AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD 41-60

EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Cuando estaban en el camino a la escuela, Amaranta y Philip se encontraron con Alberto Ortega, a quién antes de irse a la ciudad capital, Amaranta le había pedido que investigara la forma de cambiar los documentos de propiedad de la casa de su abuela a nombre de ella en cuanto cumpliera los 18 años. Por esta razón, cuando se saludaron lo detuvo y le preguntó: —Hola, Alberto, investigaste lo que te pedí.

— Hola, Amaranta. Me alegro de verte de nuevo. ¿Qué tal está tu abuela? Si me fue muy fácil conseguir la información, cuando termine la escuela te explico todo. Bueno, por ahora continúo mi camino; nos vemos en el salón de clases. — Y así Alberto subió a su bicicleta y se fue a la escuela.

— Amaranta, tenemos que hablar sobre las personas que he contratado para que cuiden a tu abuela; ya tengo a la cocinera, la cuidadora y ahora ya está decidido que habrá una mujer guardaespaldas, pero también voy a traer dos guardaespaldas para ti. — Todo esto lo estaba diciendo Philippe mientras se iban camino a la escuela.

— Agradezco mucho lo que estás haciendo por nosotras, Philippe. Pero creo que es demasiado, pero creo que esto es un poco extraño… No estás tratando de obtener algo de mí, ¿verdad?

— ¿Qué quiere decir Amaranta con tratar de obtener algo de ella? — Pensó Philip. Era la salvadora de Izan Marsans. Si trataba de hacerle algo, lo mataría Izan.

— Amamanta, aunque pertenezco al círculo del entretenimiento, no apruebo las prácticas indecentes, así que yo no espero nada de ti. — explicó Philip.

— Philip, discúlpame por haber dudado de ti.

Cuando llegaron a la escuela, Philip notó que era un edificio ya muy deteriorado. Digo que algunos salones ya estaban algo destruidos: las ventanas tenían los cubre ventanas rotas, había maleza, y las rejas forjadas estaban oxidadas, así como zarcillos verdes trepaban por las paredes del ladrillo rojo. Sin embargo, la escuela emitía una sensación de familiaridad.

Lo primero que hizo Amaranta al llegar a la escuela fue avisar al profesor Rodríguez que ya había llegado. — Sr. Rodríguez, acabo de regresar de la capital; me reincorporo de inmediato a clases. — comunicó Amaranta.

— Amaranta, esta persona quién es… — Preguntó al profesor Rodríguez, pero ella dudó en responder. Dando una mirada a Philip, solamente dijo: — Señor Rodríguez, este es mi primo que trabaja en la capital.

— Es un placer conocerlo, Señor Rodríguez. Gracias por su paciencia y comprensión. Sé que Amaranta se tomó una licencia un poco larga, por lo que estaba fuera del pueblo. Espero no esté muy atrasada en su trabajo. Por favor, profesor, ayúdala y cuida de ella — Dijo Philip de una manera muy educada.

El profesor Rodríguez vio a Philip, no toques; este llevaba un traje hecho a medida que seguramente era muy caro; se veía guapo y de una familia seguramente rica. Sin embargo, él solamente era un profesor y no podía hacer preguntas tan sensibles y personales frente a un estudiante; simplemente se reservó hacer cuestionamientos para cuando Amaranta estuviera en el salón. — Amaranta, dirígete a tu salón de clases —dijo el profesor Rodríguez, con una gran sonrisa. Amaranta se despidió de Philips y se fue.

—Ya estando en el salón de clases, Amaranta, noto los números en la pizarra. Indicaban el número de días para el examen de ingreso a la universidad.

Se sentó junto a Alberto Ortega y le entregó un obsequio que había comprado en la ciudad capital y le dijo: — Mira, Alberto, esto es para ti. — Carlos asumió un giro sobre su silla y extendió su mano, preguntando a Amaranta: — ¿Qué hay de mí?

Amaranta procedió a entregarle a toda la clase pequeños obsequios que había comprado en la gran ciudad a todos y cada uno de sus compañeros. Eran baratijas, pero a sus compañeros les parecieron grandes cosas. Mientras entregaba los regalos, preguntó: — Amaranta, estás lista, no olvides que mañana es el examen de simulación, ¿estás segura de pasarlo?

Después de este comentario comenzó una discusión muy acalorada en el aula de clase entre todos los alumnos presentes, unos a favor de Amaranta y otros en contra. Había unas chicas muy celosas de cómo había regresado Amaranta con nueva ropa y cómo lucía espectacular. Antes de que Amaranta hablara sobre la Academia de Cine de la ciudad capital, en la pequeña población dónde vivían, no se sabía absolutamente nada de esta escuela, pero eso no impedía que las chicas superficiales de este lugar quisieran llegar a ser grandes estrellas de la televisión, ser famosas, ricas o estrellas del cine. Las que aplicaron para hacer examen a la universidad lo hicieron en carreras donde pensaron que podrían sobresalir de una manera simple. Nunca se arriesgaron a aplicar en carreras complicadas.

—Amaranta, por mí no hay problema si deseas cancelar la competencia; no quiero hacerte pasar una vergüenza y que tengas que saltar en un solo pie como un conejo delante de toda la escuela. — Dijo sin más Mariana Cid.

—Mariana, no me has dicho hola, no se te olvide que soy tu prima, hermana mayor, me debes respeto, y no te preocupes, no voy a cancelar la competencia. — Respondió Amaranta, tomando su libro de ejercicios y poniéndose a estudiar.

Mariana Cid y los otros estudiantes de la escuela pensaron que Amaranta Cid había estado divirtiéndose mientras estaba fuera de la escuela. No sabían que Izan Marsans había estado ayudando a Amaranta con sus estudios; ella no había recibido mucho sol en la capital, por lo que su piel estaba pálida. Si estos chicos presuntuosos se hubiesen puesto más atentos, podrían haberse dado cuenta de que ella no se había estado divirtiendo, pero sus propios celos no los dejaban ver más allá de su nariz.

Mientras Amaranta se encontraba en los sanitarios, escuchó como algunas chicas chismosas estaban diciendo cosas desagradables sobre ella.

— Escucho de mi madre que la enfermedad del cáncer es muy cara; ¿cómo hizo Amaranta para conseguir el dinero para pagar?

—De seguro se vendió a un viejo rico; escuché que anoche llegó en un auto muy lujoso.

— Así son las mujeres que aspiran a entrar al mundo del espectáculo.

Amaranta continuó escuchando; no daba crédito a tantas tonterías. No podía creer todo lo que estaban diciendo de estas chicas tontas de dónde habían sacado tanta mentira. Cuando menos esperaban, Amaranta se hizo presente y todas dejaron de hablar. ¡No me vendí a un anciano! De hecho, es un hombre joven y guapo, es uno al que han visto ustedes en las películas; ¿todas ustedes van a estar aún más celosas de mí? Mientras Amaranto se lavaba las manos, les decía esto: quiero ya roja agua en las caras de estas mujeres chismosas.

—"Porque mejor, en lugar de estar difundiendo chismes que no les corresponden, se ponen a estudiar para mejorar sus exámenes de ingreso a la universidad", le replicó.

Ese día, al terminar las clases, Amaranta iba saliendo de la escuela cuando Philip tocó claxon del auto para llamar la atención de ella. Cuando giró la cabeza para ver quién la llamaba, vio que era Philip en su auto.

—Philip, ¿qué haces aquí? — preguntó Amaranta. 

— Pasaba por aquí, así que vine a recogerte.  — Sube, vamos a casa — Le indicó Philippe a Amaranta.

Cuando sus compañeros de clase vieron esto, no pudieron evitar cotillear entre ellos. Estaba tan celoso de Amaranta, porque ella tenía a un príncipe azul. Estas chicas habían estado soñando con un hombre que las cuidara de pies a cabeza. Que él las amará y las adorará como si fueran un gran tesoro. Que fuera el hombre que les diera las mejores cosas del mundo y que solo tuviera ojos para ellas.

—Ese hombre se ve tan guapo.

—¿Ese es un Maybach?

—Es un auto de lujo.

Esa noche, Mariana Cid estuvo muy inquieta y molesta: — Humillaré a Amaranta con mis calificaciones y haré que haga un baile erótico, no el del conejo. Frente a toda la escuela


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Al día siguiente, Amaranta pudo sentir algo extraño en la forma en que sus compañeros de clase la miraban cuando entraba al aula. Era como si hubiera algo en su rostro.

—En el momento en que se sentó en su asiento, una compañera de clase se acercó a ella y le susurró: —Amaranta, discúlpame por lo que hice ayer. No debería haber dicho esas cosas sobre ti.

Amaranta se sorprendió. Ella no respondió. Pensó que era extraño que su compañero de clase hiciera eso. 

—¿Por qué me pediría disculpas? —se preguntó.

—¿Sucedió algo ayer?—preguntó Amaranta, y su compañera de clase se sonrojó. "En el baño de damas", murmuró su compañera de clase.

—Oh, ¿te refieres a ese incidente al decir eso? No guardo rencor. Elijo centrarme en cosas realmente importantes —respondió casualmente Amaranta.

Su compañera de clase se cubrió la cara con las manos y luego se alejó. Se sintió avergonzada.

Amaranta luego preparó su lápiz y papel para el examen. Se aseguró de que todo estaba listo.

Como se trataba de un examen simulado, se llevaría a cabo como si fuera un examen formal de ingreso a la universidad.

Los estudiantes de último año fueron dirigidos a sus respectivas aulas, y se asignaron dos supervisores a cada aula.

Los supervisores no eran los maestros de aula para los estudiantes de último año, sino maestros transferidos de escuelas intermedias y primarias de la ciudad principal, más cercana al pueblo.

Amaranta ya había recibido su número un día antes, cuando terminó la clase.  El asiento de Amaranta estaba situado cerca de la ventana, y había un árbol de sicomoro afuera que casi bloqueaba toda la ventana. Cada vez que soplaba el viento, las hojas emitían un crujido.

El primer día, se presentaba a los exámenes de lengua por la mañana, seguidos de matemáticas por la tarde. Al día siguiente, se presentaba a sus exámenes de inglés por la mañana, seguidos de física y química por la tarde. Cuando estaba en la capital, había sido tutorizada por Izan Marsans, que era un erudito en todas las materias. Aprendió que siempre debía comenzar con la pregunta más fácil, y fue rápida en resolver los problemas. Cuando completó las preguntas y comprobó sus respuestas una vez más, segura de que no había errores en sus respuestas, presentó sus exámenes a los profesores responsables de recogerlos.

Después de que Amaranta terminó sus exámenes, se dirigió al campo donde se reunieron sus compañeros de clase para verificar sus respuestas.

—Amaranta, ¿cómo fueron los exámenes? —Carlos preguntó nerviosamente. —Creo que me salí del tema por mi composición escrita. 

Alberto comentó: —Es mejor que tengas cuidado entonces. El peso de la composición escrita es alto.

Carlos se sentó en el suelo y se cubrió la cara con un libro de texto de lengua mientras se lamentaba: —No sé qué me pasa. —Estaba muy nervioso y mis palmas sudaban mucho.

Las calificaciones de Amaranta siempre habían sido promedio.

—¿Qué hay de ti? ¿Cómo supones que te fue en los exámenes Amaranta?, preguntó Alberto.

Amaranta respondió: —Lo encuentro manejable. No fue fácil, pero no tan difícil si estudiaste.

De hecho, Amaranta sintió que lo había hecho bastante bien, ya que había intentado responder muchas preguntas de pruebas anteriores y, por lo tanto, encontró fáciles las preguntas en los exámenes simulados.

"Sin embargo, tendría que memorizar cosas si tuviera que estudiar artes liberales. Mi memoria es tan buena como la de un pez de colores. ¡Solo dura tres segundos! Soy muy malo para recordar cosas. —se lamentó Carlos.

Carlos conocía el papel crítico del examen de ingreso a la universidad para determinar el destino de uno. Estaba tan molesto que quería llorar. No obstante sabía que esto era lo mejor que podía hacer y que sería muy difícil para él lograr buenas calificaciones.

—Amaranta, ¿crees que también debería intentar postularme en una escuela de cine? Preguntó Carlos.

—Podrías hacerlo si así lo deseas, pero debes estar consciente de que es muy complicado estar dentro de la industria del entretenimiento. Eso sin contar que este año ya se terminó el periodo de inscripción para el acceso a la Academia de Cinematografía y a la Academia de Teatro. Le dijo Amaranta a Carlos

—Quiere decir que no necesito la universidad para ingresar al círculo del entretenimiento. —Comenta Carlos.

—Relativamente no, es muy fácil que te acepten solamente con el bachillerato en las Academias de actuación; sin embargo, cada año son más postulantes; eso hace que sean menos las posibilidades de que llegues a tener posibilidades de obtener trabajo y destacar en el mundo del espectáculo, si no tienes conexiones, pues terminares siendo el chico del café. —dijo Amaranta con un semblante de desánimo, pues en el fondo sabía lo difícil que resultaba el mundo de la actuación.

Esa noche, Amaranta recibió la llamada telefónica inesperada de alguien que se estaba convirtiendo en una persona muy importante para ella en su corazón. —Hola, Izan, cómo estás, ¿estás comiendo bien?, ¿estás saludable? —preguntó rápidamente.

—Pequeña Amaranta, estoy bien y tú, ¿cómo te fue en la simulación de los exámenes? —preguntó Izan Marsans.

—Bien, estoy segura de que todo saldrá perfecto. —Amaranta aseguró felizmente.

—¿Tan segura estás de que no tendrás problemas?—preguntó Izan.

—Por supuesto, he sido capacitada por el mejor profesor. "Tú" —respondió tímidamente Amaranta.

—Izan Marsans, estaba feliz de escuchar aquellas palabras; su corazón se sentía como algo de azúcar. Mientras continuaba con su pequeña charla con Amaranta, estaba una persona en la puerta de su oficina escuchando la conversación tan franca y dulce, que esta persona se preguntó si estaba hablando con su novia y eso le provocó un rayo de celos.

—Tocaron a la puerta de la oficina de Izan y dijeron "Capitán Marsans", a lo cual Izan le dijo a Amaranta —Pequeña, tengo que colgar, ahora te llamaré después, cuídate. —Colgando para atender a quien entraba.

Al día siguiente, Alberto Ortega fue a la escuela con ojeras, pues había discutido la noche anterior con sus padres, amenazando con no ir a la universidad si no lo dejaban desarrollar un plan de trabajo que estaba por implantarse en el pueblo.

—Cuando Amaranta se dio la vuelta y lo miró…

—¿Has escuchado? ¡Los resultados del examen simulado se han publicado!

Alberto estaba atónito. Acababan de terminar los exámenes ayer, y los resultados ya estaban disponibles. ¿Tan rápido?

—Amaranta asintió y dijo: —¡Estoy muy preocupada por las calificaciones de Carlos!

Mariana Cid llegó temprano a la escuela. Parecía tener mucha confianza en los resultados que obtendría en los exámenes, y Carlos no pudo evitar preocuparse por si Amaranta perdería.

Mariana Cid pasó junto a Amaranta, y de una manera muy prepotente le dijo que no deberías estar practicando como saltar ahora mismo.

—No tengo por qué hacerlo, no seré yo quien pierda. Respondió Amaranta.

—Estoy segura de que yo tampoco perderé. —afirmó Mariana.


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—Amaranta podría haber estado demasiado emocionado anoche. No pudo dormir hasta muy tarde en la noche. Como tal, se había quedado dormida. Afortunadamente, la abuela la había despertado, o todavía estaría durmiendo en este momento.

—Amaranta, pensé que tenías miedo.

Mariana no pudo evitar burlarse de Amaranta cuando la vio.

—¡No podía esperar para ver a Amaranta haciendo el baile del conejo en el escenario y en el último momento obligarla a bailar de una forma más sensual, con su uniforme escolar, nada menos!

—Ya había pedido prestada una cámara. Ella tomaría una foto de Amaranta y se la daría como regalo.

Mariana quería que Amaranta viera lo divertida que se veía mientras bailaba.

—Mientras tanto, Amaranta estaba de muy buen humor. Confiaba en que podría superar a Mariana en cualquier momento.

—Mariana, no tengo miedo. Acepté la apuesta, así que incluso si pierdo, seguiré adelante con la penalización. Solo estoy preocupado por ti. ¡No eres digno de confianza, y me temo que no harás lo que acordamos!

—Oh, no te preocupes por eso. ¡La persona que perderá la apuesta no seré yo!

Casi todos en clase sabían sobre la apuesta entre Mariana Cid y Amaranta Cid.

Fue por eso que todos trataron de evitar reírse cuando escucharon a Amaranta decir que Mariana no era confiable.

¿Se reían de Mariana por no cumplir con sus compromisos o se reían de Amaranta por tener demasiada confianza?

—La primera clase de la mañana fue biología.

Amaranta se centró en responder las preguntas de práctica. Ella no estaría a gusto hasta que se publicaran los resultados del examen de ingreso a la universidad.

—El examen de ingreso a la universidad fue el punto de inflexión de su vida.

Tuvo que trabajar duro para cambiar su terrible destino.

Durante el tiempo de descanso, un estudiante de otra clase corrió y gritó: "¡Los resultados del examen simulado se han publicado!"

—¿En serio?

Todos los estudiantes salieron corriendo a ver los resultados.

Mariana miró a Amaranta con calma y preguntó: —¿No vas a verificar tus puntajes?

—Realmente no hay mucho que ver. Vas a perderte. Estoy seguro de ello.

Mariana se echó a reír. —Amaranta, sabes muy bien cómo son tus calificaciones. Creo que tienes miedo de perderte conmigo y avergonzarte tú sola. Es por eso que no vas a ir a mirar tus puntajes. Pero no te preocupes. Es solamente una danza de conejo. No es nada vergonzoso.

—Mariana, a veces, tener demasiada confianza no es algo bueno. Si yo fuera tú, iría y comprobaría tus puntuaciones. No será demasiado tarde para ser humilde. ¿Qué te parece?

Sintió que lo que Amaranta estaba diciendo en este momento era una pretensión: estaba preocupada en el fondo. Mariana
Se acercó a Amaranta y la agarró del brazo. Ella dijo: —Vamos. ¡Veamos los resultados juntos!

Algunas personas realmente no sabían cuándo darse por vencidas.
No se rendirían a menos que estuvieran gravemente heridos.

—Amaranta, ¿estás seguro de que quieres ver los resultados conmigo? Sería incómodo si los resultados no resultaran a tu favor.

—¡Preocúpate por ti mismo!

Había muchos estudiantes hacinados frente a las pizarras. Cuando vieron a Mariana y Amaranta acercándose a ellos, se apartaron para darles paso.

Amaranta estaba especialmente segura de sus resultados.

Había cien nombres en cada tablero, y Mariana estaba segura de que estaba entre los 10 primeros.

Mariana arrastró a Amaranta y miró la lista de arriba a abajo. Ambos se sorprendieron de los resultados.

Primer lugar: Amaranta Cid, 740

Segundo lugar: Alberto Ortega, 631

Tercer lugar: Juan Sánchez, 610

Cuarto lugar: Mariana Cid, 580

Mariana Cid se derrumbó cuando vio que había tomado el primer lugar Amaranta Cid.

¡Eso era imposible!

¿Cómo podría ser eso posible?

Amaranta tuvo las peores calificaciones de toda la clase. ¿Cómo podría obtener una puntuación tan buena?

Nadie había obtenido una puntuación tan alta como 738 en toda la historia de Deifont High School.

¿Cómo? ¿Qué hizo Amaranta?

—¡Debe ser un error! —La cara de Mariana estaba pálida mientras murmuraba para sí misma.

—Deben haber escrito 740 en lugar de 140. ¡Debe haber un error! Mariana se dio la vuelta y miró Amaranta. 

—¡No puedes obtener una puntuación tan alta!

—Tal puntaje era demasiado alto para una chica que en los otros años escolares no sacó una buena calificación. Es simplemente imposible que esté sucediendo esto. No había forma de que Amaranta pudiera haber obtenido esa puntuación. ¡No es posible!

El que tenía la puntuación más alta había recibido 110 notas más que la persona en segundo lugar. ¿Qué tipo de diferencia fue esta?

—¡Amaranta, sé un perdedor amable!

Mariana Cid estaba enfurecida. Ella se negó a creer las puntuaciones. ¡No aceptaría la derrota, especialmente de su prima!

Debe haber un error. Seguramente, hubo un error.

—Amaranta, sé honesta. ¡Sabes en tu corazón que esta no es tu verdadera puntuación!

Las palabras vacías de Mariana no avergonzaron a Amaranta ni la enojaron. En cambio, ella sonrió.

—Mariana, usa tus cerebros. Si esta no es mi puntuación real, ¿se publicaría en el tablero? Considere esto. Cuando obtuve puntajes altos en los exámenes, nuestros maestros seguramente tendrían dudas. Pienso que ya habían revisado mis exámenes varias veces. Lo creas o no, ¡esas son mis puntuaciones!

Los otros estudiantes reflexionaron que Amaranta tenía razón cuando escucharon lo que dijo.

—Reflexiónalo, si un mal estudiante de repente lograra calificaciones tan altas, los maestros naturalmente dudarían de los resultados.

Los maestros definitivamente comprobarían las pruebas una y otra vez hasta que se convencieran de que estos eran los puntajes reales.

Tal vez, los maestros creyeron que este estudiante había abierto sus notas mientras tomaba los exámenes.

Sin embargo, incluso si el estudiante hubiera abierto notas en el examen, se necesitaría mucha habilidad para hacerlo discretamente.

Además, tener notas para estos temas era inútil.

La diferencia entre sus puntajes se había metido con la cabeza de Mariana.

—¡Amaranta, debes haber hecho trampa! ¡Hiciste trampa!

—¿Hice trampa?—Amaranta se rió suavemente. —Entonces, ¿quién me dio las respuestas? ¿Fuiste tú?

Esta pregunta fue como una bofetada en la cara de Mariana. No era ella. Solo obtuvo una puntuación de unos 500. Ni siquiera llegó a 600.

¿Podría haberle dado a Amaranta las respuestas?

¿Quién le ayudó a hacer trampa? ¿Cómo lo sabría? Mariana se rió sarcásticamente. Ella continuó: —De todos modos, tu primo es tan rico. ¡No es imposible que te haya dado los exámenes por adelantado!

Amaranta resopló. Estaba sorprendida por la reacción de Mariana.

—Mariana, creo que eres patética. Si piensas que he hecho trampa, puedo volver a tomar los exámenes. ¿Pero estás dispuesta a apostar conmigo? 

Amaranta sonrió. Luego, continuó: —Incluso si te atreves a apostar conmigo, no quiero volver a apostar contigo. Después de todo, ¡tu carácter moral es demasiada basura! Eres una perdedora dolorosamente. ¡Sigues buscando excusas porque no podías aceptar que perdiste!

—Amaranta, no estoy tratando de encontrar excusas. Tengo razones para dudar de tus puntajes.


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—Amaranta fue llamada a la oficina del director de la escuela, por causa de Mariana Cid, quien fue a quejarse de que era inaudito que fuera real la calificación de tan alto puntaje que recibió, que solamente pudo conseguir usando métodos de malos modos.

—Amaranta, sabes por qué te he llamado, algunos alumnos están inconformes con tu calificación, creen que hiciste trampa al resolver las respuestas; realmente no creo que tuvieras la oportunidad de hacerlo, pero tenemos que encontrar una solución para que los otros alumnos queden conformes con tu calificación y no se molesten más, que te parece. —comentó el director.

—Realmente no es algo que me preocupe; yo sé que no hice trampa y, aunque pasé casi un mes fuera de la escuela, cuidando a mi abuela, estudié arduamente y aquí están las pruebas de que me esforcé en mis estudios. —respondió Amaranta en una forma sin emoción alguna.

—Eres una niña muy prepotente; parece ser tan polémica y mal educada, Amaranta —comentó una de las secretarias de la oficina escolar.

El director estaba en parte de acuerdo con esta secretaria, pues los dos años anteriores, Amaranta sacó malas calificaciones, además de que siempre se involucraba en peleas y discusiones con otros niños y se salía de la escuela para irse a los cibercafé; por eso es que dudaba en apoyarla al cien por ciento en esta ocasión, con lo de su calificación.

—Profesor Rodrigues, ¿qué es lo que piensa usted?, ¿cree que Amaranta hizo trampa durante las pruebas simuladas o no? —preguntó el director.

El profesor Rodríguez analizó con calma lo que debería responder, puesto que si Amaranta llegara a sacar esa calificación o aún mejor una mayor en su examen real de admisión a la Universidad, él sería considerado entre los 10 mejores profesores regionales; eso significaría que recibiría un premio monetario, además de una oferta de una nueva plaza laboral con más paga.

—Creo que Amaranta es un ejemplo para otros alumnos, alguien a quien deben admirar, y ver que se puede salir desde abajo, conseguir realmente lo que se proponen si se esfuerzan, así que no creo que haya hecho ninguna trampa en el examen; además, ella no estaba en la escuela en el tiempo en que se prepararon las preguntas de la prueba de simulación, así que no se puede decir que alguien se las pasó. Llegó un día antes del día asignado para el examen. —afirmó el profesor Rodríguez.

—Amaranta estaba muy molesta y decepcionada a la vez, por todo lo que estaba pasando; no podía ser posible que todo esto esté pasando solo por el reclamo de su prima Mariana Cid, quien no sabe perder; tenía que limpiar su nombre de inmediato, para que nadie durara de su integridad.

—Señor Director, es importante que se limpie mi nombre de este problema, porque una mancha es una mancha, y si escucho a cualquier alumno calumniarme de nuevo diciendo que yo realice algún tipo de trampa, le haré saber a mi abogado para que esto llegue a los tribunales por difamación. —Sentencio Amaranta

—El director, analizó estas palabras, sabía que si un alumno llegaba a tener antecedentes penales, por muy pequeños que fueran, tendría una mancha en su expediente de vida. Eso le cerraría las puertas de por vida a los mejores empleos. 

—Amaranta, no tenemos por qué llegar tan lejos. Esos chicos también son tus amigos, no solamente tus compañeros de clase.

—Director, ¿usted cree que un amigo haría estas calumnias en mi contra? ¿Qué dejaría que una chica cargara con este estigma de por vida para que siempre la señalen como una tramposa? ¿Me está diciendo que yo me quedé de brazos caídos mientras ellos me señalan? No, ya nunca dejaré que me señalen o me hagan daño.

—Estoy de acuerdo con Amaranta; ella no merece ser señalada con el dedo por algo que no ha hecho. —señaló el profesor Rodríguez.

—Amaranta estaba pensando: ¿cómo es posible que, aun cuando estudió arduamente e Izan Marsans se esforzó por ayudarla, en este momento, estén poniendo en tela de juicio su capacidad? Ella demostró en el examen de ingreso a la Universidad Capital que puede ser incluso la número uno ese día; nadie podrá refutar que realmente puede ser capaz de estudiar y sacar adelante una carrera, sin hacer trampa, y que ha cambiado.

—Amaranta, porque no hacemos esto, esta tarde, te hacemos un nuevo examen de solo algunas preguntas para probar que no hiciste trampa y que tienes los conocimientos que demostraste en el examen de simulacro. —comentó el director.

—Director, eso estaría afirmando que los profesores también dudan de mí. —refutó Amaranta.

—El profesor Rodríguez comentó entonces: —Amaranta, hagamos esto, reunamos a los alumnos de último grado que realizan 10 preguntas por salón, de ahí escogeremos 10 preguntas; esas son las que responderás frente a todos ellos, así demostrarás que realmente eres lo suficientemente inteligente como para ser capaz de sacar una alta calificación en el examen de simulacro. —ofreció el profesor Rodríguez, encargado de la clase de Amaranta.

—No tengo por qué aceptar, pero lo haré, porque realmente deseo que termine todo de la mejor manera, profesor; esta tarde lo haremos como usted ha propuesto.

—Cuando regresaron por la tarde después de la hora de la comida, a la entrada de la escuela, Mariana dijo: —Amaranta, ¿crees que la puntuación que obtuviste al hacer trampa es aceptable?

—Mariana Cid, si no conoces la ley, déjame recordarte que hay una cosa llamada difamación. ¡Es el artículo XXX del código, la ley penal, y establece que la difamación es la elaboración y difusión intencional de falsedades que pueden conducir a la difamación del carácter y la ruina de la reputación de uno, por lo tanto! ¡Eso es un acto grave! En casos graves, el acusado será condenado a tres años de prisión con libertad condicional, detención, confinamiento o será despojado de sus derechos políticos. No quieres provocarme. —Amaranta se fue sin más.

—Mariana, soy consciente de que dudas de la autenticidad de las calificaciones de Amaranta. —Le dijo el profesor Rodríguez, después de verla, que se había enfurecido con Amaranta al grado de tratar de empujarla para que le cayera una barda encima, sin que Amaranta lo notara. —Pero eso no te hace ningún bien, solo te está llevando dolor y odio a tu corazón que es necesario acumular en una niña como tú. Piensa muy bien tus acciones antes de realizarlas; puedes llegar a realizar cosas de las cuales te arrepentirás toda tu vida —concluyó el profesor Rodríguez.

****Esa noche a las ocho.****

—Había varios cientos de estudiantes de último año de secundaria, y todos estaban reunidos en el pasillo.

Amaranta subió al escenario en el pasillo con papel de borrador y un lápiz.

El director vio a Amaranta, que estaba parada a su lado. —¿Por qué este niño es tan necio? Definitivamente, sufriría cuando comience a trabajar. —pensó.

—Buenas noches, estudiantes. En primer lugar, me gustaría felicitar a todos por sus resultados excepcionales en los exámenes simulados.

Los estudiantes vitorearon.

El director esperó a que los estudiantes se calmaran antes de levantar las manos e hizo un gesto para que todos se detuvieran.

—Sin embargo, hay algunos estudiantes que sospechan de la autenticidad de los puntajes de Amaranta. Esta noche, un estudiante de cada clase desafiará Amaranta.

—Iniciaron la ronda de preguntas; el primero en hacerlo fue el chico que quedó en segundo lugar de clasificación del examen.

Alberto Ortega —Te haré una pregunta de matemáticas, así que te dejaré aquí el ejercicio a realizar. —Dejo el cuaderno en un escritorio que fue asignado a Amaranta en el auditorio, para que lo usara para responder las rejuntas que le hicieran sus compañeros de escuela.

Pues resulta que sé la respuesta a este problema matemático. Desarrolló el problema de tres formas diferentes, y después de terminar en menos de tres minutos le entregó la respuesta al profesor de matemáticas, quien lo revisó y después de quedar admirado, les dijo a todos los presentes que estaba correcto y bien desarrollado.

—Juan Sánchez, pasa al frente y formula una pregunta de Física a Amaranta. —ordenó el director, al chico, que sacó el tercer lugar.

Amaranta respondió rápidamente a la pregunta que se le realizó de igual manera que la de matemáticas.

Así, consecutivamente, hasta llegar a diez preguntas de manera íntegra, demostrando que Amaranta no había hecho trampa en ningún momento en el examen simulado.

—Mariana, no podía dar crédito a lo que estaba viendo y escuchando; ella seguía en estado de negación total; era imposible que esa chica sin padres pudiera sacar más puntuación que ella. No sabía qué pena estaba pagando, pero desde que tenía uso de razón, siempre la habían comparado con Amaranta en físico e inteligencia… No fue hasta que Amaranta comenzó a fallar en la escuela y ella logró subir de calificación, que en su casa la tomaron en cuenta y ahora de nuevo la van a regañar y harán de menos, por culpa de esa huérfana…

Las 10 preguntas han sido respondidas. Amaranta Cid respondió con éxito a todas tus preguntas. El rumor de que había hecho trampa en el examen también se ha demostrado erróneo. Ahora proyectaré una película para todos. Concluyó el director de la escuela; con esto se demostró la inocencia de toda acusación infundada en contra de Amaranta.

—Solo quedaba una chica, que causaría problemas en el futuro… o no, los hilos del destino están siempre enredados.


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—Izan Marsans se encontraba en su oficina, revisando algunos documentos y hablando con Amaranta por teléfono como lo hacía cada noche que tenía disponible. Mientras conversaba con esa pequeña de pelo rubio y ojos grises, alguien se encontraba detrás de la puerta de su oficina escuchando la conversación que sostenía con Amaranta.

—Pequeña Amaranta, no te preocupes por nada que no sea exclusivamente la escuela, todo lo demás déjamelo a mí —decía Izan. Liliana Cota se encontraba fuera de la puerta de la oficina de Izan Marsans, ella era psicóloga asignada al campamento, se conocían con Izan desde la infancia, sus padres eran amigos, se dejaron de ver cuando ella tenía 18 años, pues asignaron a su padre a otra zona militar y ella después realizó sus estudios en el extranjero, cuando regresó hizo todo lo posible por entrar al ejército como psicóloga de los militares de alto rango, para poder estar cerca de Izan Marsans, de quien estaba secretamente enamorada desde los 12 años. Al escuchar llamar a alguien pequeña con una voz tan dulce, se sorprendió, pues sabía que Izan no tenía ningún trato con mujeres fuera de su familia; quizás ya tenía novia y ella no lo sabía.

—Liliana Cota, tocó a la puerta; después se anunció. —Puedo entrar, capitán Marsans, soy la psicóloga, la doctora Cota.

—Adelante, puedes pasar— respondió Izan después de despedirse de Amaranta y colgar.

—Capitán, le traje estos informes para que los revise y los firme —Liliana le entregó los documentos que traía en su mano; Izan los recibió, pero notó que la mujer no se marchaba.

—¿Algo más, Doctora?, yo me pondré en contacto con usted una vez que los tenga listos —preguntó Izan con una cara seria y sin emoción alguna.

—No… No nada más, me marcho ahora —salió de la oficina de Izan Marsans. Liliana Cota.

Liliana Cota se dio la vuelta y salió de la oficina. Se encontró con Scott en las escaleras.

—¡Scott! —

David Scott se inclinó y la saludó. — Señorita Cota.

— Solías llamarme solo Liliana. ¿Por qué tan distante ahora? ¿Qué pasa con la formalidad?

David Scott sonrió y dijo: — Eso fue en el pasado. Ahora que estamos en el ejército, tengo que seguir las reglas.

— Está bien, entonces.

Liliana Cota y David Scott caminaron juntos. Después de un momento de silencio, le preguntó a David Scott: — ¿El capitán Marsans tiene novia?

David Scott era el asistente y mano derecha de Izan Marsans. — No lo creo. Nunca lo he escuchado decir nada sobre tener una novia…

— ¿No tiene una? ¿Realmente? Pero escuché al capitán Marsans por teléfono charlar con alguien cuando fui a darle algunos informes. Pensé que tenía novia. — compartió Liliana Cota casualmente.

David Cota no esperaba que las mujeres tuvieran pensamientos tan complicados. Se abofeteó la frente. — ¿Estás hablando de la pequeña Amaranta?

"¿Pequeña Amaranta?" Liliana se llenó de celos cuando escuchó estas palabras. Sonaban tan adorables. "Pequeño Amaranta"…

David luego continuó: — ¿Sabes cómo se lesionó el capitán Marsans la última vez? El capitán Marsans tiene un tipo de sangre único. La pequeña Amaranta fue quien donó sangre para salvarlo. Ella es la salvadora del capitán Marsans, no su novia. Acaba de terminar de tomar el examen de ingreso a la universidad. Nuestro capitán Marsans no es una… bestia.

Para algunas personas, un hombre de 26 años podría tener una novia de 20 años. Esto era razonable y aceptable.

Sin embargo, si un hombre de 26 años tuviera una novia de 18 años, la gente lo encontraría abominable.

—Oh, así que eso es lo que sucedió… Entonces debería tratar bien a la pequeña Amaranta. ¿Cómo es la situación de la pequeña Amaranta?

Liliana era psicóloga, por lo que David Scott no era rival para ella.  Ya le había contado todo sobre Amaranta en una caminata de unos cien metros.

Liliana estaba muy feliz cuando descubrió que la pequeña Amaranta no era la novia de Izan Marsans, sino su salvador.

Podía adivinar cuáles eran los pensamientos de Izan Marsans sobre esto. Probablemente, iba a tratar a la pequeña como una hermana menor y protegerla.

Liliana Cota sintió que tenía que conocer a esta pequeña niña.

Por lo menos, tuvo que hacerle saber que había una mujer llamada Liliana Cota al lado de Izan Marsans. Ella era una buena combinación para Izan Marsans en términos de antecedentes familiares, educación, trabajo, prácticamente todo.

Philip llamó a Izan Marsans. Estaba emocionado de informar lo que había sucedido recientemente que involucraba a Amaranta.

Al otro lado del teléfono, Izan estaba asistiendo a una reunión y era muy ruidoso. — ¡Hermano, no creerías la información importante que descubrí esta tarde! 

Izan Marsans se cubrió la otra oreja y preguntó: — ¿Qué es?

—Hay un chico al que le gusta Amaranta…

Philip Thompson dijo sentimentalmente. — Juventud, divino tesoro, sabes, a mí también me gustaba la chica más bonita de la escuela cuando era joven. Fue una pena que a la chica no le gustara alguien como yo…

Philip sabía muy bien que a pesar de que él y la chica más bonita de la escuela no terminaron juntos, la sensación de admirar a alguien haría que el corazón de uno se sintiera cálido cuando uno lo recordara muchos años después. Ese sentimiento era algo que nunca había vuelto a sentir después de graduarse.

—¿Qué pasó después de eso?

—¡Ese chico no se atrevió a confesarle!

 Philip pensó en cómo se veía Alberto. Era guapo y de buen carácter.  También escuchó que las calificaciones de Alberto eran bastante buenas y que su padre también era el alcalde de la ciudad. Alberto era definitivamente un chico popular. 

— Tengo la sensación de que a más personas les gustará Amaranta… No sé qué hombre podrá defenderse de tantos rivales.

—No olvides que Amaranta todavía es joven. Mantenla vigilada de cerca y no dejes que esos chicos tontos la engañen. — instruyó a Izan Marsans con preocupación.

Philip solo confirmó lo dicho por Izan; cuando estaban en esta conversación, este escuchó unos gritos de una mujer, de repente desde el otro extremo de la línea.

— ¡Capitán Marsans, ¡ME GUSTAS! —

Philip tenía mucha curiosidad. No podía esperar para preguntarle a Izan Marsans al respecto. Quién fue la mujer que se había atrevido a gritar "¡Capitán Marsans, me gustas!" Frente a tanta gente. ¿No temía que Izan Marsans rechazara sus avances? ¿Estaba fuera de su mente? Fue vergonzoso.

Uno tenía que saber que Izan Marsans era un caballero. Sin embargo, no era tan tierno cuando se trataba del sexo opuesto, que daba a conocer sus sentimientos frente a tanta gente.

Philip se compadeció de la mujer que se le había confesado a Izan, que la ayudaban todos los dioses a que conociera esa pobre mujer.

La ruidosa multitud inmediatamente se quedó en silencio, cuando Liliana Cota gritó: — ¡Capitán Marsans, me gusta! —

Izan Marsans colgó el teléfono. Un toque de frialdad se podía ver en sus ojos de mirada severa. El silencio fue ensordecedor. Solo se podía escuchar el sonido del crepitar del fuego.

El fuego iluminó la cara de Liliana Cota, destacando su expresión tímida.

Si Liliana Cota se le hubiera confesado a otro hombre, la multitud los habría vitoreado a ambos; tal vez los habría alentado y felicitado.

Sin embargo, cometió el grave error de hacer su confesión al "diablo del ejército, señor todopoderoso". Por lo tanto, nadie se atrevió a burlarse de ellos o realizar cualquier comentario. Ni un solo sonido hicieron.

—instructoraCota, creo que tomó demasiadas bebidas. — comentó uno de los oficiales. — Ustedes dos, amablemente escóltenla.

El corazón de Liliana se torció de dolor.

Esta era Izan Marsans.

Su rechazo era tan obvio. Que dolían hasta los huesos.

— Capitán Marsans, no estoy borracha; — insistió Liliana Cota. — Me gustan… Me gustas mucho. No tienes que aceptar mi confesión ni hacer nada.

La expresión de Izan Marsans siguió siendo la misma: estoica, con semblante como esculpido en piedra.

—No le gustaban las chicas como Liliana Cota. No era que Liliana no fuera buena, pero habían crecido juntos. A pesar de que se habían separado durante varios años porque sus padres habían sido desplegados en diferentes lugares, Izan había visto crecer a Liliana. Él… Él no estaba interesado en ella románticamente. Solo la veía como una amiga de la familia; alguien familiar.

—No importa cuánto hubiera cambiado Liliana, simplemente Izan nunca se había recuperado de la experiencia traumática de su llanto cuando era niña; era insoportablemente caprichosa.

—Liliana Cota, lo siento. No pierdas tu tiempo conmigo. Hay hombres más que realmente deseen estar a tu lado, sin embargo, ese hombre no soy yo.

Con eso, Izan Marsans se volvió y se fue.

Liliana corrió tras él. Alcanzó a Izan en un punto vacío.

— ¿Me rechazaste por Amaranta?

—Izan Marsans se dio la vuelta ferozmente. Su expresión era aterradora. Liliana vio un lado diferente de Izan, un lado que no había visto, que en ese momento la aterró.

— ¡Liliana Cota, rechazarte no tiene nada que ver con nadie más! —Cómo se atrevía a mencionar a su pequeña, cuando ni siquiera la conocía.

— Eso es imposible. Debes haberme rechazado por…

— Liliana Cota, eres psicóloga, ¿no? Debes saber si me gustas o no. ¿Por qué tienes que hacer las cosas tan incómodas para todos?

Liliana se cubrió la cara. Estaba muy triste. A ella le gustaba mucho. Pero, ¿por qué se negó a darle ninguna respuesta?

Izan negó con la cabeza y luego se alejó. — Las mujeres… Son realmente impredecibles. No se sabe lo que harían o dirían.

Se fue musitando. Regresó a su dormitorio y se duchó. Después de eso, se cambió a una camiseta de camuflaje y pantalones cortos a juego. Luego, fue a sentarse en el balcón y mirar las estrellas en el cielo nocturno.

No mucha gente vivía allí. Tampoco había contaminación industrial.

Por la noche, el cielo parecía como si alguien hubiera esparcido estrellas en él. Estaban por todo el cielo.

Encontró su teléfono y lo encendió. Observó la foto de Amaranta y no pudo evitar sentir que la pequeña Amaranta era más adorable que cualquier mujer que conociera.


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

—Tía Mary pasaba por aquí y he venido a saludarte; ya decirte que mi Mariana ha quedado en el cuarto lugar de los exámenes que se realizaron en la escuela; es uno de los mejores lugares, ¿no te parece? —Siempre acostumbrada a ir a presumir sobre las calificaciones de su hija para menospreciar a Amaranta, este día no sería la acepción.

—Además, escuché que tenías un sobrino rico que se está quedando aquí. ¿Por qué nunca me dijiste que tenías hermanos vivos? —dijo la tía Carmen.

A lo largo de los años, la tía Carmen menospreció a la abuela Mary debido a las calificaciones de Amaranta. La abuela siempre había dicho que no importaba que las calificaciones de Amaranta fueran pobres; siempre y cuando fuera saludable, justo y amable, estaría feliz de tenerla como nieta. Sin embargo, dentro de su corazón, todavía esperaba que Amaranta mejorara y fuera una de las mejores estudiantes de su escuela.

—¿Mariana no siempre obtuvo el primer lugar en todos sus exámenes anteriores?

—La tía Carmen pensó: —¿Y si Mariana es cuarta? ¡Amaranta entonces no podría alcanzar ni siquiera 100 lugares! ¿Amaranta podría hacer eso?

—Tía, ¿sabes cómo le fue a tu Amaranta en los exámenes?—preguntó la tía Carme a modo insidioso.

—A mi querida nieta Amaranta le fue bien en los exámenes. —respondió la abuela con calma y orgullo.  —¡Ella fue la primera en la escuela! Me quedé muy conmocionado. Esa niña logró obtener puntajes tan altos sin ningún alboroto en absoluto.

¿Primero en la escuela?

¿Cómo fue eso posible?

La tía Carmen se golpeó en los muslos y se echó a reír. —Tía, Amaranta podría estar jugándote una broma. Estoy de acuerdo, ella es la primera… de… ¡Desde abajo! La tía Carmen estalló en carcajadas, a mandíbula batida.

La abuela esperó con total calma y tranquilidad a que su sobrina Carmen terminara de reírse antes de decir: —Debes estar decepcionada. Nuestra Amaranta quedó primero en los exámenes. ¡Su puntaje total es de 738!

—Y en cuanto a sí tengo hermanos, pues tenía dos; uno murió muy pequeño y la otra es mayor que yo, pero nos separamos durante la hambruna. —Dijo esto sin mucho interés la abuela Mary.

La tía Carmen se olvidó por completo de los huevos que había colocado a su lado. Se puso tan rápido de pie, y accidentalmente pateó la canasta que contenía los huevos. Los huevos se rompieron e hicieron un desastre en el suelo.

—¡Eso es imposible! —Amaranta siempre ha estado en lo más bajo de la clasificación escolar. ¿Cómo podría llegar primero en los exámenes? 

La tía Carmen no creía eso, por supuesto.

—Puedes ir y preguntarle a tu hija Mariana si no me crees —le dijo la abuela. —Todos los puntajes están publicados en el tablón de anuncios. No considero que se publique allí para que todos vean si no es cierto.

A la tía Carmen no le importaba nada más. Recogió su canasta y se fue apresuradamente.

—Abuela, ¿estás feliz de que me haya ido bien en los exámenes? —Amaranta y Philip entraron a la casa entonces.

—Lo estoy. - La abuela estaba feliz, por supuesto.

—¿Entonces debo superar a la provincia en los exámenes de ingreso a la universidad? Preguntó Amaranta.

—Sí, sí, sí, eso es lo mejor que puedes hacer. —La abuela sonrió feliz…

—¡Oh, cierto, abuela! ¿Realmente tienes una hermana mayor? Preguntó con curiosidad si Philip Thompson había escuchado la conversación entre la abuela y la tía Carmen, mientras se encontraban en la entrada de la casa.

La abuela asintió. —Así es. Tengo una hermana mayor. Durante la hambruna, mi padre huyó con mi hermana mayor, mi hermano menor y yo. Cuando llegamos a la casa de alguien, mi hermano menor cayó enfermo. Después de eso, mi hermano menor murió de una enfermedad y mis padres me trajeron a casa. Mis padres fallecieron poco después de que volviéramos a casa. Me entregaron a la familia Cid antes de que murieran, y me convertí en una novia niña de la familia Cid, adoptando su apellido en ese momento. Han pasado tantos años y no sé si mi hermana mayor todavía está viva…

Esta fue la primera vez que Amaranta escuchó la historia de la abuela.

—Abuela, ¿qué tal si ponemos un anuncio en los periódicos? ¡Tal vez todavía podamos encontrar a la tía abuela! ¿Usted y su tía abuela tienen algún recuerdo compartido? O tal vez, ¿la tía abuela tiene marcas de nacimiento?

La abuela lo pensó por un momento antes de responder: —Mi hermana mayor tiene seis dedos en su mano; es cinco años mayor que yo, y me crío cuando era niña. Ella solía cantarme una canción popular en ese entonces.

La abuela comenzó a tararear la canción popular.

Philip Thompson sintió que la canción era extrañamente familiar cuando la escuchó. Parecía haber escuchado a alguien cantando la canción hace mucho tiempo.

—Abuela, ¿tienes más información de cuándo ustedes dos se separaron? —pregunta Philip.

La abuela comenzó a contar. —En aquel entonces, cuando mis padres dejaron a mi hermana mayor con esa familia, le dieron a mi hermana un pequeño peine plateado de este tamaño (señalando con las manos una medida aproximada de 10 centímetros). Siempre he recordado cómo mi hermana había llorado mientras corría detrás de la carreta de caballos ese día. —Comentó la abuela Mary con rostro cansado, no solo por los años, sino por los recuerdos tristes que la acongojaban en ese mismo momento.

—Abuela, ¿cómo se llamaba la tía abuela? —preguntó con una voz tierna y dulce la pequeña Amaranta.

La abuela sonrió suavemente y dijo: —Se llama Eloísa. Nuestros padres la llamaban Isa. Eso fue porque mi hermana mayor nació cuando las rosas estaban en flor.

—¿Eloísa? —Amaranta repitió.

Philip pensó que el nombre sonaba terriblemente anticuado.

Un toque de tristeza apareció en el rostro de la abuela mientras relataba esos días con su familia. Las lágrimas llenaron sus ojos.

Han pasado tantos años y nunca había tenido noticias de su hermana.

Por otra parte, mucha gente había muerto durante la hambruna y la guerra civil. Ni siquiera sabía si su hermana mayor y los padres adoptivos de su hermana todavía estaban vivos.

Esperaba que su hermana mayor Eloísa todavía estaba viva y que su hija Mónica estaba viviendo bien.

—Así es. Mi hermana mayor se llamaba Eloísa, y yo me llamaba Estela. Pero después de eso…

Amaranta sostuvo la mano de su abuela y la consoló. —Abuela, pongamos un anuncio en los periódicos, buscando a la tía abuela. ¿Y si podemos encontrarla? Incluso si solo hay una posibilidad en un millón, no nos rendiremos.

La abuela lo pensó y se dio cuenta de que morir podría sin remordimientos si ella y su hermana mayor se reunían y veían a Amaranta casarse.

—Abuela, tal vez tu hermana mayor también te extraña.

Philip guardó la grabación que había hecho en su teléfono. Había sentido que la melodía que la abuela había tarareado antes era muy familiar. Reflexionó que podría recordar algo si lo escuchara un par de veces más.

—Amaranta, ya he terminado de empacar y me iré por la tarde. —Philip Thompson sintió que si continuaba viviendo en esta pequeña ciudad, podría encontrarlo demasiado cómodo y convertirse en alguien que tomaría las cosas con demasiada facilidad.

—Está bien. Haga que sus chóferes se turnen para conducir. No intentes conducir. Tenga cuidado en la carretera. Tengo que ir a la escuela, así que no tengo tiempo para despedirte. —dijo Amaranta y le dio un abrazo.

Philip Thompson respondió cálidamente: —¡Todo lo mejor, Amaranta! Te estaré esperando en la capital. —Se fue de la ciudad de Deifont a las dos de la tarde.

¿Cuántas sorpresas les esperan a estas tres personas a partir de ahora?


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Amaranta terminó su horario de clases y salió de la escuela. Un SUV verde del ejército estaba estacionado a cierta distancia de las puertas de la escuela. Cuando Amaranta pasó junto al SUV, David Scott gritó: — ¡Pequeño Amaranta! —

— ¿David? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó muy sorprendida Amaranta, una vez que vio la SUV militar desde donde la estaban llamando.

David Scott bajó del vehículo y consiguió que la pequeña Amaranta subiera al auto. En cuanto se dio cuenta de que Izan Marsans estaba sentado en la parte trasera del auto cuando entró… — ¡Izan! — gritó sorprendida, además de muy emocionada por tan grata sorpresa.

— Escuché que te fue bien en los exámenes simulados. — Izan Marsans extendió la mano para acariciar la cabeza de la pequeña Amaranta.

Amaranta le mostró su más tierna y dulce sonrisa a Izan y dijo: — Así es. Llegué primero en toda la escuela y mi puntaje total fue de más de 700. ¡Estaban equivocadas!

—Izan Marsans no le comentó a Amaranta que él había presenciado todo lo que había pasado cuando fue puesta a prueba delante de todos sus compañeros, que estaba muy orgulloso de su desempeño en el escenario.

Parecía muy segura cuando hablaba en inglés fluido.

* Era como una reina.

* Estaba confiada y preparada.

* Era hermosa y juvenil.

—¿Eres feliz? — Izan Marsans preguntó.

— Lo soy — Respondió sinceramente Amaranta. Quien, en ese momento, mostraba su cara limpia, sin maquillaje alguno. A la luz del sol se veían sus bellos ojos violetas, resplandecientes, llenos de vida; su cabello parecía finas hebras de hilos de oro trenzados con un hermoso vestido lila con flores blancas y doradas bordadas en el dobladillo y cintura, que la hacían ver muy juvenil y con un cuerpo ya de una mujer, pues notó Izan que no estaba tan delgada como cuando la conoció… Su cuerpo se estaba desarrollando tan hermosamente que sintió ganas de estrecharla entre sus brazos y guardar ese momento para siempre.

David le dijo a Izan Marsans: — Capitán, usted y la pequeña Amaranta solo tienen media hora. Te esperaré en el otro USV. Hasta pronto, pequeña Amaranta. —Izan simplemente asintió. Se despidió, salió y se dirigió a otro USV que se vio estacionado al otro lado de la calle a una distancia prudente.

Sin saberlo Amaranta, en el otro USV, se vieron a la mujer que apenas hacía un día se había atrevido a declarar su amor egoísta a Izan Marsans, Liliana Cota, la cual sin perder tiempo alguno le preguntó a David Scott en el momento en que se subió al auto: —¿Es ella la chica que salvó al capitán Marsans?

—Así es, doctora Cota. ¿No es adorable la pequeña Amaranta?, preguntó con cara de encantamiento David.

—No, ella no es adorable, al menos para mí—, pensó Liliana Cota. Ella continuó: —¿Está el capitán Marsans interesado en la pequeña Amaranta? —Continúo insistiendo con sus preguntas como la vez anterior, Liliana.

—Eso es imposible —respondió David Scott, sorprendido por la pregunta de Liliana Cota. —Doctora Cota, el capitán Marsans no puede estar interesado en la pequeña Amaranta.

David Scott reflexionó sobre si la diferencia de edad entre Izan Marsans y Amaranta Cid era demasiado grande. Sin olvidar que Izan no se prestaría a habladurías.

Analizando reflexivamente sobre el comportamiento del Capitán Marsans, no le haría nada a la pequeña Amaranta. Era demasiado joven.

—¿Es así? —El corazón de Liliana Cota estaba lleno de amargura. ¿No le gustaba amaranta? Y una mierda, eso solo podía ser una mentira.

—Si no le gustaba Amaranta a Izan Marsans, ¿por qué el capitán Marsans, que siempre había sido una persona responsable, haría que su segundo al mando llevara a los demás de regreso al campamento después del entrenamiento y él viniera a visitarla en su casa? Incluso si no le gustaba, Amaranta todavía era especial para el capitán I Marsans; de eso estaba segura Liliana Cota.

Izan Marsans condujo a Amaranta más allá de la línea que delimitaba el casco antiguo del pueblo, donde estaba la casa de su abuela. Apago el motor de la USV y se quedó charlando con Amaranta por unos minutos, antes de decirle que tenían que dejarla, para marcharse de nuevo al campamento.
Izan Marsans bajó al lado de Amaranta y le quitó la mochila escolar y se la echó a los hombros; el bolso era muy pesado. Sin embargo, el peso de la bolsa de Amaranta no era nada para los fuertes brazos de Izan.

Llevaba su uniforme de camuflaje y su cabello corto estaba muy limpio. Comenzó de decirle: —Tengo que irme después de que entres en casa, Amaranta; a pesar de que te ha ido muy bien en el examen, no debes tener demasiada confianza. Recuerda, eran solo exámenes simulados. Tienes que estudiar mucho para los reales. ¿De acuerdo? 

—Oh, Izan, si tienes tiempo, ¿podrías ayudarme a echar un vistazo a algo? Amaranta había estado de vuelta en el pueblo por unos días, y quería ver las cosas que su madre había dejado atrás. Para ver si Izan Marsans o Philip podrían ayudarla a encontrarla o a su verdadero padre biológico.

—Pensó que podría encontrar algunas pistas sobre quién era su padre biológico de estas cosas.

—Sí te ayudaré —Izan Marsans aceptó de buen modo, por lo cual asintió.

Izan Marsans estaba por abrir la puerta de la casa de la abuela de la pequeña Amaranta. —Tengo que irme ahora. No entraré y veré a la abuela; no tengo tiempo suficiente para hacerlo. Cuídate bien. Recuerda descansar más. —Izan le dio unas palmaditas en la cabeza a Amaranta. El calor de sus palmas causó emociones encontradas en Amaranta. De repente lloró.

—¿Por qué lloras? Izan le preguntó con una voz preocupada.

Amaranta no sabía por qué estaba llorando.

Quizás fue porque no podía soportar que Izan Marsans se fuera. O tal vez sintió que todavía había una persona más en este mundo que era tan buena con ella. Él era tan amable con ella que ella no sabía cómo pagarle. Sintió cómo sus emociones eran contradictorias; su mente y alma se sentían como una mujer que ya había tenido experiencia en el amor, pero su cuerpo aún era el de joven, sencilla y sin nada que ofrecer.

Izan Marsans usó su pañuelo para enjugar las lágrimas de Amaranta Cid.

Parecía aún más gentil entonces.

Amaranta lloró aún más. Sus lágrimas caían por sus blancas mejillas. —¿Estás molesta?—

—Amaranta asintió. Así es. Estaba molesta. No podía creer que tanta gente en su escuela dudara de sus habilidades. Estaba molesta, porque necesitaba a su lado el apoyo de Izan y no sabía el por qué. No había sentido esa necesidad de tener a alguien a su lado que la tomara en sus brazos y le dijera que todo estaría bien; en una vida pasada rogó para que le dieran un poco de cariño, y ahora que lo recibe, no sabe cómo agradecerlo.

—Pequeña, demuéstrales que están equivocados, que eres suficientemente capaz; con tus puntajes para los exámenes de ingreso a la universidad puedes sobresalir y mostrar que son reales.

Amaranta luego estiró los brazos. Para alcanzar a Izan Marsans con fuerza. Cuándo lo abrazó, Izan Marsans se puso rígido por alguna razón. Después de un momento, se relajó y le dio unas palmaditas en la espalda a Amaranta ligeramente, en demostración de apoyo.

—Sé buena. Te visitaré de nuevo la próxima vez cuando tenga tiempo. —Amaranta no habló. No podía soportar que Izan se fuera y la dejara sola; no quería que se fuera. Simplemente no podía soportarlo. Ella quería estar cerca de él. Ella quería abrazarlo hasta el final de los días y nunca separarse de él.

El sonido de su corazón latiendo estaba justo al lado de su oído. Se sintió como música para ella.

Una extraña emoción atravesó el corazón de Amaranta mientras escuchaba el sonido del corazón palpitante de Izan.

—Izan, por favor, has todo lo posible para que no te pase nada mientras estés lejos de mí. —Lo dijo con voz suplicante.

Mientras, el corazón de Izan latía más apresuradamente cuando escuchó las palabras de la pequeña Amaranta.

Después de un momento, Amaranta soltó a Izan, quien dio un suspiro de alivio cuando vio que la niña en sus brazos ya no lloraba. —Me iré ahora, ya no llores, pequeña.

 La soltó suavemente de entre sus brazos y se marchó. Sabía Izan que, si se giraba o le hacía cualquier otro tipo de caricia, no podría dejarla sola, por eso se fue sin más preámbulos.

Se había ido. Su esbelta y fuerte figura desapareció en la oscuridad en silencio.

Su figura alta y musculosa desapareció gradualmente ante sus ojos.

Amaranta se quedó quieta.

Ella no se movió en absoluto.

Reflexionó sobre lo que había ocurrido recientemente. Sabía que esto era únicamente el comienzo. Muchas cosas se desarrollarían en los próximos días.

Dejó pasar un tiempo antes de entrar a casa de su abuela. Necesitó tranquilizarse por completo; su corazón latía a mil por hora…


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
AMARANTA EN BUSCA DE LA FELICIDAD


EL RINCÓN VELVET VIOLETA
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