EN UN PAIS LEJANO EXISTIA UNA CHICA QUE LE DOLIA EL CORAZON SI NO AMABA (CAPITULOS 51-60)
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Estaban reunidos los 4 padres e hijos accionistas de la empresa de la familia Templeton, en la biblioteca de la casa… Estaban dispuestos a discutir sobre si invertir o no en las empresas de "Farnel Peterson".
Por parte de Stephen, se negaba en rotundo a invertir. Él no deseaba perder un solo centímetro en algo que no veía claro.
La empresa estaba valorada en 100 millones, lo cual implicaba invertir la mitad del valor de la empresa y eso significaba dar lo que es la liquidez al momento.
Esto causa graves problemas a largo plazo porque, si tuvieran un problema y necesitaran ese dinero de inmediato, no podrían obtenerlo y sería un gran problema para ellos.
Pero su hermano Owen, como siempre impulsivo y sin pensar en las consecuencias, solo pensaba en que representaría ganancias muy altas el lograr invertir con un hombre que tenía empresas multimillonarias.
Sin antes comprobar si de verdad existían esas empresas, simplemente quería entregar el dinero que les pedía.
—Sabes muy bien que perderemos esta oportunidad única. Stephen, si no aceptas. —Owen nunca pensaba en las consecuencias, solo pensaba en el dinero rápido. Y que le costara nada de trabajo conseguirlo.
—Hijo, tienes que pensar muy bien lo que estás decidiendo en este momento. No se nos presentará una oportunidad igual, además de que nuestro deseo es llegar a cotizar en la bolsa y esto nos hará llegar a hacerlo más rápido. El viejo Mateo estaba pensando en lo rápido que llegaría la gloria…
—No entiende nada, este hijo mal agradecido, solo tiene que firmar y ya eso es todo —dijo Nina.
—Yo no soy tan fácil de convencer como ustedes, y no veo las cosas tan claras. Además, ese hombre no me da nada de confianza. No veo que tenga una fachada de multimillonario; parece un vendedor cualquiera. Como si solo tuviera una conversación ensayada y las respuestas perfectas para dar.
—¿Qué sabes tú de gente multimillonaria? Quizás solo es un excéntrico, por eso se ve así —dijo Owen.
—Tal vez no sé de su forma de vestir o de su forma de actuar, pero de negocios sí que sé, y no pienso invertir en ese hombre.
—No puedes hacernos esto, ¿qué pasará si no aceptas, que no ves que estás dañando a tu familia; te estás comportando como un hijo egoísta y malvado; te hemos tenido en esta casa durante tantos años y así es como nos pagas? —Nina siempre había estado lejos de su hijo Stephen, porque no le daba la razón. Siempre la regañaba por su falta de educación. Ahora era un momento perfecto para regañarlo.
—¿Me estás diciendo, madre, que yo he estado en esta casa solo porque no tenía a donde ir? ¿Cómo no he hecho nada durante 20 años que he trabajado en la empresa? A eso te refieres, madre.
—No es, para tanto, hermano.
—Claro que lo es; por esa razón tomo la siguiente decisión: a partir de ahora ustedes toman la mitad que les corresponde de la empresa y yo tomo la mitad que es mía. Así ustedes invierten lo que tienen que invertir con esa persona y yo me haré responsable de la parte que me toca. Ya no nos debemos nada, ni ustedes a mí, ni yo a ustedes; me mudaré mañana mismo de esta casa.
Stephen ya estaba cansado de todo lo que pasaba en esa casa. Él salía a trabajar todos los días y su hermano solo se divertía con su esposa en el extranjero, con el dinero duramente ganado por él, y su madre ayudaba a su hija mayor con dinero, ya que ella no era parte de la empresa. Todos comían del dinero que Stephen producía, y para sus padres él no era nada, pues entonces que se las arreglaran solos.
A partir de ahora, serían solo él y su esposa e hija. No le importaría nadie más.
—Hijo, no tomes a pecho las palabras de tu madre; sabes que ella no dice las cosas siempre correctas. Como siempre, Mateo quiso solo minimizar los actos de su esposa.
—No, ya no es cuestión si dice las cosas correctas o no, es que ya no quiero seguir aquí. Desde que regresó Astrid, ella y tu nieta Mila se han dedicado a insultar a mi hija y a mi esposa; solo lo he soportado por el bien de la familia, pero ahora que veo que no soy indispensable para ustedes, será mejor que me marche con mi familia de una vez por todas.
En cuanto a la empresa, ya les he dicho lo que pienso; ustedes se encargaran de su parte que les corresponde yo, de la parte que es mía, a menos que ustedes tengan el dinero suficiente para comprar la parte que tengo yo. De otro modo, será como he dicho, así que haremos todos los arreglos legales para la separación de bienes.
Con estas últimas palabras dejó la biblioteca y a su familia sin decir una palabra más; las cosas estaban decididas.
*****
—Emma será la mejor decisión que he tomado; estaremos mejor solos. Al principio sé que será muy difícil para nosotros, pues tendré que trabajar el doble para iniciar desde abajo, además de que tendré que buscar un lugar para instalarme e iniciar el negocio, ya que al tomar la mitad que me corresponde no me llevaré a los clientes de mi padre; solo tomaré a los más nuevos que he conseguido.
—No te preocupes por eso, ya estaremos fuera de esta casa y Astrid estará bien, así que no creo que nos vaya nada mal. Podemos salir a delante con poco. Lo mejor es que ya tenías la casa comprada desde antes y ahora está lista para mudarnos, así que es el momento perfecto para que tomaras esta decisión.
—Sí, dentro de poco será el tiempo de que nuestra hija vaya a la universidad; ella tendrá que tener más tiempo para estar tranquila.
—Stephen, creo que es demasiado tranquila nuestra hija, no sale nunca, no se divierte, necesitamos hacerla que salga, ¿no sabes por qué su novio no la lleva a algún lugar?
—No lo sé, pero puede ser porque no tenga dinero suficiente.
—No había pensado en eso.
—No importa ahora que estemos en casa; lo invitaré para que lo conozcas y veas cómo es en persona.
—Eso estará bien.
Y allá que va Buker de visa con los suegros…
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Una vez que Stephen habló con Emma, acordaron que tenían que comunicarle a su hija que al día siguiente se irían a su casa nueva, así que decidieron que Emma sería la que le comunicaría de este hecho. Mientras tanto, Stephen se ponía manos a la obra en realizar lo necesario para comenzar su nueva empresa.
—¿Hija podemos hablar?
—Sí, pasa mama.
—Como sabes, hoy ha venido un hombre muy importante y ha propuesto una inversión a tu abuelo, y bueno, tu padre no ha apoyado la decisión de esa inversión, por lo cual ha tenido un desacuerdo, y tomó la decisión tu padre de separarse de ellos, así que nos mudaremos de esta casa mañana.
—Bien, ¿a qué hora?
Como lo esperaba Emma, su hija solo preguntaría lo esencial. No más hay de lo que sería necesario para ella.
—Por la mañana, así que ten tus cosas listas.
—Todos mis libros los tendré listos.
—Hija, ¿solo tus libros son importantes?
—mmm, sí
—¿Dime, en el orfanato no tenías nada más que solo libros?
—No recuerdo que haya tenido otra cosa, que no haya sido solo libros o alguno de los instrumentos musicales que una persona benefactora del orfanato regaló. Cuando me quería poner a pensar me ponía tocar algún instrumento musical.
Emma está comenzando a comprender por qué su hija solo tenía como adicción en su vida leer y porque sabía tocar el piano de forma autodidacta. De hecho, tenía que ser muy inteligente al descender de una familia de eruditos, pero ella era algo especial. Solo su padre fue así de peculiar: cuando no podía resolver alguna fórmula se ponía a tocar el piano.
Emma había olvidado eso; hasta ahora que mencionó a Astrid que ella lo hacía en el orfanato, lo recordó.
—¿Qué más cosas hacías en el orfanato, Astrid?
—No muchas, ahí no había mucho que hacer; ayudaba a otros niños a aprender. Y cuando me comenzó a doler la cabeza que sentía que me estallaba, llamaron al doctor Liam.
¿Cómo? ¿Qué Astrid conocía desde hacía tiempo a Liam?, Emma no sabía eso, ni imagino que su hija haya sufrido de dolores de cabeza, que tuviera que ser atendida por un especialista como lo era el doctor Liam, quien estaba tratando a su padre, desde que el doctor que lo trataba antes se retiró.
—¿El doctor Liam, el que visito a tu abuelo la última ocasión que fuimos a verlo?
—Sí
—Comprendo, ¿ahora ya no tienes dolores de cabeza?
—No, pero... no nada estoy bien.
Emma ya no quiso interrogar a su hija sabia que ella misma tenía que ser la que dijera lo que pensaba y quería o no diría nada, así que dejo por la paz el interrogatorio, al menos por el momento.
—Bueno, no te preocupes, te dejo para que sigas haciendo lo que estabas realizando, te subiré la cena, para que no bajes y tengas que escuchar la discusión que seguro tendrán esta noche, en el comedor.
—Gracias.
********
Astrid esa noche estaba dormida felizmente.
Durante su sueño Buker estaba recién duchado, sentía el aroma al gel de ducha, eran tan fresco, que sentía el delicioso aroma que desprendía el cuerpo bien formado del hombre que estaba junto a ella, mostrando su torso desnudo, con solo una toalla cubriendo la parte baja de su cuerpo, su pelo húmedo estaba aún goteando un poco de agua, lo que lo hacía lucir salvaje y más atractivo son esa mirada acerada.
No sabía el porqué sus brazos fuertes la hacían sentir ganas de desear que la abrazara, y sentir que no podía estar más tiempo lejos de ese hombre.
Lo que estaba a su vista en ese momento era algo tan excepcional, nunca lo había visto en ningún libro, era único en su especie, no podía explicar lo que sentía al verlo. Solo sabia que era un cosquilleo en su estómago, como si fueran mariposas revoloteando
—Que esperas que no me tocas, veo como lo deseas hacer, ven, tócame.
—No puedo hacerlo, eres un sueño.
—Eso no importa, solo tócame, es lo que desesperadamente quieres hacer, desde hace tiempo, pero estás reprimida. Déjate llevar por lo que de verdad quieres. Libera tus emociones reales.
—Como puedo hacerlo, siempre me han dicho que tengo que ser callada y no decir lo que quiero, deseo o pensó.
—Conmigo eres libré, ven, a mí.
Astrid, sentía que de verdad podría ser libre de todo lo que la hacía sentir reprimida en su vida onírica, que los sueños no tenía nada que temer, podía estar libremente con el hombre que la hacía que su corazón ya no doliera.
Al dejarse llevar por el sueño, sintió como una mano tibia rozaba su rostro, y como poco después, esa misma mano bajaba hasta posarse en su cuello, atrayéndola hasta estar tan cerca de su rostro que podía ver casi los poros de su piel, cuando menos lo esperaba Buker la beso en los labios.
Astrid despertó asustada por el sueño que estaba teniendo, solo había dormitado, no por mucho tiempo, eran apenas las 11:00 pm, y ya estaba dormida, no entendía por qué se quedó dormida tan pronto, cuando siempre dormida hasta la media noche después de leer o estudiar alguna materia en concreto.
¡Y porque había tenido ese sueño!
Si hubiera sido real, seguro que le hubiera roto las piernas a ese descarado de su novio pagado.
¿Aunque pensándolo mejor, aún recordaba como se sentían sus labios, serán así en la realidad?
¿Que pasara, si lo besa la próxima vez que lo vea?
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Para el inicio de la semana, ya se encontraban en su nueva casa y el abogado de Stephen se encontraba realizando todos los cambios para que la empresa fuera dividida acorde a los bienes que se habían creado desde un inicio, así que el 50% que correspondía a los 3 miembros de la familia Templeton quedó en manos de Nina, Owen y el señor Mateo, y el otro 50% en manos de Stephen.
A partir de este día, tenía que comenzar a buscar empleados y un lugar donde establecer su nueva sede, todo desde cero, incluso buscar nuevos clientes, así que sería un arduo trabajo. Ya había levantado la empresa de su padre, ahora tendría que levantar la suya propia.
Pero en el fondo se encontraba feliz; ya no se encontraba bajo el yugo de nadie; ahora solo dependía del mismo.
Cuando llegó la hora de enviar a su hija al colegio, la envió el mismo. Ahora ya no tenía dos autos, así que tendrían que compartir un auto por algún tiempo. El chofer la llevó a ella primero al colegio, que en realidad la bajó fuera de la tienda de conveniencias y después se fue con Stephen.
Como siempre, cuando entró a la tienda, vio a Buker leyendo, pero en realidad siempre se había preguntado qué es lo que leía con tanto afán todos los días; siempre leía un libro bastante viejo, de un color gris, con letras color plata; de hecho, estaba en un idioma que para ella era desconocido. No es que no lo hubiera visto, solo que no lo había aprendido aún; ya se daría tiempo para hacerlo.
Se acercó y lo vio; de hecho, lo observó. Vio su rostro, lo guapo que era, esos ojos acerados; el aura que desprendía era de un hombre fuerte, que no sería intimidado fácilmente. No parecía ser mayor de 25 años, su altura era de notarse, sus fracciones eran patricias, parcialmente esculpidas, casi irreales; era de piel bronceada como si pasara mucho tiempo al sol, pero no se veía feo.
¿Qué pasaría si lo tocaba, como en su sueño? Se enojaría o no pasaría nada. Y si lo basaba, ¿sentiría esos labios tan suaves y tiernos como los sintió la noche de ese extraño sueño?
Buker notó que la niña lo estaba viendo, con mucha atención, como si le pasara algo, pero decidió hacer como que no lo notaba. Era mejor dejarla que ella siguiera con el examen que estaba realizando; sería más fácil saber lo que estaba pensando después de que ella misma terminara de realizar su exhaustivo reconocimiento.
Astrid se debatía entre decir que se quitara la cama para ver si estaba como en sus sueños o no. No quería que sus sueños la engañasen. Si fuera verdad que estaba como en sus sueños, pues quizá y podría ser capaz de besarlo, pero no sabía si podría hacerlo; mejor sería analizarlo un poco más.
—Hoy me vas a tomar la mano pequeña.
—Sí, además tengo que decirte algo.
Salió de detrás del mostrador Buker y se sentó en la pequeña mesa donde acostumbraban a desayunar. Se sentó al lado de Astrid, y dejó que ella le tomara su gran mano con las dos de ella.
Astrid, sentí que no era nada suave. Era áspera, de un hombre que realizaba trabajos manuales, pero nunca lo vio hacer nada; incluso no veía que vendiera o abriera la tienda muy seguido; no sabía de qué vivía o cómo le pagaba a su empleado.
Solo sabía que un día llegó a esta tienda y su corazón le ordenó que tenía que amarlo y desde entonces estaba aquí tomando le la mano todos los días, pero ahora su mente le decía que tenía que seguir y dar los pasos que seguían en una relación; ella pensaba que no eran necesarios, pero su sueño le dijo que tenía que ser libre y seguir.
—Soñé contigo.
—¿Estaba vestido o desnudo? Buker no pudo evitar tomarle el pelo a la pobre niña.
—MMM… Sin ropa
Buker se quedó con los ojos como platas ante las palabras de Astrid, como hablar del tiempo frío que hacía afuera. ¿Ahora, qué le podía decir él?
—Y ¿qué pasó en tu sueño?
—Me dijiste que dejara que mis emociones fueran libres.
Menos mal, solo fue un buen consejo, y no un acto deplorable del cual arrepentirse.
—Un muy buen consejo.
—Y después me besaste.
Farnel estaba llegando con el desayuno cuando escuchó esto último y pensó: —Jefe, eres más activo en un sueño que en la vida real, aprende tú, yo, onírico.
Buker estaba dudando de lo que estaba escuchando. Si la pequeña no lo dejaba que se acercara mucho y cuando lo hacía tenía que inventar mil y una tretas, ¿cómo es que en un sueño lo logre?
—Ya está aquí el desayuno, aquí está la leche de la niña.
Farnel decidió interrumpir e iniciar el desayuno y se le haría tarde a Astrid para cruzar la calle e ir a clases.
Pasaron un rato tranquilo como todas las mañanas, pero Buker se preguntó qué es lo que le estaba pasando a Astrid por la cabeza, para que comenzara a tener un giro tan drástico en sus pensamientos.
Él pasó por algo similar, cuando el padre de Liam lo supuso como conejillo de indias, dándole un medicamento que le suprimiría las emociones. Durante el periodo en que le dieron esas pastillas él no sentía ninguna emoción, solo sabía que tenía que aprender y dedicarse a estudiar y eso era algo bueno para los que lo trataron como una máquina para el ejército, pero Astrid nunca la vio en los programas donde él estaba, además debería ser una bebé cuando él estaba ahí… Él comenzó a los 7 años; ella debería de estar naciendo en ese entonces.
Terminaron de desayunar y Astrid recordó que tenía que preguntarle algo.
—¿Tu tienda vende de todo, verdad?
—Sí, casi de todo, ¿qué es lo que necesitas esta vez?
—Estas pastillas —Astrid sacó las pastillas, que deseaba tomar de nuevo, para que no se distrajera y poder estudiar.
Buker las vio, y de inmediato se dio cuenta de que no se había equivocado; estaban usando a Astrid, igual que lo usaron a él, como un instrumento para que sea un supergenio, que después será reclamado por el gobierno.
—¿Quién te dio estas pastillas, pequeña novia?
—Un doctor que es mi amigo.
—¿Desde cuándo?
—En el orfanato.
—Mañana las tendrás. —Respondió Buker con una sonrisa, que no llegaba a los ojos.
Farnel, oro de nuevo, por la persona que le haya dado ese medicamento a la niña, seguro que algo le pasaría.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Buker estaba muy molesto cuando se fue Astrid, al darse cuenta de lo que habían estado haciendo con esa niña durante toda su infancia, por la razón por la cual ella no encontraba la forma de conocer las emociones, y parecía un robot que solo podía estudiar y aprender. Era igual que él a su edad.
Y estaba seguro de quién fue el responsable. Desde que el científico loco que dejó el programa se jubiló, su magnífico hijo lo ha continuado, y por eso la presentó como su amiga al grupo de los millonarios. Al principio Buker pensó que lo había hecho, porque la conocía debido a que trataba a su abuelo antiguo, pero ahora entiende por qué.
¿Pero entonces, si Astrid desapareció cuando era muy joven, y siempre estuvo en el orfanato, quién la llevó a ese lugar?
Su abuelo materno aún estaba cuerdo cuando ella nació, que fue lo que pasó en realidad. Su abuelo era compañero de investigaciones del padre de Liam.
—Farnel, investiga, ¿desde cuándo el doctor Liam asistió al orfanato donde se encontraba Astrid, y cuándo dejó de ir su padre?
—Bien...
Buker sacó su teléfono móvil y le envió un mensaje por el chat privado a Liam.
—¿Tiene más medicamento? Lo necesito.
—¿Ya terminaste el que te prescribí la última vez?
—Salí a una misión y perdí el frasco.
—Tienes que ser más cuidadoso, no puedes dejar de tomarlo.
—Enviaré a alguien para que lo recoja.
—Está bien, General.
Buker está dispuesto a limpiar a Astrid de esa droga. No dejará que siga siendo manipulada por nadie.
No parará hasta llegar al fondo del asunto: ¿quién fue el que raptó a su pequeña novia? Y ¿para qué, con qué finalidad, solo para realizar el experimento? ¿O es que ya sabían que ella sería un genio, porque pertenecía a una familia de eruditos y quisieron explotar ese cerebro suyo al máximo?
Tiene tantas preguntas sin responder, pero a la vez tiene miedo de encontrar las respuestas, pues puede que al encontrarlas algunas personas puedan resultar dañadas al conocer la verdad.
Él era hijo de unos célebres espías y militares de elite; fueron muertos en acción, por eso lo tomaron, y crearon un militar perfecto, pero Astrid solo era una niña normal, ¿por qué hacerle eso?
A menos que, no, eso no puede ser. Sería algo realmente descabellado, incluso hasta para él, el simple hecho de solo pensarlo.
Pero el abuelo de Astrid y el padre de Liam estaban como locos por probar que ese medicamento era eficaz para las emociones cognitivas, de forma que era muy eficaz para ayudar a que los niños ya dotados con inteligencia superior se convirtieran en superdotados, forzando su aprendizaje, memoria y atención. Bloqueando sus emociones.
Aun cuando su conjetura fuera verdad, ya no se puede hacer nada; Astrid ha perdido años de estar al lado de su familia, y su abuelo ya no tiene una mente lucida; es imposible que pueda aclarar nada.
Ahora solo queda resarcir el daño que le han hecho.
**************
Astrid llegó a la escuela como siempre, pero varias niñas la veían con respeto y algunas con risitas. Ella no prestó atención. Simplemente, continuó su camino rumbo a su salón de clases, como todas las mañanas.
—Astrid, amiga, ¿qué no sabes lo que dicen todos por la escuela, desde que vieron a tu novio?
—No
—¿Qué voy a hacer contigo? Nunca prestas atenciones a nada.
—No hablan nada interesante.
—Oye, Astrid, cuando ya no tengas dinero para pagar a ese novio, tan guapo que tienes, me avisas; estoy dispuesta a darle el doble de que tú le pagas.
—Yo también, yo puedo pagar hasta tres veces más, es tan guapo, que no importa lo que me cobre.
Bertha estaba tan enojada por escuchar a las tontas de su salón; como todas eran hijas de familias ricas, podían darse el lujo de ofrecer más y más dinero como si fuera una subasta.
Bertha les envió un mensaje a sus amigos y todos comenzaron a realizar cuentas sobre cuánto tenían disponible en ese momento. Lograron reunir 20 mil, y le dijeron a Bertha que le dijeran a su jefa que tenía esa cantidad para que fuera a llevárselo a su novio, que no dejaría que otras se lo quitaran.
—Astrid, los chicos dicen que reunieron algo de dinero, para que puedas dárselo a tu novio…
—No es necesario ser rica.
—Oye, Astrid, dime, cuando ya no puedas pagar a ese bombón que tienes ahora como novio de paga; además, no creo que sepas lo que se tiene que hacer con él, yo me haré cargo.
Una chica de las que más dinero tenían en su salón se acercó hasta su lugar para regodearse y decirle eso a Astrid.
Después del sueño que había tenido, se sentía muy extraña cuando pensaba en Buker; ahora sentía que si alguna otra mujer lo mencionaba o pensaba en él, no podía soportarlos.
Era como cuando vivía en el orfanato; ella podría soportar que le quitaran sus juguetes o alguna otra cosa, pero jamás que le quitaran un libro, o algo en lo que estuviera de verdad interesada.
Cuando sucedía eso, entonces su cabeza sentía que estallaría de dolor y solo quería recuperarlo.
Ahora que escuchó a todas esas chicas decir que querían tener a Buker para ellas y darle más dinero, sintió que lo podían robar en cualquier momento de sus manos.
Y tenían razón; lo había descuidado demasiado; ella solo le dio unas cuantas veces dinero y ya no le dio más; estaba descuidando sus gastos, y además, realmente no quería actuar como una novia de verdad; si seguía así lo perdería y no creía que lo pudiera recuperar tan fácil como lo hacía con un libro.
Eso la puso de nervios y sintió una ansiedad, que no había sentido antes, además de que se enojó al pensar que a otra chica la llamaría pequeña novia, o le diría su nombre de la misma forma como decía el suyo, o la ayudaría a conseguir cosas de su tienda.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Por primera vez en su vida, Astrid no sabía explicar lo que sentía en su interior, lo que le pasaba a su pecho y qué es lo que estaba pensando, al sentir ese enojo de saber que Buker podría estar con otra chica que no fuera ella.
Solo sabía que su corazón dolía, al imaginar que ya no lo vería más o que no podría tocarle la mano y que además no llegó a besar sus labios como en el sueño y que otra chica sí lo haría.
Esa niña dijo que ella no sabía nada de lo que se tenía que hacer con su novio; sí lo sabía, pero pensaba que era una pérdida de tiempo, que si pasaba más tiempo con Buker, no podría estudiar o leer, pero si le quitan a su novio, por solo estar con los libros y su corazón deja de latir, qué va a hacer; morirá.
Además, si deja a Buker, nadie la va a querer; va a quedar sola, como antes, cuando todos le decían que solo era una niña rara que parece tonta. Él no se lo dice y habla con ella.
Astrid estaba poniendo en la balanza por primera vez lo bueno y lo malo de tener a Buker de novio, y después del sueño se dio cuenta de que no era una novia real, solo era alguien que lo buscaba por una necesidad propia y no prestaba atención a él o lo que él necesitaba.
—No te lo puedo dar; si lo hago, le dolerá el corazón. Astrid respondió con firmeza a la chica, que se enfrentó a ella.
Bertha estaba a punto de soltar una gran carcajada cuando Claire le hizo señas desde la puerta para que no lo fuera a hacer. Pues sabía que de veras Astrid lo decía en serio.
Bertha se tapó la boca para no reírse, y aguantó, así que solo pudo tragarse las ganas de reírse de la respuesta de Astrid.
Bertha no comprendió lo que quería decir Astrid, pero Claire recordó el día que la conoció y le pidió que fuera su novio, por eso pensó que era verdad que el gigoló se pondría triste si no la veía.
Además, recordó cómo se puso el día que le fue a decir unas cuantas verdades: salió por patas, antes de que lo golpeara.
No entendía muy bien Claire qué clase de relación tenían esos dos, pero de que eran novios de verdad, eran, y no creía esa trola de que era un gigoló pagado.
—Bertha, ya puedes visitarme, ya vivo en una casa donde puedes ir.
—¿Ya no vives con tu abuela?
—No
—Felicidades, ahora entonces podré ir por ti los fines de semana. Para salir al cine.
—¡Haaa!
—¿Sabes lo que es el cine?
—Bueno, en el orfanato, nos ponían algunas películas, pero yo prefería ir a leer.
—Pues tienes que aprender a salir, no solo vivir de libros. ¿No me digas que no has salido con tu novio ni una sola vez?
—No
—¿Cómo es que te ha aguantado tanto tiempo?
—¿Se puede ir si no salgo con él al cine?
—Se puede ir y dejarte porque se cansa de que no lo trates bien y lo aburra estar con alguien que le preste atención. ¿Cómo lo tratas tú?
Astrid se puso a analizar su forma de actuar para con Buker; si él intentaba un acercamiento, ella siempre pensaba en romperle las piernas, o servirle un plato de boxeo militar; si trataba de darle un beso indirecto, ella ya no dejaba que bebiera del mismo vaso; tenía que tomarle la mano ella, no el primero. Ella, cuando estaba molesta, lo quería golpear y tomarlo como su saco de entrenamiento. La chica que se lo quería robar tenía razón: no era una novia de verdad. Cuando habló con Buker de los pasos que tenían que dar, ella los sabía, pero no quería darlos, porque no quería invertir tiempo en eso.
Pero si no lo hace, se lo van a llevar lejos de ella. Y después, ¿qué hará si ya no está con Buker a su lado, todas las mañanas?
—¿Hay libros que enseñen a ser una novia perfecta, Bertha?
Tenía que ser Astrid hasta en esto; si no es un libro, no confiaría en ello; en fin, ayudemos a Astrid.
—Creo que sí, tendremos que ver en la biblioteca.
—Bien.
Astrid estaba decidida a leer sobre cómo ser una buena novia.
***********
Stephen estaba en el edificio que había encontrado como nueva sede para la empresa, que comienza de ceros, y con un nuevo nombre; aparte, tenía que ir a la antigua empresa a avisar a los empleados el cambio de situación.
Cuando llegó a las oficinas de la empresa donde había trabajado por más de 20 años, estaba a la entrada su hermano Owen en compañía de su esposa Maddi, los cuales se encontraban despidiendo al hermano de esta.
—Mira, quién nos hace el honor de visitarnos —comentó de un modo muy sarcástico. Owen
—Cuñado, nunca pensé que esta sería la postura que tomarías, cuando mi hermano se esforzó tanto para traer a uno de los hombres más ricos del país para ofrecernos un porcentaje de sus empresas y una gran ganancia a corto plazo.
—Yo no pienso arriesgar mi futuro en algo incierto.
—Bueno, eso ya no importa. Nosotros hemos conseguido el dinero que nos pedía y ahora somos accionistas de la empresa de Farnel Peterson. —Con mucho orgullo presumo a Owen.
—Bien, solo les deseo lo mejor. Ya no es parte de mi empresa, es su empresa. Ahora, si me permiten, solo vengo a recoger algunos papeles y mis cosas.
Stephen no quería desearles el mal a su familia, pero el que su hermano y su madre fueran tan necios los llevaría a la ruina; él no quería estar presente cuando eso sucediera.
Ya había trabajado duro para ellos durante muchos años y se dio cuenta demasiado tarde que para ellos no significó nada más que una obligación.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Farnel regresó a donde se encontraba Buker, preparándose para resolver una misión esa noche. Ya había investigado lo que le había pedido, además de que había sabido otras cosas y estaba dispuesto a contárselas a su jefe.
—Jefe, el doctor Liam. Comenzó a ir al orfanato después de que su padre dejara el laboratorio, pero solo atendía a la señorita Astrid.
—¿No fue nadie más antes que él?
—Al parecer, no. Fue por petición del director del orfanato, ya que la niña comenzó a presentar algunos síntomas de confusión y fuertes dolores de cabeza.
—Bien. —Los síntomas secundarios del primer tratamiento, pensó Buker.
—Jefe, pero también me enteré de que el falso Yo está yendo más allá de solo estafar; ahora quiere comprar algunas empresas. El abuelo de Astrid acaba de invertir con él, pero como el padre de la niña se negó a hacerlo, se separó de su padre, así que ahora está solo y tiene que comenzar de ceros.
—¿Cómo sabes esto?
—Porque me llamaron, quiere alquilar el edificio que es propiedad de nuestra empresa de bienes raíces.
—Y ¿qué le has dicho?
—No le di ninguna respuesta ni precio hasta que hablara con usted, jefe. Es su suegro.
—Dile que se lo dejaras a mitad de precio por un año.
Jefe, ¿qué ganas tiene de que su suegro gane dinero pronto, o que sea del agrado de su suegro? —Al final eran propiedades de Buker; él podía hacer lo que quisiera con ellas.
—Muy bien, jefe; se lo diré mañana por la mañana.
—Y llama a los proveedores de papelería; seguro que nos buscará para que le enviemos cosas, así que busca que dejen todo al menor precio; ya sabes a quién buscar.
—Entiendo. Lo haré a primera hora.
—E investiga a qué se dedica su empresa, así sabremos a quienes podremos enviarle como cliente de inmediato.
Farnel solo estaba pensando que no le podía regalar la empresa al suegro porque la niña aún no era su esposa… A no porque aún no logra conquistarla, si no ya lo hubiera hecho.
—Bueno, ahora tenemos cosa que hacer, así que vamos, es hora de cazar…
—Estos momentos son los que me recuerdan realmente quienes somos, jefe.
Estaban por salir a buscar a los hombres que se les habían escapado la última vez; en esta ocasión estaban dispuestos a tomar sus vidas sin una sola gota de compasión.
Ya habían hecho hasta el último esfuerzo por detener el último contrabando, y no fue fácil. Esta vez fue de niños, y Buker no los perdonaría, esta vez.
Morirían esta noche, en sus manos.
*******
Esa misma noche en casa de Astrid.
—¿Qué te parece la nueva casa, Astrid?
—Bonita
—Cierto, hija, es bonita, además ahora es nuestra; no es tan enorme como la de tus abuelos, pero es nuestra. Emma estaba realmente feliz de haber salido de la casa de sus suegros. Se había acostumbrado a soportar las humillaciones, por mantener las formas y por el bien de su marido, pero ahora que su propio marido decidió salirse, es lo mejor que pudo pasar.
—¿Mamá, qué es todo lo que está en la entrada?
—Bueno, como ahora está en nuestra casa, nadie me dirá nada si me pongo a pintar de nuevo y además tendré mucho tiempo para hacerlo.
—¡Haaa, está bien!
—Pasemos al comedor, hija.
Cuando se encontraban ya los tres, comenzaron a charlar Emma y su marido.
—Emma, fui a recoger algunas cosas a la oficina de la empresa de mi padre y me dijeron que ellos consiguieron por préstamos el dinero para invertir con Farnel Peterson.
—Lo hicieron aún después de ver que tú te negaste, y la gran oposición en la que te has plantado.
—Al parecer confía ciegamente en las inversiones que promete que serán de altas ganancias. Comprendiendo el 10 % de acciones por 50 millones, obtendrán hasta 5 veces la ganancia. Es algo que es imposible de creer, pero que solo personas adictas a ganancias rápidas pueden creer que sucede.
—Stephen, quiere decir que tu familia corre el riesgo de perder todo lo que tienen.
—Sé que mi padre tiene dinero de reserva, pero no se los dirá a ellos; puede sobrevivir, por algún tiempo, en caso de perder esa cantidad, si logra administrar bien a los clientes que deje.
—No lo saben hacer, perderán todo —Astrid nunca comentaba, por lo cual les extraño que dijera esto.
—Hija, esperemos que lo hagan bien.
—Si tú lo dices.
—En fin, en cuanto a nosotros, he realizado cuentas y quizá pueda sobrellevar las cosas por unos seis meses, mientras encuentro clientes.
—¿Necesitas dinero? Yo tengo esto —Astrid sacó la tarjeta que le había dado su padre, donde le ponía dinero cada mes.
—Astrid, no creo que tengas mucho dinero ahí.
—Yo sí, creo que es suficiente para ayudarte, tómala.
—¿Y cómo le darás dinero a tu novio?
—Tendrá que llevar el desayuno de casa y así él estará feliz.
Emma se agachó para ponerse a reír, y su padre estaba tan conmovido por ese muchacho, que podía soportar a su hija, que de verdad daba muchas gracias porque lo hubiera encontrado.
Que no la deje, si no qué haría con esta hija tan especial, que no se entera de que su novio no solo necesita el almuerzo.
—Hija, no te preocupes, que yo te ayudaré con el almuerzo.
—Para tres.
Emma no preguntó, pues con lo que veía que come su hija, seguro que era para ella.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Stephen se encontraba revisando las cuentas de su banco, cuando se dio cuenta de que no tenía un solo penique. Estaba alterado hasta más no poder. No entendía qué es lo que había pasado con su dinero; de hecho, se suponía que el dinero que tenía que estar ahí era lo que había ganado duramente por más de 20 años de trabajo, y resultó que no estaba.
Apenas hacía un día que había separado todo de su familia, así que no había temido de revisar en total sus cosas, y ahora que lo estaba haciendo, encontró que no estaban sus ahorros; no podía creerlo. De inmediato se puso en contacto con el contable de la empresa de su padre.
—Hola
—Artur, dime, ¿qué ha pasado con el dinero de mi cuenta personal?
—Oh, señor Stephen, cuando su familia estaba tratando de conseguir reunir los 50 millones para poder invertir con las empresas del señor Farnel, su hermano Owen presentó un documento donde usted autorizaba a traspasar todo su dinero a los fondos de la empresa de su padre.
—Pero yo nunca autorizo, Nasa, por eso es que nos estamos separando.
—No nos han informado nada de una separación.
—¿No les hicieron llegar un memorándum para informar que la empresa se divide en dos?
—No, el señor Owen, no ha hecho circular por las oficinas nada. No se dijo que usted tomaría unas vacaciones.
—No, estamos dividiendo la compañía, no estoy de vacaciones, en fin, ya arreglaré yo esto con mi familia.
Stephen no podía creer lo que estaba pasando. Había tomado todos sus ahorros para poder invertir, cuando él les había dicho que no quería hacerlo. Aun así, su hermano se tomó la libertad de hacer trampa y llevarse su dinero. Ahora tenía que encontrar la forma de recuperarlo, antes de que pasara algo de lo que ya no se pudiera recuperar.
Fui a la casa de su padre. Está muy molesto y dispuesto a golpear si fuera necesario a su hermano, así que no parar hasta recuperar su dinero.
Cuando llegó, se encontraban en el salón; charlaban los cuatro, sus padres, su hermano y su cuñada, felices por la inversión que habían hecho.
—Owen ¿Cómo pudiste tomar mi dinero para realizar una inversión en la cual no estaba de acuerdo? ¿Cómo fuiste capaz de falsificar mi firma para mostrar una orden para sacar todo el dinero de mi cuenta del banco?
—¿Qué hizo qué?, Owen, explícate ahora mismo.
—Padre, nos hacían falta 25 millones, así que sabía que mi hermano los tenía, y los saqué de su cuenta, como un préstamo.
—Pero eso no es un préstamo Owen, fue un robo, porque jamás acepté participar en esta locura de inversión.
—¿Qué importa que tomara ese dinero, si lo ganaste de la empresa de familia, siendo nuestro?
—Madre, te estás escuchando, sabes siquiera lo que estás diciendo. Stephen no sabía ya qué pensar de estas personas.
—Owen, dijiste que ese dinero lo habías conseguido y que era tu aportación, ¿por qué mentiste? —Preguntó el señor Matías.
—Yo no tenía esa cantidad, así que pensé que no le importaría a mi hermano, si la tomaba.
—Owen, ¿cómo no me va a importar, si es con lo que tengo que iniciar mi empresa? Es todo lo que tengo y he trabajado, no soy como tú y tu mujer que se gastan hasta el último céntimo y nunca tienen nada ahorrado.
—Owen, tienes que devolver ese dinero a tu hermano, porque entonces no es tu inversión, sino de tu hermano.
—Suegro, pero yo sí aporte lo que tenía ahorrado. —Dijo Maddi.
—¿Cómo podré conseguir ese dinero?
—Busca a ese tal Farnel y dile que te retractas en esa cantidad, o consíguelo, yo qué sé, pero quiero mi dinero hoy mismo.
Stephen estaba furioso una vez que se enteró de todo lo que estaba pasando a su espalda, y todo por la ambición de su hermano. Siempre había sido así; era un vago, mantenido, que solo pensaba en conseguir dinero rápido, y nunca pensaba en las consecuencias de las cosas que hacía; solo estaba acostumbrado a gastar más dinero del que tenía, gracias a su madre.
—Llamaré a mi cuñado para ver si él puede localizarlo ahora mismo.
Owen intentó varias veces que le respondiera su cuñado, pero no logró nada. No respondía su cuñado al teléfono.
—Intenta tu Maddi, o llama a tu familia.
—Hola, mamá, está mi hermano en casa.
—Sí, está, pero está como loco, ahora no quiere hablar con nadie, dice que lo han robado.
—Mamá, ¿qué es lo que dices, quién lo ha robado?
—Maddi, no lo sé, dice que un hombre se hizo pasar por su amigo.
—¿Qué? ... No puede ser el mismo. Tienes que preguntarle. Es Farnel Peterson.
—Si es ese nombre, no deja de maldecirlo.
—Mamá, estas segura ...
—Hija, desde esta mañana alguien le llamó y le dijo que ese hombre es un estafador.
Maddi dejó caer el teléfono; no podía creer lo que su madre le estaba diciendo; todo era un caos en su mente; les habían estafado 50 millones; ahora estaba todo confuso en su cabeza.
—Maddi, ¿qué fue lo que pasó?
—Mama dice que Farnel Peterson es un estafador, que se llevó todo el dinero.
—¿De qué estás hablando?
—¿No puede ser cierto?
—Se los advirtió que no era una buena solución creer en ese hombre, y miren lo que han ocasionado todos ustedes; ahora han perdido todo mi dinero también.
Stephen salió de aquella casa más que enojado; tenía que ir a su casa y hablar con su hija y con su mujer. Esto era algo terriblemente malo; estaban en bancarrota total, ya no tenían ni un solo céntimo, y todo por su hermano y su necedad de invertir en un negocio rápido y fácil donde podrían ganar millones en solo días; vaya que estúpido es.
Cuando llegó a casa, su hija y su mujer ya se encontraban las dos ahí; estaba en el salón, y se dirigió a ellas, sin saber cómo comunicarles las malas noticias. Apenas un día antes les había dicho que ya había visto el lugar donde podría iniciar su empresa y ahora les diría que estaba en quiebra.
—Hola, Emma, hija, ¿Cómo están?
—¿Qué te pasa, Stephen?
—No sé cómo comenzar, lo que pasa es que Owen tomó todo mi dinero sin saberlo yo y lo invirtió con Farnel Peterson, y ahora lo ha perdido todo, así que no tenemos un solo centavo.
—¡Que hizo qué!
—Así es, Emma, tomo todo nuestro dinero, falsificando mi firma.
Astrid solo estaba escuchando como siempre.
—Papá, ¿cuánto dinero necesitas para iniciar tu negocio?
—Para iniciar como mínimo 10 millones entre los primeros pagos de empleados y gastos varios
Astrid sacó de nuevo su tarjeta bancaria, la que ya le había ofrecido una vez.
—Ten, usa mi dinero.
—Pero hija, esta es la cuenta donde yo te depositaba lo que usas como gastos personales, ¿cuánto dinero podrías tener aquí?
—No lo exactamente, pero espera podemos saber si reviso mi cuenta del banco
Astrid abrió una aplicación del banco desde su ordenador y estaba buscando los datos bancarios y saldo. Cuando lo encontró, se lo mostró a sus padres.
Al verlo, sus padres no sabían si reír, llorar, o simplemente pensar que así era su hija, simplemente Astrid.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Estaban tan abrumados al ver la cantidad que tenía Astrid en su cuenta de banco, que no sabían ni cómo preguntarle de donde había salido todo ese dinero. Sabían que su hija era muy inteligente, sobre todo con los números. Era demasiado ágil manejándolos. Pero era muy extraño que, si ellos solo le hubieran dado al máximo 100 mil, esos ya los hubiera convertido en más de 30 millones.
Emma decidió que ella le preguntaría al ver a su esposo que era impotente al ver la cantidad en la cuenta de Astrid.
—Hija, cómo lograste tener esta cantidad de dinero.
—Cuando quiero descansar de leer libros, entro a la bolsa de valores de todo el mundo y comienzo a comprar y vender, así es como logro ganar esa cantidad.
—A, es solo para despejar tu mente.
—mmm
—Bien, comprendo, hija, entonces, tomaremos de aquí lo que necesita tu padre y te lo devolveremos cuando tu padre pueda tener ganancias de nuevo, te parece bien.
—Sí, yo puedo ganar más, cuando esté cansada de leer.
—Sí, Astrid, tú sigue con tus pasatiempos, hija. —Stephen ya prefería no decir nada. Con más que veía de su hija, más pena sentía por el chico del almacén.
—Pero Stephen, de todos modos tenemos que hacer algo para recuperar ese dinero; tenemos que ir a la policía para que podamos denunciar a ese estafador; no podemos dejar las cosas así.
—Tienes razón, Emma, tenemos que denunciar; yo no sé qué hará mi familia, pero yo tengo que encontrar a ese estafador y que me devuelva mi dinero completo, si no nos quedaremos en la ruina.
—No, yo puedo trabajar, por las noches.
Emma prefirió no preguntar en qué trabajaría su hija; si ya tenía la entrada asegurada para la universidad, era un genio reconocido y quería trabajar, seguro sería como algo que no la dejaría ver su novio, que era lo único que la mantenía como una niña normal.
—Astrid, eres un encanto de hija, pero sería mejor que tú comiences a vivir como una chica de tu edad.
—Mamá, yo vivo bien.
—Deberías traer a tu novio a casa, así lo podré conocer.
—Le preguntaré: a él no le gusta salir del almacén; siempre está detrás del mostrador leyendo libros de filosofía. Creo que tiene un alma de anciano.
Stephen y Emma se miraron uno al otro; si ese hombre tenía un alma de anciano por leer filosofía, entonces, que era su hija. Que solo leía y practicaba matemáticas todo el día.
*********
El día jueves, por la mañana, llegó Astrid a la tienda 'todo menos abrimos hoy'… Y entró con el desayuno que preparó su mamá. Lo dispuso en la mesa y se sentó a desayunar, sin decir algunas palabras. Buker se sentó y Farnel hizo lo mismo. Sabía que esa niña era así, de pocas palabras.
Además, Astrid estaba de mal humor; había tenido de nuevo el sueño de Buker desnudo y diciéndole que se atreviera a tocarlo y besarlo, y eso ya no sabía si era una orden, o solo un pequeño deseo interior reprimido de ella misma.
El caso era que estaba comenzando a pensar que necesitaba saciar esa duda.
Mientras desayunaban, miraba a Buker de soslayo y veía su hermoso rostro que estaba recién afeitado, además se notaba que se acaba de salir de duchar. Estaba vestido como siempre de negro, esta vez tenía puesta una sudadera con capucha y un pantalón deportivo, igual de color negro, que no ocultaba para nada sus amplias y poderosas piernas, además de que dejaba ver otros atributos que había aprendido en la escuela secundaria que eran y para qué servían.
Ya que Astrid no fue de las niñas tímidas que cerraban los ojos o se agachaban cuando dieron la clase de sexualidad, ella puso mucha atención. Esas ganas de aprender, maldita sea, ahora no le agradaron nada. Porque estaba imaginando si eso sería igual que el ejemplar que les presentaron en anatomía.
Decido seguir comiendo sin ver más cosas. Estaban en total silencio las tres personas, cuando Astrid levanto la mano y limpio la boca de Buker igual que como él solía hacerlo con ella, eso fue algo nuevo para él y le agrado.
Farnel estaba viendo el espectáculo tan novedoso que se desarrollaba frente a él y sintió ganas de levantarse e ir detrás del mostrador, ya era hora de que desapareciera.
Terminaron de desayunar, y Astrid se levantó para irse a la escuela después estar tomada de la mano por unos minutos con Buker, ya abia estada debatiéndose por algunos días en las palabras que le había dicho la chica esa qué, cualquiera podría llegar y llevarse a Buker porque le podría dar lo que ella no le daba y eso era verdad, no podía negarlo.
—¿Tú te irías con otra novia, si yo no te doy lo que quieres?
Buker observo a Astrid, quien estaba esperando una respuesta, no espero que le preguntara eso.
—¿Qué es lo que tú no me estás dando?
—Pues, no te he dado dinero, por ejemplo.
—¿Te refieres, solo a eso?
—Bueno no
—Que más
—Una chica en la escuela quiere que te deje para que ella te llevé
Buker sonrió ante esas palabras, el miedo de Astrid, era que la dejara por otra.
—No te voy a dejar.
Astrid pensó en su sueño de nuevo e imagino el beso y sin pensarlo más se agachó rápidamente y le dio un beso en los labios a Buker, y se fue a la escuela.
Buker se quedó ahí, sentado, como si hubiera sido una chica ultraja, una virgen en su primera vez, y que no le hubieran avisado, lo que sucedería, estaba con una cara que parecía todo un poema.
Parecía un hombre que estaba subido en la octava nube del cielo púrpura con nubes de azúcar esponjada.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Después del trance emocional en el que quedó Buker, del cual fue despertado y no como si fuera la bella durmiente, porque seguro que si Farnel le hubiera dado un beso, lo que recibiría a cambio sería un buen plato de golpes de boxeo militar…
—¿Jefe, de verdad, lo beso, la niña?
—Eso creó
—Creo que ya sé quién está enamorado. Y a quien le duele más el corazón —Farnel dijo entre dientes.
—Bueno, ya déjate cosas que no te incumben y dime, como va la investigación del falso Farnel.
—Cierto, bueno, por lo que he averiguado, ya se fugó con el dinero de todos los inversionistas, pero ya lo tenemos localizado. La mala noticia es que su suegro fue afectado, ya que su hermano utilizó sin su permiso su dinero, así que está entre los defraudados por ese estafador.
—Atrápalo de inmediato y que regrese todo el dinero, y sobre todo, entrega hasta el último centavo a mi suegro para que no le falte nada.
—¿Y a su familia se le entregará el dinero igual de rápido?
—No, ellos lo defraudaron primero, déjalos que sufran.
—Jefe, no olvide que será pronto la fiesta de Maxwell, así que tiene una invitación especial.
—Ese viejo, parece que no se cansa de cumplir años, que insiste en realizar unas fiestas tan ostentosas, tiene que invitar a todos los ricos de esta ciudad, si no, no siente que es el más rico.
—Su suegro está invitado.
—Consígueme un esmoquin.
Farnel ya está aprendiendo las palabras mágicas para hacer que su jefe diga sí a todo.
—Voy a realizar los arreglos para recuperar el dinero que le robaron a su suegro, y traeré ese hombre.
—Avisa a Dove, que no lo deje con la policía; llévalo a nuestro cuartele, ahí estará más seguro, y después lo interrogaré.
—Entiendo, me marcho entonces.
********
Para el día sábado, ya estaban desesperados en la casa de Templeton. Ya habían ido a la policía todos los días y no les decían nada; solos les informaban que no tenían noticias y que se fueran.
Stephen estaba arreglando sus propios problemas y con ayuda del dinero de Astrid estaba comenzando su empresa, así que él dejó pasar por el momento el problema de la estafa. La policía estaba a cargo; les dijeron que los llamarían, así que él estaba esperando la llamada de la policía.
El sábado por la mañana, Stephen recibió una llamada de la comisaria de policía. Le decían que se presentara en la comisaría, que era necesario informarle algo de urgencia.
Stephen se dirigió en compañía de Emma y Astrid a ver lo que le tenía que decir. Cuando llegó ahí, estaban a las afueras de las oficinas de la policía, Maddi y Owen, muy enojados porque a ellos no los atendían; solo les decían que ya los llamarían, que se fueran a casa.
—Stephen, que haces aquí, a nosotros no nos quieren atienden, solo nos dicen que nos vayamos a casa, que ellos nos llamaran —Se quejó Owen
—No sé lo que quieran, solo me han llamado esta mañana, así que es por eso que vine.
Owen estaba completamente seguro de que tampoco atenderían a su hermano, así que esperó a su lado. Cuando vio salir a un agente, era el mismo que los había atendido en otras ocasiones de una forma muy grosera, así que seguro que trataría de la misma forma a su hermano.
—Señorita Astrid, cuanto tiempo sin verla, ¿es este su padre el señor Templeton?
Astrid al principio no reconoció al hombre, pero después pensó que fue el que arregló el problema de las cámaras.
—Hola, si él es mi padre.
—Pase por aquí, adelante, les tenemos muy buenas noticias.
—Y nosotros —Owen pregunto como siempre
—Ustedes regresan a casa. —Con la misma voz seca de siempre les respondió.
Ya dentro de la oficina de Dove, comenzó a explicar que habían logrado recuperar el dinero de Stephen. Les mostró la cantidad.
—¿Stephen, solo encontraron una parte, porque tienes esa cara?
—Señora, nos ofende, como servidores públicos tenemos que lograr recuperar todo. Si no lo hubiéramos hecho, nuestro jefe nos hubiera colgado de las pelotas, pensó el pobre Dove.
—Todo el dinero está completo —Emma no lo podía creer; los 25 millones estaban completos.
—Así es, solo tiene que darnos el número de cuenta a donde se tienen que transferir ahora mismo, para que sean de nuevo de ustedes, y firmarnos los documentos necesarios, para que quede constancia sobre la recuperación legal del dinero.
—Sin problema, aquí está la tarjeta del banco, donde estaba antes el dinero y a donde tiene que ser devuelto, y dígame que tengo que firmar. —Stephen estaba feliz y desconcertado a la vez. Nunca había escuchado que se recuperara el total del dinero en una estafa. Pero está agradecido de que en esta ocasión se hubiera logrado de esta forma.
—Perfecto, el dinero está transferido aquí; su comprobante espere unas horas a que aparezca en su cuenta.
—Muchas gracias, agente.
—Los acompaño a la puerta.
—Gracias por todo.
—Hasta pronto, señorita Astrid.
—Tú conocías a esta persona de antes.
—Sí, él me ayudó con el problema en el examen de matemáticas, revisó las cámaras de vigilancia y vio que yo no había hecho nada.
Emma y Stephen entendieron que saludara a Astrid con tanta confianza. Mientras que Dove casi se da golpes en la boca, porque se le salía por poco decirle novia del jefe.
—Que les dijeron —Pregunto Owen
—Recuperaron nuestro dinero.
—Un 10%
—No
—Un 8%
—No
—¿Menos que eso hermano?
—Nos regresaron todo; ahora ya está en nuestra cuenta de regreso.
Owen no podía creer lo que estaba escuchando; ellos habían tenido que pedir prestado dinero para poder conseguir completar lo que necesitaban, que era llegar a los 25 millones, por eso es que tomó el dinero de su hermano. Ahora resulta que su hermano era mucho más rico de lo que él había imaginado y no perdió nada; solo ellos eran los que estaban en problemas.
EL RINCÓN VELVET VIOLETA
EN UN PAÍS LEJANO EXISTÍA UNA CHICA
Claire estaba algo entretenido, pensando en si iría a la fiesta de su abuelo, la familia de Astrid. Ya sería en una semana más y sabía que habían sufrido de un fraude; no sabía cómo preguntar a su amiga/jefa si tenía dinero para poder comprarse un vestido adecuado para ir al banquete; no quería que todas esas hijas de familias ricas la fueran a hacer menos, además era la jefa de todos los niños que una vez fueron sus subordinados y todos irían a la fiesta con sus respectivas familias.
Claire también había escuchado en la escuela por los chismes de que la familia de su abuelo sufrió igual el fraude…
Seguro que Bertha estaría más informada sobre lo que le pasaría a Astrid, así que se comunicaría con ella.
Mientras sucedía eso en la cabeza de Claire, Astrid se encontraba con su madre en el centro comercial buscando el vestido perfecto para ella y su mamá, ya que estaban invitados a la fiesta de cumpleaños del abuelo de Claire. Aun cuando ella creía que solo sería una pérdida de tiempo, pensó que sería una experiencia nueva. Así que decidió crear un archivo PDF para sus preguntas y trabajos y los guardó en su teléfono de antemano, para estar lista para llevarlos con ella a la fiesta.
Bertha le envió un mensaje de chat privado para saber si estaba bien y cómo había salido la visita a la comisaria.
—Todo bien, dinero de regreso.
Fueron las únicas palabras que envió a su amiga como respuesta; Bertha sintió que de hecho esta vez escribió de más.
—Envíe un mensaje en el chat a Astrid y me respondió 'Todo bien, dinero de regreso', así que imagino que ya recuperaron el dinero que les estafaron. No te preocupes, Claire, seguro que todo está bien ya en su familia, más deberías de preocuparte por mí, que soy una pobre hija desechada por su familia.
Bertha había llamado por teléfono a Claire para hablar con él sobre Astrid y terminó diciéndole de forma subversiva que ella era la que necesitaba su ayuda.
—Bertha, que lo que estás haciendo en Internet no te deja nada de dinero, ya vi que tienes muchos seguidores.
—No cambies de conversación, mejor dime que no quieres regalarme un vestido nuevo, para la fiesta de tu abuelo.
—No, yo solo estaba preguntando sobre los en vivo que realizas, que soy uno de tus fans, pero he visto que tienes uno que te envía muchos regalos, así que imagine que tendrías dinero suficiente.
—Bueno, sí he notado que un admirador me envía regalos que resultan ser grandes cantidades de dinero, pero no sé quién es, y ya he comenzado a sentir miedo.
—No gastes ese dinero, ya te regalaré el vestido y te ayudaré a saber quién ese admirador desconocido.
—Gracias, Claire, entonces te veo el lunes en la escuela; ahora tengo que preparar mi en vivo de los fines de semana.
—Estaré vigilando para saber si puedo encontrar a ese admirador.
*********
Emma estaba muy feliz de estar de compras con su hija, que por fin la logró sacar a las tiendas y hacer que se alejara de los libros por un tiempo. Eso fue un gran logro para ella. Pensó que nunca podría salir con su hija y llevarla a escoger cosas bellas; estaba tan feliz que no notó que una mujer se acercaba a donde se encontraba observando un aparador de joyas.
—Emma, cuanto tiempo sin verte, has cambiado mucho.
Emma giró al escuchar esa voz chillona, que de verdad detestó todos los años que pasó por la universidad. Nunca espero tener que escucharla de nuevo.
—Kate, cómo te va…
—Bien, ahora estoy buscando un collar que vaya a juego con el vestido que llevará el próximo fin de semana, para la fiesta del viejo señor Maxwell.
—Me da gusto que te estés divirtiendo realizando compras ahora; yo tengo que terminar de hacer algo todavía, así que seguiré con mi hija por aquí.
—¿Tu hija, es ella?
—Si así es, se llama Astrid…
—Pero yo sabía que la habías perdido, que fue lo que paso, adoptaste a alguna chica huérfana
—No, Kate, ella es mi hija biológica. La encontramos hace unos meses.
—Pobre niña, y asistirás a la fiesta del próximo fin de semana.
—Así es, aún tengo que buscar unas joyas para mi hija, así que te dejo; nos queda poco tiempo para regresar a casa.
Emma quería dejar a esa mujer lo más lejos posible de ella. Siempre fue un terrible dolor de cabeza para ella; pertenecía a una familia rica, y siempre la humilló por ser de una familia de clase media, porque sus padres se dedicaban a la enseñanza e investigación y ella estudiaba arte e historia.
Le recordaba constantemente que solo sería un lastre para que Stephen fuera un gran hombre de negocios al no saber comportarse en la alta sociedad. Y eso la ponía triste siempre, más cuando tenía que visitar a los padres de su marido, y veía como la despreciaba Nina, la madre de Stephen.
Ahora que lo analiza con calma, ella nunca se esforzó por conocer a más personas, mucho menos a algunos empresarios o sus esposas, para poder ayudar a su marido.
Solo se encerró egoístamente en su pérdida y dolor, al no encontrar a su hija, por más de 15 años, y dejó toda la carga a su marido de trabajar y soportar todo lo que su madre decía.
Ella se acostumbró como una muerte viviente a escuchar los insultos y que la tratara como una sirvienta más por sentirse culpable por perder a Astrid, pero realmente ¿cuál fue su culpa?
Ella no estaba presente cuando se llevaron a Astrid de la guardería. Solo les avisaron que la habían perdido de vista y que ya no estaba, y ahí fue cuando comenzó su pesadilla.
Solo que Nina la culpó a ella y ella aceptó la culpa, pero ¿qué podía hacer ella, si ya se la había llevado de la guardería? Ya no la encontraron después de ese día.
Todo resultó tan confuso y problemático después, que lo único que pudo hacer es llorar día tras día, y poco después, pasó lo de su padre; comenzó con los peores síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Fueron tiempos oscuros.
—Mamá, ya no quiero estar aquí.
—Eh, sí, Astrid, solo tengo que llevarme algo más y nos iremos.
—Esa mujer no te cae bien.
—Lo notaste, Astrid.
—Un poco, habla como chicharra desafinada
—Astrid, qué cosas dices.
Fueron a comprar lo que les faltaban y después a casa








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