BUSACANDO LA VERDAD TRAS MI MUERTE (41-50)




EL RINCÓN VELVET VIOLETA



Murdock se encontraba en su gran mansión, acompañado de sus dos grandes perros Mastín tibetanos. Eran como sus hijos; los cuidaba más que nada en el mundo, los mimaba y les daba todo.
Estaba en su gran cama esperando a esa dulce niña que le enviarían esa noche para que jugara. Ya estaba hasta con los dedos temblando de emoción de solo pensar todo lo que le haría; ya tenía listos todos sus juguetes en una mesa quirúrgica. Adaptada para hacer todas sus pretensiones realidad.

A él no le importaba el dolor humano, más bien el dolor humano era su placer. Lo enloquecía de placer saber que alguien en sus manos estaba sufriendo.

Era un sádico, psicópata, escondido entre los ricos de la alta sociedad, con millones en su cuenta bancaria, gracias a los negocios heredados de su familia.

Nunca nadie se había atrevido a tocarlo, a pesar de saber lo que hacía, pues ellos mismos llevaban sus preciados regalos a cambio de beneficios.
Las cosas eran simples con él; él daba lo que le pedían; ellos le entregaban un sacrificio.

Es lo que esta noche estaba haciendo Luck Cox, uno más de los seres ambiciosos con los que tenía que tratar. Él podría ser un pervertido, pero no lo ocultaba, pero ellos eran igual de sucios; podían llevar a sus hijas como si nada pasara y dejarlas en sus manos por unos cuantos millones.

A las hijas que una vez juraron amar y proteger, qué tonterías; solo las criaron para venderlas y él, como buen comprador, las tenía ahí bajo su sótano.

Murdock estaba en sus cavilaciones, cuando sus hombres entraron para visarle que ya estaba ahí la chica de la familia Cox.

—Tráiganla de inmediato a mi cama, quiero verla. Me prometieron una bella sin Tarancón, espero que sea así.

De inmediato se apresuraron los guardaespaldas que llevaron a Camila en el saco. Lo dejaron en la cama de Murdock.

—Que esperan que no se largan ya cumplieron en traerla ya se pueden ir.
Nuestro jefe quiere estar seguro que es de su agrado. Comente uno de los hombres de Luck.

—Bueno, si lo que quieres es ver, por mí está bien, solo no hagas ni un solo ruido o te mandaré matar.

Murdock comenzó a desatar el saco y vio a una niña muy joven. No era fea, pero tampoco era la chica bella que le habían prometido. Solo jaló el saco y descubrió que tenía buen cuerpo. Se divertiría toda la noche y la devolvería a su casa a la mañana siguiente. Eso es lo que haría, no lo atraía como para tenerla mucho tiempo.

Comenzó cortando el vestido con una navaja que tenía en una mesa junto a la cama y la dejó solo en ropa interior. Vio que era delgada, nada especial de recordar. No era una mujer que fuera su juguete esperado.

Comenzó a cortar las bragas que tenía la chica, y vio sus partes íntimas y sintió poca atracción. Más bien le vinieron mil ideas de usar sus juguetes perversos. Pero antes comprobaría que, si era virgen de verdad, si lo había negado, mataría toda la familia Cox.

Estaba a punto de subirse encima de Camila cuando la gorda espalda se dio cuenta de quién era la chica desnuda que estaba sobre la cama; no era Keira, era Camila, y el corazón le latió a mil por hora.

Como fue que cometieron ese error, ellos entraron a la habitación de Keira. Su jefe y la señora están seguros de que era Keira la que estaba dormida ahí, así que ellos lo cargaron con la mujer que estaba dormida.

No podía dejar que este mostrador usara a la señorita Camila como quisiera, si no su jefe los despellejaría.

—Espere, es una equivocación, esa chica no es la que teníamos que traer, esa es otra.

Los guardaespaldas de Murdock le dieron un fuerte golpe en el estómago para que se callara.

Y que, si era una equivocada, ya estaba en la cama de su jefe, y su jefe no la dejaría ir. Él lo sabía mejor que nadie; querer quitarle una chica a Murdock es como querer quitarle una presa a un lobo furioso.

El guardaespaldas vio cómo ya estaba a punto de penetrarla con su parte sexual y gritó lo primero que se le vino a la cabeza: —Ella es mi amante, ella no es virgen. Sabía que eso posiblemente le causaría la muerte, pero tenía que salvar a Señorita. Camila.

—¿Se atrevieron a traerme una basura usada por un guardaespaldas?

Camila estaba despertando en ese momento y se vio aturdida por todos los gritos, el lugar y encontrarse desnuda.
Cuando logró obtener algo de cordura se dio cuenta de que se encontraba en peligro pues tenía encima a un viejo denudo. Y comenzó a gritar para que se bajara de ella, pero Murdock la abofeteó tan fuerte que hizo que sangrara su labio superior. Los guardaespaldas del psicópata tenían al guardaespaldas de Luck, tirado en el piso, doliéndole sin piedad.

—Golpe a esta perra hasta casi matarla y después llévenla a casa de los Cox, y díganles que es solo un aviso de lo que les pasará por lo que han hecho.

******

A la mañana siguiente había una gran conmoción en la casa de los Cox. Luck ya se había encargado de enviar a los guardias al hospital, pero Camila estaba en su habitación siendo atendida por un médico. Ella estaba destrozada físicamente y mentalmente; fue golpeada tanto que parecía que no sería reconocible en varias semanas.

Camila estaba en la cama con los abiertos y la mirada perdía; parecía que en cualquier momento perdería la razón. No comprendía por qué a ella le había pasado eso porque un hombre la había mandado golpear hasta casi la muerte, pero antes la había tratado de violar. Todo le resultaba tan difícil de creer, comprender, o no sabía qué más podía pasar.








EL RINCÓN VELVET VIOLETA



Keira sabía perfectamente que no se quedarían de brazos cruzados en cuanto se enteraran de que ella había cambiado las copas, pero eso era una de sus menores preocupaciones. Lo que de verdad le preocupaba era lo que se vendría ahora que ese hombre se sentía ofendido; sabía perfectamente de lo que era capaz de hacer cuando se sentía insultado.
Había visto en su vida anterior cómo destrozaba a familias completas solo por no darle lo que él pensaba que podría ser su juguete, y Keira no deseaba que esa familia que tanto la hizo sufrir terminara así de fácil. A manos de ese hombre, no, todavía tenían mucho que pagar, incluido ese pervertido.

Tendrían que esperar todos ellos un poco más para de verdad sufrir su final.

Ahora, esperar lo que pasará con su adorada hermana será lo principal. Camila ha quedado demasiado golpeada, como para asistir a la escuela; además tiene marcas de mordiscos y huellas de chupetes por todo el cuerpo. Ese hombre fue un salvaje con ella; cualquiera en la casa podría decir que sí pasó lo que ella y el guardaespaldas afirman que no sucedió. Si no fuera porque el maldito de Murdock está tan enfadado por creer que no era virgen, no estarían seguros de que no la tocó de ese modo, pero sus marcas dicen otra cosa, y la forma en que actúa es como si hubieran abusado de ella.

Que ingenua es, cuando lo único que recibió fueron unos golpes y mordiscos, pensó Keira. Pues ella sufrió 10 veces más que eso; ella pedía la muerte del dolor que había pasado 30 días y 30 noches a manos de esa bestia. Y a nadie le importó; en cambio, ella ahora tiene un médico y una enfermera en su habitación y una madre que llora desconsolada por su hija, un padre que está maldiciendo a Keira, por no saber cómo sucedió el cambio y por temer las represalias de Murdock.

Es hora de irse al colegio y dejar esta casa sucia por un rato; tiene cosas más importantes que hace ahora.

Keira se fue al colegio, como si nada hubiera pasado. Simplemente abordó el auto y se marchó. No le dijo nada a nadie. Cuando llegó al colegio, fue directo al salón de clase. Pronto serían los exámenes del primer bimestre y ella estaría preparada para demostrar lo que realmente era su capacidad de aprendizaje, ese que siempre sacó a relucir en los barrios bajos, para poder tener becas y sobrevivir de algo mientras asistía a la escuela.

Ahora no se contendrá ser el número uno en todo el colegio.

Entrando al aula vio a las dos amigas de Camila, que estaban como siempre cotilleando sobre los ausentes, y pensó cómo sería divertido provocarlas para que le preguntasen donde estaría Camila; sería una magnífica idea si les informaba que estaba enferma en casa y que deberían ir a visitarla como buenas amigas.

Que llegara a la mansión y vieran el estado patético de Camila sería todo un espectáculo que no tendría precio.

Estaba planeando eso, cuando vio entrar a Kelly y Meggi juntas, así que por el momento se detuvo de hacerlo. Lo dejaría para más tarde.

Tiempo es lo que tenía para hacerlas preguntarse dónde estaría su amiga.

—Keira, le conté a mi mamá lo bien que están las instalaciones de la empresa y está feliz de haber tomado la decisión de invertir contigo —comentó de manera eufórica Maggi.

Ella había convencido a su madre de hacerlo, pues su sueño era ir al extranjero a estudiar una especialidad en medicina nuclear.
Maggi ya había sopesado los pros y contras de ir con becas, pero era tan tímida, que le daba miedo ir sola, por lo cual no quería dejar atrás a su madre. Y esa fue la alternativa que encontraron: ganarían un poco de dinero con la empresa de Keira; además tendrían una entrada segura si la empresa progresaba; así podrían estar en el extranjero sin preocupación alguna mientras Maggi estudiara.

—Me alegra escuchar eso; que tu madre confíe en la inversión que ha hecho. Keira respondió con una voz plana.

—¿Keira, te pasa algo, sucedió algo ayer y no nos has contado? Pregunta muy seria, Kelly

—No es nada serio o de lo que se tengan que preocupar, son cosas de la familia COX, ya pasarán.

Y vaya si pasaran, pensó Keira. Pero eso es algo que no diría en voz alta para nadie.

—Kelly, ¿ya estás lista para el próximo examen? Le prometiste a tu tío que estudiarías conmigo y la verdad es que no has estudiado ni una sola vez.

—Es verdad. Pero es que no he tenido tiempo.

—A partir de hoy estudiaremos todos los días; solo quedan dos semanas hasta el examen, así que tienes que aprobarlo y cuando menos estar entre los 20 mejores, no entre los 200 peores.

—Tú exiges más que mi tío —se quejó Kelly.

—Tú me metiste en este problema por mentirle.

Maggi solo las miraba como discutían y se reía de cómo se culpaban una a la otra. Era divertido tener amigas, aun cuando fuera en el último año de la escuela superior. Fueron sus únicas amigas, pero las mejores que podía brindarle la vida.

Pasó el día sin más problemas ni cosas que las hiciera perder el tiempo, solo estudiar. Llegó la hora de la salida y en la calle de enfrente se encontraba Mitchell esperando a Kelly, pero esta vez se encontraba con su auto deportivo, no con el auto que usaba cuando traía chofer. Fue un hecho que le pareció muy extraño para Kelly; eso nunca lo había hecho antes, no que ella lo recordara. Se acercó hasta donde se encontraba en compañía de las dos chicas, las cuales le saludaron amablemente. Poco después Maggi se despidió y continuó su camino.

—Sube Te llevaré a casa —dijo Mitchel a Keira, y sin esperar una respuesta abrió la puerta del copiloto para ella.

Kelly no dijo nada y simplemente se pasó a la parte de atrás como si no sucediera nada. Si a su tío le empezaba a gustar su amiga, era asunto suyo, pero le parecía que su tío era algo mayor para Keira.
No deseaba ningún mal para su tío, pero su amiga cumpliría 18 años en unas semanas y él ya tenía 27 años. Esos eran muchos años más que ella.

En fin, cada quien con sus gustos; si a Keira le gustaba su tío, que así sea. ¿Quién ella para juzgar?






EL RINCÓN VELVET VIOLETA



Durante el camino a casa de Keira notó como su tío la miraba; vio el brillo especial en los ojos de él, y después analizó la forma en la que estaba vestido… Era un hombre guapo y lo peor de todo es que lo sabía, pero hoy se esmeró en su ropa: llevaba un pantalón kaki de color azul rey, con un suéter de cuello de vuelo y un saco sport, no esos trajes tan formales que solía usar a diario, y además estaba recién afeitado, lo que lo hacía lucir una piel tersa y juvenil con esas cejas como espadas que enmarcaban sus ojos acerados. Eran muy guapos. No tanto como su papá, pero era realmente guapo.

¿Será que de verdad le gusta Keira? Y si es así, ¿tendrá alguna oportunidad con ella? Tenía que ponerse manos a la obra y ayudar a su tonto tío, o le van a quitar a Keira. Pronto, tenía que hacer algo; vio cómo la veía el Claude Howland. Sabía que eran amigos con su tío, pero eso no quitaba que fuera a atar a Keira y la quisiera para él o uno de sus hermanos.

No dejaría que eso pasara. Si tenía que soportar una tía en su casa que la maltratara, mejor que sea su amiga.

—Keira dijo que teníamos que estudiar todos los días hasta el examen.

—Así es, necesita mejor mucho en todas las materias.

—Solo lo haré si me dejas tu casa, tío, la que no usas casi. Me gusta como cocina tu ama de llaves.

Keira no entendía qué diferencia podría existir entre una cocinera y otra, pero creyó que serían costumbres de niños ricos. Como ella no tuvo tiempo de preocuparse por esas pequeñas cosas de la vida en su pasado, no las comprendía hasta que las escuchó de Kelly.

Pero el dueño de la casa no era tonto; sabía lo que estaba tratando de hacer Kelly; la dejó ser.

—Bien, puedes ir a mi casa con Keira a estudiar cuando salgan de la escuela; pídele a tu chofer que las lleve al salir de la escuela; las recibirá el ama de llaves.

—Eso será fantástico. Entonces a partir de mañana estudiaremos en tu casa.

Mitchel sabía lo que su sobrina estaba tratando de hacer y no se lo impediría; de hecho, él mismo lo deseaba; encontrarse más a menudo con esa pequeña era algo que quería; saber que estaría en su casa, lo hacía sentir bien. ¿Qué se sentirá cuando él llegue a casa y saber que ella estará ahí esperando? Su corazón soltó un latido cuando lo pensó. Ya lo sabrá el día de mañana. Por ahora tendría que dejarla en su casa.

Kelly estaba feliz de saber que estaría en la casa de su tío. En ese lugar nadie podía entrar, ni siquiera su familia, solo su tío. Y ahora estaba dejando entrar a Keira. Eso quería decir que era verdad lo que pensaba. Le gustaba Keira y mucho como para dejarla entrar en su casa…

—Gracias por traerme, nos vemos mañana. Keira bajó el auto y tomó el camino de todos los días para entrar en la casa de los horrores. Mientras Mitchell la miraba entrar, después se marchó.

*******

Keira estaba en su habitación cuando escuchó unos gritos provenientes de la habitación de Camila. Puso su cabeza junto a la puerta para escuchar lo que estaba pasando y pudo darse cuenta que estaba rompiendo todo lo que encontraba a su mano en la habitación y gritando improperios a las sirvientas.

A Keira no le interesaba salir a ver semejante espectáculo deplorable, pero fue algo que escuchó que la hizo salir: era la voz de Dylan, que estaba consolando a Camila. Cuando salió estaban esos dos en la habitación de Camila.

—Dylan, esto pasó por culpa de Keira. Ella fue la que me envió a ese horrible lugar.

—Camy, tranquilízate, yo me encargare de Keira, hare que pague por lo que te ha hecho.

—Tienes que matarla, Dylan.

—Camy, tranquilízate ahora, ya veremos cómo hacemos para que pague lo que te hizo. Dylan sabía bien que lo que había pasado era un plan de su padre que al final había fallado, pero no podía decirle eso a Camila ahora que se encontraba así de trastornada.

—Solo muerta podrá pagar esto que me paso.

—¿Y qué es lo que pasó, Camila?—preguntó Keira.

—¿Cómo te atreves a entrar a esta habitación, Keira?—preguntó Dylan.

—Por qué escuché que esta hermana tuya me estaba culpando por algo que hizo su madre. ¡Ho!, espera, Dylan, no le dijiste que su madre fue la que la drogó con el vino de frutas, uyss, que hermano tan malo eres. Primero comienza contando la verdad y después consolándola. Keira salió de la habitación después de decir eso.

—Dylan, eso no es verdad, eso no es verdad. Lo sabía, cuando dejaran de quererme me harían cualquier cosa porque yo no soy una hija biológica; lo sabía, ahora ya no sirvo para ellos.

Camila se puso mal de los nervios de nuevo y comenzó a tirar y romper lo que quedaba en la habitación. Tuvieron que llamar al médico para calmarla de nuevo y que se durmiera.

Pero ahora sabía la verdad de lo que había pasado, o al menos la verdad a media.





EL RINCÓN VELVET VIOLETA



Las cosas en la casa de los Cox estaban que ardían; Keira salía muy temprano para no toparse con nadie y regresaba por la noche después de estudiar con Kelly. Era regresada a casa por Mitchell, quien regresaba a su casa por la tarde y estaba ahí durante el tiempo que estudiaban.

—Keira, sabes, mi tío nunca regresa a esta casa a menos que quiera estar solo.

—¿Me estás diciendo que estos días ha estado viniendo porque quiere estar solo?

—Él tiene un departamento en el centro de la ciudad. Es donde vive porque está más cerca de la oficina donde trabaja regularmente. ¿Tú me dirás si viene porque quiere estar solo o porque estamos aquí?

Keira no quería pensar en él porque Mitchel se encontraba ahora mismo en su casa o en esta casa a la que no venía regularmente. No tenía ganas de complicarse la vida con cosas que no quería ahora mismo, no tenía tiempo para pensar en una persona que pudiera estar interesada en ella de otra forma que no fuera como amiga y ella no podía verlo de forma romántica ahora mismo, que estaba convencida de que solo tenía odio y rencor en su pecho, nada que ofrecer a otro ser humano.

Pero en el fondo de su corazón sentía que quizá podría tener un poco de amor, o más bien le gustaría sentir que es poder amar un poco, solo un poquito.

Poder saber lo que es entregarle el alma a un hombre que esté dispuesto a entregar la suya por amor.
Poder decirle a la persona amada: "Te necesito, cómo puedo olvidarte si te necesito más que al aire, que respiro, más que al sol, que brilla; necesito que estés a mi lado en este invierno frío a mi lado para que me des calor; ver esos ojos donde muere mi razón".

—Keira, te pasa algo, hace un rato que no reaccionas.

—¡He!, no, estoy bien, solo pensaba en algo, ya terminaste los ejemplos que te puse.

—Si, revísalos.

Keira había estado soñando despierta sin darse cuenta, y no se dio por enterada que a través de un ventanal unos ojos penetrantes la observaron, como si pudieran ver a través de su alma, deseando saber qué era lo que estaba pensando, cuando esos bellos ojos brillaron por unos minutos que parecieron eternos para él.

Ahora estaba resuelta esa duda, que se había planteado días atrás. Sabía en lo que se sentaría, llegar a casa y saber que ella estaría esperando ahí, quizá no aún por él, pero estaba en su casa y eso era suficiente por ahora…

Cada parte de su menta ahora le pertenecía a ella, sin que ella lo supiera aún. Ella se convirtió sin saberlo en su todo, esa mitad que le hacía falta a su aburrida vida. El color que era necesario para reavivar con magia su alma vacía. Keira, ¿dónde estabas? ¿Por qué no te encontré antes?¿Cómo podría decirte que llegaste y entraste en mi mente sin saberlo, que posees mi corazón sin pedirlo, que me has ganado poco a poco tú que llegaste por casualidad a mi vida?

—Tú, que me has hecho a mí que no podía encontrar mi lugar, me sentía como un juguete roto, que no podía encontrar un camino por donde correr y sentirse libre al vivir. ¿Qué me haces, con solo poder estar a tu lado, aun cuando me conformo con verte de lejos? —Mitchell murmuraba palabras que solo él podía comprender.

Dos almas en un mismo lugar se encontraban, deseándose una a la otra, rompiendo la maldición de Zeus, o completando la bendición del buen dios que permitió que llegaran a encontrarse, rompiendo las leyes del tiempo y la muerte.

—Esto será todo por hoy. Kelly, ya es tarde; será mejor que me marche mañana. Tenemos mucho que hacer en la escuela y yo tengo una reunión con Barcley.

—Bien entonces voy a buscar al chofer para que se acerque a la puerta y nos lleve a casa.

Mitchell sabía que ya era tiempo de que se marcharan al ver que comenzaba a recoger todas las cosas que utilizaban para estudiar, así que se acercó a Keira mientras Kelly salió a buscar a su chofer.

—Te llevare a casa. Le diré a Kelly que vaya con su chofer. Mitchell no esperó una respuesta; simplemente se marchó para buscar a Kelly e indicarle que se fuera.

Una vez los dos solos en el auto de Mitchell, Keira se sentía muy nerviosa; estaba casi intimidada con Mitchel; nunca se había sentido así antes, ni cuando tuvo que enfrentar a tanto patán en su vida anterior. Es lo que en esta ocasión presentía, lo que le quería decir Mitchell y no lo quería escuchar, no todavía.

—Es usted muy amable al traerme a casa.

—No es necesario que me trates cuenta de educación, estamos solos, puedes llamarme por mi nombre ahora.

—Eres el tío de mi compañera, por eso tengo que ser más respetuosa contigo.

—¿Solo por ser el tío de Kelly? Si no fuera su tío, ¿me tratarías diferente?

—Quiero decir que eres mayor que yo, y tengo que tratarte con respeto, sin importar quien seas.

—¿Ahora me estás llamando anciano?

—No, eso no, solo es que…— Por qué este hombre era tan complicado; porque la ponía nerviosa tan fácilmente.

—Solo tengo 27 años, no creo que sea tan mayor como para ser un abuelo, ni tan mayor como para poder ser algo más que solo el tío de Kelly, ¿no lo crees?

—No sé a qué te refieres —Keira miraba por la ventanilla pasar las luces de las calles; estaba muy nerviosa. Y entonces vio que Mitchell detenía al costado de la calle el auto.

—Keira, no creo que no comprendas a que me refiero. Eres una mujer muy inteligente, aparte de bella; debes saber que estoy interesado en ti, pero no te presionaré para que respondas nada ahora. Esperaré hasta que estés preparada, para responder a lo que sientes tú. Soy paciente cuando algo me interesa. Y tú me interesas demasiado. — Mitchell se quitó el cinturón de seguridad y se estiro para dar un beso en la frente a Keira. Un beso casto y puro para no asustarla; para él solo era una pequeña aún.

Keira estaba sorprendida por lo que acababa de pasar; nunca en su vida le habían dado un beso tan casto y una declaración de amor tan bella, pero no era el tiempo de recibir eso aún. Tenía una venganza que terminar; no quería que otros cargaran el peso del odio que llevaba dentro.

—Está bien, si me esperas, hasta que esté preparada, entonces, estará bien.

—Lo haré, te esperaré. Pero puedes contar conmigo para lo que desees y necesites desde ahora. Comprendes lo que te digo, ¿verdad? No quiero que busques a nadie cuando esté yo para darte ayuda en todo.

—Si necesito de tu ayuda, te buscaré; sé que eres el hombre más confiable del mundo.

—¿De verdad lo sabes?

—Ten la seguridad de que lo sé. Eres muy confiable.

Keira lo sabía de primera mano. Él hizo mucho por ella el día que la mataron y eso no había forma de pagarse. Pues sería imposible decirle quien era ella.

—Bien entonces te llevaré a casa ahora.

—Si está bien, a casa. —Qué radícula sonaba esa palabra para referirse a ese lugar.






EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Por la mañana, Keira estaba desayunando, viendo cómo sus amorosos padres no mostraban ninguna emoción de que hubiera pasado nada; eran tan descarados que dan miedo.

Recordaba la noche que trajeron de regreso a Camila; estaba toda llena de moretones y demás golpes y solo fingieron que no había pasado nada; vaya que buenos padres; ahora fingen que solo está enferma.

—¿No ira al colegio mi hermana Camila?

—Ella se encentra indispuesta.

—¿Qué le paso?

—La otra noche se resbaló por la escalera, y tiene algunos golpes, así que debe descansar por varios días. Debes avisar en el colegio y pedir una licencia de una semana para que envíen los trabajos del colegio a casa.

—Debí estar muy dormida para no enterarme de semejante accidente, porque no puede levantarse. Pero no se preocupen, yo me encargo de pedir la licencia y traeré sus tareas. Me voy ahora.

Salió rumbo a la escuela Keira, preguntándose cuánto tiempo podrían continuar con aquella farsa. Les preocupaba más que los de afuera se enteraran de lo que le había pasado a Camila, que lo que realmente sufría su hija. Por lo que escuchó del médico, tenía más de un par de costillas rotas y por lo menos 30 moretones y cicatrices que no se quitaran de su cuerpo. Y eso es poco a lo que ella pasó, que padres tan amorosos.

Después de que saliera de casa Grace y Luck se quedaron discutiendo.

—No soporto que esa basura esté como si nada hubiera pasado mientras nuestra hija está sufriendo por su culpa; ella planeó que sucedieran las cosas así. Insistió Grace.

—Eso es lo que menos me importa ahora mismo; sabes que podemos perder más de la mitad de nuestros activos si sigue enojado ese hombre con nosotros.

—¿Cómo puede importarte más un poco de perdida por lo que le pasó a mi hija?

—¿Un poco de perdida? ¿No te das cuenta que por lo que pasó, podemos quedar en la banca rota y perder todo lo que te gusta tener?

—Todo es por esa basura insolente de Keira, ¿porque no fue ella la que fue entregada a ese hombre?

—Ya no podemos arreglar eso, él ya no la quiere ahora. Solo podemos esperar su ataque. Y deja de estar quejándote, y mejor ve y preocúpate por tu hija, que no ha podido hablar desde que regresó. Y ahora lo único que le queda es el matrimonio que ya está pactado y si lo pierde no le quedará nada.

—Está bien, iré a cuidarla.

Luck se quedó pensando en el futuro, que podría tener si casaba a sus hijas ahora después de no poder haber visto a Keira. Pensando en la poca educación que tenía Keira, ella nunca podría entrar a la Universidad, así que en cuanto cumpla los 18 años oficialmente y termine la escuela, comenzará a buscarle un partido adecuado a sus necesidades económicas; ya no importaba quién fuera, si un esposo o un amigo, solo alguien que le diera el dinero que necesitaba para salir a flote, para no caer en la ruina, y que le ayudase a enfrentar a Murdock.

En cuanto a Camila, la casaría como estaba planeado desde hacía años, la enviaría a la universidad y al terminar se realizaría la boda, para poder tener el poder sobre la empresa de su suegro.

Así sería mejor para él y su hijo: deshacerse de las mujeres que solo sirven como mercadería de cambio.

******

En la escuela Keira fue interceptada por las dos amigas de Camila, quienes la detuvieron para interrogarla.

—Keira, qué le has hecho ahora a Camy, que nos llamó llorando muy temprano, y nos dijo lo mucho que la has estado haciendo sufrir.

—¿Yo sufrir? ¿A Camila? Eso sí que es divertido.

—No es nada divertido.

—¿Y qué me cuentas a mí sobre lo que le pase a Camila?

—Porque eres tú la culpable de que ella no esté aquí ahora.

—Si creen que son tan buenas amigas, ¿porque no van saliendo de clase a visitarla a casa y le dan una gran sorpresa visitándola?

Después de eso, Keira solo se fue y entró al solo de clase. Ellas solas habían puesto el pretexto que necesitaban para que fueran a ver a Camila y en el estado en el que se encontraba. Ahora solo necesitaba que la tonta de Camila se encontrara en uno de esos ataques de locura para que la vean como está realmente y que no es por culpa de Keira sino por lo que le ha pasado en la casa de Murdock.

Será un espectáculo digno de ver. Esta tarde prefiere ir a casa y no a casa de Mitchell, solo para saber qué pasará con esas tres tontas.

—Hola, Keira, ¿Cómo te fue ayer? Mi tío no hizo nada raro, no fue grosero o regañón contigo, ¿verdad? —Kelly estaba muy preocupada por su amiga, sin imaginar lo que realmente había pasado.

—No pasó nada de eso, fue muy educado como siempre, solo quería saber cómo has avanzado en tus estudios.—No quería mentir a su amiga, pero tampoco quería que supiera que su tío estaba tratando de enamorarla.

—Me tranquilizas con tus palabras.

—Kelly, ¿cuándo serás más sincera conmigo y me contarás porque cambiaste de la forma en que lo hiciste. Vi fotos tuyas donde no vestías así y no te maquillabas así de pesado como lo haces ahora. No es que me importe verte así, cada quien se expresa como quiere, pero en ti lo veo como una máscara para tratar de ocultar algo.

—Keira, solo dame un poco de tiempo, te lo diré después. —Kelly sintió que regresaba su pasado de golpe, esos recuerdos dolorosos que la lastimaban, que no había contado a nadie, ni a su tío, ni a esos psicólogos que había contratado su tío para ella.

—Solo quiero que sepas que aquí me tienes, soy tu amiga y puedes confiar en mí. Estará lista en cualquier momento para escucharte. —Keira se lo dijo con mucha seriedad; incluso pensó que se salió su alma de adulta, esa que había vivido tanto dolor como para poder reconfortar a una pequeña niña inocente, que puede ser aconsejada de todos los males que existen en el mundo.




EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Por la tarde, terminaron las clases y ya estaban todos para irse a casa. El chofer de Kelly estaba fuera para llevarlas a la casa de Mitchell, pero Keira le informó que tenía que ir a casa pues tenía algunos asuntos familiares que resolver, así que Kelly la llevó a su casa, de mala gana, pero lo hizo.

Keira llegó y se fue a su habitación, como si no supiera nada de lo que pasaría en unos momentos más. Solo esperaba que Camila cooperara en el espectáculo y si no ella ayudaría un poco.

Camila estaba en su habitación. Estaba mirándose en el espejo su rostro maltratado por los golpes; veía cómo estaba hinchado y mallugado, con morete en las mejillas y un ojo hinchado. Sintió la necesidad de ver todo su cuerpo desnudo para saber cómo estaba.

Desde que pasó todo aquello, no la habían dejado que viera cómo estaba, pero hoy no la estaban vigilando, así que decidió desnudarse y ver todo lo que le había hecho el viejo loco de Murdock. Se quitó la bata que tenía puesta y comenzó a revisar todo su cuerpo y vio cómo tenía marcas por toda su piel clara, marcas que le causaban repugnancia.

Parecían algunos golpes, pero otros eran claras marcas de dientes, sobre todo las que estaban en sus pechos y nalgas y puertas. Se notaba lo que había pasado: en su cuello estaban claros chupetes, en su torso se veían los golpes de puños, y en otras partes moretones verdosos que empezaban a oscurecer.

Era horrible verse desnuda; cualquiera que la viera en ese estado sabría lo que pasó de verdad; sabría la forma en la que fue atacada. Nunca iban a creer que se calló de las escaleras. Las lágrimas se revelaban por sus ojos; lágrimas de rencor, odio; deseaba que en ese momento Keira sufriera lo mismo 100 veces peor que ella.

Camila estaba metida en sus pensamientos de cómo quería ver muerta a Keira, que no se enteró de que abajo sus amigas estaban forzando a la sirvienta a que las dejara pasar a verla; como no estaba Grace, nadie podía detenerlas.

—Somos las mejores amigas de Camy, ¿cómo te atreves a impedirnos que veamos a nuestra amiga?

—Tú solo eres una simple sirvienta, no conoces tu lugar —decía Martina.

Parecía que no había poder humano que las detuviera para entrar como un huracán directamente a la habitación de Camila, pero ellas no sabían que ya no era la habitación grande; salió Keira cuando escuchó que subían y les señaló la puerta donde se encontraba Camila.

Las dos chicas al principio no comprendieron, pero abrieron de golpe la puerta y se quedaron inmóviles al ver una chica con golpes, marcas y diversas mordidas en el cuerpo, parada desnuda ante el espejo… Además de que tenía la cara hinchada de un muy notable golpe de puñetazo.

Ellas podrían ser tontas, pero no estúpidas, sobre todo Stacey, que tenía un hermano mayor que le contaba cosas muy crudas que sucedían en el club donde se la pasaba, sobre lo que hacían algunos tipos con las chicas. Ella de inmediato identificó esas marcas de mordidas y chupetes. Ahora entendía por qué su hermano le había advertido que se alejara de Camila, que ella no era una chica entera. Stacey solo bajó la mirada para darle un poco de intimidad a Camila, pero Martina corrió a donde se encontraba Camila, lo que hizo que Camila corriera lejos de ella y buscara esconderse y taparse con el cobertor y ponerse como loca.

—¡Qué hacen aquí, salgan ahora! No quiero ver a nadie.

—Camy, somos tus amigas, estamos aquí para apoyarte —decía Martina.

—Solo vienen para burlarse de lo que pasó largo —Camila apretaba los dientes y decía las palabras con ira.

—Martina, será mejor que nos vayamos.  Camila no está en condiciones de que hablemos con ella—Stacey jaló de la mano a Marina, quien se resistía a salir.

Cuando salieron de la habitación, bajaron las escaleras con prontitud. En ese momento llegaron Grace y Luck y subieron rápidamente a ver qué había sucedido, y Camila estaba de nuevo rompiendo cosas y salió al pasillo totalmente desnuda, a girar a Keira.

—Tú les dijiste que vinieran, fuiste tú, todo esto es tu culpa, la que debería ser vendida esa noche eras tú, no yo, porque pasó esto, cómo lograste cambiar las cosas, porque lo hiciste, la que debería estar en la casa de ese loco deberías de ser tú, porque sigues viviendo, te odio, debes morir, debes morir.

—Todas las sirvientas que presenciaron eso, estaban sorprendidas por las palabras de Camila; nadie la había visto como estaba, solo la que la había estado cuidando y nadie más; solo se le había dicho que está enferma por un accidente, pero ahora que la vieron todos en la casa, de inmediato se dieron cuenta de que había sido abusada, y se corrió como pólvora el chisme; ya no se podía contener el problema y además sobre que tenían que vender a la señorita Keira a un viejo, pero se equivocaron y vendieron a Camila.

Grace estaba como loca; abrazó a su hija y comenzó a gritar a todas las sirvientas que se fueran que las dejaran solas.

Luck estaba furioso, pero ya no podía hacer nada. La misma Camila había cometido el error de salir y gritar esas tonterías. No podía despedir a todo el personal, pues sería más problemático controlar los chismes. Era mejor tener por ahora ahí y darles dinero para que permanezcan callados.

Keira estaba en su habitación, como había predicho. Esto fue todo un espectáculo y no tuvo que hacer nada para que fuera todo un éxito. La loca de Camila se ató la cuerda al cuello, ella misma.

Ahora esperaría a ver qué es lo que van a hacer estas personas para cubrir lo que pasará después, y cómo harán para que esas personas no digan nada.

En la habitación de Camila estaba como un basilisco incontrolable, llena de odio y rencorosa con gracia, pensando en cómo comenzó su caída en esta casa. Desde que ella tenía 6 años se enteró que no era la hija biológica de esta familia y lo había aceptado de la buena gana, pero su vida ni había cambiado en nada, siempre fue la niña consentida de su padre y de su madre; se le dio todo lo que ella pidió y deseo, sin protestar por lo que costara. Era el ojo derecho de su madre, nunca había un no para ella.

Hasta que decidieron buscar a la hija verdadera de la familia Cox. Ella comenzó a tener miedo. Miedo a perder todo lo que tenía en esta casa, a perder los privilegios, el dinero, el poder, los beneficios de pertenecer a una familia de la alta sociedad de esta ciudad. Aunque ya no quisiera casarse con ella, Scott, perder ese matrimonio sería lo peor que le pasaría. Es una tabla de salvación para poder alejarse de esta basura de familia que solo piensan en ellos, siempre lo ha sabido.

Y ahora que ya no es pura, por completo, que le va a pasar, tiene que ocultar por completo lo que sucedió esa noche. Tiene que convencer a Marina y Stacey de que lo que vieron son los golpes de un grave accidente. Pensará en cómo convencerlas; son demasiado ingenuas y como siempre le van a creer.

Pero también debe buscar la forma de destruir a Keira.

Para eso usará a su tonto hermano Dylan. Dice que la ama, pues que lo demuestre, que comience a ayudarla a tratar de matar a Keira.






EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Camila llamó a Martina y Stacey, para darles una explicación por lo que habían presenciado. Le contó que había sufrido un accidente terrible en un auto, y que por eso estaba tan golpeada y nerviosa, como siempre. La tonta de Martina le creyó a ojos cerrados sus palabras, pero Stacey ya no lo hizo; ella solo le respondió que se cuidara. Que la vería cuando se recuperara en el colegio.

Solo esperaba que todas esas marcas desaparezcan pronto de su cara, como todas las cremas caras que estaban usando en ella, para poder ir a la escuela. Amas, pronto sería la fiesta de sus 18 años. Tenían que tomar las medidas para su vestido nuevo y eso era muy importante para ella. Era imposible que lo hicieran estando ella con todas esas marcas.

Ya le habían advertido que también sería presentada su hermana, pues en esa fiesta le buscarían un marido, así que le mandarían hacer un nuevo vestido a Keira para que luciera muy bella y dejarla que se luciera en la fiesta; así podría ser exhibida como una vaca a la venta.

Pero Caila no estaba feliz; ella quería que sufriera, así que deseaba que fuera entregada a un viejo asqueroso y que la dejara en la vida más miserable. Así que planeó con su madre cómo sería el vestido que mandarían hacer para ella. Tomarán las medidas de Keira el mismo día, solo que le dirán que su vestido sería de una forma, pero al final le entregarían otro, como si fuera una mujer cualquiera de la calle, con defectos para que se rompiera en cualquier momento y dejarla expuesta ante todos.

De solo pensarlo, Camila sonreía sola, como si estuviera recordando una época feliz de su vida.

*******

Keira estaba en su habitación estudiando para los próximos exámenes y no se preocupaba por nada más. Sabía que pronto sería la fiesta de sus 18 años, y ella no quería asistir a ella. Aún recordaba la vergüenza que le hicieron pasar esas dos mujeres que se hacen llamar su hermana y madre en su vida anterior, cuando le hicieron ponerse un vestido ostentoso que no podía respirar y no lo cosieron; solo lo hilvanaron en las costuras. Cuando bajó las escaleras, se abrió por los lados y calló de su cuerpo, dejándola completamente desnuda, ante todos los hombres que esperaban verla.

Su madre había hecho que muchos hombres la esperaran, para verla bajar y pedirle su primer baile, pero estaba todo planeado para que ella exhibiera su cuerpo desnudo ante todos esos hombres, que después le hicieron peticiones a Dylan para que la llevara al club con él y la dejara estar con ellos.

Dylan no dijo nada en su momento, pero ahora está segura de que él fue quien le dijo a su padre que la vendieran en el club, al mejor postor.

Veamos qué harán esos dos, si ella los ve ahora. Sería divertido encontrar quien pague por esos dos.

Un sonido de teléfono despertó a Keira de sus pensamientos de venganza.

—Hola, Keira, ¿Por qué no vienes a mi casa, así conoces a mis padres? Mi madre quiere verte —Kelly estaba feliz de llamar a Keira, ya que había estado hablando sobre ella con sus padres.

—¿Ahora mismo?, ¿sería muy apresurado, no crees?

—Para nada, ya va para tu casa mi chofer, así que prepárate, llegara en unos 10 minutos, adiós —colgó antes de que Keira dijera que no.

Keira solo sonrió ante la desfachatez de su amiga; solo le quedaba aceptar e ir a conocer a sus padres. No pasaría nada por salir un rato del manicomio en el que vivía.

Keira llegó a la casa donde vivía Kelly. Era una casa moderna, con amplios ventanales, una casa estilo europeo, una casa grande, con jardines, con amplias estancias abiertas. Su mamá estaba en la cocina lidiando con el cocinero, que le suplicaba que saliera de la cocina si no quería que los bomberos llegaran en cualquier momento.
Mientras su papá y Kelly solo reían de ver a su esposa y madre respectivamente con la cara llena de una mezcla indefinible…

Keira sintió una punzada de envidia al ver esa escena. Como le hubiera gustado tener una familia como esa. Pero bueno, no fue así, ya pasó ese tiempo en el que se ponía a llorar por suplicar un poco de cariño.

—Ven, Keira, mira, este es mi papá, se llama Andrew. Es el segundo hermano de mi tío, y esta mujer, con cara de no sé qué cosa, es mi madre. Ella es Lily Mow.

Keira escuchó el nombre de Lily Mow, y recordó que ella era una diseñadora de modas de renombre internacional, que en su otra vida llegó al palacio de la alta moda y vestía solo a lo más alto del jet society de todo el mundo. Sintió que era una mujer privilegiada de conocerla; en su otra vida admiraba su diseño. Aunque solo podía verlos en revistas.

—Es un placer conocerla, Sra. Mow, soy una admiradora de su trabajo.

—No sabía que tuviera una jovencita dentro de mi círculo de admiradores y menos ahora que no soy tan famosa.

Lily vio con calma a Keira y notó sus facciones, su color de ojos y cabello, y ese cuerpo delgado que aún le falta desarrollar. La hacía parecer un hada de los cuentos. Pero era su hada esa que estaba buscando para su creación; era perfecta.

—Eres perfecta, eres realmente perfecta… Después de decir eso corrió escaleras arriba y se fue a limpiar y cambiar de ropa, mientras las otras personas se preguntaron qué estaría pensando Lily.

—No te preocupes, Keira, a mi esposa es así cuando le llega la inspiración; siéntate en cualquier momento, estará lista la cena, además, no tardará en llegar. Mitchell.

—¿Oh, también vendrá su hermano?

—Sí, él viene todos los sábados a hacernos compañía. Bueno, siempre que esté en el país.

—Comprendo, es una persona muy ocupada.

—¡Keira, sube, por favor, arriba está mi estudio! Grito Lily

—Vamos, puedes hacer, si ella te quiere arriba es por algo —le indicó Andrew a Keira, quien subió con un poco de temor las escaleras.

Cuando llegó a la parte de arriba, se encontró con Lily, quien le indicó el camino a su estudio, el cual estaba lleno de bocetos, de telas y uno que otro maniquí de corte. Pero lo que más le llamó la atención fue un vestido de noche que estaba montado sobre un maniquí.

Era un bellísimo vestido en un color aqua, metalizado, tachonado de piedras preciosas, que estaba montado de forma vaporosa con tul de alta calidad, y el búster era de seda ribeteada y bordado en hilos de plata y oro. La parte de atrás estaba hasta la mitad de la espalda y el frente era muy profundo. El escote en la parte de en medio, pero no en los pechos, para una mujer como ella que era delgada y sin poco que mostrar estaba perfecto.

—Keira, quiero que te lo pongas ahora mismo.

—Yo?... Ese vestido es demasiado hermoso para alguien como yo.

—¿Y quién es alguien como tú?—preguntó Lily.

Keira se había olvidado al ver el vestido que no era esa chica sucia que había vendido y manchado tantos hombres, por culpa de su padre, que ya no era esa chica de los barrios bajos que tenía cicatrices en el cuerpo por los juegos sucios de hombres pervertidos, que no era esa mujer con la cara cicatrizada por culpa de Camila, que ahora era solo una joven de 18 años…

—Está bien, me lo probare, solo para que vea usted cómo luce, aun cuando creo que no seré la modelo perfecta para ese vestido.

Keira se desnudó y dejó acomodada su ropa en una silla, y procedió a ponerse el vestido con ayuda de Lily. Cuando estaba lista, se vio al espejo y vio a otra mujer muy diferente, una que nunca había visto antes, una a la cual le lucían unos ojos brillantes como las esmeraldas, con un hermoso pelo dorado largo y lacio… Que parecía como si la hubieran sacado de una historia de una cenicienta de la época moderna.

No solo ella lo estaba pensando; otra persona que sentía que su corazón se debocaba estaba fuera del estudio, viendo cómo esa mujer se veía terriblemente hermosa enfundada en ese vestido que su cuñada había diseñado, pero que se negaba a entregar a cualquier mujer, porque decía que hasta que encontrara a la mujer perfecta dejara que lo luciera, y ahí estaba esa mujer perfecta frente a él, y era para él. Él la quería, la necesitaba a su lado para el resto de su vida y, no importaba lo que tuviera que hacer, la convencería de que eran el uno para el otro.




EL RINCÓN VELVET VIOLETA




Keira se encontraba fascinada con el vestido que había sido creado por Lily. En su vida, ni en esta ni en la anterior, se imaginaba poder probarse un vestido de esta famosa creadora y ahora lo pudo hacer y además era la madre su amiga. De verdad que por algo regresó al pasado, y no solo por venganza. Sentía que su corazón se calentaba un poco. Ya se había dado cuenta de que cuando daba de esa casa, su corazón se sentía menos pesado, que cuando conocía personas buenas, su deseo de matar era menos pesado.

Seré, ¿porque ahora estaba conociendo personas que de verdad son bienes con ella?
Y en su otra vida nunca conoció a nadie bueno con ella, solo gente que quería algo de ella o dañarla.

Sentía que su cabeza daba vueltas; no sabía qué le pasaba, si tenía ganas de llorar o de reír o de salir corriendo de esa casa.

—Keira, Kelly me dijo que será pronto tu cumpleaños número 18, así que quiero que luzcas este vestido ese día; por lo tanto, es tuyo.

—Que? No, yo no puedo aceptar este vestido; es demasiado…

—No aceptaré un No, por respuesta, tú has hecho mucho por mi hija. Ahora ella ya sonríe e incluso habla con nosotros de nuevo. Y si es debido a tu amistad, espero que con el tiempo ella comience a sanar por completo de lo que le haya pasado y tenga la confianza contigo de contarte que fue lo que le sucedió.

—Yo no he hecho nada, todo ha sido solo ella.

—Puedes decir lo que quieras, pero sé la verdad y es debido a ti.

—Gracias, aprecio el regalo; lo atesoraré, como lo mejor que tengo.

Afuera, Mitchel, oí que él tenía el regalo perfecto para complementar ese vestido. Esa noche iría por él. Y no dejaría que nadie se lo robara.

Al bajar del estudio, Keira traía en una caja el vestido que le habían regalado; además de que su corazón latía alborotado por la emoción, se alteró aún más al ver a Mitchel ahí. Sabía que había dicho que la esperaría, hasta que ella estuviera preparada para dar una respuesta, pero en realidad no sabía cuándo lo estaría.

Lo que estaba segura es que estaba profundamente enamorada de ese hombre, quizás desde el día en que murió y vio esos ojos acerados y feroces, pero tiernos cuando la ve a ella.

Tenía que terminar con lo que deseaba hacer para liberarse de la carga que tenía en su corazón y alma, antes de que la carcomiera el odio que sentía cada vez que veía a los Cox. Aún tenía que encontrar a una que otra persona, que destruyeron a sus seres amados, sin motivo alguno, solo para divertirse al verla sufrir.
Espérame, Mitchell, déjame encontrar a esas ratas y aplastarlas y entonces vendré a ti.

Lily acompañó a los invitados, sentando a Mitchell al lado de Keira. La familia de tres sabía sobre lo que sentía Mitchel por la niña, por eso hicieron eso. Adrew era mayor que Mitchel casi 10 años. Siempre fue él que lo cuidó. Aun cuando se casó con Lily lo tenía en su casa y Lily aprendió a quererlo como si fuera su pequeño hermano. Ahora que lo veía como estaba feliz al lado de Keira sentía que tenía que ayudarlo a conquistar a esa chica.

Además, veía en los ojos de Keira que a ella no le era indiferente Mitchel, pero había algo que la detendría; no sabía bien qué era, pero lo averiguaría.

La velada pasó sin mayor inconveniente, se divirtieron y terminó la cena. Como siempre Mitchel aprovechó para llevar a Keira a casa.

—Como te fue este fin de semana?

—Bueno, pasaron cosas algo complicadas en casa, nada fuera de lo normal.

—Por lo que veo tu familia siempre tiene algo puesto.

—Sí, son muy moviditos, en cuanto a su forma de vida.

—Espero que no te afecte para tus estudios.

—Para nada, yo me aíslo de sus problemas en mi habitación y me pongo a estudiar.

Mitchell sacó una tarjeta negra del tamaño de la mitad de una de crédito, pero con un chip en la parte de en medio.—Toma esta tarjeta, te da acceso a mi casa, puedes entrar cuando quieras o lo necesites, no importa el día o la hora, guárdala—.

Keira se sorprendió, pues sabía que a Mitchell no le gustaba que nadie entrara en su casa, por eso debía dar su permiso para que el ama de llaves les dejara pasar. ¿Cómo es que le estaba entregando una llave electrónica? Aun así, la aceptó. No sabía si alguna vez necesitaría huir de la casa de los Cox, y el mejor para esconderse sería precisamente la casa de Mitchell…

—Gracias por confiar en mí; de esta forma, sé que no te gusta que nadie entre a tu casa; no iré a menos que sea muy necesario.

Mitchell tomó la mano de Keira entre la suya y le dijo: —Tú no eres cualquiera, Keira, eres la mujer que me gusta, tú puedes entrar cuando quieras a mi casa…

Keira no podía mirarlo a los ojos en ese momento; sentía que, si lo hacía, podría mostrar el miedo que sentía de perderlo, por no poder corresponder en ese mismo instante.

—No te preocupes, Keira, prometí esperar por ti hasta que estés preparada para aceptarme.

—Gracias, ahora ya llegamos, tengo que irme, gracias por todo lo de este día. Tomó todas las cosas que le dieron y salió del auto de Mitchell rumbo a la casa de los Cox, pero una persona los estaba viendo desde una de las ventanas de la mansión.

Esa persona no era otra que Luck, quien de inmediato se puso alerta al ver el auto que había dejado a Keira. No era el de siempre; además estaba conducido por un hombre joven; seguramente era un hombre muy rico, porque ese auto deportivo no costaría menos de 700 mil euros. No era un cualquiera, ¿cómo diablos lo había conocido Keira?, ¿de dónde salió? ¿Un hombre así de rico? Esta oportunidad no se podía perder; tenía que saber quién era y si era un amigo importante de esa basura, para poder cargar algo de dinero ahora que necesitaba ayuda.

Keira vio que Luck estaba parado en el gran ventanal del segundo piso de la mansión. De inmediato dedujo lo que seguramente estaba pasando por su loca cabeza: quién era el del auto, ese hombre no cambiaba; en cuanto entrara le haría una miríada de preguntas, para saber si ella se estaba acostando ya con él y cuanto podían sacarle. Como si lo pudiera escuchar…

—Keira, ¿quién es el hombre que trajo a casa ahora mismo?

Aquí vamos; no falla, este viejo marrano…— Es el tío de una de mis amigas. Me trajo, porque el padre de ella no pudo hacerlo.

—Es soltero?, quizás puedas seduc....

Keira no dejó que terminara de decir la palabra favorita de Luck. —Ni lo pienses; ese hombre ya está comprometido y no lo haré… No soy como tu otra hija.

Keira se fue de inmediato a su habitación, cerrando la puerta por dentro para que no entraran a molestarla.

Luck se quedó echando pestes hasta por las orejas; no podía creer lo que había escuchado de esa mal agradecida, que había recogido de los barrios bajos.







EL RINCÓN VELVET VIOLETA



Astrid tenía una cita con Robert Beckley para ver los gastos y cómo estaba yendo la empresa que habían iniciado. Estaba haciendo cuentas cuando vieron que le haría falta de nuevo capital para extender su negocio a un límite mayor, ya que estaba a unos límites mayores de los que habían pensado al inicio del proyecto. Ahora estaban con nuevas necesidades de atender a más clientes, tener más redes de producción y distribución que les redituaría muchas más ganancias, pero para eso necesitan capital de inmediato, y Keira no lo tenía.

—Jefa, esta cantidad es muy grande para que la consiga usted sola en tan poco tiempo.

—Lo sé, Robert, pero tenemos que hacerlo o esto no funcionará.

—¿Qué piensa hacer, jefa?

—Lo que tenga que hacer se hará Robert, así son los negocios.

Keira estaba pensando en quien podía confiar para ofrecer una parte de la empresa. Ahora ya valía mucho más de lo que valía en un principio, así que podía solo ofrecer un pequeño porcentaje de las acciones y así conseguir lo que se requería para salir adelante. Ya encontraría la forma después de recuperar esa parte de acciones.

Recordó a Claude Howland. Él le había ofrecido ser socio, así que podía llamarle y ofrecer cierta participación a cambio del capital que necesitaban ahora mismo. Eso era la solución ahora mismo. Tomo su teléfono móvil y marco de inmediato el número que le dio. Espero que su secretaria no la hiciera esperar demasiado; no disponía de mucho tiempo para solucionar este problema.
Al segundo timbre escuchó una voz profunda y varonil que respondía a su llamada.

—Diga.

—Sí, perdón; soy Keira Perry.

—Hola, señorita Perry, pensé que nunca me llamaría.

—¿Señor Howland?

—Sí, soy yo, te di mi número personal.

—Nunca imaginé que fuera su número personal, incluso pensé que respondería su secretaria.

—No para nada, esperaba que me llamara usted, así que por eso lo hice, ¿así que seremos socios?

¿No debemos hablar primero sobre las condiciones del contrato y la cantidad que requiero para que seamos socios?

—Nada de eso es problema para mí, confió en usted, así que enviaré a mi secretario de inmediato para que la traiga mi oficina y hagamos el contrato.

—Muy bien, esperaré por él y estaré lista con nuestros documentos, para ir a donde se encuentra usted.

Cuando Robert escuchó eso, estaba dando saltitos de alegría. Su jefa era tan capaz; era una joven de 18 años, pero con una capacidad que podía ser comparada con la de genio empresarial como de los magnates con los que se codeaba ahora.

—La jefa lo ha conseguido: ahora podremos estar a la par de las empresas más grandes.

—Esperemos que sí. — Keira necesita mucho dinero para poder comprar todas las acciones de la empresa Cox ahora mismo y, mientras no lograra ver ganancias, era muy complicado hacerlo.

Partió rumbo a las oficinas de la corporación Howland; en cuanto llegaron a recogerla, cuando estaba ya en ellas, vio lo elegantes y grandes que eran. El despacho de Claude era enorme; tenía una sala de espera dentro del mismo, un gran escritorio tallado en madera precioso y un sillón de piel fina en color oscuro; además daba a un ventanal con vista a toda la ciudad en el gran centro empresarial de la ciudad… Al entrar se sorprendieron al verla acompañada del secretario del presidente. Era muy bella, pero estaba vestida con el uniforme escolar y eso realmente sí llamaba la atención de cualquiera que la viera. Pensaron que quizás era la hija de algún amigo de la familia Howland que visitaba a su jefe. No la dueña de una empresa que está buscando una fusión.

—Buena, CEO Perry, entonces ahora firmaremos el contrato y seremos socios en esta nueva empresa.

—Así es CEO Howland.

—Después de la firma, vamos a dejarnos de tantas ceremonias y quiero que me llames por mi nombre, así que dime Claude y yo te diré Keira. Eso de usar los apellidos me da mucho escalofrío.

—Está bien, Claude.

—Esta es la segunda vez que te veo y sigo pensando que te he visto antes, pero lo logro recordar donde.

—Tengo una cara muy común; seguramente me estarás confundiéndome con alguna persona.

—No, estoy seguro que te he visto antes; ya recordó donde.

Siguieron conversando sobre los últimos detalles de la nueva empresa y su nuevo nombre social, así como detalles de la misma y se fueron a comer juntos.

Dejando a Claude con esa sensación de que Keira era una persona a la que había visto antes, pero sin saber dónde.





EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Dylan entró en la habitación de Camila; ya había mejorado de la cara en gran manera; de hecho, tenía mucho mejor aspecto; si se maquillaba, ya no se notaria nada de lo que le había pasado. Su preocupación por cómo se vería en la fiesta ya estaba cubierta, pues no se notaria nada y usaría un vestido hecho de una forma que luciera su figura, pero no dejaría ver nada de su cuerpo, aún con marcas; solo sería muy pegado a su figura, más para dar a desear que mostrar.

Dylan desde que había cumplido los 18 años se había mudado a una casa en los suburbios de la ciudad. Vivía solo, y visitaba la casa familiar unas dos o tres veces al mes, pero cuando se enteró de lo que le había pasado a Camila comenzó a visitarla de manera más frecuente. Él estaba profundamente enamorado de Camila desde que se enteró que no eran hermanos biológicos. Siempre mantuvo la esperanza de que algún día serían pareja y se casarían, pero después supo que su padre nunca lo permitiría, cuando él mismo le confesó que la tenía para vender al mejor postor matrimonial, y que él tenía que casarse con una mujer de la alta sociedad para poder tener grandes beneficios para su patrimonio.

Un día su padre le dijo que las hijas solo servían para traer beneficios a la familia por medio del matrimonio, que no servían para nada más, que eso le había enseñado su padre. Ahora entendía por qué sus dos hermanas no le hablaban a su padre; en toda su vida nunca las había visto ni una sola vez; lo odiaban a muerte, quién sabe qué les habrá hecho su abuelo para que su padre tenga lo que tiene ahora. Sus tías jamás se han acercado a Luck; lo ven como si fuera una peste maldita.

Y ahora que vio lo que le pasó a Camila, de verdad lo cree un maldito bastado, que solo piensa en el dinero.

El mismo lo llevó con las mujeres del club cuando cumplió 14 años. Él no quería y ellas se reían y lo tocaban hasta que lo montaron y su padre le gritaba marica, si no podía lograr meterla dentro de alguna de esas guarras… Fue tan traumante.

—Camy, ¿cómo estás hoy?

—Dylan, si me quieres de verdad, tienes que hacer algo para que Keira muera el día de la fiesta de cumpleaños. No quiero que lo pase bien, ella tiene que morir, o pasar lo mismo que yo pase, pero mil veces.

—Camila, está bien; te ayudaré a castigarla, pero ya debes de tranquilizarte, no todo lo hizo ella; en gran manera fue culpa de tu madre y mi padre. Su codicia no tiene límite.

—¿Entonces ellos de verdad ya no me quieren?

¿Qué va a pasar conmigo, ya no me darán más dinero, me tendré que ir de la casa, dormiré en la calle, seré una pordiosera? Camila comenzó a enloquecer de nuevo; estaba al límite de su razonamiento.

Para Camila la vida no existía sin bolsos de marca, ropa de alta gama, colegios de paga, coches con chofer. Si eso estaba en su vida, ella no podía seguir viviendo.

—Mi madre me odia; ella misma me dio la bebida para que me hicieran daño; fue ella.

Grace escuchó lo que estaba pasando en la habitación y, como estaba Camila de nuevo y como esa niña estaba apunto de perder la razón, ya no podía más con todo eso. —Dylan sale de la habitación tratando de controlar a Camila.

—Dylan salió, pero no cerró la puerta por completo.

—Te odio a ti, a mi padre, a todo en esta casa, todos me hacen daño, todo planearon para que hicieran lo que me hicieron, por eso estoy pasando por esto.

—No puedes odiarme a mí, que te he criado desde que naciste, que te he cuidado, como nadie en el mundo, que te vi nacer.

—Que dijiste? Yo no soy tu hija biológica; la que viste nacer es a Keira, no a mí.

Grace comenzó a llorar como si sus ojos se convirtieran en unos ríos.

—Solo tienes que saber que te amo, a ti, no a Keira y que daría mi vida por ti, que esa chica de los barrios bajos no es nada para mí.

—¿Por qué dejaste que esto me pasara?

—No pudimos evitarlo, cuando nos dimos cuenta, ya estaba golpeándote ese hombre y sus guardaespaldas casi matan al hombre que te defendió; él aún está en coma en un hospital.

¿Está en coma?, ¿quiere decir que pudo haberme matado por no ser virgen?

—Ese hombre detesta que le engañen cuando se le entrega un regalo y mata a las chicas que se le entregan; no es la primera vez que lo hace; pensamos que cuando llegaros ya no estarías viva.

Camila había pensado que solo la había golpeado por golpearla, pero fue porque estaba molesto por las palabras de su guardaespaldas que se declaró su amante; si no hubiera arriesgado su vida aquel hombre al pelear con esos hombres para sacarla, ella estaría muerta.

¿Ustedes querían ganar dinero y que mataran a Keira? Eso es lo que querían. jajajajaja

Comenzó a reír histéricamente…

Que desgracia que se confundiera, si no esa perra ya estuviera muerta… Y no tendría que pedirle a Dylan que le ayude a preparar una trampa para que la humillen en la fiesta de cumpleaños.

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