era lo que quería hacer si perdía. Sin embargo, ahora que he ganado, y todo lo que quiero es que Mariana Cid se dirija a mí como debe de ser, ¿lo llamas intimidación, acoso? ¿No prestaste atención durante la clase de idiomas o faltan tus habilidades de comprensión? ¿Qué es lo que te pasa? —

—Inicialmente, todas las compañeras de clase están participando en la apuesta por diversión, mientras que los compañeros de clase masculinos se encuentran entretenidos simplemente mirando desde la barrera.

Pero ahora que los resultados de la prueba de Amaranta Cid fueron inesperadamente mejores que los de Mariana Cid, las chicas de alguna manera sintieron que Amaranta Cid las estaba avergonzando y haciéndolas sentir incómodas.

—Amaranta, Cid, tuviste suerte. Si eres tan buena, ¿por qué no obtienes el primer lugar en cada prueba después de esto? —

—Exactamente, fueron solo 149 puntos, y ella se está comportando con tanta arrogancia… —

De repente, Amaranta Cid se echó a reír. Su risa era tan dulce como la miel; era melodiosa como el viento moviendo las hojas de las rosas; tuvo un efecto edificante en las emociones de los presentes.

—Amaranta Cid, ¿por qué te ríes? ¿No sabes que simplemente estamos afirmando un hecho? ¡¡Tanto postureo solo porque anotaste 149 puntos!! Si eres tan buena, deberías obtener un puntaje de 149 en cada prueba. —

—¿Qué tiene que ver mi puntaje en el examen contigo de todos modos? Si tienes tanto tiempo en tus manos, debes centrarte en mejorar tus propios puntajes. De lo contrario, ¡¡te sentirás realmente avergonzado si te va peor que a mí en futuros exámenes simulados!

Mariana Cid, que había estado en silencio todo este tiempo, de repente dijo: "Amaranta Cid, digamos que no hiciste trampa". Aun así, solo tuviste la suerte de vencerme en esta ronda. ¡En el segundo examen simulado programado en dos meses! —

Amaranta Cid miró a Mariana Cid, que todavía se tambaleaba con incredulidad por su derrota. Comprensiblemente, si el zapato hubiera estado en el otro pie, ¡ella se habría sentido de la misma manera! Bueno, bueno, qué estaría planeando ahora esta persona.

Un estudiante superior siendo golpeado por un mal estudiante. ¡Eso! ¡Eso debe doler mal! Jalajaa

—De ninguna manera. ¡¡No quiero ver tu cara llorosa cuando pierdes! —Amaranta Cid respondió, haciéndole una cara traviesa. Batiendo sus pestañas coquetamente.

Mariana Cid se paró frente a Amaranta Cid, bloqueando su camino, y exclamó: —¡Creo que has perdido los nervios! ¿No dijiste que querías ser aceptado en la ¿¡UNIVERSIDAD DE LA CAPITAL DEL PAÍS!? Amaranta, ya que eres tan mal estudiante, de hecho la peor de este salón, únicamente admite que no quieres competir. Nadie te ridiculizará por ello.

Amaranta Cid observó a Mariana Cid. Profundamente pensativa, recordó las expresiones trilladas en los rostros de los padres de Mariana Cid en el funeral de su abuela, esas expresiones tan deprimentemente hipócritas y falsas, que reflejaban solo que esperaban que la gente se fuera, para ver que podrían tomar de la casa e incluso apoderarse de la casa misma.

De repente, apretó los puños y respiró hondo. Tomó una decisión: demostraría lo que ha regresado a esta vida de nuevo.

—¿Qué está en juego?

Por un centavo, por una libra. Mariana Cid decidió que deberían subir las apuestas. Ella era una estudiante superior, con las máximas calificaciones, con el apoyo de sus padres. No era una hija de nadie; esta pequeña derrota fue solamente un pequeño revés previo a la competencia. En la siguiente ronda, se aseguraría de frotar la cara de Mariana Cid en el barro.

—La perdedora tiene que hacer un salto de conejo frente a todos los estudiantes y maestros durante la asamblea escolar, mientras se iza la bandera.

—Queridos compañeros de clase, todos han escuchado esto, ¿sí? ¡Debes cumplir tu palabra y no tratar de dejar el salto de conejo cuando llegue el momento!

Haciendo un sonido de desdén, todos los alumnos se burlaron. "Humph", Mariana Cid dijo burlonamente: —Amaranta Cid, creo que será mejor que comiences a entrenar para el salto.
De lo contrario, ¡estarás saltando y caerás cuando pierdas! 

—Mariana, ¿estás absolutamente seguro de que serás la ganadora?

Dicho esto, Amaranta Cid ni siquiera se molestó en mirar la cara molesta de Mariana.

Dándose la vuelta, le preguntó al compañero de clase que compartía su escritorio: Hermano, vamos. ¿Qué tal si te compramos una deliciosa comida en el restaurante? —

—No es necesario todavía. Tengo muchos ejercicios que completar; tengo que regresar a casa temprano.

Amaranta Cid no lo presionó más, este ratón de biblioteca que compartió su escritorio en clase. Ella sabía mejor que nadie que esta High School era solo una escuela secundaria ordinaria en la zona suroeste del país, en este pequeño pueblo.

Todo lo que los estudiantes de esta escuela querían era aprender todo lo que podrían y presentar a los exámenes de ingreso a la universidad con la esperanza de que este fuera su boleto a una vida mejor… Salir fuera de este pueblo era la necesidad de vida de todos.

—Está bien, entonces. Voy a ir a casa.

 Pensó mejor las cosas. Es necesario que comenzara a planear su calendario de estudios y su nueva vida para lograr las metas por las cuales ha regresado.



EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta Cid, sin aun creer lo que estaba sucediendo, había retrocedido once años, de los 28 a los 17.

A esa edad, su abuela todavía estaba muy viva y con muchas ganas de vivir, ya que deseaba ver a su hija Mónica regresar a casa. Todas las tardes se sentaba en una gran roca a la entrada del pueblo a esperar hasta la caída del sol, esperando la llegada del último autobús para ver si se bajaba de él su hija. Así habían pasado los últimos años de su vida desde que perdió contacto con ella. Además, deseaba vivir lo suficiente para ver crecer a Amaranta por saber que estaría bien, casada, con hijos y feliz, que no sufriría en esta vida por no encontrar a su madre y que tendría un hombre a su lado que la cuidara hasta sus últimos días. Tenía muchas razones para vivir.

Amaranta pensó de inmediato que su vida a esta edad había estado repleta de posibilidades ilimitadas, y que al hacer un recuento de lo que perdió, sintió unas ganas irrazonables de golpearse a sí mismo por lo estúpida que fue de no aprovechar todas esas oportunidades en su momento y tiempo.

Mientras se pudo montar en bicicleta, cosa que no había hecho en mucho tiempo, Amaranta Cid comenzó a tambalearse mientras cabalgaba, sin andar recta. Fue solo después de reflexionar sobre todo lo que había sucedido que Amaranta se dio cuenta de que cuando se adquiría el conocimiento, estaba profundamente grabado en los huesos de uno y nunca se olvidaba. De hecho, este conocimiento podría convertirse en una capacidad para salvar vidas en un momento determinado en el futuro.

El paisaje familiar pasó ante sus ojos, escena por escena. Esta era la pequeña ciudad donde había vivido durante diecisiete años.

Esta era el pequeño pueblo rural donde había vivido con su abuela Mary, donde había vivido durante la mayor parte de su corta vida… Donde conoció a tantas personas, buenas, malas e hipócritas, de todo un poco.

A lo lejos, Amaranta Cid podía distinguir la pequeña casita de su abuela, una casa tan pintoresca y típica de la zona, colorida y con macetas de flores afuera. Un gran árbol haciendo sombra estaba plantado en una esquina de la casa.

De repente, su corazón sintió que había dejado de latir.

Su abuela la amaba más que a nadie en todo el mundo.

Desafortunadamente, antes de que tuviera la oportunidad de demostrar y devolver el amor y la preocupación de su abuela en su vida pasada, su abuela… falleció.

La emocionó, sin embargo, a Amaranta de solo pensar que está regresando a casa y que vería a su abuela Mary, quien la amaba, y a quien ella misma amaba demasiado. Su corazón rebosaba de alegría de solo imaginar que entraría al patio y la vería viva, recibiéndola con felicidad en su viejo rostro y con unos ojos llenos de amor. Pero al llegar se bajó de la bicicleta, se acercó a la puerta y se detuvo al escuchar la voz de su tía Carmen Cid, la madre de Mariana.

—Tía Mary, Amaranta ha estado causándole problemas en la escuela a Mariana y haciéndola llorar… Incluso hizo trampa durante el examen de inglés, Tía Mary. Dado que solamente hay un apellido Cid, el comportamiento de Amaranta ha avergonzado a todos los que llevamos el apellido Cid. "Tienes que hacer algo al respecto con esa hija de nadie".

—Recuerda, tía Mari, que todos en aquel entonces, cuando nuestra hermana pequeña quedó embarazada y fue abandonada por el padre de esa pequeña bastarda, le aconsejamos que se hiciera un aborto. Luego, cuando se recuperara, podríamos conseguir que un hombre se casara con ella. Pero insististe en complacer la petición de nuestra prima hermana pequeña. Nuestra prima hermana pequeña desapareció en el aire sin una sola palabra de ella todos estos años. Ni siquiera sabemos si está viva o muerta… —Continuó hablando de forma despiadada la madre de Mariana a la abuela Mary, sin pensar en los sentimientos de la abuela, quien era la madre de Mónica.

No paraba de decir tontería la mujer. —En cuanto a Amaranta, solía ser una niña dulce y obediente cuando era más pequeña. Sin embargo, desde que ingresó a la secundaria, ha estado saliendo con los chicos malos de la ciudad y siempre se ha dedicado a solo hacer travesuras. Nunca hace nada bueno, además de que sus resultados académicos son un choque de trenes, y está intimidando a su propia prima hermana menor en la escuela, poniéndole problemas con otros de sus compañeros hasta la fecha".

Esta mujer de verdad era irredimible.
—Tía Mary, en mi opinión Amaranta nunca logrará mucho en su vida. No sería para ti confiar en ella para que te cuide en tu vejez hasta que fallezcas. Como eres mi tía, mi esposo y yo te cuidaremos hasta que fallezcas. Ahora, sobre esta casa… —

Estacionando su bicicleta en el patio a lo largo de la vieja calle, Amaranta Cid pudo escuchar la voz de la madre de Mariana Cid.

De pie en silencio en el patio, escuchó durante mucho tiempo la conversación.

Finalmente, llegó al tema principal de la conversación. Entonces, ¿Mariana Cid se había ido a casa y se había quejado del incidente en la escuela, lo que resultó en que su madre corriera a su casa y le diera a su abuela el chisme?

¿Y qué fue eso de que ella, Amaranta Cid, no pudiera cuidar a su abuela hasta que falleciera?

¡Qué carga de estiércol de vaca! ¡Ella estaba tratando descaradamente de poner sus manos en esta casa, que mujer tan descarada y cara dura! En su vida pasada, la vendió en cuanto su abuela falleció para pagar un soborno y que ingresara su estúpida hija a una universidad de tercera. Esto no pasaría en esta vida si ella Amaranta Cid lograba impedirlo, y vaya que lo impediría.

—Tía Carmen… Amaranta Cid entró en la casa y caminó directamente al lado de su abuela, adoptando una postura protectora.

—Tía Carmen, no asumas que la abuela puede ser fácilmente manipulada solo porque es vieja. ¿No has estado dando vueltas por el monte, escupiendo todo tipo de tonterías, porque estás tratando de poner tus manos en la casa de mi abuela? Bueno, puedes dejar de soñar. Preferimos derribar este lugar que darte incluso un pedazo de baldosa o ladrillo de él".

Sin sentir un ápice de culpa por haber sido atacada por Amaranta Cid, la madre de Mariana Cid dio la vuelta a las tornas y reprendió a Amaranta Cid en su lugar.

—Amaranta Cid, eres únicamente una hija ilegítima que ni siquiera "quién sabe quién es su padre". Este es un asunto que concierne a la familia Cid. ¿Desde cuándo se te ha dado el derecho de interferir en los asuntos de esta familia? —La tía Carmen estaba tocando el cielo sin ser santa y eso provocó que Amaranta se pusiera terriblemente de mal humor.

Groseramente, Amaranta Cid replicó: —Sí, no tengo padre, pero sí tengo una madre, cuyo apellido es Cid. Por lo tanto, soy un miembro de la familia Cid. ¡Los asuntos de mi abuela no son de tu incumbencia, así que no deberías perder el tiempo!

—¡Pequeño sin madre sin educación alguna!
—La tía Carmen se agitó y se irguió. —¡Incluso recurriendo a hacer trampa durante el examen!

—¡Largo de aquí!

No deseando ver la cara presumida y malvada de la tía Carmen un momento más, Amaranta rápidamente alcanzó detrás de la puerta la escoba. Moviéndose hacia la tía Carmen, comenzó a golpearla continuamente con la escoba en todo el cuerpo.

—Sal de aquí. No eres bienvenido en nuestra casa. Te prohíbo que vuelvas a aparecer aquí nunca más. ¡De lo contrario, te golpearé cada vez que vengas! ¡No tienes permitido siquiera dirigirle la palabra a mi abuela, mucho menos pasar por fuera de esta casa o estar aquí!

Despotricando y delirando, la tía Carmen Cid salió corriendo. Mientras observaba la figura en retroceso de la tía Carmen Cid, Amaranta marcó cruelmente este incidente en su mente como otro hueso para recoger con Mariana Cid.

Dándose la vuelta, Amaranta Cid notó que su abuela parecía pálida y la ayudó a subir a una silla cercana.

Agarrando las manos callosas, secas y arrugadas de su abuela, se agachó frente a ella y dijo en voz baja: —Abuela, no escuches a la tía Carmen, solo vino a contar mentiras. Nada de lo que ha dicho es verdad. No hice trampa. De hecho, me fue muy bien en la prueba. Los resultados de mi prueba fueron incluso mejores que los de su hija Mariana Cid. Abuela, definitivamente llegaré a la universidad; no te haré pasar por desaires en este pueblo.

Los ojos de su abuela se iluminaron con alegre sorpresa. —¿En serio?

—Sí, realmente, abuela. Sé que he sido un puñado de problemas en el pasado y te he causado preocupación.
Pero, abuela, puedes estar segura de que a partir de ahora trabajaré muy duro para obtener una buena puntuación en los exámenes de ingreso a la universidad y hacerte sentir orgullosa. No te fallaré.—

Aferrándose a Amaranta Cid para ponerse de pie, su abuela respondió: "Bien". Así que amaranta, deberías poner las pilas y estudiar. Te cocinaré algo para comer.

—Abuela, deberías descansar. Déjame hacerlo, yo cocinaré para las dos".

Amaranta Cid no tenía el corazón para ver a su abuela cansarse más.

Su abuela estaba envejeciendo y tenía problemas de salud cada vez mayores, y Amaranta Cid quería cuidarla bien.

—Eso no es necesario. Lo haré. 

—Vas a estudiar ahora. Sé una buena chica.

Amaranta Cid, que fue empujada a otra habitación por su abuela, cedió, se sentó en el escritorio y abrió su mochila.

Muy suavemente, la abuela cerró la puerta, más feliz que nadie en la tierra de que su nieta había entrado en razón e iba a trabajar duro en el futuro. Solo esperaba que por fin dejara de hacer travesuras y de verdad lograra entrar en la universidad como una vez lo hizo su madre.

Luego, hubo un fuerte "golpe" cuando la abuela cayó hacia atrás lejos de la puerta. Al escuchar el ruido, Amaranta se sorprendió tanto que sintió que su corazón dejó de latir.

Presa del pánico, se apresuró a abrir la puerta e inmediatamente vio a su abuela inconsciente en el suelo. Asustada por su ingenio, se arrodilló al lado de su abuela.

—Abuela… ¡Abuela, no me asustes, por favor!

En pánico, Amaranta ni pensó en que poseía un delgado cuerpo o su debilidad física. Simplemente reunió todas sus fuerzas y levantó a su abuela sobre su espalda y salió corriendo de la pequeña casa, corriendo lo más rápido que sus piernas delgadas se lo permitían hacia la colina del pueblo.

Mientras Amaranta Cid corría por el pequeño pueblo al final de la tarde, el sol poniente proyectaba sus rayos crepusculares sobre ella, proyectando una larga sombra en el suelo.

Se aferró con fuerza a los muslos de su abuela, y las lágrimas fluyeron continuamente por la cara de Amaranta, que hacían más conflictiva y borrosa su visión, mientras pensaba para sí misma 

—Abuela, lo harás, debes estar bien. Por favor, dame la oportunidad de mostrar mi amor filial y ser una buena nieta para ti. Abuela… 

Amaranta lloró mientras corría. Había renacido porque quería cambiar su destino. Quería cambiar las cosas que hizo mal en su pasada vida.

¡Poco sabía Amaranta Cid que desde el instante en que renació, la rueda del destino ya comenzó a girar; las cosas siempre tienden a cambiar una vez que ha regresado a un inicio!

Su vida tal como era ahora se pondría patas arriba con todos los cambios que se le avecinaban.

En el pueblo de Deifon, solo había una pequeña clínica, y Amaranta Cid, sudando profusamente, cuando logró llegar hasta ese lugar, entró en la sala de emergencias de la clínica con su abuela en la espalda.

—Doctor, por favor. Por favor, salva a mi abuela… —

Después de que el médico completó su evaluación, se volvió hacia Amaranta Cid, que estaba empapada en transpiración, y dijo: —Ella únicamente tuvo un desmayo. Sin embargo, con su edad, podría haber otras implicaciones. Lo primero que haremos será poner un suero intravenoso; veremos cómo reacciona después de eso… —dijo de forma apresurada el médico.

Asintiendo, Amaranta Cid le dio al médico una profunda reverencia y respondió: —Gracias, doctor.

En su pánico, Amaranta Cid había gastado cada onza de su energía y fuerza de voluntad para llevar a su abuela al hospital y mantenerla a salvo.

Ahora que sabía que su abuela no estaba en peligro, Amaranta Cid comenzó a relajarse. Toda su energía la había abandonado y se derrumbó y cayó al suelo en la sala de emergencias del médico.

El médico la recogió y la sentó en una silla a un lado. Él aplicó presión sobre su philtrum (es la parte media del labio superior o hendidura debajo de la nariz en el labio superior), y luego le dio un vaso de salmuera de azúcar para beber.

—Jovencita, no puedes colapsar. Tu abuela necesita que la cuides. ¡Aquí, bebe esto!, con calma.

Amaranta Cid le agradeció y aceptó el vaso de papel del médico, el cual contenía agua con azúcar.

El médico completó el examen de la abuela de Amaranta Cid. Luego envió a Amaranta y a su abuela a la habitación contigua usada para administrar goteos intravenosos.

—Jovencita, quédate aquí con tu abuela. En cuanto a ti, debes tener cuidado de no enfriarte. Corriste bastante distancia y estás empapada de sudor.

Amaranta era muy consciente de que la salud de su abuela no era buena. Después de su renacimiento, lo primero que había planeado hacer era llevar a su abuela a la capital del país para un chequeo de salud integral.

Amaranta recordó cómo en esta etapa de su vida anterior había desperdiciado su tiempo y energía sin pensar en su abuela, sin siquiera darse cuenta de que la salud de su abuela había estado fallando tanto. Definitivamente, había sido una nieta muy mala. ¿Qué desperdicio de vida tuvo en el pasado, todo por ser una chica descuidad, pensar que tenía todo el tiempo del mundo y seguir los malos ejemplos de chicos malos?

—Abuela, debes recuperarte pronto. Ganaré dinero, mucho dinero, para que puedas disfrutar de las cosas buenas de la vida…

Amaranta Cid escuchó el estruendoso ruido de las bocinas de los automóviles en la parte delantera de la clínica del pueblo de Deifon.

Antes de tener la oportunidad de registrar lo que estaba sucediendo, escuchó el sonido de pasos desordenados, pero poderosos; sonidos de hombres fuertes que venían del pasillo.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

— Tú… Él… Maldita sea. Simplemente, lo tratas y lo haces que se recupere de inmediato". Uno de los hombres fuertes e intimidantes que entraron en la pequeña colina del pueblo estaba sumamente nervioso, que no podía expresar con palabras lo que necesitaba que hiciera el médico en ese momento.

—Sí, doctor, por favor. Debes salvar a nuestro jefe.
Otro hombre, igual de intimidante y alto, le dijo al médico en voz firme pero educada al galeno las palabras que deseaba.

Al mirar al grupo de jóvenes que están ocupando la sala de emergencia de su clínica, el médico se sorprendió; todos ellos vestidos con camisetas de un estilo similar, usaban botas de tipo militar y pantalones de camuflaje, además de que eran todos muy altos y fuertes. El médico en la sala de emergencias se asustó por sus gritos y exigencias.

—No es que no quiera ayudarlo. Somos solo una clínica de pueblo muy pequeña y mal equipada. Ni siquiera tenemos un banco de sangre. Estamos a kilómetros de la ciudad más cercana con reservas. Y acabas de decirme tú mismo que su tipo de sangre es Rh negativo, un tipo de sangre raro como este… Es aún más complicado de conseguir en este momento— El médico estaba entre la espada y la pared; en ese momento de verdad los quería ayudar, pero estaba con las manos atadas.

Sentada en la habitación I, Amaranta Cid escuchó las palabras "RH negativo" y no pudo evitar ponerse de pie. Salió de la sala I y caminó hacia la entrada de la sala de emergencias.

Grito de inmediato al salir —¡Soy Rh negativo!…— Desde su primer accidente en su otra vida se enteró del tipo de sangre que tenía, de lo complicado que era conseguirla y lo problemático que sería si le pasaba algo grave si no tenían sangre para salvarla…

Con sus zapatillas blancas con adornos rojos, cubiertas de barro, su vestido arrugado, su pelo desordenado, parecía un tanto despeinada; estaba descuidada y sucia, excepto por sus ojos de color violeta, que irradiaban energía vivificante.

Independientemente de cómo se viera, para el grupo de jóvenes ansiosos que estaban al final de su ingenio y fuerza de voluntad, la mujer que estaba frente a ellos era como un ángel de misericordia, un salvador para toda la humanidad.

Mirando a Amaranta Cid, el médico preguntó: "¿Sabes sobre la sangre Rh negativa?"

Amaranta Cid asintió: —Sí, sí, lo hago, doctor. Si no me crees, puedes revisar mi tipo de sangre.

—Todo estará bien.

Amaranta Cid comenzó a entrar en la sala de emergencias, y el grupo de jóvenes vestidos con camisetas de color negro se hizo a un lado en silencio, generando simultáneamente un camino para ella.

Fue solo en ese momento que Amaranta notó al hombre acostado en la cama de la sala de emergencias.

Su rostro expresaba una determinación acerada. Y, tal vez debido a la gran cantidad de sangre que había perdido, sus labios estaban muy pálidos, sin un toque de color en ellos.

Aun así, pudo notar su largo cuerpo, lo que demostraba que era un hombre alto. Su rostro, aunque pálido, era atractivo.

Consciente de que sería inapropiado de que ella continuara observando a un hombre extraño durante un período prolongado de tiempo, aparte de que era un hombre que se encontró en una cama de hospital, Amaranta le dirigió una mirada superficial y apartó los ojos. Se sentó en la silla, a un lado de la cama, para que prepararan todo para que sacaran su sangre.

Una vez fue miembro del "Club de Amistad Rh negativo", y había donado sangre sin compensación. Debido a que su tipo de sangre era tan raro, Amaranta Cid esperaba que algún día hubiera alguien disponible para donarle sangre si alguna vez necesita una transfusión de sangre.

Amaranta era alguien que había muerto una vez antes. Habiendo muerto, sabía muy bien y mejor que nadie lo que significaba estar viva, por lo que quería atesorar sus bendiciones, ayudar a tantas personas como pudiera y salvar a tantas personas como le fuera posible. Aprovecharía la oportunidad que se le dio, no solo para la venganza, sino ahora hacer el bien, como equilibrio en su vida actual.

Al ser caritativa y hacer el bien, ella sería recompensada por los cielos. ¡Seguramente eso sería algo bueno!

Los resultados de los análisis de sangre se generaron en poco tiempo. Amaranta tenía el mismo tipo de sangre que el hombre herido.

—Con su pequeño y delgado cuerpo, únicamente podemos extraer seiscientos mililitros.

Amaranta Cid miró la jeringa larga y delgada en la mano del médico y se sintió un poco nerviosa. En un tono conciliador, ella pidió —Doctor, por favor, sea gentil. ¡Tengo un umbral bajo para el dolor!

Sabiendo que todas las chicas tenían miedo de las agujas, el médico respondió: —Seré gentil. ¡Se sentirá como una picadura de mosquito y no dolerá en absoluto! —

Amaranta extendió su brazo y giró la cabeza hacia un lado, sin querer mirar la aguja. Ella hizo un gemido de dolor y cerró los ojos cuando la aguja le atravesó la piel.

Desde su cama, Izan Marsans abrió débilmente los ojos y miró brevemente a Amaranta Cid antes de cerrarlos nuevamente y perderse en la oscuridad y el olvido.

Después de transfundir una porción de la sangre fresca extraída de Amaranta dentro del cuerpo de Izan Marsans, el médico vertió un poco de solución de glucosa en una taza para que Amaranta la bebiera.

—¡Bebe esto primero y ve a descansar!

Amaranta Cid asintió y bebió la solución de glucosa, pero cuando trató de ponerse de pie, casi colapsó dentro de la sala de emergencias. Los jóvenes que estaban a su alrededor rápidamente extendieron sus manos, con la intención de apoyarla.

Amaranta Cid agitó la mano para mantenerlos a raya y dijo: —No hay necesidad. Estoy bien. Ustedes deben atenderlo. Esta clínica de pueblo está limitada en términos del equipo médico y del personal que tienen para ayudarlo. Creo que deberían darse prisa y hacer los arreglos para llevarlo de inmediato a un hospital de la ciudad "Capital X".

En ese momento, Amaranta no era consciente de que ella y el destino del hombre se habían unido debido a su único acto de bondad; los caminos de sus vidas se estaban entrelazando de una manera muy estrecha e insospechada; los hilos del destino estaban haciendo una jugada maestra sin que estas dos almas sospecharan que estaba comenzando a entrelazar sus vidas.

En la otra habitación, el médico administró ayuda de emergencia a las lesiones del hombre y le dio otra transfusión.

—Sus lesiones están temporalmente bajo control por ahora. Ustedes deben turnarse para vigilarlo. Oh. Y dado que esta joven ha donado gran parte de su sangre, debe recordar comprarle algunos suplementos nutricionales, porque si no hubiera sido por su voluntaria decisión para donar sangre, nuestra clínica no habría podido salvar a su líder de equipo… Dicho esto, debe tener en cuenta que nuestra pequeña clínica solo puede manejar temporalmente la condición de su jefe de su equipo.  Tiene que llevarlo de inmediato al Hospital con mejor mayor equipado de la ciudad. 

—Sin más dilatación, llegó un helicóptero militar por Izan Marsans, en el cual fue transportado a uno de los mejores hospitales del país.

Amaranta volvió a la cama de su abuela. Originalmente, tenía la intención de anotar un goteo intravenoso, pero pronto se quedó profundamente dormida, ya que donar sangre había debilitado su frágil cuerpo.

El sol ya había salido cuando Amaranta Cid se despertó después de una buena noche de sueño.

La pequeña clínica del pequeño pueblo de Deifon parecía estar inusualmente ocupada. A través de las ventanas abiertas, los pájaros tuitearon ruidosamente.

Cuando Amaranta Cid abrió los ojos, notó la comida en la simple mesita de noche.

Había comida enlatada, huevos, leche, galletas, chocolate y más cosas.

Por lo que parece, sabía que habían estado puestos allí por los jóvenes que han estado la noche anterior.

—¿Te despiertas? Come algo primero. Los jóvenes de anoche te consiguieron estas cosas. Dado que donaste mucha sangre anoche, debes comer algo nutritivo para reponer nutrientes. Estás en una etapa de desarrollo. Sigues creciendo, además de que estás muy delgada para tu edad. ¡No te conviertas en un anémico porque donaste sangre! 

Le advirtió el médico a Amaranta; ella sabía muy bien que su cuerpo era muy delgado a esta edad, además de que estaba mal nutrida, pues eran muy pobres.

Al no ver ninguna razón para actuar tímidamente, Amaranta Cid bebió un vaso de leche y comió un huevo e inmediatamente comenzó a sentir energía en su débil cuerpo.

—Doctor, ¿puedo usar el teléfono en su oficina, por favor? Necesito llamar a mi escuela para pedirle a mi maestra un tiempo libre".— Amaranta estaba preocupada de que ahora que se había propuesto mejorar en la escuela, todo fracasara por comenzar a faltar a tan corto tiempo de los exámenes finales.

—Adelante—

Vestida con zapatillas sucias y su uniforme escolar arrugado, Amaranta Cid se fue sola para hacer la llamada.

—Señora Mary, ¿está despierta?

Mirando a la abuela, el médico la examinó y le dijo: —Te derrumbaste en tu casa ayer, y tu nieta te llevó a esta clínica cargada sobre su espalda. De repente, la abuela agarró las manos del médico en sus manos arrugadas y secas.

—Doctor. ¡Doctor, aún no puedo morir! —Mari estaba tan asustada.

Divertido, el médico respondió: —Señora Mary, puede estar segura de que no hay nada seriamente malo en su salud. Realmente. Todo lo que necesita es un goteo intravenoso durante unos días más, y luego puede ser dado de alta.

La abuela había estado un poco preocupada. A su edad, tenía mucho dinero ahorrado. Sin embargo, el dinero que había ahorrado estaba destinado a ser utilizado para los gastos universitarios de Amaranta Cid. ¿Qué haría si se enfermara ahora?Se irían los ahorros que tenía en curar una enfermedad y ese lujo no se lo podía permitir. Conociendo a Amaranta, definitivamente querría que recibiera tratamiento médico.

—Gracias, doctor.

Amaranta Cid regresó a la sala y se sentó al lado de su abuela. Abuela. Abuela, acabo de pedirle a la profesora tiempo libre de la escuela. No te preocupes. Cuando me acepten en la universidad, te llevaré conmigo…

La abuela asintió. Mientras miraba a su nieta madurar, extrañaba aún más a su propia hija.

—Está bien, entonces. La abuela te esperará, hasta que estés lista y seas mayor.

Había pasado más de una década desde que se fue, y no había tenido absolutamente ninguna noticia de ella o sobre ella desde entonces. Solo se preguntaba: ¿dónde estaría su hija, que le habrá pasado? ¿Estará viva, estará bien?

Nadie sabía si estaba viva o muerta.

Suspira… Todo fue culpa de ese hombre. ¿Qué fue lo que le escribió? ¿Qué fue lo que le dijo? ¿Por qué nunca pudo explicarle nada?

—Abuela, come algo, por favor, tienes que reponer fuerzas.

Amaranta Cid peló un huevo duro para su abuela y le entregó una taza de leche tibia.

—¿De dónde vinieron estas cosas, no te vi salir?

Fue solamente entonces que su abuela notó la comida apilada en la parte superior de la simple mesita de noche.

—Vendí mi sangre anoche… —Amaranta Cid bromeó con picardía.

Cuando su abuela escuchó esto, se enojó tanto que tiró de las orejas de Amaranta Cid, hasta dejarlas rojas.

—Chica tonta. Con tu pequeño cuerpo, tan delgado, ¿cómo podrías pensar en vender tu sangre? He vivido lo suficiente, así que déjame morir. ¿Por qué lo hiciste? —

—Está bien, abuela. Mentí. ¡Salvé a alguien anoche! 

Frotándose suavemente las orejas, Amaranta Cid continuó: —Abuela, no seas tan cruel con esta pobre nieta tuya, no puedo bromear, pero no sabías esto: anoche un hombre herido fue enviado aquí, y estaba cubierto de sangre. Como pude salvarlo, hice exactamente eso. Hice una buena acción. Deben haber dejado toda esta comida aquí después de que se fueron. No te preocupes… No vendí mi sangre, de verdad, abuela… —

—Ya estás tan delgada. ¿Te quitaron mucha sangre? 

Incapaz de quedarse quieta, la abuela luchó, tratando de levantarse de la cama, exclamando:—Esto no es bueno. Necesito ir a comprar un pollo viejo para ayudarte a reponer tus vitaminas 

La vieja abuela estaba tan preocupada por Amaranta; es lo único que le quedaba; si llegaba a pasar algo a su nieta, ella moriría de tristeza sin remedio alguno.

Amaranta inmediatamente presionó a su abuela a que regresara a la cama y se acostara a descansar:—Abuela, ahora eres una paciente. ¿Por qué te preocupas por reponer nutrientes o vitamina alguna de otra persona? De ahora en adelante, debes escucharme. Sé buena y quédate aquí para un gotero intravenoso. Abuela, debes recuperarte. Mi deseo es que te mantengas saludable y vivas hasta cien años; sabes que no quiero perderte, te quiero a mi lado por muchos, muchos años…

Con los ojos llenos de lágrimas, la abuela respondió: "Por supuesto. ¡Quiero ver a mi querida pequeña Amaranta casarse y tener hijos propios, un marido que la ame y la trate como una princesa!

—Así es. ¡Así que abuela, debes cuidar tu salud y mantenerte bien! —

Habiendo completado su ronda de goteo intravenoso, la abuela regresará a casa con Amaranta. El médico decidió que podía ir a casa, aconsejándole repetidamente que no se esforzara demasiado, que estaba débil y tenía que cuidar su salud.

De espaldas a la abuela Mary, el médico le sugirió a Amaranta Cid: —Jovencita, cuando llegues a casa, informa a tus padres que deben encontrar tiempo para llevar a tu abuela a los hospitales de la ciudad más cercana o la capital X para un chequeo médico completo. ¿Entiendes?

—Entiendo. Gracias, doctor.

Cuando Amaranta y su abuela llegaron a casa, la abuela quería ir a cocinar el almuerzo.

Pero Amaranta Cid la detuvo y se dirigió sola a la cocina. En poco tiempo, ella tenía el almuerzo listo para ambas.

En la mesa de forma cuadrada en el pequeño patio, colocó algunos platos de acompañamiento típicos de la zona sureste del país, algunos trozos de carne seca, un poco de arroz, así como pan y carne asada con verduras al vapor, para evitar las grasas.—Abuela, prueba esto. ¿Qué piensas de mi cocina? —

En el pasado, la abuela siempre había sido la que cocinaba tres comidas al día para Amaranta. Ahora era el turno de Amaranta de cocinar tres comidas al día para su abuela Mary.

—Muy sabroso. Mi adorable Amaranta ya ha crecido lo suficiente. Es buena cocinera. Estoy bien ahora. Debes ir a tus clases de la tarde. ¡No dejes que nada afecte tus estudios, no quiero que por mi culpa no logres tu deseo de ir a la universidad!

Amaranta pensó en ese momento que nada ni nadie afectaría sus planes.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

—Abuela, ¿por qué no dejas de montar tu puesto por un tiempo? Tu salud es más importante, y pronto estaré preparada para los exámenes de ingreso a la universidad. ¿Puedes por favor quedarte en casa y cocinar para mí todo el día? Encuentro que la comida de la cafetería de la escuela es insípida. Sin sabor, añoro comer en casa… —Lo que más deseaba Amaranta es que su abuela se quedara en casa por un tiempo; así descansaría un poco más y ya pensaría en la forma de conseguir dinero para poder comer ella y su abuela.

Al escuchar las dulces y melosas palabras de Amaranta Cid, la abuela la miró y dijo con calma: "¡Amaranta, no te presiones demasiado!"

Amaranta Cid levantó la cabeza para ver a su abuela. —Abuela— respondió, —debo obtener la admisión en una universidad acreditada y aspirar a las becas, para pagar todo lo necesario, como inscripción y vivienda Una vez que obtenga todo lo necesario, te llevaré de vacaciones. Como nunca has visto el océano, te llevaré allí y podremos comer algunos mariscos agradables—

Al ver que Amaranta había recuperado su espíritu, la abuela se desbordó de felicidad mientras respondía: —Está bien. Muy bien.

Después de haber comido, Amaranta Cid se subió a su bicicleta y se dirigió a la escuela.

La escuela se veía como lo había hecho en el pasado: un pequeño edificio de cinco pisos de ladrillo rojo.

El aula de Amaranta estaba en el primer piso. Al entrar en el salón de clases, se sentó en su escritorio asignado. El niño con gafas que lo compartió con ella ya estaba allí, leyendo.

En su vida anterior, no le fue bien en sus exámenes de ingreso a la universidad.

Y debido a eso, su abuela Mary había tenido que tragarse su orgullo y viajar a la ciudad de Granada para rogarle al padre biológico de Amaranta que le encontrara un lugar en una universidad.

Recordando a la persona que había sido en su vida anterior, Amaranta Cid sacudió violentamente la cabeza, prometiendo nunca repetir los estúpidos errores que había cometido en esta nueva vida.

La niña que se sentó frente a Amaranta se dio la vuelta para preguntarle sobre su abuela, luciendo preocupada. —Amaranta, escuché que tu abuela está enferma. ¿Cómo está ella? —

—No está mal —Respondió con una voz tenue y triste.

Mirando a Amaranta, la niña preguntó: —¿Qué te pasa hoy? Estás tan triste, no como siempre, sonriendo.

—Pasé toda la noche junto a la cama de mi abuela en el hospital y no dormí mucho.

Colocando su mochila en su escritorio, Amaranta Cid caminó directamente hacia el lado de Mariana Cid y golpeó suavemente su escritorio.

—¡Mariana, cuando termine la escuela hoy, por favor, vete a casa y dile a tu madre que no albergue ningún sueño guajiro en la propiedad de mi familia!

Mirándola fijamente, Mariana replicó: ¡Amaranta Cid, deja de acusar a la gente con tus mentiras infundadas!

—Anoche, tu madre llevó a mi abuela al hospital. Por culpa de sus sucias mentiras. Mariana Cid, te lo digo ahora, es mejor que usted y su familia oren para que mi abuela se recupere pronto. De lo contrario, yo, Amaranta Cid, juro por mi vida que toda tu familia no tendrá paz, en esta vida y en las siguientes… —Amaranta Cid declaró; sus ojos brillaban con hostilidad, molestia e ira.

Estremeciéndose, Mariana Cid se dio cuenta de que, de hecho, tenía miedo en secreto de Amaranta Cid. —Amaranta, tu abuela es vieja, así que es normal que enferme con facilidad y termine en el hospital. No culpes a mi madre por todo lo que hay bajo el sol.

Sin embargo, Mariana Cid sí se sintió culpable por ello. Cuando regresó a casa la tarde anterior, su madre notó que había estado llorando y le preguntó por qué. Luego le contó a su madre lo que había sucedido en la escuela.

Después de eso, su madre salió, pero no tenía idea de que su madre había ido a ver a la abuela de Amaranta Cid, mucho menos que le había causado tal malestar como para mandarla al hospital.

—Mariana, ¿no ha estado tu madre siempre orgullosa de ti, presumiendo de lo bien que te va en la escuela? Cuando llegue el momento, ¡no olvides invitar a tu madre a venir a verte hacer el salto de conejo frente a toda la escuela! Y ella estará infinitamente orgullosa de verte frente a toda escuela hacer el ridículo.

Sentenciaba Amaranta de forma tajante; habiendo hecho su pequeño discurso brutal, Amaranta Cid regresó a su propio escritorio.

Manteniendo la cabeza muy baja, sus lágrimas cayeron, gota tras gota, de sus ojos.

En su vida anterior, su certificado de graduación universitaria había sido literalmente pagado por la familia Santamarina. Puesto que ella no aprobó ninguna materia, simplemente le compraron el certificado en una universidad cualquiera, pagando para que la pasaran de curso.

Luego, cuando se convirtió en la esposa de Óscar Roing, y no queriendo ser una vergüenza para su esposo, había contratado a un profesor de idiomas extranjeros para que le enseñara inglés y a varios otros idiomas más, así como maestros para que la entrenaran en otros temas.

Pensando en retrospectiva, a esta edad, en su vida anterior era simplemente una cara bonita sin conocimiento ni habilidad. En pocas palabras, una completa, estúpida e ingenua niña pueblerina…

Al igual que una hermosa cabeza hueca llena de aire. Con la cabeza vacía y sujeta al ridículo.

¡No era de extrañar que nadie le hubiera creído cuando ocurrió ese incidente!

Secándose las lágrimas, Amaranta Cid mantuvo la cabeza en alto y abrió su libro de texto para estudiar.

Además del inglés, se sentía completamente perdida en todas sus asignaturas. Todo era como estar leyendo en chino para ella.

Con solo tres meses cortos hasta los exámenes de ingreso a la universidad, tuvo que ponerse de pie y trabajar muy duro para darle una oportunidad seria, para obtener buenas calificaciones en los exámenes de ingreso a la universidad y estar en condiciones de controlar su propio destino.

Mantenerse de pie y fuerte es lo primordial en este momento; no puede darse el lujo de caer y no levantarse; el tiempo es apremiante para ella ahora mismo, nada ni nadie puede detenerla de cambiar las cosas, para no repetir los errores cometidos en su pasada vida, no más ayuda innecesaria de la familia Santamarina, ni confiar en Óscar Roing, no más creer que la apoyan a cambio de nada; exclusivamente es ella y nadie más.

Amaranta Cid comenzó su arduo viaje de preparación para los exámenes de ingreso a la Universidad, durmiendo solo cuatro horas cada día.

Pasaba todo su tiempo memorizando sus libros, incluso durante las comidas, cuando iba al baño y mientras caminaba.

Su profesora principal de aula, al ver lo duro que estaba trabajando, hizo todo lo posible para asegurarse de que estuviera bien apoyada.

Pero el colapso de la abuela de Amaranta colgaba sobre su cabeza como nubes oscuras y siniestras que se negaban a dispersarse. Siempre le comprimía el pecho el solamente imaginarse a su abuela, de nuevo en el hospital, colapsando.

Después de pensarlo un poco, Amaranta decidió que primero tenía que ganar algo de dinero para enviar a su abuela a un chequeo médico en el hospital de la ciudad X. Sin embargo, ¿cómo iba a ganar dinero?, era el quid de la cuestión.

¿Cómo podría ganar dinero y, al mismo tiempo, asegurarse de que sus estudios no se vieran afectados?Era muy complicado tomando en cuenta lo poco que se podía hacer en el pequeño pueblo donde se encontraba ahora mismo.

—Amaranta, ¿por qué es que desde tu última apuesta con Mariana de repente te has convertido en alguien a quien le encanta estudiar? —le cuestionó ese chico que se sentaba junto a ella en el salón de clases, ¿por qué no podía recordar su nombre?

Sentada junto a una cama de flores en los terrenos de la escuela, Amaranta sostuvo una manzana roja a medio comer en su mano, equilibrando una guía de lecciones de Química en su regazo.

—Quiero ser una buena nieta, de la cual esté orgullosa mi abuela. No quiero que tenga que preocuparse por mí en su avanzada edad, sino más bien ser de ayuda para ella, ser quien la cuide en sus últimos años y no tenga que trabajar más para cuidar de mí.
Respondió con tal seguridad que aquel chico quedó atónito a tal afirmación.

Amaranta miró a Carlos Sánchez, que estaba vestido con su uniforme escolar y lucía impecable.

Recordó vagamente que Carlos había estudiado en una universidad privada.

Después de que comenzó a trabajar, alguien jugó a ser casamentera, lo que resultó en que se casara con una funcionaria pública local.

La vida después del matrimonio no era ideal, ya que Carlos Sánchez a menudo era objeto de burla por parte de la familia de su esposa, la funcionaria pública, por tener mejor empleo que él.

En un incidente particularmente violento, Carlos Sánchez terminó muriendo a manos de sus parientes políticos.

Después de la muerte de Carlos Sánchez, su familia armó un gran alboroto, y el incidente explotó y se convirtió en la comidilla del pueblo y llegó hasta la ciudad. Capitan X

Al final, la familia de su esposa pagó a la familia de Carlos Sánchez una gran suma de dinero.

La familia de Carlos usó el dinero para renovar una casa de tres pisos para su hermano menor, le compró un automóvil y arregló que se casara con una chica de una familia medianamente rica.

Su familia continuó viviendo feliz y armoniosamente, y la triste historia de su hijo fallecido parecía haber sido olvidada intencionalmente.

—Mi madre dice: ¿Cuál es el punto de estudiar tan duro? ¡Una chica eventualmente se casará una vez que tenga veinte años! —Carlos anunció, objetando trabajar demasiado duro para los exámenes.

En silencio, Amaranta sintió lástima por Carlos Sánchez y resolvió ayudar a cambiar su destino también: no dejaría que muriera de una manera tan tonta como murió, no permitiría que se casara en este pueblo perdido.

—Carlos, quizás tu madre tenga razón. Todas las mujeres eventualmente se casarán, pero piénsalo. Si vas a la universidad, como mujer, podrías casarte con alguien que tenga un título. Si solo eres un graduado de la escuela secundaria o preparatoria, ¿con qué tipo de hombre podrás casarte? La gente dice que para una mujer el matrimonio es como nacer de nuevo. ¿Qué mujer no aspira a poder casarse bien? —.

Sin embargo, Carlos no parecía entender lo que Amaranta estaba tratando de decir.

Carlos respondió: —Pero solo porque quiera casarme bien no significa que realmente pueda hacerlo, ¿verdad?

—¿Sin embargo, por qué no? Carlos, reflexiónalo. ¿Qué pasaría si pudieras ganar diez mil al mes? ¿Estarías dispuesto a casarte con alguien que ganara únicamente mil al mes? Si hicieras diez mil, podrías casarte con una mujer que ganara diez mil… No tenemos que mirar demasiado lejos para ver esto. Basta con mirar a nuestro alrededor. Basta con mirar a nuestra profesora de música. Ella es el tipo de mujer con la que todo hombre sueña. Echa un vistazo a con quién está casada: alguien en la ciudad capital que posee una casa y conduce su propio automóvil. Y también ha sido trasladada a trabajar a la capital del país. Si estás contento con cómo son las cosas, no puedes ver la luz por los ojos que no se quieren abrir. Piénsalo. ¿Ves a alguna mujer buena a tu alrededor?

Profundamente pensativo, Carlos Sánchez parecía haberla entendido. Amaranta Cid no interrumpió a Carlos Sánchez en sus pensamientos. En cambio, sintió simpatía por él. Se le había dado la oportunidad de comenzar de nuevo, pero Carlos Sánchez no había tenido una segunda oportunidad. Tenía un presente y un ahora en sus propias manos…

Si solo pudiera de alguna manera darle una mano a Carlos, estaría haciendo una buena acción y construiría su tesoro de bendiciones.

Amaranta Cid originalmente había planeado regresar al aula, pero a mitad de camino se detuvo, habiendo decidido que debería tener un plan de respaldo.

¿Qué debería hacer si no le fue tan bien como se esperaba en los exámenes de ingreso a la Universidad? Amaranta recordó que algunas academias de arte no tenían puntajes de ingreso excepcionalmente altos para temas de cultura.

Así que definitivamente debería tratar de presentarse a los exámenes de ingreso para las academias de arte.

De pie frente a la puerta de la oficina del maestro, Amaranta dio un rápido golpe en la puerta, a lo que alguien respondió: "¡Entra!"

—Sr. Rodríguez, tengo una pregunta.

Amaranta miró respetuosamente a su maestro de aula, el Sr. Rodríguez.

Asintiendo, el Sr. Rodríguez preguntó: —Amaranta Cid, ¿qué es?

—Señor, quería preguntar si podía postularme a la Universidad de la Capital y a la Academia de Cine de Capital al mismo tiempo.

Mientras el Sr. Rodríguez contemplaba su pregunta y no respondía, Amaranta continuó: —Sr. Rodríguez, como ustedes saben, me di cuenta de mi error demasiado tarde, y aunque he estado trabajando muy duro, no estoy seguro de que llegaré a la Universidad principal de la ciudad capital. Entonces, estoy pensando, ¿sería posible para mí postularme para presentarme a los exámenes de ingreso a la Academia de Cine en la ciudad Capital X?

La high school del pueblo de Deifon, el alma mater de Amaranta, era solo una pequeña escuela ubicada en una pequeña y antigua ciudad. Y los maestros allí definitivamente no eran tan conocedores o mundanos como los de la ciudad. De hecho, su maestro ni siquiera había oído hablar de la Academia de Cine de la ciudad X. 

Tenía muchas dudas sobre cómo debería de proceder en este caso, cuáles eran los pasos a seguir para que Amaranta se inscribiera en esa academia o si es que podría aspirar siquiera a presentarse en dicha escuela, con su limitada experiencia en la rama del arte cinematográfico.

—Amaranta, tienes razón en preocuparte. Por supuesto, puedes solicitar presentarte a los exámenes de ingreso a la Academia de Cine si lo deseas. Pero para estar seguros de que puedes ser una aspirante a una convocatoria de esta academia, hagamos esto. ¿Qué tal si llamo al Departamento de Educación más tarde para averiguar si saben qué hacer y cómo aplicar? —

Así es como Amaranta Cid quedó a la espera de una respuesta certera de parte del Sr. Rodríguez, para tener una segunda opción en caso de poder ingresar a la universidad principal de la gran ciudad Capital X…

La ciudad soñada.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

El Sr. Rodríguez había visto por sí mismo cuánto había cambiado Amaranta recientemente y estaba convencido de que esta niña se tomaba en serio la obtención de una buena puntuación, de que de verdad estaba haciendo hasta lo imposible por lograr su meta de ingresar a la Universidad principal de ciudad Capital.

Así que estaba naturalmente feliz de ayudarla de cualquier manera que pudiera.

Cuando Amaranta Cid regresó al aula, Carlos se volvió hacia ella y le dijo: "Amaranta, creo que lo que dijiste tiene sentido. ¿Qué te parece? ¿Sería demasiado tarde si comenzara a estudiar mucho de ahora en adelante? —

Cuando otra estudiante escuchó lo que decía Carlos, se burló de él diciendo: —Piensas que es así de simple, solo poner un libro sobre el escritorio hoy y mañana podrás decir que sabes a la perfección lo que contiene, no seas ingenuo, se necesita ser inteligente y tú no lo eres, no ahora ni nunca lo serás, Carlos.

Esta chica era de las amigas de Mariana Cid, quienes estaban acostumbradas a despotricar en contra de todos a los que consideraban menos que ellas.

Carlos, en reacción a su respuesta, funcionó la frente y hacía un sonido con su boca, demostrando su desaprobación a dichas palabras tan hirientes.

Amaranta Cid estaba un poco distraída. Todo lo que sabía era que los criterios de ingreso a la Academia de las Artes eran menos estrictos, pero… En fecha, quizás ya estuviera fuera de plazo y eso sí que sería un grabe problema para ella; debería esperar un año completo si no lograra presentarse ahora a la selección de alumnos.

—Está bien, tranquilízate. Es hora de nuestra lección. —Se giró Amaranta para responder a Carlos, sin prestar atención a los comentarios de los demás que se encuentran a su alrededor.

Después de la escuela esa tarde, Amaranta le pidió al Sr. Dueñas, el maestro a cargo de la sesión de estudio de química de la tarde, una licencia para no asistir esa noche.

Llevando algo de dinero con ella, Amaranta fue a un cibercafé ubicado cerca de la escuela. Habiendo hecho el depósito de cinco euros, Amaranta se encontró con una computadora y se sentó.

Ingresó la identificación de usuario y la contraseña dadas en la tarjeta de Internet para acceder y luego buscó inmediatamente la Academia de Cinematografía de la ciudad capital.

Al hacer clic en abrir el sitio web de la Academia de Cinematografía de la Ciudad Capital, Amaranta, sin durar en lo que estaba buscando, encontró rápidamente la página que quería.

Después de completar su nombre y otra información solicitada en el formulario de solicitud de ingreso, se dio cuenta de que no tenía una foto para cargar, que era un requisito obligatorio para la solicitud.

Al darse cuenta Amaranta de que no tenía ninguna fotografía disponible para subirla y colocarla en la solicitud de inscripción, decidió ir al mostrador del cibercafé y preguntar al encargado si podía tomarle una foto y enviarla a su correo, para ella misma subirla a la solicitud inmediatamente.

El jefe del cibercafé le dijo que podía hacerlo, a lo cual le dijo que se colocara en una gran manta color blanco como fondo. Tomó la foto en la cual lucía hermosa y pura, con aquellos grandes ojos color violeta, delicados labios rosados y piel blanca y su largo cabello. Con sus rasgos elegantes e impecables, Amaranta parecía una diosa con la cara desnuda en la foto.

El encargado se la envío al correo electrónico; ella comprobó que la había recibido, de inmediato él colocó en la solicitud y envió esta a la Academia de Cinematografía de la Ciudad Capital.

Al no ser una interna, Amaranta Cid, un estudiante diurno, era libre de entrar o salir de los terrenos de la escuela en cualquier momento durante la mañana, la tarde o la noche.

Como ya había pedido que la excusaran esa noche, de su tiempo de estudio adicional, no necesitó volver a la escuela. Sin embargo, más que nadie, Amaranta misma, era muy consciente de la razón por la que había presentado la solicitud a la Academia Cinematográfica de la Ciudad Capital. Fue únicamente porque quería algo a lo que recurrir para su educación superior. En caso de no poder lograr entrar a la universidad.

Definitivamente, no quería que su abuela, que ya se encontraba entrada en años, tuviera que tragarse su orgullo y hablarle de nuevo a ese hombre basura, que se hacía llamar a su padre. Nunca más aceptaría la ayuda de Javier Santamarina.

Incluso si no pudiera obtener la admisión en una universidad importante del país, haría lo imposible por ser aceptada en la academia de cine, donde podría aprender a ser actriz y estrella, lo cual sería bastante bueno.

Con ese pensamiento, Amaranta siguió caminando de regreso a la escuela para la sesión de estudio. Su inteligencia natural, junto con su mente inquisitiva y sus continuos cuestionamientos, deleitaron a sus maestros que, como muchos de sus colegas, no pensaban humildemente en ella y estaban más dispuestos a responder cualquier pregunta siempre que sus estudiantes tuvieran el deseo de aprender. De hecho, había mostrado una mejora constante en cada prueba modular.

Carlos Sánchez arrojó una nota a Amaranta Cid: —Amaranta, ¿qué estabas haciendo antes? —dijo.

Sin ocultarle nada, Amaranta garabateó rápidamente algo debajo de la nota de Carlos en el mismo pedazo de papel y se lo devolvió.

Después de leer la respuesta de Amaranta, las elegantes cejas de Carlos se fruncieron y no dijo nada más.

Amaranta Cid no pareció sentirse ofendida por la respuesta de Carlos Sánchez y continuó con su autoestudio. En ese momento, Alberto Ortega, que compartía un escritorio con Amaranta, también escribió una nota y se la deslizó.

—Amaranta, esta es una pregunta seria. ¿A qué universidad planeas postularte? 

Mirando sus gafas, Amaranta tiró del libro de química del niño, tirando de él hacia ella, y escribió con su pluma estilográfica en una esquina del libro "UNIVERSIDAD CAPITAL".—

El compañero de clase estaba atónito. Universidad Capital fue una de las mejores instituciones terciarias y tuvo un puntaje muy alto para la admisión.

Ahora, debe señalarse que en la Escuela Secundaria y Preparatoria de Dainfon había una pared universitaria de piedra en la que cualquier estudiante que hubiera sido aceptado en una universidad acreditada tendría sus nombres inscritos en oro.

Hasta el día de hoy, cualquier persona de Dainfon High School que llegara a la Universidad Capital no tenía precedentes. Por las altas calificaciones que solicitaban para solo poder solicitar el examen de admisión a dicha universidad, sin mencionar el puntaje que se requería para ingresar.

—¿Hablas en serio? —Alberto Ortega preguntó, tratando de confirmar lo que dijo. Aunque Amaranta había mencionado en algunas ocasiones su deseo de ser aceptado en la Universidad Capital, siempre había asumido que únicamente estaba bromeando.

—Por supuesto. Entrar en la universidad de la capital de la ciudad principal es mi única oportunidad de transformar realmente mi vida.

Sin decir otra palabra, Alberto simplemente miró las palabras "Universidad Capital" en la nota y sintió como si algo se hubiera encendido profundamente dentro de él, y gradualmente estaba ardiendo más brillante.

Durante el descanso de entre periodos llamaron al salón de profesores a Amaranta Cid por el altavoz de la escuela. —Sr. Rodríguez —Amaranta lo saludó cuando entró en la oficina.

Mirando a Amaranta, el Sr. Rodríguez preguntó: Amaranta, ¿a dónde fuiste después de la escuela la tarde del día de ayer?

Sr. Rodríguez, después de la escuela fui al cibercafé. ¿Recuerda que dije que quería solicitar la admisión en la Academia de Cinematografía? Bueno, usé la computadora en el cibercafé para averiguar sobre el proceso de solicitud en la Academia de Cinematografía de la capital. Sr. Rodríguez, soy plenamente consciente de que no fui un buen estudiante en el pasado y le causé muchos dolores de cabeza y preocupación… Pero, por favor, créanme cuando digo que a partir de ahora seré un buen estudiante. Ser admitido en una universidad y no ser una decepción para todos ustedes, haré hasta el último esfuerzo para lograr mi meta… —

Incluso después de escuchar lo que dijo Amaranta, el Sr. Rodríguez no pareció considerarle. En cambio, se sentó un poco decepcionado. Pensó que Amaranta Cid se había tomado en serio la posibilidad de dar vuelta una nueva hoja en su vida y trabajar duro. ¿Y ahora qué? Después de haber sido una buena estudiante durante unos pocos días, había retrocedido y jugado enganchada en el cibercafé.

—Amaranta Cid, como tu maestro, estoy feliz de que hayas pensado las cosas. 

Dicho esto, el Sr. Rodríguez sacó un plan de estudio que había desarrollado especialmente, diciendo: —Basado en su desempeño actual, he desarrollado un plan de estudio para ti. Úsalo y trabaja duro. Puedes preguntarme a mí o a tus compañeros de clase; sobre todo te puedes apoyar en Alberto Ortega si hay algo que no entiendas; él es el chico más adelantado en tu clase y adecuado para que te explique lo que no comprendas.

Agarrando el plan de estudio diseñado especialmente para ella por el maestro, Amaranta regresó al aula y caminó enérgicamente hacia Carlos, quien en ese momento era la única persona que sabía sobre su viaje al cibercafé.

—Carlos Sánchez, ¿fuiste tú quien le contó al maestro sobre mi viaje al cibercafé?

Confundido, Carlos Sánchez levantó la vista y respondió: "¡No!"

Al ver lo confundido que se veía Carlos, Amaranta decidió que no estaba mintiendo. Si no era él, ¿quién le contó al profesor Rodríguez de su viaje al cibercafé?

Mariana Cid estaba bastante segura de que Amaranta había recibido un buen regaño en la oficina de profesores. De lo contrario, ¿por qué otra cosa se vería tan molesta?

—Amaranta Cid, como monitor de estudio para esta clase, es mi responsabilidad informar al profesor encargado de nuestra clase de cualquiera que se salte la clase y vaya al cibercafé.

Las palabras de Mariana han despertado con éxito el interés de la clase. Todos se volvieron al unísono para mirarla.

—¡Así que Mariana Cid es el soplón de la clase que siempre corre hacia el profesor Rodríguez con información sobre nosotros!

Dicho esto, Amaranta regresó a su escritorio.

Los otros estudiantes de la clase miraron a Mariana con cierto disgusto. ¿Significaba esto que Mariana Cid había estado manteniendo encubiertamente al profesor informado sobre todo lo que estaba sucediendo dentro de su clase?

Mariana Cid, que obviamente había captado las vibraciones infelices del resto de la clase, rápidamente dijo: —No hable de ninguno de ustedes. Solo le informé al maestro sobre Amaranta Cid, saltándose la clase. Jamás sería una soplona acusándolos a ustedes de hacer algo. En clase.

Para los otros estudiantes, la explicación de Mariana sonaba como si simplemente estuviera afirmando lo obvio sobre su papel como monitora del estudio.

Sin embargo, también se sintieron incómodos e inseguros de Mariana: —Mariana Cid, por supuesto que no eres un informante. Como monitor del estudio, simplemente estaba dando tu comunicado sobre "dónde estaba el estudiante en el momento de sus deberes".

Después de que Amaranta terminó de hablar, Carlos siguió para decir: —Mariana, ¿lo hiciste porque estabas preocupado por perder ante Amaranta después de ver que sus calificaciones han mejorado rápidamente?

Mariana estaba lívida. Ojalá hubiera mantenido la boca cerrada y no admitiera haber informado al profesor. Su admisión parecía haber sido contraproducente.

—Carlos Sánchez, ¿quieres decir que estoy celosa de Amaranta? ¡¿Ves algo en ella de lo que debería sentir envidia?! —

—¿No siempre has tenido envidia de la belleza de Amaranta? ¿Qué ella es más bonita que tú?

Mariana estaba tan molesta que sus ojos se pusieron rojos. Tirando dagas de fuego con la mirada a Carlos, salió corriendo del aula. En la puerta, notó que el profesor Rodríguez salía de la oficina de profesores hacia su salón de clases.

—Mariana Cid, por favor, informa a Amaranta Cid que hay una llamada telefónica para ella en la oficina de la escuela.

Al regresar al aula, Mariana echó un vistazo a la bonita cara sonriente de Amaranta y se dio la vuelta, saliendo del aula y hacia la oficina de profesores.

—Señor, no creo que Amaranta esté en el aula.

Habiendo sido informado de que Amaranta estaba allí, el maestro de la sala de clases se puso un poco nervioso. Si Amaranta Cid no estaba en el aula, ¿dónde estaba?, ¿qué estaba haciendo esa chica fuera del aula de estudios?

—Muy bien, gracias por decírmelo. Vuelve a tu sesión de estudio

De vuelta en el aula, Amaranta estaba trabajando en algunos problemas matemáticos avanzados difíciles. Al encontrarse con un problema que no entendía, Amaranta sacudió el brazo de Alberto.

—Beto, ayúdame y echa un vistazo a este problema. ¿Es así como debo resolverlo? ¿Es esto correcto? —

Cuando Alberto Ortega vio el método de resolución de problemas de Amaranta se sorprendió. No esperaba que Amaranta resolviera el problema matemático con un algoritmo que era tan único.

Este tenía que ser el algoritmo más simple y directo que había visto.

Al notar que Alberto se había vuelto extremadamente callado, Amaranta se volvió cada vez más insegura de su respuesta. Ella preguntó ansiosamente: —Beto, ¿hay algo mal con la forma en que estoy abordando el problema?

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Todas las mañanas, antes de que saliera el sol, Amaranta se levantaba de la cama y, cargando su mochila, corría hacia el sol naciente.

La vista de la persona bonita y animada inevitablemente invitaba a las miradas de los transeúntes en las carreteras. Cuando veía a las personas que reconocía, Amaranta Cid siempre las saludaba. Agitando su mano

—Amaranta Cid, el algoritmo que has utilizado para resolver este problema es único, y también se te ocurrió la solución correcta. ¿Puedes por favor explicármelo? ¿Cómo se te ocurrió este método para resolver este problema? —

Al analizar con calma sus pensamientos, Amaranta comenzó a compartir con Alberto cómo había resuelto el problema de las matemáticas.

En su vida anterior, aunque Amaranta Cid definitivamente había sido una mala estudiante, debido a su estatus social, al casarse con Óscar Roing y ser la señora Amaranta Roing, había contratado tutores privados para enseñarla en varios temas: cultura, arte, idiomas, ciencias, matemáticas…

Principalmente, porque si alguien ni siquiera podía entender de qué estaba hablando su propio cónyuge en los eventos sociales, entonces naturalmente sería menospreciada por otros en el círculo social.

Para asegurarse de que pudiera asimilarse completamente a los escalones superiores, Amaranta Cid se sometió a desafíos y dificultades que solo podían ser imaginados por una persona no normal.

Finanzas e inversión, política global, tendencias energéticas y más: todos los puntos que Amaranta Roing había encontrado originalmente poco interesantes y secos, finalmente terminaron siendo sus talentos centrales.

Por supuesto, si la persona no tiene ningún talento natural para sobresalir en el mundo de los negocios, esto únicamente puede aprenderse de memoria, y no servirá de nada en la práctica.

Amaranta había encontrado una manera de aprender y recordar, usándola para recoger y almacenar todo lo que aprendió.

—Así es como funciona… —Los ojos de Alberto Sánchez brillaron con sorpresa. Al mismo tiempo, también se menospreció a sí mismo y sintió una sensación de vergüenza.

Siempre había asumido que sus buenas calificaciones eran porque había nacido con el don de bendiciones adicionales de los cielos.

Pero eso fue antes de que se diera cuenta del recientemente transformado Amaranta Cid. Ahora, Alberto Sánchez se dio cuenta de que Amaranta Cid era la elegida, no él.

Antes, ella era solo una rosa, hermosa no obstante sin ninguna profundidad. Simplemente era una cara hermosa, que usaron para presentar como esposa trofeo.

Sin embargo, en un corto período de apenas una semana, se había transformado en una sola flor de cualidades excepcionales, de pie a través de la grieta de un acantilado y emanando suavemente fragancia. Incluso si nadie la apreciaba, ella permanecía ahí bella, floreciendo sin que nadie la pueda tocar, lejos de las manos de los demás; en cierto modo acababa de descubrir que se estaba alejando Amaranta cada vez más de todos ellos.

—Amaranta, definitivamente llegarás a la Universidad Capital.

Los ojos de Amaranta deslumbraron de sorpresa y alegría. —¿En serio? —preguntó, con los ojos llenos de esperanza.

—De verdad. Realmente creo que lo lograrás.

Mientras decía estas palabras, Alberto se dijo a sí mismo que, dado que Amaranta lo estaba haciendo tan bien, no debería seguir detrás de ella. También debería desafiarse a sí mismo y hacer de la Universidad Capital su objetivo. Luchar por un objetivo a lo grande.

Después de su sesión de estudio, Amaranta se dirigió a casa, donde encontró a su abuela todavía despierta. Estaba sentada en el patio haciendo plantillas de zapatos.

—Abuela.—

Su abuela puso las cosas en sus manos en una canasta de a un lado y se puso de pie para quitarle la mochila de la espalda a la chica. —Amaranta, hice algunos fideos. Rápido, come, le puse algunos trozos de carne.

Mirando el enorme tazón de fideos, Amaranta respondió: —Abuela, en el futuro, por favor, no me esperes. Deberías dormir temprano.

Amaranta estaba muy preocupada por la salud de su abuela.

—Soy viejo y no necesito dormir demasiado —sentada a un lado, la abuela se rió feliz mientras continuaba: —Conocí a tu maestro de aula hoy. Estaba lleno de elogios por tu comportamiento y calificaciones recientes. Solo sabía que mi Amaranta era una buena chica… —

—¡Oh abuela, hay algo con lo que necesito que me ayudes!—Ante la exclamación de Amaranta, la abuela preguntó:—¿Qué es?

—Abuela, he solicitado presentarme a los exámenes de ingreso a una universidad, especial en artes escénicas. Sin embargo, esta universidad quiere que vaya allí en persona para una entrevista. Así que abuela, ¿podrías venir conmigo? Tengo miedo de ir por mi cuenta. La gente dice que hay hombres que asaltan por ahí que atacan a niñas de mi edad; quizás podrían secuestrarme, abuela; sería mejor que vengas conmigo a la gran ciudad…

Sorprendida, su abuela le preguntó: —¿Dónde dijiste que se encuentra esta universidad?—

—En la Ciudad Capital—, respondió Amaranta. Para ella, la entrevista cara a cara en la Academia de cinematografía era de baja prioridad. Lo que era más importante era aprovechar esta oportunidad para enviar a su abuela al hospital para un chequeo médico, pero tenía que ser un hospital completo con toda la tecnología necesaria para que le hicieran toda clase de estudios y estar segura de que su abuela se encontraba en perfecto estado de saludo o detectar a tiempo cualquier problema en su cuerpo.

Amaranta estaba muy consciente de que su abuela se opondría si sabía que su plan principal era llevarla a un hospital. Sabía que su abuela era ahorrativa.

Si ella sugiriera abiertamente ir a la ciudad para un chequeo médico, su abuela definitivamente se negaría a ir. Sin embargo, si hiciera sonar como si estuviera pidiendo que su abuela la acompañara a la entrevista, entonces su abuela definitivamente estaría de acuerdo en ir con ella. —Entonces, ¿uno necesita pasar por una entrevista para ser aceptado en la Universidad de la Ciudad Capital?

La abuela no había oído hablar de nadie que tuviera que pasar por una entrevista para obtener la aceptación en la universidad de Capital antes. Pero, de nuevo, nadie en las cercanías de la ciudad de Deifont había llegado a la universidad capital.

—No la universidad capital. Es una academia de arte donde los graduados se convierten en actores.

Al escuchar la palabra "actor", la abuela le preguntó a Amaranta: —Entonces, al graduarte, ¿podrías actuar en telenovelas de televisión?

—Oh, sí, y también actuar en películas y teatro. 

A la abuela, en realidad, le preocupaba no poder ingresar a la universidad capital. Por eso voy a la entrevista en la Academia de Cine. Es mi plan de respaldo. ¿Qué te parece? ¿Es un buen plan? 

—Amaranta, realmente has madurado. Puedo ver que has pensado en esto con mucho cuidado. —Los ojos de la abuela Mary se pusieron brillantes por las lágrimas que amenazaban por salir. Era tan grande la emoción que sentía a saber que su adorada nieta de verdad estaba cambiando para bien.

Los ojos de Amaranta se pusieron ligeramente rojos y un poco llorosos. En su vida pasada, había sido tan salvaje que ahora solo un pequeño cambio positivo en ella era suficiente para hacer tan feliz a su abuela.

Amaranta suspiró. Reflexionó en el tiempo, y pensó ¿por qué te mueves tan rápido? ¡Por favor, disminuye la velocidad y disminuye tu ritmo de tiempo! . Dame la oportunidad de ser una buena nieta y demostrarle todo el amor que tengo en mi corazón a mi abuela.

—Oh sí, Amaranta. Espera aquí.

Su abuela entró en su habitación y regresó con un libro de depósito bancario, que le entregó a Amaranta. —La abuela ha estado ahorrando para pagar tu educación universitaria. No estoy seguro de si esto es suficiente. Si no, venderé esta casa…

El monto en el libro de depósito apenas sumó siete mil euros. Era dinero que su abuela había ahorrado de hacer y vender plantillas para zapatos, cosiendo cada plantilla a mano. El libro de depósitos parecía que pesaba mil kilos de oro para Amaranta, quien lo agarró en su mano.

Empujando el libro de depósito de nuevo en las manos de su abuela, dijo con una gran sonrisa: —¡Abuela, no necesitaré el dinero en esta cuenta para la universidad!

—¿De dónde obtendrás el dinero, entonces, si no tienes la intención de usar este dinero que he ahorrado?—preguntó la abuela.

Sosteniendo las manos de su abuela, Amaranta, luciendo seria, la tranquilizó. —¡Becas! Abuela, ¿sabías que puedo conseguir becas? Escuché que si me aceptan en la universidad de la ciudad capital, las oficinas en el municipio, el condado, la ciudad y la provincia me otorgarán dinero como premio. Además, lo más importante, ¡La propia universidad también me condonaría mis tarifas universitarias!

La abuela encontró todo esto un poco increíble y preguntó: —¿Realmente habrá dinero para premios?

—¡Por supuesto! ¿Alguien de nuestra escuela no recibió una beca de la ciudad el año pasado? ¡Entonces, abuela, tienes que tener confianza en mí!

Su abuela estaba tan feliz que no podía dejar de reír. —Está bien, bien. Eso es bueno. —La anciana está tan feliz que su rostro parecía haber rejuvenecido 10 años, mostrando la felicidad antes perdida…

Al notar que Amaranta la estaba viendo coser la plantilla en sus manos, la abuela dijo: —Amaranta, si estás cansada de estudiar, ve a ver un poco de televisión y relájate en lugar de verme coser plantillas. Te lastimarás los ojos.

—Abuela, no quiero ver la televisión.

El televisor que tenían era un modelo antiguo, un televisor en blanco y negro. Y los programas de televisión eran escasos.

—Amaranta, después de tus exámenes de ingreso a la universidad, la abuela te comprará una de esas computadoras portátiles para que ya no tengas que ir a los cibercafés. —

Según lo que dijo su abuela, Amaranta sabía que la tía Carmen seguramente había ido a ver a su abuela nuevamente.

—Abuela, las computadoras portátiles son caras. ¿No cuestan más de tres mil? Después de la escuela esta tarde, visité el cibercafé, pero no por diversión. Me conecté en línea para llenar una solicitud. Abuela, en el futuro, por favor, no creas lo que la tía Carmen te dice. ¡Todo lo que quiere es nuestra casa!, promete la abuela. Que no te dejarás engañar por la tía Carmen, que todo lo que te diga o pregunte me lo contarás antes a mí. —

Riendo, la abuela respondió: —¿Cuánto podría valer esta casa nuestra? Y, aunque ella lo quiera, no dejaré que lo tenga. Quiero dejártela para que, cuando esté muerta y me haya ido, siempre tengas un hogar al que volver.

De hecho, la abuela amaba verdadera y profundamente a Amaranta. No le disgustaba Amaranta Cid solo porque era una niña, como muchas mujeres del pueblo que aún pensaban que lo principal era tener hijos varones.

Para su abuela, Amaranta era su amada y buena nieta, independientemente de cómo o qué resultará ser en el futuro.

—Abuela, deja de hablar de la muerte. Mi deseo es que vivas una larga, pero muy larga vida, que vivas hasta los cien años. ¡Has pasado toda tu vida trabajando por mí, y aún no te he mimado con los lujos que te mereces, así que no puedes morir abuela hasta que yo sea capaz de darte esos lujos!

—Está bien. ¡La abuela esperará a ser mimada por esta linda nieta! —

En su búsqueda por obtener la aceptación en la Universidad Capital, Amaranta se agotaba en las sesiones de autoaprendizaje por las tardes en la escuela y luego continuaba estudiando durante unas buenas horas en su propia casa.

O graciosamente su mano en señal de saludo.

—Oye, ¿qué están haciendo?

Al pasar por un cruce cruzado, Amaranta notó a un equipo de topógrafos con su trípode en el proceso de hacer evaluaciones.

—Estamos haciendo algunos mapas y topografías. Escuchamos que esta pequeña ciudad será reconstruida pronto.

Amaranta sintió que sus entrañas ardían. Así que resultó que en este momento de su vida pasada, el esquema ya se había puesto en marcha.

¿Significó esto que en su vida pasada la familia de Mariana Cid sabía mucho antes que Amaranta y su abuela Mary sobre el plan para reconstruir y modernizar la ciudad de Deifont, convirtiéndola en una atracción turística?

Amaranta y su familia solían vivir cerca de ellos en su vecindario.

Luego, vendieron su casa a otra parte y usaron el dinero para construir una casa de dos pisos fuera de la estación de autobuses de Deifont.

La tía Carmen utilizó la planta baja de la casa para establecer una tienda que vendía productos diversos. El negocio era generalmente bueno, ya que estaban cerca de la estación de autobuses. Así que esto significaba que debían haberse enterado del plan para reconstruir la ciudad de Deifont mucho a priori que Amaranta Cid.

Si ese fue el caso, ¿fue la muerte de su abuela en su vida anterior una muerte no natural?

De repente, Amaranta sintió un dolor agudo en su corazón.

Siempre había asumido que su abuela murió de enfermedad.

Pero ahora parecía que su abuela había sido asesinada como parte de un plan creado por la familia de Mariana Cid.

Frente al dinero, Amaranta sabía que el corazón humano no conoce límites cuando se trata de cometer el mal para obtener ganancias.

Amaranta estaba profundamente pensativa mientras caminaba. Cuando la tía Carmen se presentó en su casa ese día y se ofreció a proporcionar y cuidar a su abuela en su vejez, ¿todo había sido parte de su plan?

Amaranta apretó los puños. Esta vez, no dejaría que Mariana y su malvada familia se salieran con la suya.

Amaranta Cid llegó a la escuela. Mientras pasaba por el "muro de la universidad", miró las numerosas filas de placas de latón apretadas que colgaban allí, y su mirada se posó en una placa de latón que decía "Universidad de Derecho y Administración".

¡Eso fue todo!

Deben transferirle el título de propiedad de su casa.

De esa manera, Mariana Cid y su familia ya no se aprovecharían de la abuela.

Al menos, la abuela Mary estaría a salvo… temporalmente.

—Amaranta, ¿en qué estás pensando? Te llamé varias veces, pero no respondiste y parecías tan fuera de lugar. —

Alberto se acercó a Amaranta por detrás. De pie media 1,8 metros, era muy alto. Delgado y con gafas, miraba cada centímetro al erudito culto.

—Alberto Sánchez, momento perfecto. Tengo una pregunta para ti.

—¿Qué es?

—Recordé que tu padre trabaja en la ciudad. ¿Puede averiguar por mí qué documentos o información necesito preparar si quiero transferirme el título de propiedad a la casa de mi abuela? —

Alberto miró a Amaranta a través de sus gafas. Desde que compartió un escritorio con ella, estaba muy al tanto del cambio que había tenido lugar recientemente esta chica.

Razonó que Amaranta debe haber encontrado algo bastante grave para haber crecido prácticamente de la noche a la mañana.

—Puedo averiguarlo por ti. Sin embargo, la ley establece que solo las personas que tienen dieciocho años o más tienen responsabilidad civil. No creo que tengas dieciocho años todavía, ¿verdad? —

—Tengo casi dieciocho años. Puedo preparar la información y la documentación requeridas antes de cumplir los dieciocho años". 

Furtivamente, Amaranta apartó a Alberto para sentarse junto a una banca alejada del camino y dijo: —Alberto, seré honesto contigo. Vi a un equipo de topógrafos en el cruce de caminos cerca de nuestra escuela. Como sabes, únicamente estamos mi abuela y yo en nuestra familia, y me preocupa que la gente planee tener en sus manos nuestra casa y, entiendes, que por medio de engaños le quiten la casa a mi abuela.

Alberto no esperaba que Amaranta le confiara sobre asuntos tan privados. Su corazón revoloteaba de felicidad. ¿Significaba esto que Amaranta lo consideraba un amigo? ¿Seguramente no? Esta chica era tan complicada de entender últimamente.

Como alguien que había muerto una vez, Amaranta sabía mejor que nadie la importancia de estar preparado y cortar de raíz un problema creciente. El motivo de la tía Carmen no podría haber sido más obvio. Vieja arpía.

—Espero me ayudes con esa información, Alberto; lo harás por mí. Por favor y gracias.

Para Alberto Sánchez, esta solicitud no fue demasiado importante. Era algo que podía hacer fácilmente, por lo que no vio ninguna razón para rechazar ayudarla.

—Compartimos el mismo escritorio en clase. No necesitas ser tan formal conmigo; puedes confiar en que te ayudaré

Uno detrás del otro, se presentaron en el aula. Al notar a Amaranta, Carlos anunció con su voz suave: —Amaranta, el profesor de la sala de clases quiere verte.

— Dame tu mochila escolar. —Entregando su mochila escolar a Alberto, Amaranta caminó hacia la oficina del maestro.

El maestro de la sala de clases vio a Amaranta Cid y le preguntó: —¿Dónde estabas anoche?

—Profesor Rodríguez. Estuve en el aula toda la tarde de ayer hasta muy tarde —respondió, sin saber que Mariana Cid había mentido sobre su paradero.

—Señor, ¿qué es? ¿Pasa algo malo? —

—El profesor de reclutamiento de la Academia de Cine te llamó anoche…  —

Amaranta estaba atónito. La llamaron anoche, apenas unas horas después de que enviara su solicitud por correo electrónico. Parecían súper eficientes, casi demasiado eficientes para creerlo. Será verdad que fueron de la Academia de Cinematografía, o se habrán equivocado.

—El maestro de reclutamiento dijo que han recibido tu correo electrónico y que debes ir a una entrevista preliminar el 18 de marzo.


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


Amaranta hizo los cálculos en su cabeza. Tomar el autobús esa noche.

Naturalmente, el maestro de la sala de clases también había pensado en este tema.

—Amaranta Cid, debes reflexionar esto bien. ¿Estás seguro de que quieres ir a la entrevista en la Academia Cinematográfica de la capital? ¿Has considerado que si no puedes llegar a tiempo, estarías haciendo un viaje desperdiciado? —

—¡Estoy segura!

Habiendo estimado el tiempo de viaje en su cabeza, Amaranta decidió que, aunque tendrían que darse prisa, no deben tener ningún problema para llegar a la Academia de Cinematografía a tiempo para su entrevista.

Y no importaba si no llegaba a la entrevista a tiempo.

Después de todo, este viaje a la ciudad capital fue para que su abuela se hiciera un chequeo médico.

—Entonces, señor, ¿puedo tomar una licencia por una semana o medio mes, por favor?

El maestro de aula frunció el ceño. Recientemente, el trabajo escolar de Amaranta Cid acababa de comenzar a mostrar una mejora constante. Si se tomara un tiempo libre ahora, ¿se deterioraría su trabajo?

—Señor, aquí está el problema real de mi viaje. Investigué un poco en línea y descubrí que hay tres entrevistas en total: la primera; una vez que pasas esa se te llama a la segunda y la última. Volver a la Universidad Capital nuevamente. Estoy preparado para hacer todo lo posible en estas entrevistas. Además, mi abuela se está entrando en años, y quiero llevarla allí para un chequeo médico.

Dado que Amaranta parecía tener razones amplias para solicitar tiempo libre, el profesor de clases decidió no hacer más comentarios.

—Está bien, entonces. Le pediré a Alberto Sánchez que recopile las notas de estudio recientes para ti. Espera tener que trabajar muy duro cuando regreses. Si planeas estar fuera durante la mitad del mes, eso significa que apenas tienes dos semanas antes del examen simulado… —

—Entiendo. Gracias, Señor Rodríguez. Saldré ahora.

Al regresar al aula, Amaranta recuperó su mochila escolar, que estaba al lado de Alberto Sánchez.

—Amaranta, la clase comenzará pronto. ¿A dónde vas? —

—He pedido dos semanas de excedencia. Alberto, sobre mi solicitud, por favor, averigua por mí todo lo que puedas. Estoy fuera ahora. Espera buenas noticias de mi parte; cuídate.

Poco después de la partida de Amaranta, el profesor de clases entró en el aula, enseñando manual en mano.

De pie en el podio, se enfrentó a los estudiantes y dijo: —Todos, dado que Amaranta ha sido notificada por la Academia de Cine de la ciudad capital sobre una entrevista inminente; ella ha pedido dos semanas de licencia. Espero que durante este período todos ustedes den lo mejor de sí mismos y estudien mucho…

¿Academia de cine?

No era una escuela con la que los estudiantes de tercer año de Deifont High School estuvieran familiarizados.

La mayoría de los estudiantes ni siquiera sabían que existía tal escuela.

Lápiz en mano, Mariana Cid miró al profesor de la sala de clases y preguntó, tratando de parecer inocente: —Señor, Academia Cinematográfica de la Ciudad Capital, ¿qué tipo de escuela es?

—La Academia de Cinematografía de la Ciudad Capital es la única academia de cine de renombre mundial de nuestra nación para actores profesionales…

—Señor, ¿puedo también solicitar la inscripción en la academia cinematográfica igual que Amaranta lo hizo? Mariana levantó la mano y preguntó.

El profesor de la sala de clases respondió: —Bueno, la campaña de reclutamiento de la Academia de cinematografía ha terminado. Sin embargo, si estás interesado en seguir adelante con esto, por favor, ven a verme más tarde. Creo que la campaña de reclutamiento en el Instituto Cervantes de Estudios Teatrales todavía está abierta. Eso es todo. Entonces, si alguno de ustedes tiene más preguntas, por favor, véanme más tarde. Ahora, comencemos nuestra lección.

Siendo el Día del Mercado, las calles de la ciudad de Deifont estaban llenas de gente.

Dado que la estación de autobuses de Deifont era muy pequeña, los autobuses generalmente se detenían por no más de diez minutos.

Si perdía el autobús para ese día, debería de esperar otros dos días para el siguiente.

Amaranta primero fue a comprar los boletos de autobús. Habiendo comprado los boletos de autobús, Amaranta fue a buscar a su abuela.

Su abuela estaba sentada en una esquina de la calle, una bandeja que mostraba plantillas en una multitud de colores frente a ella.

La tía Carmen estaba sentada junto a su abuela y estaba hablando con ella.

Indignada por el comportamiento desvergonzado y despreciable de la tía Carmen, Amaranta llamó a su abuela: "Abuela".

La tía Carmen levantó la cabeza y, al ver la cara bonita de Amaranta, dijo torpemente: —Oh, Amaranta. ¿No deberías estar en la escuela a esta hora? ¿Has jugado a hacer pellas de nuevo? —

Ante las palabras de la tía Carmen, los otros comerciantes a su alrededor miraron a Amaranta, todos con los ojos acusadores, diciendo lo mismo: ¿Por qué estás siendo una niña tan desconsiderada e inmadura? ¿Estás haciendo la vida miserable?

Eso es lo que todos estaban pensando.

Ayudando a su abuela a empacar, Amaranta reprendió a la tía Carmen. —Tía Carmen, ¿cómo puedes manchar la reputación de otra persona sin reflexionar en las consecuencias de tus palabras? En cuanto a por qué no estoy en la escuela, ¿por qué no le preguntas a Marianita tu hija adorada durante el almuerzo? Hoy es día de mercado. ¿Por qué no te preocupas por tu propia tienda en el lugar de venir aquí a buscar a mi abuela? ¿El cuidador de la abuela en el futuro? —

—Jovencita, tu tía tiene razón. Eres una chica, así que eventualmente te casarás. ¡¿Seguramente no puedes estar al lado de tu abuela todo el tiempo?! —comentó a una mujer sin tener nada que ver en la conversación.

—¿No es bueno que te liberen de la carga de tener que cuidar a tu abuela con la oferta de tu tía de ser su cuidadora? —otra comerciante preguntó con sonrisa.

Amaranta Cid solo se limitó a ayudar a su abuela a levantarse y cuando estaba a punto de hacer una refutación, justo en ese momento sintió que su abuela le daba palmaditas en la mano suavemente, como para indicarle que dejara de hablar.

—Compañeras, este sol está demasiado caliente. ¡Venden sus productos rápidamente y llegan a casa pronto! —

Amaranta apoyó a su abuela mientras se alejaban juntos. Al ver a la abuela y la nieta abandonar la escena, la tía Carmen exclamó: —¡Mi tía Mary es una vieja que ya está muy confusa! Siempre se mantiene alejada de la escuela, ¿qué tiene que esperar mi tía de esa chica? Ustedes, por favor, díganme, ¿no estoy tratando de hacer algo bueno aquí? 
—Pregunta de forma escandalosa, agitando las manos, haciendo ademanes con énfasis, para que le prestaran más atención todas las demás mujeres del mercado: —¿Por qué es que, a sus ojos, me he convertido en la mala persona? Me rindo. No voy a perder el tiempo con ellos.

Con el tiempo, derramará ríos de lágrimas, se arrepentirá de no hacerme caso y dejar que yo cuide de ella y de su casa… —Continuo diciendo a las demás mujeres del mercado. Carmen

Después de haber caminado un poco, la abuela preguntó: —Amaranta, ¿no deberías estar en la escuela? ¿Por qué volviste?

—Abuela, tenemos que ir a la ciudad capital. La Academia de Cine me ha pedido que vaya a una entrevista. ¡Tenemos que darnos prisa! —

—En ese caso, vas a casa y empacas mientras yo voy a comprar los boletos.

La abuela parecía que estaba a punto de entregar sus cosas a Amaranta y prepararse para dirigirse a la estación de autobús para comprar los boletos.

—Abuela, ya los compré

Muy suavemente, Amaranta susurró: —Ahorré todo el dinero que me diste. No gasté innecesariamente.

—Buena chica, mi niña tan consciente.

El boleto era para esa noche a las 11 pm en punto.

La pareja se fue a casa a empacar y descansar un poco y luego se fue a la estación de autobús.

Entre ellos, Amaranta y su abuela tenían muy poco equipaje: solo una muda de ropa y el libro de depósito que no mostraba más de cinco mil euros.

La abuela había insistido en que Amaranta le trajera el libro de depósito junto con ellas. Pobre en casa, rico en la carretera, dijo su abuela, explicando que si bien estaba fuera pobre en su propia casa, uno necesitaba dinero a mano para sentirse seguro cuando estaba fuera de casa.

¡El autobús llegará pronto!

Al salir de la estación de autobuses, Amaranta y su abuela notaron filas y filas de hombres jóvenes parados en la estación.

—Abuela, unámonos al final de la línea.

—Jovencita—

Un hombre vestido con una camiseta blanca caminó hacia Amaranta y le preguntó:

—¿A dónde vas?

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

—Lo siento, pero no te conozco.

Aunque podía decir que no era un mal tipo, Amaranta no sintió que estuvieran en términos lo suficientemente familiares como para entablar una conversación amistosa.

Luciendo avergonzado, David Scott se frotó la cabeza.

—Nos hemos conocido antes. En la sala de emergencias del hospital esa noche. Permítanme presentarme. Mi nombre es David Scott. Gracias por salvar a nuestro jefe.

En la presentación de David Scott, una mirada de preocupación pasó sobre la cara de Amaranta Cid, y ella preguntó: "Ese hombre". ¿Está bien? —

—Nuestro jefe está bien; todo es gracias a su valiente acto de donarle sangre. ¡Pero debido a la gravedad de sus lesiones, tiene que recuperarse durante mucho tiempo! ¡Ahora se encuentra en el hospital! —

—Menos mal que se encuentre en el hospital. Eso es bueno ...—

Amaranta apenas había dejado de hablar cuando escuchó el sonido del autobús que se acercaba.

Lleno de energía, David gritó: —¡Deja paso, por favor, para que la joven y la anciana mayor aborden primero!

Y así fue como Amaranta y su abuela fueron enviadas al autobús por el grupo de jóvenes.

Dado que Amaranta y su abuela solo tenían boletos separados, después de abordar el autobús, Amaranta llevó a su abuela a la sección que le correspondía.

—Abuela, lo siento, pero debido a la poca antelación, solo pude comprar boletos de asientos separados. Solamente ten paciencia y descansa aquí. Cuando lleguemos a la siguiente parada, y alguien se baje, trataré de sentarme a tu lado.

Cuando empacó para su viaje, Amaranta, teniendo en cuenta la condición de su abuela, había elegido intencionalmente una bolsa suave en la que se podía sentar y una manta delgada.

—¡Jovencita, te he estado buscando por todas partes! Ven, no podemos dejarte sentar aquí. ¡Ven conmigo! —

Luciendo un poco tímido, Amaranta se negó. No, no, gracias. Estamos bien sentadas aquí.

Cuando compró sus boletos, le informaron que no había más asientos asignados. Amaranta sabía que si ella seguía las instrucciones de David Scott, entonces él sería el que se quedaría sin asiento.

—¡De ninguna manera! David Scott notó que Amaranta se había negado a ceder.

—Alguien, por favor, ayuda a la anciana a llegar a nuestro asiento.

—A sus órdenes, la abuela fue escoltada por los simpáticos jóvenes, hasta un área donde se puede sentar cómodamente al lado de Amaranta. Todo el coche estaba lleno de hombres jóvenes con el mismo uniforme de polos y pantalones.

Todos estaban sentados, erguidos y apropiados en filas ordenadas y parecían llenos de vida.

Cuando David les dijo que Amaranta había salvado al líder de su equipo, la trataron con aún más respeto.

—Jovencita, le he pedido al conductor del autobús, que te deje en este lugar a ti y a tu abuela.

—Muchas gracias.

David Scott se volvió hacia la abuela de Amaranta y le dijo: —Señora, ha hecho un excelente trabajo con la educación de esta joven. Gracias, si no la hubiéramos encontrado en el hospital, nuestro jefe ahora no estaría entre nosotros.

Habiendo guardado su equipaje de forma segura, David le entregó un pedazo de papel a Amaranta, diciendo: —Jovencita, al no estar familiarizada con la ciudad capital, es posible que necesite ayuda en algún momento. En ese caso, llama a este número; no dudes en hacerlo.

Amaranta guardó cuidadosamente el pedazo de papel. ¡Era mejor prevenir que lamentar, aunque esperaba que no encontraran motivos para llamarlos en la ciudad!

—Gracias, Sr. David.

Sonriendo, David respondió: —Ha sido un placer estar a su servicio. ¡Señora, por favor, descanse!

Fue solo después de que David Scott se fue que la abuela de Amaranta la miró y dijo: "Amaranta, ¿qué dije? ¡Hacer el bien tiene sus recompensas! —

—Abuela, alguien que parece una mala persona podría no ser necesariamente una mala realidad, y alguien que parece una persona decente podría no ser necesariamente una buena persona.

La razón por la que Amaranta hizo esa declaración fue al recordar la forma en que murió a manos de quienes ella creyó que eran buenas personas.

Todo gracias a David Scott. Su viaje de 10 largas horas no fue demasiado insoportable.

Además, a su abuela le fue mucho mejor de lo que Amaranta había anticipado.

Pasadas las ocho de la mañana del 16 de marzo, el autobús finalmente se detuvo en la estación de la capital.

Amaranta cargó su equipaje con una mano y se aferró a la mano de su abuela con la otra. Como había una multitud especialmente grande de personas que salían corriendo de la estación, Amaranta Cid decidió que prefería reducir la velocidad antes que arriesgarse a que su abuela resultara herida por todos los empujones.

Cuando finalmente pasaron por la salida, notaron que había gente por todas partes.

—Abuela, primero registrémonos en un hotel en las cercanías de la Academia de Cine.

Amaranta buscó a los oficiales de turno cerca de la estación de autobuses y solicitó direcciones a la estación de metro. Donde tomó una línea que la llevara al centro de la ciudad. —Abuela, toma este asiento.

Como solo había un asiento vacante en el metro, Amaranta le pidió a su abuela que lo tomara mientras estaba parada a un lado, estudiando la ruta del que recorrería la línea del metro en cuál se encontraban. Después de viajar durante aproximadamente una hora, ¡finalmente llegaron a la parada de la Academia de Cine capitalina!

Amaranta y su abuela bajaron del metro.

—Abuela, primero consigamos algo de comer y luego busquemos un lugar para quedarnos, ¿de acuerdo? La abuela de Amaranta solo respondió. —Suena bien.

Por el sitio donde pasaban se encuentra un pequeño restaurante de comida casera al cual entraron. —Señora, me gustaría saber si hay sitios de alojamiento, como hoteles, en el vecindario.

La dueña estaba sentada en una mesa auxiliar y estaba pelando ajo mientras miraba la televisión.

—Jovencita, has venido en un mal momento. ¡Desde que la gente de la Academia de Cine está comenzando sus entrevistas, todos los hoteles y posadas en los alrededores han sido reservados durante mucho tiempo!

—Eso me imagino —pensó Amaranta para sí misma. Entonces, ¿qué debería hacer ahora? ¡No puedo dormir en las calles! Por su cuenta, podría haberlo solucionado de cualquier forma, ¡pero su abuela no estaba en condiciones de hacerlo de un mal modo y dormir en las calles, imposible!

—¿Entonces hay baños públicos en el vecindario?

—Sí, en la calle, detrás de nosotros.

—Gracias, señora.

Dos platos de callos a la madrileña fueron entregados a su mesa. Aunque las porciones no eran grandes, se veían muy apetitosos.

Amaranta primero alcanzó el tazón de su abuela, tirando de él hacia ella y mezclando la salsa con gusto antes de devolverle el tazón a su abuela.

—"Abuela, pruébalo. ¿Es sabroso el sabor de la comida en la capital? ¿O son más sabrosos los callos en nuestra ciudad natal? —

Su abuela tomó un bocado y encontró los callos un poco salados. No era un sabor al que estaba acostumbrada.

—Señora, ¿tiene salsa picante?

—Está justo ahí sobre la mesa.

Después de agregar un poco de salsa picante a los callos en su tazón, la abuela comenzó a comer más abundantemente. Mientras observaba a su abuela desde el otro lado de la mesa, Amaranta sintió una oleada de culpa en su corazón.

Durante un largo período en su vida pasada, fue extremadamente inmadura y egoísta.

Y cuando finalmente maduró y se enderezó, ¡su abuela ya había fallecido!

Ahora, con su abuela aún viva, decidió tratarla mejor. Mucho mejor.

—Abuela, ¿es sabroso?

Asintiendo repetidamente, su abuela respondió: —Sí, lo es.

Sin embargo, al ser habitualmente ahorrativa, su abuela nunca desperdiciaría comida. Entonces, incluso si la comida no era apetitosa para sus estándares, aún perseveraría y la terminaría lentamente, sin desperdiciar un solo bocado.

Únicamente las personas que han sufrido y trabajado entienden el valor de los alimentos.

—Abuela, en el futuro, cuando tenga dinero, te compraré mucha comida deliciosa; comida que nunca antes había probado.

—Abuela, sobre esa casa en nuestra ciudad natal. No la vendamos todavía. Guárdala. ¡Tal vez algún día mi madre regrese! —

Cuando Amaranta Cid mencionó a su madre, los ojos de su abuela se oscurecieron de inmediato.

—Amaranta, yo también creo que tu madre regresará algún día. Cuando eso suceda, las tres nos reuniremos felizmente.

Habían pasado tantos años y todavía su hija no había vuelto a casa. La abuela supuso que su hija probablemente se encontró con algún percance o falleció.

—Abuela, mi madre estará bien. Quiero creer que habrá un milagro.

—Señora, ¿cuánto le debemos?

—Veinte euros—

Amaranta entregó veinte euros al propietario. Aceptando el dinero, el propietario preguntó: —Jovencita, ¿estás aquí para las entrevistas en la Academia de Cine?

—Señora, ¿cómo lo adivinó?

A esa pregunta, el propietario respondió: —Jovencita, he dirigido esta casa de comida cerca de la Academia de Cine durante muchos años y tengo muchas estrellas de cine como clientes habituales. Mira hacia arriba en esa pared. ¿Conoces a Ana Sánchez? Cuando vino para su entrevista en la Academia, también comió callos en nuestra tienda. Luego fue aceptada. Ahora, ya que has comido nuestros callos, también lo harás… —dijo la dueña de la tienda de comida muy sonriente.

—Entonces esperamos que su predicción se haga realidad—, comentó la abuela después de escuchar lo que dijo el propietario.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


El dueño del pequeño restaurante continuó charlando con las dos mujeres y le dijo a la abuela de Amaranta: —Señora, su nieta es muy bonita. Definitivamente, se convertirá en una estrella de cine. Cuando eso sucede, puedes esperar vivir bien también.

Amaranta y su abuela pasaron algún tiempo charlando con el propietario. Cuando la esposa de este, una persona agradable y amigable, descubrió que Amaranta y su abuela estaban viajando hasta la ciudad capital en un largo camino en autobús, les recomendó una posada.

—Jovencita, ve a la librería de la calle de al lado y busca a la propietaria Madame Sáenz. Si no eres quisquillosa, tú y tu abuela pueden resistir y dormir en el desván sobre la librería para esta noche. Si pasas la primera entrevista, ya resolverás algo para la segunda entrevista; lo principal es esta noche… —Dieron las gracias y se marcharon de aquel local en busca de dicha librería.

Las mejillas de Amaranta picaron un poco cuando el viento sopló contra su rostro; aún se sintió el frío del invierno en la capital, a pesar de estar a unos días de llegar la primavera.

Con su bolsa de equipaje en una mano y la mano de su abuela en la otra, Amaranta notó que el paisaje en la capital era impresionantemente radiante.

Ella y su abuela eran ahora parte de la multitud de la gran ciudad.

—¡Estamos aquí!

Amaranta y su abuela se pararon frente a la entrada de la librería. La tienda parecía un poco deteriorada. Los escalones de su puerta principal estaban adornados por muchas macetas de diferentes tamaños y estaban llenos de flores púrpuras y rojas en plena floración que bailaban suavemente, al ritmo del viento.

—Disculpe, ¿está Madame Sáenz, por favor?

Caminando hacia el frente de la librería, Amaranta abrió la puerta de madera, haciendo que el timbre del viento detrás de ella sonara nítida y melodiosamente.

Cuando Amaranta y su abuela entraron en la librería, se sintió como si hubieran entrado en otro mundo.

Las cuatro paredes de la librería estaban llenas de libros, discos viejos y algunas antigüedades. En el sofá que se encontró en el centro de la habitación, una mujer con un hermoso caftán, abaya con pedrería en la cintura y lo largo de los costados, estaba durmiendo la siesta bajo una lámpara de estilo Tiffany.

Parecía haber sido despertada por el sonido del timbre del viento, porque levantó la cabeza, un poco sorprendida, y miró hacia la entrada de la librería. Notó que Amaranta y su abuela estaban parados allí.

—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó aquella hermosa mujer.

—Hola, es usted Madame Sáenz. Nos ha enviado aquí el propietario de la tienda de comida de la calle del frente. ¿Puedo preguntar si nos dejarías a mi abuela y a mí quedarnos aquí por la noche…? —

Incluso mientras hablaba, Amaranta sintió que estaba siendo demasiado presuntuosa.

Si estuviera sola, podría haberle bastado cualquier lugar durante la noche, ¡pero su abuela no podría soportarlo!

—¿Estás aquí para los exámenes en la Academia de Cine?

Madame Sáenz se puso de pie. Parecía estar en excelente forma física. Vestida con un caftán abaya hecho de seda gambier, que acentuaba su elegancia y gracia, simplemente rezumaba encanto.

—Sí, llegamos un poco tarde y el propietario nos informó que todos los hoteles de los alrededores están llenos.

—¿Supongo que viajaste aquí en autobús? ¿Por qué no acomodas primero a esta anciana y la dejas dormir un poco? —

Ante las palabras de Madame Sáenz, Amaranta se relajó, sintiéndose aliviada.

Con la ayuda de madame Sáenz, le dio un baño a su abuela y la llevó arriba al desván, donde la convenció para que durmiera.  —Abuela, sigue adelante y duerme. Voy a tener una palabra con Madame Sáenz. Después, me uniré a usted aquí.

Una vez que Amaranta se duchó, bajó las escaleras con un vestido de algodón con motivos florales. Aunque el vestido tenía unos años y, por lo tanto, tenía un estilo anticuado, no tuvo un efecto adverso en la belleza de Amaranta Cid. De hecho, el atuendo más simple acentuaba mejor su belleza natural e impecable.

—Jovencita, ¿cómo te llamas? Por tu acento, supongo que eres de la región suroeste.

Madame Sáenz le entregó hasta donde se encontró de pie Amaranta con una taza de café, servido en una taza de café exquisitamente diseñada. —Mi nombre es Amaranta Cid, y soy de la ciudad de Deifont. Esta es mi tarjeta de residencia nacional.

Amaranta entregó su tarjeta de residencia nacional. Amaranta y su abuela no solo habían traído su tarjeta de residencia nacional y la tarjeta de identidad de la abuela para este viaje; también traían su libro de registro de familia.

—Jovencita, a juzgar por la ropa y la apariencia general tanto de usted como de su abuela, no parece ser una persona rica. ¿Sabes sobre los gastos, que implica estudiar en ese lugar?

Madame Sáenz estaba siendo brutalmente honesta. Para un extraño, tal vez Amaranta y su abuela se parecían a la típica gente de campo terrenal y honesta.

Pasar por el proceso de calificación para la aceptación en la Academia de Cine de Capital sería una tarea muy desafiante.

Además, una vez aceptados, los gastos resultantes incluidos son extremadamente altos.

—Señora Sáenz, mi objetivo principal es obtener la aceptación en la universidad principal de la ciudad capital. Si me aceptan, las oficinas de la ciudad, el condado y la ciudad me otorgarán becas para ayudar con los gastos. En realidad, el verdadero propósito de venir aquí para las entrevistas con la Academia de Cine es porque quiero enviar a mi abuela al primer hospital para un chequeo médico.

Amaranta, de alguna manera, no necesitaba más contenerse con Madame Sáenz, y fue muy franca y abierta con ella, del modo del cual lo fue Madame con Amaranta.

O tal vez fue el ambiente culto y académico en la librería lo que hizo que Amaranta redujera sus inhibiciones por primera vez desde su renacimiento.

—He vivido con mi abuela desde que era muy joven. Solo nos tenemos la una a la otra. Mi abuela colapsó recientemente, y me preocupa la efectividad de las instalaciones médicas y sus condiciones donde vivimos. Es por eso que estoy aprovechando esta oportunidad para traer a mi abuela aquí para un chequeo médico, más completo. Señora Sáez, no se preocupe. Mi abuela y yo no somos malas personas… —

Ante la respuesta de Amaranta, los ojos de Madame Sáenz brillaron.

Lentamente, se puso de pie. Mientras miraba con ternura a Amaranta, sus ojos irradiaban tranquilidad, como agua de manantial que fluía suavemente.

—Amaranta, deberías descansar un poco. Necesitas levantarte temprano mañana para tu entrevista. Ve a dormir, te deseo éxito.

Madame Sáenz sonrió sinceramente mientras hablaba.

A veces, las relaciones interpersonales se cultivan a partir de un gusto mutuo por el otro.

Tal vez fue el amor por su abuela que demostró Amaranta lo que impresionó a Madame Sáenz, algo que no se ve fácilmente en estos días, convenciéndola de su buen carácter, que no parecía importarle dejar que Amaranta se quedara en su librería, dándole acceso completo a su tienda.

—Señora Sáenz, ya que no podré traer a mi abuela para la entrevista de mañana, ¿podría ella esperarme en la tienda, por favor?

—Por supuesto que ella puede. Ahora sí, buenas noches, Amaranta Cid.

Dicho esto, madame Sáenz abandonó su tienda sin pensarlo dos veces, dejándola en manos de Amaranta.

Abrió la puerta y desapareció en la noche tranquila.

Amaranta subió al desván. Su abuela, que aún no se había quedado dormida, abrió los ojos cuando escuchó entrar a su nieta.

—Amaranta, ¿qué dijo la dueña de la tienda?

—Ella aceptó dejarnos quedarnos aquí temporalmente. Abuela, tengo que ir a la academia mañana para mi entrevista. Simplemente, quédate aquí y espérame mientras me voy. ¡Si pasó la primera entrevista, iremos más lejos para buscar alojamiento! —

La abuela miró la cara de Amaranta, que irradiaba belleza como una rosa en plena floración, y de repente sintió en lo profundo de su corazón que Amaranta tenía una mirada de una mujer mayor; había envejecido; tal vez era solo su imaginación.

Durante el viaje aquí, vio claramente que Amaranta se había convertido en una persona muy responsable, en una mujer, ya no una niña irresponsable. Ahora era organizada y confiable.

Se preguntó si tal vez era porque había tenido que ganarse la vida para ambas y no había tenido tiempo de darle a Amaranta la atención que necesitaba, lo que había causado que creciera prematuramente…

—¡Abuela, duerme un poco!

Como era su primera noche en un entorno desconocido, ni Amaranta ni su abuela pudieron dormir profundamente.



EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


Apenas amanecía cuando Amaranta se levantó en silencio. Como Madame Sáenz les había ofrecido tan amablemente un lugar para quedarse, no podía retribuir su amabilidad durmiendo hasta que Madame llegara a la librería y la encontrara, aun durmiendo tranquilamente.

Una vez fuera de la cama, Amaranta se dispuso a limpiar silenciosamente la librería, haciendo el menor ruido posible. Usó agua para limpiar las estanterías y cada centímetro de las tablas del piso, prestando atención a cada detalle, hasta lograr que reluciera cada centímetro de la tienda; fue un trabajo arduo, pero muy reconfortante al saber que estaba dando las gracias de esa forma a madame Sáenz por su amabilidad para con ella y su abuela Mary.

Levantándose poco después de Amaranta, su abuela ayudó a regar las plantas con flores fuera de la tienda y barrió las hojas caídas en la entrada.

Cuando Madame Sáenz llegó, fue recibida con una imagen de orden brillante. Su librería estaba limpia, libre de polvo y paja, como no la había visto hacía tiempo. —Señora, ha estado trabajando demasiado duro.

La abuela respondió suavemente: —En absoluto. Si no nos hubieras acogido amablemente, mi nieta y yo habríamos tenido que dormir en las calles. —

Madame Sáenz y la abuela Mary entraron en la tienda. Amaranta, recién salida de la ducha, estaba con un vestido blanco estampado con pequeñas flores azules. Con su brillante cabello dorado en dos largas trenzas, se veía excepcionalmente encantadora, como una pequeña hada de los campos de las historias de los antiguos rusos. —Abuela, espérame aquí, te compro el desayuno.

Vestida con su característico caftán, Madame Sáenz dijo: —Te traje un poco de desayuno. Solo comemos estos por ahora, ya que no tiene mucho tiempo de sobra. —Dándole una bolsa de bollos y un par de vasos con café.

Amaranta le agradeció repetidamente.

Después de que ella y su abuela desayunaron, Amaranta salió de la tienda con su mochila simple algo desgastada.

Al ver la enérgica figura de Amaranta alejarse, Madame Sáenz de repente tuvo un pensamiento, una sensación de que tal vez esta era ella, la chica que estaba esperando hacía tiempo. Era perfecta desde su punto de vista, si es ella a quien ha estado esperando durante todos estos años.

Era como si el personaje que había creado con su pluma hubiera cobrado vida y hubiera salido del libro. Tomo vida propia en el cuerpo de Amaranta Cid. Era ella. Finalmente la había encontrado.

Ella había encontrado a la protagonista femenina que podía interpretar el papel en esa película en particular. La persona que en su imaginación había cobrado vida.

Sin una persona adecuada para interpretarlo, preferiría no filmar la película en absoluto; como creadora de esa obra, preferiría que no viera la luz. Si no pudiera conseguir a la mujer perfecta para su personaje principal, no cualquiera podría representar a esa chica de sus recuerdos.

Cuando Amaranta llegó a la academia, ya había una gran multitud de personas dando vueltas en las puertas de entrada. La multitud consistía en solicitantes que venían a las entrevistas y algunos de sus padres.

Con mucha dificultad, Amaranta se abrió paso entre la multitud y pasó las puertas de entrada a la academia. Luego fue a unirse a la fila en la oficina de reclutamiento para obtener un pase de evaluación.

Las otras chicas que esperaban en la fila eran de diferentes formas y tamaños, y todas estaban vestidas con ropa de diseñador. Por otro lado, de pie, en medio de estas chicas bellamente maquilladas, vestidas elegantemente, se encontraba Amaranta Cid sin rastro de maquillaje en su rostro; era como un soplo de aire fresco; tenía su piel limpia, bella por naturaleza, sin imperfecciones, mostrando esa bella mirada que dejaba a muchos sin habla, sin mencionar esos labios rosados en forma de corazón.

Habiendo obtenido su ficha, Amaranta salió de la oficina de registro, siguió las instrucciones en las señales del aula para la entrevista y esperó afuera a que se le llamara por su nombre.

Amaranta se sentó en el banco fuera del aula y esperó su turno. Acababa de sentarse cuando una chica que había estado sentada allí se levantó, con una mirada de repulsión y desprecio poco disimulado en su rostro.

Amaranta la miró y decidió que sería realmente increíble si pasara la primera entrevista con ese atuendo. Sabía que no podía compararse con ninguna de las chicas que estaban en aquel lugar, las cuales estaban luciendo las mejores marcas de ropa del mercado.

Ella nunca se había incluido a experimentar con esta moda no convencional de usar colores extremos en el pelo, usar aretes en la cara o en el abdomen, demasiado usar maquillaje, pero la chica que ocupó el sitio de la mujer que la desprecio era alguien muy particular, ni siquiera en el apogeo de su rebeldía juvenil… Se atrevió a mostrarse como ella lo hacía ahora mismo.

Tal vez fue porque esta chica y Amaranta estaban vestidas relativamente "extravagantemente" que las otras personas a su alrededor no parecían prestar mucha atención a la chica no convencional.

Echó un vistazo a su vestido anticuado, ya las zapatillas blancas que han sido lavadas enésimas veces, la chica que tenía más de 4 colores diferentes en su pelo, varios aretes en las cejas, labios, nariz y dos en el ombligo y habló con delicadeza: —Oye, ¿viniste de una granja? En tu pueblo, ¿eres como la reina de las flores? —

¿Granja?

¿Reina de las flores?

Ante las preguntas de la niña, Amaranta levantó la cabeza y sonrió dulcemente y preguntó: —¿Qué es una reina de las flores? Preguntó. —¡No entiendo lo que quieres decir!

—Es como la chica más bonita del pueblo, ¿sabes? Ya que estás aquí para solicitar la admisión a la academia de cine, ¿no deberías haberte comprado ropa nueva? Solo mírate, vestida tan anticuada y ropa desgastada. ¡Definitivamente, no pasarás de la primera entrevista! —

Habiendo dicho su pieza, la niña extrajo un pequeño espejo de su bolso y lo miró, revisando cuidadosamente su apariencia.

Poco después, la niña, mientras continuaba admirándose en el espejo, murmuró para sí misma: —Agradezco a mis padres por darme una cara tan bonita, son tan bellas, que es imposible que no pase la primera entrevista.

Al escuchar eso, Amaranta realmente sintió ganas de reír, pero en su lugar simplemente cerró los ojos y esperó en silencio su turno.

Después de algún tiempo, un profesor salió del aula y leyó los números de las siguientes aspirantes. —No. 99, No. 100. Entra por favor.

No. 99: ese fue el número de pases de Amaranta Cid.

Sosteniendo a su hijo, Amaranta entró en el aula, mientras que él no 100 lo siguió y también pasó pasos en el aula.

En ese momento, Amaranta miró al número 100, que estaba justo detrás de ella, y se congeló en estado de shock.

Ella… ¿No es ella Ana Santamarina?

Ella. ¿Por qué estaba solicitando la admisión a la academia de cine?

Ana Santamarina llevaba un vestido largo blanco, y su cabello estaba suelto y caído en cascada hasta su pequeña cintura. Su pequeño rostro estaba ligeramente maquillado para resaltar hábilmente los rasgos más atractivos de su rostro.

—No. 100, ven aquí y hazte el maquillaje. No. 99, comienza a prepararte para tu actuación.

Amaranta respiró hondo y largo. Con conocer a su archienemigo tan inesperadamente en este momento, el afectado, sin lugar a dudas, su estado de ánimo cambió un poco…

Al principio, todo lo que Amaranta quería era usar la entrevista en la Academia de Cinematografía de la Ciudad Capital como excusa para enviar a su abuela a un chequeo médico en el Hospital Principal. Pero ahora, al ver a Ana Santamarina aquí, todas las heridas y daños que habían sufrido en su vida pasada una vez más inundaron su corazón.

El sentimiento de injusticia, odio, ira y desesperación instantáneamente tomaron el control de todos sus sentidos.

(Momento de actuar de Amaranta Cid)

Amaranta Cid salió, su rostro radiante de felicidad; estaba alegre, su rostro radiante, mirada brillante, sonrisa hermosa. Podía ver su auto a lo lejos, rodeada por un gran grupo de personas.

Muy rápidamente, se abrió paso entre la multitud de espectadores y vio a algunos miembros del personal de los servicios de emergencia en la distancia, preparándose para forzar la apertura de la ventana del automóvil.

Amaranta se acercó a ellos y les preguntó: —Disculpe, ¿qué está pasando aquí? Cambia su actitud de inmediato.

Cuando la puerta del automóvil se abrió a la fuerza, se podía ver la cara de un niño. Ese niño era su hijo, su pequeño Álvaro.

Conmocionada hasta la médula, las piernas de Amaranta cedieron e inmediatamente cayó al suelo. Extendiendo la mano, tocó la piel caliente y abrasadora del niño y estaba tan traumatizada que se sacudió incontrolablemente. Sus labios se movieron, pero no pudo hacer un solo sonido.

Sus ojos se transformaron en huecos de un vacío aterrador.

El pequeño boceto de Amaranta fue un acto en solitario.

Sin embargo, presentó eficazmente las muchas facetas de la escena, dándole dimensión y profundidad excepcional, demostrando un verdadero don para la actuación.

Las emociones de felicidad, confusión, miedo, horror y desesperanza fueron retratadas a través de sus sutiles expresiones faciales.

Los tres jueces fueron atraídos instantáneamente a la escena, a pesar de que no había otra persona actuando frente a Amaranta Cid. A partir de los detalles minuciosos de las expresiones faciales y su lenguaje corporal, los jueces pudieron discernir el contexto de la breve escena. Comprendieron de inmediato la actuación de Amaranta; su sentido de la percepción a las emociones humanas era increíble.

—Señores jueces, mi desempeño ha terminado.

Amaranta se levantó del suelo. Su rostro volvió a su expresión normal.

Hubo una admiración sin palabras en los rostros de los tres jueces de admisión.

Al unísono, sin dudarlo, hicieron una pequeña "tarjeta" roja junto al nombre de Amaranta Cid en sus respectivas listas.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Esperando a un lado, Ana Santamarina se había quitado completamente el maquillaje. De manera elegante, sosteniendo un valioso violín en la mano, dio un paso adelante para enfrentar a los jueces.

—Hola, señores jueces. Mi nombre es Ana Santamarina, y tengo dieciséis años. Vengo de la ciudad de Granada, y estoy aquí para tocar 'The Buterola Lovers' para ustedes.

De pie en posición, Ana Santamarina comenzó a ejecutar la pieza anunciada. Había aprendido a tocar el violín desde una edad temprana, y confiaba en que su actuación impresionaría a los jueces.

Amaranta espectáculo la actuación de Ana. Esta no era la primera vez que veía actuar a Ana Santamarina.

En su vida anterior, después de que su supuesto padre biológico la llevó de vuelta a la familia Santamarina, Ana Santamarina siempre la trató bien, presentándola a las tendencias de moda y el glamour, además de llevarla a sus conciertos y presentaciones, presentándola como su amada hermana mayor.

Ingenuamente, Amaranta creía que Ana era una buena hermana menor.

Irónicamente, fue solo cuando estaba al borde de la muerte que se dio cuenta de cuánto la odiaba su "buena hermana menor".

Odiaba a Amaranta con tal intensidad que quería que perdiera todo lo que había poseído: reputación, riqueza, estatus, amor… Todo.

Odiaba tanto a Amaranta que ideó un plan para que su hijo Álvaro muriera de una manera tan horrible, que fue tan desalmada que grabó ella misma la agonía del niño, sin hacer nada por salvarlo de aquella muerte horrible.

Amaranta observa a Ana Santamarina sin aprecio ni asombro por su talento. En cambio, sus ojos emanaban calma, al igual que la quietud tranquila del mar en un día sin viento, una imagen tranquila de cielos grises y agua verde jade.

Excepto que, en las profundidades más oscuras del océano, impenetrables incluso por la luz, se estaba acumulando gradualmente un intenso odio que causaría destrucción masiva, como un tsunami, cuando es liberado por la madre naturaleza.

—Gracias, señores jueces. Mi actuación ha terminado.

Los tres jueces revisaron los detalles de Ana Santamarina en los documentos ante ellos, y el que estaba sentado en el medio preguntó: —Señorita Santamarina, su interpretación de violín es de un estándar profesional. Debe haber comenzado a aprender a ejecutar el violín cuando eras muy joven. ¿Por qué querría solicitar la admisión a la academia de cine? —

Era evidente que Ana Santamarina no esperaba que los inspectores le preguntaran eso. Sonriendo dulcemente, respondió ella: —Señor, Ana Sánchez, es mi ídolo. Quiero poder interpretar un personaje similar a los que interpreta ella, ser tan famosa como ella lo es y obtener premios importantes…

—Santamarina, para un actor profesional, la popularidad nacional e internacional que un actor como Ana Sánchez ha disfrutado es extremadamente rara.

Durante un largo período de tiempo después de comenzar en esta profesión, la mayoría de los actores tienen que ser extras en escenas o asumir papeles como la sirvienta, el malo o un relleno de escena insignificante. Para alguien como tú, que toca el violín a un nivel tan alto, podrías muy bien seguir el camino de un violinista profesional; no tienes para qué iniciarte como actriz de relleno.

Un rastro de confusión brilló en los ojos de Ana Santamarina. Ella había asumido que su interpretación de violín definitivamente allanaría el camino hacia el futuro para ella, en la Academia Cinematográfica, y la haría aceptada, pues verían su gran talento y belleza. Para ustedes.

Los tres jueces se miraron, comunicándose con sus ojos entre ellos, y finalmente aceptaron la sugerencia.

Sin embargo, debido a que los jueces acababan de experimentar las excepcionales habilidades de actuación de Amaranta Cid, que recordaban al manual de enseñanza de los actores profesionales; al ver las habilidades de actuación de Ana Santamarina, simplemente parecían rígidas y acartonadas, palideciendo en comparación a las que había realizado con anterioridad Amaranta…

Amaranta había puesto el listón alto, no solo para Ana Santamarina, sino para todas las aspirantes de este año, por lo que el rendimiento de Ana Santamarina, naturalmente, no estuvo a la altura de las expectativas de los jueces.

—Eso es todo, no. 99 y no. 100, han completado la entrevista preliminar. En tres días, consulten el tablón de anuncios en la puerta principal para los solicitantes preseleccionados.

Amaranta Cid y Ana Santamarina salieron juntos del aula. Ana miró a Amaranta, que había caminado delante de ella. Sus ojos brillaban con un tenue destello de odio.

Cuando bajaron las escaleras, Ana empujó a Amaranta por los escalones.

Amaranta, que ya había estado mentalmente preparada para esto, simplemente saltó ágilmente por las escaleras. Salvándose de una caída estrepitosa que le hubiera producido lesiones graves de no estar preparada para este acto salvaje en su contra.

Por otro lado, Ana Santamarina, que había querido hacer daño, perdió un paso y cayó por las escaleras.

Afortunadamente, con solo tres escalones, las escaleras no eran tan altas, por lo que una caída por las escaleras no causaría ninguna lesión grave.

"Ay…"

Ana Santamarina cayó más allá del último paso.

De pie a un lado, Amaranta se mostró preocupada mientras preguntaba, con voz dulce: —No. 100, ¿qué pasó? —

—Perdí el equilibrio y me caí por las escaleras. ¿Puedes ayudarme, por favor? —

Ana miró a Amaranta con lágrimas en los ojos. Sin dudarlo, Amaranta extendió la mano y ayudó a Ana a ponerse de pie.

—Gracias.—

Amaranta apoyó a Ana mientras caminaban hacia la puerta principal de la Academia de Cine.

En la distancia, no muy lejos de la puerta principal, Amaranta Cid notó que Óscar Roing estaba observando desde la puerta a Ana Santamarina, a quien esperaba. Cuando la vio, quiso correr hacia ella, pero los guardias impidieron su entrada, deteniéndolo en la puerta.

Sin embargo, dado que los guardias de seguridad se negaron a dejarlo pasar, Óscar Roing tuvo que esperar hasta que Amaranta Cid ayudara a Ana Santamarina a llegar a la puerta antes de que pudiera hacerse cargo él mismo de Ana.

—Anita, ¿qué pasó? ¡Estás herida, te duele algo! —Como lo demuestra la mirada en sus ojos, Óscar Roing estaba genuinamente preocupado por Ana Santamarina y ni siquiera miró a Amaranta.

Cuando Ana vio a Óscar, las lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas mientras gritaba: —¡Óscar, me duele la pierna!…

Preocupado, Óscar Roing se agachó para inspeccionar el tobillo lesionado de Ana Santamarina.

—Ana, creo que te has lesionado la pierna. ¡Te llevaré al hospital!

—Está bien —Ana se apoyó contra el brazo de Óscar y dijo: —Óscar, ¿qué hay de ella?

Cuando Amaranta Cid escuchó mencionándola, los mecanismos de autodefensa se activaron y observó con sospecha a Ana Santamarina. ¿Qué estaba tramando ahora? ¿Estaba planeando culparla de su caída?

—¿Fuiste tú quien le causó la lesión? Déjame advertirte. Será mejor que reces para que Ana esté bien. ¡De lo contrario, te demandaré y te llevaré a los tribunales! —

Óscar Roing había captado inmediatamente la insinuación en la oración inacabada de Ana Santamarina, como no podría hacerlo, si eran tal para cual, dos hijos de papi, prepotentes, groseros y altaneros.

En ese instante, Amaranta de repente entendió la relación entre Ana y Óscar; qué estúpida fue en su otra vida que no lo notó. Esos dos siempre se amaron.

—Mire, señor. Su novia se dio una voltereta porque fue descuidada. Como ella no podía caminar, yo, por pura bondad, la ayudé a llegar a la puerta. A pesar de eso, ¿quieres demandarme y llevarme a los tribunales? ¿Crees que solo porque vengo de un pueblo pequeño no conozco la ley? De saber que me toparía con gente tan mal educada y desagradecida, la dejo ahí tirada.

Lágrimas corriendo por la bonita cara de Ana. Santamarina tiró de la mano de Óscar Roing y se quejó: —¡Óscar, estás equivocado!

En un movimiento rápido, Óscar recogió a Ana en sus brazos. Le dio a Amaranta, que estaba de pie a un lado, una mirada fugaz antes de bajar la cabeza para consolar a Ana con una voz suave y melodiosa. —Anita, ¿duele mucho? No te asustes. Te voy a llevar al hospital.

Todo lo que le importaba a Osar Roing en ese momento era el tobillo ligeramente hinchado de Ana Santamarina. Ni siquiera se había dado cuenta de qué tipo de persona era Amaranta Cid.

Después de alejarse unos pasos, pareció recordar a Amaranta y, de pie a una distancia de unos tres metros de ella, dijo sin emoción: —Lo siento.

El corazón de Amaranta se hundió a las profundidades más bajas.

En su vida pasada, siempre había asumido que la razón por la que Óscar Roing la trataba con tanta frialdad era porque no era lo suficientemente buena para él.

No fue hasta ahora, después de que ella se apartó de la situación y la miró desde la perspectiva de un extraño, que finalmente se dio cuenta sin lugar a dudas en su mente de que la razón por la que él la había tratado así no era porque no fuera lo suficientemente buena.

Fue porque él no estaba enamorado de ella.

Él le había hecho todas esas cosas en su vida pasada porque no estaba enamorado de ella, ¿pero por qué se casó con ella en ese entonces? ¿Su madrastra dijo que él durmió con ella? ¿Qué pasó en realidad? ¿Por qué lo hizo en su cama? Nunca estuvo segura de lo que pasó esa noche en realidad.


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta comenzó a caminar en dirección a la librería.

Cuando vio a Amaranta entrar en la librería, la abuela caminó ansiosamente hacia ella.

Al llegar a la tienda, vio a su abuela charlando con Madame Sáenz; su abuela de inmediato preguntó. — "Amaranta, ¿cómo te fue? —

Ayudando a su abuela a llegar a la mecedora, Amaranta respondió: "Abuela, todavía es demasiado pronto para decirlo. Uno de los jueces dijo que la lista de solicitantes preseleccionados se publicará en el tablón de anuncios dentro de tres días. —La abuela estaba muy inquieta ante la idea de tener que quedarse en la ciudad capital durante tres días más.

Sin embargo, consciente de que se trataba de la vida de Amaranta, decidió que debería soportarlo por el bien de su nieta.

Aunque Madame Sáenz había permitido amablemente que ella y su abuela se quedaran en la librería la noche anterior, Amaranta sentía que deberían buscar un lugar para quedarse esa tarde. Se sentiría terrible si incomodaran más a madame Sáenz.

—Señora Sáenz, gracias por ser tan amable y dejarnos quedarnos aquí anoche. En poco tiempo, voy a salir a buscar otro sitio para hospedarnos; ya la hemos incomodado mucho tiempo.

Madame Sáenz sonrió cálidamente; sus cejas delgadas complementaban perfectamente sus deslumbrantes ojos. Era tan elegante como una hermosa orquídea.

Madame Sáenz tenía poco más de cuarenta años, pero su rostro estaba exquisitamente maquillado y se veía muy bien. Sin embargo, su perfil lateral era especialmente atractivo.

—No necesitas ir a buscar un sitio para quedarte. Casualmente, en un futuro cercano, tendré que irme para atender algunos asuntos, ¡así que puedes quedarte aquí en la librería de forma temporal!

Madame Sáenz se levantó de su asiento y llevó a Amaranta y a su abuela Mary al patio en la parte trasera de la librería.

Fue solo cuando llegaron al patio trasero que Amaranta descubrió que había un departamento en la parte detrás de la tienda. Madame Sáenz fue sin duda una mujer que amó y vivió la vida apasionadamente. Abrió la puerta de conexión entre la librería y el patio trasero, que mostraba un pequeño jardín de plantas con flores, arbustos y árboles.

Como era primavera, las plantas con flores emitían constantemente la fragancia de la primavera.

Ubicada en la parte trasera de la tienda había un pequeño apartamento tipo adosado muy bello.

Tal vez porque no se había vivido en ella durante un largo período de tiempo, el piso parecía un poco sucio.

—Amaranta, tú y tu abuela tendrían que ordenar este lugar y hacerlo habitable. Y, si quieres cocinar tus propias comidas, es posible que necesites comprar algunos utensilios de cocina.

Amaranta se sorprendió al ver el sitio a primera vista. Descubrió que tenía una cocina tipo americana, sala comedor y un baño en la planta baja y, en la planta alta, dos habitaciones y otro baño completo. Amaranta miró con deleite a madame Sáenz. —Gracias, por todo lo que hace por nosotras, señora Sáez.

—No hay necesidad de agradecerme. Si no estuvieras aquí, debería cerrar la librería cada vez que necesite irme por negocios. Ni siquiera pienses en pagarme el alquiler. Tampoco te pagaré un salario, por ayudarme con la tienda —Le dijo estas palabras a Amaranta en forma de broma.

Amaranta se conmovió hasta las lágrimas. Como visitante en una ciudad extraña y tan grande, se sintió muy bendecida de haber conocido a una persona tan amable y de tan buen corazón.

La amabilidad de Madame Sáenz llenó el corazón de Amaranta de calidez, como el viento cálido del verano. —Señora Sáenz, es usted una buena persona. Déjame comprarle la cena esta noche; sé que es poco en comparación a lo que usted me está ofreciendo, pero es de todo corazón.

—Cariño. ¿Por qué no empiezas a limpiar el lugar? En este sitio no se ha vivido en más de dos años y en este tiempo creo que se ha acumulado demasiado polvo, y no estoy seguro de si algunos de estos artículos todavía son utilizables. Si no son utilizables, simplemente déjelos afuera, ¡y enviaré a alguien a recogerlos para que sean llevados a los contenedores! —

Amaranta encontró un recipiente, un cepillo y un trapo y comenzó a limpiar con gusto. No había absolutamente nada de malo en la estructura de la casa de dos pisos; simplemente construida de manera robusta, era perfecta para ella y su abuela Mary.

Amaranta se enfrascó en su limpieza y perdió la noción del tiempo. Afortunadamente, Madame Sáenz había ordenado que se entregara algo de comida para llevar a la casa.

—¡Amaranta, deja de trabajar por ahora y ven a comer algo, tu abuela y yo te estamos esperando! —Ante las palabras de madame Sáenz, Amaranta se siente un poco avergonzada. Madame Sáenz, que estaba parada en la puerta, había mirado adentro; notó que Amaranta era un trabajador rápido y eficiente, ya que la casa parecía estar cerca de estar en condiciones de vivir.

—Realmente eres una trabajadora rápida —comentó.

—Acabo de hacer una limpieza general y ordenar la casa. —

Era la una de la tarde cuando las tres mujeres se sentaron a almorzar en el patio. Fue un día hermoso. Los cálidos rayos del sol brillaban sobre ellas, haciéndolas sentir cómodas y cálidas.

Amaranta, al ver a su lado a la señora Sáenz, pensó en su madre. En la generación en que vivió de joven su madre, solo había fotografías en blanco y negro, y solo tenía una foto de ella. Sin embargo, esa foto se había extraviado.

Hasta la fecha, Amaranta no tenía ningún recuerdo o imagen de su madre en absoluto.

No sería una exageración decir que no podría reconocer a su propia madre, incluso si estuviera parada justo frente a ella.

No estaba segura del porqué, pero, Amaranta, sentí ganas de que la Señora Sáenz fuera de su Madre. Tenía ganas de tener a una persona en la cual confiar, a cuál contarle sus problemas y pedir opiniones.

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta se quedó pensativa; después dijo a su abuela: —Abuela, voy al mercado a comprar algo más tarde.

La ropa de su abuela también se veía un poco en mal estado y vieja. Amaranta quería comprarle a su abuela ropa nueva y prepararla para su visita al hospital al día siguiente.

—Yo voy contigo—

—Abuela, deberíamos hacer algunos traslados en autobús para llegar al mercado. Puede complicarse, y como estar ocupado cargando cosas de que vayamos allí, es posible que no pueda cuidarte también como me gustaría hacerlo. ¿Puedes quedarte en casa y ayudarme con la lavandería, así no sentirás que no haces nada, ¿te parece abuela?

La abuela sabía muy bien que podría perderse en esta gran ciudad debido a las enormes multitudes de personas. Si eso sucediera, y con ella siendo analfabeta, solo sería una carga adicional para Amaranta.

Madame Sáenz se dio cuenta cada vez más de que la abuela Mary era una mujer notable. A pesar del completo silencio de su propia hija durante más de una década, la abuela había criado a su nieta por su cuenta. Era una mujer maravillosa que debía ser respetada y alabada por su amor incondicional y por todos los esfuerzos que ha realizado para sacar adelante a Amaranta.

La abuela Mary, preocupada de que no tuviera suficiente dinero, se aferró a la mano de Amaranta mientras sacaba una pequeña bolsa de tela. —Cuando estés en la calle, no te apresures ni entres en pánico. Ten cuidado y no te lastimes. Si ves algún vestido que te guste, únicamente cómpratelo; no te preocupes, comprendes… —

Amaranta siguió asintiendo, conteniendo las lágrimas. No fue hasta que abordó el autobús que se incluyó en que sus lágrimas corrieran por su rostro.

—Jovencita, ¿qué pasó? ¿Estás herido? ¿Te sientes mal? —Un amable anciano sentado junto a Amaranta le entregó un pañuelo de papel. Ella levantó la cabeza y miró al anciano, con su rostro lleno de lágrimas. Solamente atinó a responder. —Señor, no estoy herido ni mal. Gracias, por el pañuelo; fue usted muy amable.

La aparición prematura e inesperada de Óscar Roing y Ana Santamarina dañó su frágil corazón de manera inesperada, perturbando su tranquilo estado mental como una roca arrojada a un lago, creando ola tras ola de ondas.

La primera parada de Amaranta fue al hospital, donde preguntó sobre el proceso de registro y otros asuntos relacionados con los procedimientos para realizar los estudios de salud pertinentes con respecto a su abuela.

Luego, usando la tarjeta de identificación de su abuela, hizo una cita para una consulta. Hecho esto antes, tomó el autobús a un mercado cercano, donde compró algo de ropa nueva para su abuela para tomar el autobús de regreso a la librería.

Justo cuando estaba por entrar a la librería escuchó a un hombre preguntarle: —¿Eres la hija de Johanna Sáenz?

Era él. El gran director Daniel Exxo

Fue el gran maestro del mundo del cine. A cualquier actriz que hubiera protagonizado sus películas, además de sus nombres de pila, se le daría otro nombre: —Golden Girl

—Estás equivocado, señor. No soy la hija de Johanna Sáez.

Amaranta salió de un limbo y supuso que el hombre que tenía enfrente, al darle el nombre de Johanna Sáenz, se había referido de hecho a Madame Sáenz.

Ella tenía un nombre tan hermoso, Johanna Sáenz, entonces, ¿por qué el propietario de la tienda de comida la llamaba "Madame Sáenz"?

—Oh, es mi error —replicó Amaranta.

Daniel Exxo evaluó a Amaranta de la cabeza a los pies. En su rostro, que estaba desprovisto de maquillaje, notó labios rojo rubí, dientes blancos, cejas castaño claro, exuberantes y de forma natural, y un par de ojos en forma de almendra que brillaban como las estrellas de la galaxia, irradiando rayos de brillo. Su sencillo vestido de algodón con estampado floral era extremadamente anticuado. A pesar de todo eso, sin embargo, parecía elegante y muy relajada.

—La señora Sáenz debería estar en la tienda. ¡Por favor, sígueme adentro!

Daniel Exxo y Amaranta entraron en la librería.

Daniel Exxo se sorprendió cuando entró en la librería y miró a su alrededor. Era obvio por su reacción que no esperaba que Johanna estuviera viviendo sus días en un lugar como este.

Pensándolo bien, ¡sintió que esto era exactamente algo que debería haber esperado de alguien como Johanna!

Ella no era exactamente una persona convencional.

Amaranta abrió la puerta de madera, haciendo que la campana del viento que colgaba detrás de ella hiciera un sonido melodioso.

—Disculpe. Por favor, espere aquí por un momento mientras voy a buscar a la Señora Sáenz.

Sosteniendo su bolso, Amaranta pasó por la librería hasta el patio en la parte posterior. Johanna Sáenz estaba tomando el sol cálido de primavera, leyendo un libro.

—Señora Sáenz, tienes un visitante esperando afuera —la llamó Amaranta.

—Oh, ¿en serio? Iré a echar un vistazo. Johanna dejó su libro en la silla y entró en la librería.

Al ver a Johanna, Daniel Exxo sonrió y dijo: —Me preguntaba dónde estabas, Sáenz, ¿así es donde has estado viviendo en reclusión?—

¡Cerrando el gran mundo malo, justo en el medio de una ciudad! A iniciativa de llamarme, ¡habría asumido que te habías ido con un hombre!

Con una mira de resentimiento, Johanna Sáenz vio a Daniel Exxo. —Maestro Exxo, ¿por qué todavía le gusta arrojar basura sobre el techo de la casa ajena? Te llamé porque quería informarte que podemos empezar a rodar la película 'Mi adora Dulce' porque he encontrado a una joven que es perfecta para el papel de Dulce. La acabas de conocer. ¿Qué piensas? 

Johanna sacó una botella de cerveza fría de la nevera y se la entregó a Daniel Exxo.

Daniel Exxo respondió: —Ella tiene el espíritu de Dulce. Sin embargo, no estoy seguro de si ella sería capaz de retratarla con éxito. Como sabes, Dulce es un personaje multifacético con una amplia gama de emociones. No haría justicia al guion ingeniosamente escrito de Dulce si no pudiera representar la profundidad y la amplitud de las emociones del personaje.

—Quiero continuar con la producción de la película. Quiero ver esta película completada y proyectada al mundo mientras todavía estoy vivo—dijo Johanna.

—Nuestra estimada guionista, Johanna Sáenz, soy plenamente consciente de lo mucho que valoras este guión. Hace años, cuando quise comenzar a filmar esta película, te negaste rotundamente, y ahora de repente estás presionando para que comience a filmar esta película lo antes posible. ¿Cómo esperas que encuentre un inversor para financiar esta película con tal aviso?No tenemos el presupuesto actualmente para realizar la producción; el dinero no aparece de la nada; se requiere de tiempo y esfuerzo para buscar quien quiera participar en esta producción. Con esto no digo que no podamos encontrar inversionistas; solo que no a la velocidad de la luz, como desee que se realice la filmación, además de que tenemos el factor de que esta película es considerada una película de arte no comercial.

Por lo tanto, incluso con sus dos sólidas reputaciones, las probabilidades de que encontraran un inversor eran bajas.

—Lo financiaré yo mismo—, dijo Johanna Sáenz.

Era su guion. Ella misma había seleccionado a la protagonista femenina, y no quería que un inversor interfiriera con su película. No soportaría que nadie tomara malas decisiones en su obra maestra, aún más sabiendo que sería su obra póstuma. Tenía un secreto que solo ella sabía, le quedaba poco tiempo de vida y quería hacer esa película que un día prometió a esa amiga que un día la salvó, a la cual le debe la vida.

—¿Cómo lo vas a financiar?—

Daniel Exxo sintió que Johanna se había vuelto un poco loca. Esta película tenía muchas escenas de la ciudad, lo que significaba que no sería una película barata para filmar y necesitaría mucha financiación, pues los permisos costaban demasiado dinero.

Además, y este fue el punto más importante de todos, la película no sería un éxito de taquilla, ya que la historia trataba sobre la vida de un personaje que representaba únicamente un pequeño segmento de la población. En lo personal no comprendía por qué la obsesión de Johanna por esta película lo tenía confundido y no sabía qué decisión tomar con respecto a aceptar coproducir junto a ella.

—Planeo hipotecar mis propiedades inmobiliarias. Ya hice una estimación aproximada y espero poder recaudar cerca de 15 millones de euros de mis activos.

Johanna Sáenz, después de haberlo pensado seriamente, había llegado a la conclusión de que la única forma en que podría tener el mayor control sobre cómo se produjo la película era si ella misma era la mayor inversora de la película.

—De ninguna manera, Johanna. Estás demente. ¿Ni siquiera te das cuenta de qué tipo de película es esta? No importa lo bueno que sea el guion. Si nadie va al cine a ver la película, lo perderás todo.

Johanna Sáenz se rió suavemente de Daniel Exxo. —Nuestra vida en este mundo es corta, apenas unas pocas décadas. El dinero y los activos son solo cosas materiales, cosas que no teníamos al llegar a este mundo y cosas que no podremos llevar con nosotros cuando muramos, así que realmente no me importa si lo pierdo todo.
Quien mejor que ella para saberlo, ahora mismo se encuentra en una encrucijada: decidir sobre su corto tiempo de vida.

—Bueno, todavía tengo que pensarlo.
Decisiones, decisiones, que complicado es todo en la vida.

Aunque Daniel Exxo dijo que todavía necesita reflexionar, ya estaba revisando una lista de actores potenciales en su cabeza. ¿Qué actor encajaría bien para el protagonista masculino?


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

El director Daniel Exxo estaba considerando las características físicas de Amaranta por lo que había visto. Era una chica muy atractiva, rubia, con cara de hada, ojos de un violeta que causaba no dejar de ver sus ojos, delgada; necesitaba un poco más de cuerpo para su gusto; estaba demasiado delgada.

Había conocido a Amaranta Cid en la entrada de la tienda antes. Por lo que había visto de ella, estimó que medía al menos 1,70 metros de altura. Si ella iba a ser la protagonista femenina, entonces la protagonista masculina definitivamente no tenía que ser menos alto, quizás de 1,80 metros de altura, ¡porque no podían hacer que el protagonista masculino se parara en una caja mientras filmaban las escenas en las que él y Amaranta estaban juntos! Solo de imaginarlo se moría de la risa, ¡qué ridículo se vería eso y pensar que algunos actores sí los hacen hacer eso, qué vergüenza sentía por esos pobres hombres a los que hacían que hicieran eso!

—Solamente sabía que estarías de acuerdo en hacer esto.

Johanna Sáenz se puso de pie. Aunque ya no era una mujer joven de unos veinte años, todavía extrañaba los buenos viejos tiempos de su juventud cada vez que reflexionaba en ellos.

—Voy a regresar ahora. Como director, tengo que supervisar personalmente muchas cosas relacionadas con la producción de la película. En cuanto a la protagonista femenina, ¿estás seguro de que tiene las habilidades de actuación para lograrlo? Necesitamos un actor real, no un jarrón ornamental.

En la pantalla grande, una mujer que carece de habilidades de actuación es como una belleza de madera. Afecta negativamente a la película y la hace insípida.
Daniel Exxo hizo algunos cálculos en su cabeza. Si agregara sus activos a la inversión de Johanna Sáenz, ¿sería suficiente dinero para que financiaran la producción de la película?
Afortunadamente, la protagonista femenina era una novata y no podría cobrar una gran tarifa por su papel. Debido a eso, tal vez solo deberían contratar novatos para la película.

—¿Por qué no te quedas y cenas con nosotras y pruebas lo que Amaranta y su abuela están cocinando para nosotros para cenar esta noche? —Johanna instó. Daniel

—Está bien, entonces me quedaré. Daniel Exxo no pensó que haría tanta diferencia si se quedaba aquí con ellas por un tiempo más en lugar de regresar de inmediato.

—Señora Mary, Amaranta. Tengo un amigo que se va a unir a nosotras para cenar. ¿Está bien con ustedes? —

La abuela asintió y respondió: "Por supuesto, sin ningún problema".

Amaranta, con un delantal, se paró a un lado y esperó a que entraran Johanna y Daniel; mientras tanto, su perfil, parcialmente iluminado por las luces de la pequeña cocina, la cubría de un brillo dorado.

Johanna y Daniel entraron en la casita de la parte de atrás de la tienda. Allí, vieron una simple mesa redonda cubierta con un mantel a cuadros y cuatro sillas plegables apoyadas a su alrededor.

—Señora, usted es una excelente cocinera. Podrías quedarte y abrir un restaurante aquí en la Ciudad Capital. —

Al escuchar a Daniel Exxo felicitar a su abuela por sus habilidades culinarias, Amaranta estaba sobre la luna, incluso más que si ella hubiera sido la que Daniel Exxo hubiera elogiado. —Señor, mi abuela no podría abrir un restaurante —dijo. —Administrar un restaurante es extremadamente agotador.

Johanna miró con suficiencia a Daniel como diciendo: —¿Ves lo que quiero decir? La persona en la que he puesto mis ojos es una muy buena persona.

La abuela estaba muy agradecida con Johanna por su amabilidad al dejarla a ella y a su nieta quedarse en la tienda. Pero, debido a que era simple y honesta, no podría descansar tranquila hasta que pagara la amabilidad que ha tenido con ellas.

—Amaranta, ¿cuáles son tus planes para el futuro?—Daniel Exxo preguntó.

—Hacer todo lo posible por ser aceptada en la Universidad Capital—, respondió Amaranta Cid con una voz muy dulce y soñadora.

¿Universidad capital?

Aturdido, Daniel Exxo miró a Johanna Sáenz y de repente dudó de la decisión de Johanna de elegirla como protagonista. Si Amaranta estaba decidida a ser aceptada en la Universidad Capital, ¿deberían siquiera considerar elegirla para el papel?

—¿Tienes una profesión que te interese?

Al principio, el objetivo de Amaranta era simplemente ser aceptado en la Universidad Capital.

No había pensado mucho en qué profesión querría seguir. La razón era que, con su puntuación, no podía permitirse el lujo de ser exigente sobre en qué campo especializarse.

Sin embargo, ahora que Daniel Exxo había planteado la pregunta, de repente se acordó de alguien que había visto en la televisión. En ese momento había supuesto que sería una excelente opción en la carrera si podía hacer bien el trabajo y se le daba la oportunidad.

—Quiero ser un oficial de asuntos exteriores.

Amaranta se imaginó a sí misma como una representante de su país, de pie frente a una conferencia de prensa y respondiendo con elegancia y conocimiento.

Daniel Exxo miró a Amaranta. Sus cejas eran perfectas, y sus ojos estaban llenos de energía y espíritu. Una mirada a una chica así, y sería imposible que a alguien no le gustara.

—Amaranta, "tu ambición es loable", dijo Johanna, mirando seriamente a Amaranta.

—Cuando era niña, mi mayor sueño era convertirme en escritora, porque entonces podría vender mis palabras por dinero y liberarme de las limitaciones que me imponía mi familia. Hoy en día, soy escritora y puedo decidir cómo quiero vivir mi vida. Amaranta, ¿sabes lo que habría sido si no hubiera tenido ese sueño cuando era joven? Yo habría sido la chica de al lado que se casa con un hombre a los dieciocho años y da a luz a sus hijos. Habría tenido la vida lúgubre y mecánica que mi madre había vivido. Afortunadamente, un libro cambió mi destino y me convirtió en la Johanna Sáenz, la escritora y guionista que soy hoy, no en Madame Sáenz, señora de fulanito de tal.

Daniel Exxo rara vez había escuchado a Johanna recordar el pasado antes. Aunque conocía a Johanna desde hacía décadas, ella siempre había guardado silencio sobre su pasado. Siempre había sido muy apática y reservada con su pasado.

Entonces, ¿por qué Johanna estaba compartiendo su pasado ahora?

—Entonces, Amaranta, no tengas miedo. Solo sigue tu corazón; nunca dejes de perseguir tus instintos. Atrévete a soñar y luego procede a hacerlo realidad. Un día, realizarás tu sueño, y recordarás lo que te hizo luchar por lograr lo que más deseabas en tu juventud y que te llevó hasta donde estás. Una de las cosas más horribles que alguien puede hacer es no tener el coraje de soñar. Si estás demasiado asustado para siquiera soñar, ¿cómo serás lo suficientemente valiente como para hacer lo que quieres en la vida? —

Atrévete a soñar. Atrévete a hacerlo realidad; solamente entonces podría tener lugar el cambio en la vida de uno; esas palabras resonaban en la cabeza de Amaranta.

Mirando a su abuela, Amaranta resolvió asegurarse de que su abuela viviera hasta una vejez madura.

Esta cena fue especialmente significativa para Daniel Exxo y Johanna Sáenz.

Fue en esta cena de esta noche que Daniel Exxo decidió elegir a Amaranta Cid como la protagonista femenina en "MI ADORADA DULCE".


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

En Amaranta Cid, Daniel Exxo vio las cualidades únicas que “Dulce” tenía: amabilidad, belleza, inteligencia y determinación.

Después de la cena, Johanna tomó la iniciativa de limpiar y le dijo a Amaranta y a su abuela que fueran a descansar y relajarse.

Johanna pudo ver que Amaranta, que había estado despierto desde muy temprano esa mañana, estaba muy cansado. —Amaranta, deberías ir y descansar. Yo me encargaré de limpiar los sobrantes de la cena

Daniel Exxo comentó: —Hace mucho tiempo, me dijiste que tenías una hija. Cuando vi a Amaranta en la entrada de la tienda antes, pensé que era tu hija. Se parecen mucho por detrás. De hecho, mirando las fotos que le tomé, sus caras también son muy similares”.

Después de escuchar eso, Johanna, dejó escapar un suspiro muy largo: —A veces, desearía que fuera mi hija. También he reflexionado en cómo sería mi propia hija si todavía estuviera viva. Probablemente similar a Amaranta… Es una pena, pero no soy alguien que esté destinado a tener una familia.

Después de colocar la ropa de cama para la noche, Amaranta sacó la ropa que le había comprado a su abuela y le preguntó: —Abuela, ¿te gusta?

—Abuela, los compré en el mercado hoy temprano. Por favor, usa tu ropa nueva mañana, ¿de acuerdo? —

Su abuela era reacia a usar ropa nueva sin ocasión, protestando: —No obstante, ni siquiera es el año nuevo. ¡Por qué debería usar ropa nueva!

Amaranta respondió: —¡Podemos usar ropa nueva, incluso si no estamos celebrando el año nuevo! —Decidió que después del chequeo médico de su abuela al día siguiente, limpiaría el piso superior de la casa. De esa manera, la señora Sáenz no necesitaría irse a su otra casa y podría quedarse en el piso superior.

Amaranta estaba agotada, por lo que se fue a la cama temprano.

Aunque cayó en un sueño profundo, su abuela todavía estaba completamente despierta.

Aunque estaba mirando la cara de Amaranta, la abuela en realidad estaba pensando en su propia hija. Ella deseaba con todo su corazón que existiera tal cosa como los milagros en este mundo. Porque si existiera tal cosa, entonces podría volver a ver a su hija y decirle en persona que, aunque no la había criado bien, había hecho un buen trabajo criando a su nieta.

Amaranta se despertó a las cuatro de la mañana. Tuvo que ir al hospital y hacer cola para registrar a su abuela para un chequeo médico. Como rara vez viajaban a la ciudad capital, el chequeo médico de su abuela era su principal prioridad.

Tratando de sacudirse la somnolencia, se salpicó agua fría en la cara y salió. Cuando llegó al centro de registro del hospital, ya se había formado una larga fila frente al mostrador de registro.

Amaranta, sintiendo un poco de frío, parecía un poco pálida de su cara mientras se dirigía al final de la fila. Se sentó en el suelo y comenzó a trabajar en sus preguntas de práctica de examen para mantenerse alerta.

Si tenía que esperar en la fila del hospital durante dos o tres horas, Amaranta no tenía la intención de perder su tiempo. Entonces, sentada con las piernas cruzadas en el suelo, comenzó a trabajar en sus preguntas.

Con la metodología de ayuda a la memoria, Amaranta había mejorado a pasos agigantados. Aunque no había llegado al punto en que tenía una memoria fotográfica, todo lo que tenía que hacer era leer algo una vez y sería capaz de recordar alrededor del 80% de ella.

En la tranquilidad del área de registro del hospital, aparte del sonido de la gente respirando, el único sonido que se podía escuchar era el ruido de rasguños hecho por el lápiz de Amaranta mientras escribía sus respuestas a las preguntas del examen.

Afortunadamente, Amaranta había tenido la previsión de llegar temprano, porque era la última persona en la fila para recibir un espacio para ese día para el especialista que planeaba consultar. Otros en la fila detrás de ella, que también querían consultar al mismo especialista, tendrían que volver otro día.

Después del registro, Amaranta tomó el autobús de regreso a la librería. Su abuela ya estaba levantada, esperando a que llegara para que la llevara al hospital; mientras esperaba decidió barrer el patio. Cuando vio entrar en la tienda a Amaranta, le preguntó: —Amaranta, ¿dónde has estado?

—Salí a las cuatro de la mañana para unirme a la cola en el hospital y me dieron la última cita para hoy. Abuela, vamos a que te revisen, ¿de acuerdo? Si te niegas a ir conmigo para tu chequeo médico, entonces yo… ¡No tomaré los exámenes de ingreso a la universidad!—, respondió Amaranta con una voz firme y casi molesta, cruzándose de brazos.

Furiosa, su abuela torció la oreja de Amaranta.

Fue un giro suave, pero Amaranta actuó y fingió que le dolía mucho.

—Tú, ¿cómo podrías apostar tu futuro chantajeando a tu abuela?

—¡Abuela, porque me asustaste hasta la muerte! ¿Sabes lo aterrorizada que estaba cuando de repente te derrumbaste sobre mí? Entonces, abuela, por favor escúchame, ¿de acuerdo? Vamos a examinarte. Es solo un examen físico. No costará tanto. Piénsalo. Si te niegas a hacerte un chequeo, terminaré teniendo que concentrarme en prepararme para mis exámenes de ingreso y preocuparme por tu condición de salud y estado físico al mismo tiempo. Dímelo tú. ¿Es eso lo que quieres? —Finalmente, la abuela cedió y aceptó ir.

Era la hora pico de viaje para las personas que viajaban hacia y desde el trabajo, por lo que Amaranta y su abuela únicamente pudieron abordar el autobús después de muchas dificultades.

Cuando llegaron al hospital, Amaranta primero llevó a su abuela al área fuera del consultorio del médico, donde informó a la enfermera asistente del propósito de su visita. La enfermera asistente luego le emitió a Amaranta una pila de comprobantes de prueba y le pidió que llevara a su abuela a hacerse las pruebas requeridas, a la planta de laboratorio.

Amaranta acomodó a su abuela en un banco con un poco de comida que le compró después de que le sacaran sangre y luego fue al centro de radiología para registrarla. Regresó al banco y descubrió que su abuela ya no estaba allí. Amaranta buscó por todas partes, preguntando a la gente en el camino si habían visto a su abuela.

¡Amaranta de repente se preocupó, temerosa de que su abuela Mary pudiera haber sido atrapada por estafadores!

Amaranta, con lágrimas de pánico brotando en sus ojos, levantó la cabeza y notó una cámara de CCTV. Pidió direcciones a la sala de control de seguridad y literalmente voló hasta donde se encontraba la sala de cámaras. Estando allí, pidió ayuda.

Una figura familiar finalmente apareció ante los ojos de Amaranta.

Cuando vio esa figura familiar, Amaranta comenzó a temblar involuntariamente.

Era ella, esa chica malvada.

Realmente era ella.

Amaranta rápidamente trató de calmarse.

Dándose la vuelta, agradeció a las personas de buen corazón que la habían ayudado. —Muchas gracias.

Amaranta fue al edificio donde su abuela había sido vista en las imágenes de CCTV. Era el edificio que albergaba las salas del hospital.

"Abuela".

En ese momento, su abuela aún no se había dado cuenta de que la simpática joven que la había atraído allí era en realidad una estafadora, malvada de negro corazón.

—Amaranta, ahí estás.

—Ven, abuela. Vamos a hacer sus pruebas.

Al ver que Amaranta la estaba tirando hacia la salida, la abuela preguntó, perpleja: —¿No es este el lugar para las ecografías?

—No. Está en un lugar diferente—

Amaranta no dijo más. No quería que su abuela se enterara prematuramente de la existencia de esa familia, mucho menos que esa chica la había engañado. No quería que la vida tranquila que ella y su abuela disfrutaban fuera arruinada por esa familia santamarina.

Después de que se completaron todas las pruebas, la abuela Mary y Amaranta regresaron al consultorio del médico especialista con los resultados de la prueba. El médico comentó suavemente: —La anciana está en muy buenas condiciones.

Amaranta sabía muy bien que su abuela no estaba bien en absoluto porque, durante el ultrasonido y las tomografías computarizadas, el médico le había informado que podía ver sombras en ciertas áreas.

—Oh, ¿en serio? "Gracias, doctor".

El médico, sintiendo que Amaranta estaba jugando con él, pues no hizo ninguna pregunta, solo salió de la consulta con su abuela. Al salir del consultorio del médico con Amaranta, la abuela Mary dijo: —Amaranta, ¿qué te dije? No hay nada malo en mi salud. Simplemente, no me creíste, gastamos dinero en nada.

A lo cual, Amaranta respondió con una sonrisa, —¿Ves, abuela? ¡El chequeo médico nos ha dado tranquilidad! —

Después de caminar unos pasos, Amaranta de repente se detuvo y exclamó: —Abuela, he olvidado uno de los informes. Espérame aquí. No vayas a ninguna parte con nadie. ¡Estaría aterrorizado si volviera y no te encuentro! —

Sin sospechar nada, su abuela asintió y se sentó en un banco para esperar. Amaranta corrió de regreso al consultorio del médico. Cuando el médico la vio, se quedó momentáneamente atónito.—Doctor, la enfermedad de mi abuela. ¿Es operable? —

El médico deliberó por un momento antes de decir: —Es operable, pero la cirugía únicamente le daría a tu abuela un poco más de tiempo. Además, esta cirugía sería muy costosa, y no considero que ustedes puedan desembolsar tanto dinero.

—Doctor, por favor, dígame. ¿Cuál es el costo estimado de esta cirugía? Mientras pueda ayudar a mi abuela a vivir más tiempo, usaré cualquier medio necesario para obtener el dinero

—Al menos 20 mil euros.

Amaranta sabía que a pesar de que el médico dijo que solo costaría veinte mil euros, en realidad costaría mucho más que eso.

Mucho más.

El problema era que solamente había cinco mil en el libro de depósitos bancarios de su abuela. Esa cantidad era como una gota en el océano en comparación con cuánto costaría el tratamiento para la enfermedad de su abuela.

Ahora, además de prepararse para los exámenes de ingreso a la universidad, también tendría que encontrar trabajo. ¿Cómo podría ella, en un período de tiempo tan corto, ganar 50 mil euros?

—Jovencita, a juzgar por tu apariencia, no pareces provenir de una familia acomodada. Piénsalo y averigua por ti mismo si esto es realmente necesario.

—El cáncer de mi abuela, ¿se ha extendido a otras áreas?

—Sí, se ha extendido. Además, incluso con la cirugía y el tratamiento posterior del cáncer, en su condición, es posible que su abuela aún no pueda aguantar por mucho más tiempo

Amaranta colgó la cabeza. Con lágrimas en los ojos, preguntó: —Entonces, ¿qué podemos hacer? ¡No puedo simplemente sentarme, no hacer nada por mi abuela!

El médico lo dijo tal cual —¡Jovencita, reflexiona esto cuidadosamente! Mi sugerencia es que, dado que tu abuela ya es bastante mayor, no hay necesidad de cortarla; puedes solamente darle medicamentos paliativos, hasta que llegue el momento final.


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Luciendo aturdida, Amaranta salió del consultorio del médico. A lo lejos podía ver a su abuela sentada sola en el banco, esperando a que regresara. Las lágrimas corrieron por el bello rostro de Amaranta. No podía renunciar a su abuela. Estaba decidida a tratar de salvar la vida de su abuela el mayor tiempo posible de la enfermedad que la aquejaba. Definitivamente, recaudaría suficiente dinero para que su abuela fuera tratada, con la mejor medicina, con los mejores médicos.

Amaranta se sentó junto a su abuela; su abuela suspiró. —Hay tanta gente en la Ciudad Capital… Tantos en el hospital y en los autobuses. ¡Hay gente en todas partes! —

—Abuela, ¿añoras el pueblo? Amaranta apoyó la cabeza sobre los hombros de su abuela, plenamente consciente de que su abuela sentía nostalgia. La abuela había pasado tantos años en el pueblo. Y ahora, al tener que venir a un lugar desconocido, seguramente se sentía incómoda.

—No. Este es mi primer viaje a la ciudad capital —respondió la abuela.

Riendo suavemente, Amaranta dijo: —Abuela, es demasiado pronto para decirlo con certeza, pero es posible que no haya pasado la entrevista preliminar. Si no supero la primera ronda, tendremos que regresar a casa por la tarde pasado mañana.

—Eso no sucederá. Mi querida Amaranta, eres tan capaz. ¿¡Cómo podrías no lograr ingresar a la Academia de Cine!? Estaban las sumidas en sus propios pensamientos, cuando alguien llamó a la abuela.

—¿Señora María?—

Una voz familiar sonó en sus oídos, y Amaranta sintió que su cabeza comenzaba a golpear fuertemente, como si una bomba hubiera explotado en su cabeza.

Confundida, la abuela Mary levantó la cabeza y miró a la persona que estaba frente a ellos. —¿Es usted, señor Santamarina? ¿Javier Santamarina? —

—Señora María, por favor, esperé, ¿podemos hablar? —A la pregunta de Javier Santamarina, la abuela respondió: —¡Tú y yo, no tenemos nada de que hablar!

Javier Santamarina luego se volvió hacia Amaranta Cid y le preguntó: —Amaranta, ¿te acuerdas de mí? ¡Nos conocimos cuando eras pequeña!

Amaranta prefirió negar con la cabeza. No quería recordar haber conocido a Javier Santamarina; tal vez se habían conocido cuando ella era muy joven, sin embargo, a esa edad, ella habría sido demasiado pequeña para recordar haberlo conocido. Pero recordaba muy bien todas las desgracias que pasó por su culpa cuando se la llevó a los 17 años en su vida pasada.

—¡Amaranta, vámonos! —arrastrando a Amaranta, la abuela abandonó el hospital.

Sin embargo, Javier Santamarina no iba a dejar pasar esta reunión casual con Amaranta Cid y su abuela. Inmediatamente, se puso frente a la abuela Mary y la detuvo en seco. —Señora María, ya está usted entrada en años. ¿No puede tener una conversación pacífica conmigo? ¡No tengo malas intenciones! —

Amaranta miró ferozmente a Javier Santamarina.

—Mi abuela no quiere hablar con usted. Por favor, no se interpongan en nuestro camino.

Javier se rió suavemente y una mirada de nostalgia apareció en su rostro. —Te ves exactamente como Mónica cuando estás molesta.

—¡Despreciable y desvergonzado! —Amaranta lo maldijo en silencio.

—¿Conoces a mi madre? Si es así, ¿también conoces a mi padre? —Amaranta preguntó inocentemente. Aún conocía la respuesta a esta pregunta.

Mirando al adorable Amaranta, Javier Santamarina extendió su mano, queriendo tocarle la cabeza. —"Yo soy tú..."—

—Amaranta, ve a comprarme una botella de agua. ¿Quieres? Su abuela rápidamente intervino, impidiendo que Javier Santamarina dijera algo más. Amaranta entendió claramente las intenciones de su abuela. La abuela quería evitar que Javier hablara, pero no podía pensar en otra forma de hacerlo que inventando la excusa de que tenía sed. Amaranta solo pudo obedecer a su abuela e irse a comprarle una botella de agua.

—Señor Santamarina, hace más de una década, le dije que Mónica es mi hija y que Amaranta es mi nieta. Por el resto de mi vida, mientras esté respirando, nunca te entregaré Amaranta, porque mi hija nunca me dijo que usted fuera el padre de Amaranta. Gracias por continuar enviándonos dinero a mí y a mi nieta todos estos años. Sin embargo, le he devuelto el dinero intacto. ¡Simplemente, no quiero tener nada que ver con usted en absoluto!

Javier Santamarina sabía que la abuela tenía un temperamento fuerte e inquebrantable. Tirando de la abuela para que se sentara en el banco, comenzó a hablar con toda sinceridad. —Señor Cid, sé que me resientes y me odias, pero Amaranta ya ha crecido. ¿No podemos dejar de lado todas nuestras quejas pasadas y discutir con calma el futuro de Amaranta? Ella va a cumplir dieciocho años este año, y está a punto de tomar los exámenes de ingreso a la universidad, ¿verdad? Escuché que las calificaciones de Amaranta han sido consistentemente malas.

En ese caso, ¿en qué universidad podría ser aceptada? Vamos a suponer que ella es aceptada en la academia de cine. Dime, ¿cómo costearás su educación allí? ¿Y qué pasa si Amaranta no va a la universidad? ¿Y ahora qué? ¿Tendría que esforzarse como trabajadora de cualquier tienda? ¿O simplemente se casaría? Señora Cid, sé que está muy lastimada por lo que le sucedió a Mónica, por lo que quieres mantener a Amaranta a tu lado… La abuela Mary lo interrumpió de su discurso.

—¡Javier Santamarina, deja de hablar tantas tonterías! Nunca te entregaré a Amaranta. Cuando ese incidente con Mónica explotó hace tantos años, viniste a vernos. Ahora repito lo que te dije entonces. Mientras viva, nunca te entregaré a mi bella Amaranta. ¡La única forma en que podrás quitármelo es sobre mi cadáver! —

Habiendo hecho esta declaración brutal, la abuela se puso de pie para alejarse. Pero Javier Santamarina se negó a darse por vencido, aun con la esperanza de poder lograrlo con su razonamiento. Intento retenerla tirando de su brazo.

Amaranta corrió hacia ellos y se paró frente a su abuela. Como una guerrera, bloqueó la mano extendida de Javier Santamarina.

—Señor, usted… ¿Qué crees que estás haciendo? —

Javier retiró la mano, luciendo avergonzado. Miró a Amaranta, con un rostro lleno de amor paternal. Le dijo: —Amaranta, solo quiero hablar con tu abuela.

Amaranta, únicamente, le lanzó una mirada de desprecio y ayudó a su abuela mientras se alejaban de la línea de visión de Javier Santamarina. Mientras observaba a la pareja de abuela y nieta alejarse, todo lo que podía pensar era en la mujer que siempre había estado clavada en sus recuerdos y en su mente, la madre de Amaranta, Mónica Cid…

Ana Santamarina, junto con Óscar Roing, había visto a Javier Santamarina desde lejos y lo llamó:—Padre, ¿con quién estabas hablando antes?

—Alguien que conozco. Ana, ¿está bien tu tobillo? —

Agarrándose al brazo de su padre, Ana actuó tímida y dijo dulcemente: —Papá, estoy bien. Es solamente un esguince menor. Óscar estaba siendo demasiado escandaloso. Insistió en que me hicieran una radiografía. ¡Incluso el médico confirmó que no es nada grave!

—Únicamente escúchate a ti misma. Óscar simplemente estaba preocupado por ti y lo hizo por tu propio bien —comentó Javier Santamarina.

Ana Santamarina hizo un puchero infelizmente, y dijo: —Sé que Óscar lo hizo por mi propio bien". ¡Pero sabes cuánto odio los hospitales! —

—En el futuro, debes tener más cuidado al bajar las escaleras. ¡No te lesiones de nuevo! —

—Vamos. ¡Los llevaré al hotel primero! —

Óscar Roing apoyó a Ana Santamarina mientras caminaban hacia el auto. Apoyada contra los hombros de Óscar, Ana dijo con crudeza y altanería: ¡Óscar, quiero comer KFC!

—No, no puedes. Eso es toda comida chatarra. Óscar rechazó sin rodeos su solicitud sin pensarlo dos veces.

Ana fingió llorar, lloriqueando de forma infantil: —Óscar, tienes un corazón tan cruel. Estoy enferma… ¿Por qué no puedes simplemente dejarme salirme con la mía? —Sintiendo su cuerpo suave contra su pecho, la cara de Óscar Roing se volvió instantáneamente roja carmesí.

Sin darse cuenta del efecto que ella había tenido en él, Ana preguntó: —Óscar, ¿no te sientes bien? Tu cara está sonrojada… —

Ana, esa chica tonta. ¿¡Cómo podría ser tan ingenua!? ¡Era, después de todo, ¡un hombre de verdad!, no una piedra sin emociones!

Cuando Javier Santamarina llegó con su vehículo, ayudó cuidadosamente a Ana a subir con su cinturón de seguridad. Cuando se instalaron, Javier comenzó a salir del estacionamiento del hospital. Pasó por la parada de autobús ubicada frente al hospital. Javier notó que Amaranta y su abuela estaban allí, esperando el autobús.

—Señora Mary, Amaranta, ¿a dónde van? —Llamó. —¡Déjame llevarlas!

—Óscar, mira, Ana dijo. —Es la chica de ayer… —Podría estar familiarizado con personas como ellas, el padre de Ana.

Javier Santamarina ya se había desabrochado el cinturón de seguridad, y caminó frente a Amaranta y la abuela Mary. —Vayámonos. Déjame llevarlas a dondequiera que se dirijan.



Comentarios

Entradas populares de este blog

BUSCANDO LA VERDAD TRAS MI MUERTE CAPS. 151-160 MAS EPÍLOGO

MUJER FUERTE (71-80)

NIKITA Y SASHA ¿COMO ECONTRARÁN EL AMOR? (CAPITULOS 71-90)

UNA MUJER FUERTE CAP 81-90

AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD 41-60

BUSCANDO LA VERDAD TRAS MI MUERTE CAP. 141-150

EN UN PAIS LEJANO EXISTIO UNA CHICA QUE DOLIA EL CORAZON SI NO AMABA (CAPÍTULOS 71-80)

BUSCANDO LA VERDAD TRAS MI MUERTE (111-120)

BUSCANDO LA VERDAD TRAS MI MUERTE (CAPITULOS 81-90)