EN UN PAIS LEJANO EXISTIO UNA CHICA QUE LE DOLIA EL CORAZON SI NO AMABA (CAPITULOS 21-30)

                                                 


EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Claire estaba muy molesto por lo que estaba pasando a su alrededor; ya nadie lo respetaba, como antes; solo esas mujeres mariposas sociales que buscaban su dinero eran las únicas que continuaban pululando a su alrededor y ya lo tenían astillado. Ya no quería saber más sobre ellas.

Echaba de menos las tardes largas en las que jugaba videojuegos con sus amigos, en las cuales se lanzaban por las pistas con sus coches y hacían carreras para saber qué auto era más rápido, o solo se iban al club a tomar…

Su vida se había convertido en un verdadero infierno; ya no era vida lo que tenía; aparte, tenía que soportar la tabarra que le daba su abuelo, con eso de que tendría que irse al extranjero pronto, si no estudiaba y terminaba la escuela con buenas calificaciones.

¿Qué esperaba su abuelo que él hiciera en el extranjero? No hablaba inglés, no conocía a nadie y no le gustaba iniciar nuevas amistades.
Sabía que su abuelo estaba preocupado de que le pasara lo mismo que a sus padres, pero él no estaba interesado en el negocio familiar, así que ¿porque lo querían muerto?

Él nunca se haría cargo de la corporación Maxwell; solo quería vivir la vida como venía día a día y nada más.

Y por el momento, la única que se interponía en su camino era esa chica con cara de hada. No quería estropear esa linda cara; incluso había pensado en hacerla su novia, pero vio que ella solo estudia y estudia. No está interesada en andar más que solo libros, pero recordó que ella un día le había pedido ser su novio; si ese día le hubiera dicho que sí, esto no estaría pasando.

¿Porque es tan lento para reaccionar en los momentos importantes? Ese día estaba pensando en el examen y en que seguro sería el último en la pizarra y que su abuelo lo regañaría de nuevo, y por eso se sorprendió de lo que la chica le dijo.

No se cansará de reprocharse a sí mismo lo tonto que ha sido, desde ese día… Perdió la oportunidad de tener una novia que sí valía la pena y perdió a su grupo de amigos.

No importa; la retará mañana por la mañana en la entrada de la escuela para que se bata en una pelea y quien gane será de nuevo el jefe de la pandilla y los obligará a todos a teñirse el pelo de rojo fuego y además les hará que se pongan las puntas doradas para que parezcan llamas encendidas, así eso es.

*****

A la mañana siguiente en la entrada de la escuela, Claire se encontraba en la entrada de la escuela, esperando la llegada de Astrid, la cual vio que salió de la tienda de conveniencias y cruzaba la calle.

En cuestión de minutos, todos los que habían sido sus seguidores y Bertha estaban congregados a su lado; sospechaban que no tramaba nada bueno. Desde que dejó de ser el jefe, se comportaba de una manera muy arrogante y muy mala leche.

Cuando Astrid llegó a la puerta fue increpada por Claire. —Oye, tu niña, quiero proponerte un trato.

—¿Me lo estás diciendo a mí? —preguntó Astrid con mucha calma y Bertha casi soltó una carcajada; sabía de la lentitud de Astrid para enterarse de la cosa, pero los demás no.

—Sí, a ti, a quien más, a ti que me robó el título de jefe.

—mmm?. Yo no hice eso, solo ayudé a Bertha a que no la golpearan. Ahora sí, Bertha ya no pudo y se rió tan fuerte que todos la miraron como si estuviera loca.

—No te hagas, ahora eres la jefa de todos los que forman mi grupo de seguidores, por eso los quiero de regreso.

—¿Cómo voy a regresarte a unas personas que yo nunca me llevé? Todos tienen sus propias ideas y caminan solos, así que ellos están donde quieren estar, y no es a mi lado; yo siempre estoy sola, a no esperar solo con Bertha en el salón de clases, sí eso.

Claire estaba a punto de perder la paciencia, y los otros 10, que sabían bien a lo que se refería su jefa, no decían ni pío. En más de un mes ya había comprendido su forma de expresarse. Era como si no importara nada a su alrededor.

—Lo único que quiero es que pelemos esta tarde después de clases quién gane ser el nuevo jefe de todos estos. Señaló con el dedo a todos los que estaban a su alrededor.

—Bueno, si quieres eso, está bien, pero tienes que esperar a que termine mis clases de matemáticas. Que voy a las clases de Olimpiadas…

Después de decir esto, continuó su camino y fue a su salón de clase, como si lo que hubiera tenido suceso hacía unos minutos solo fuera una conversación poco irrelevante en su vida; un mosquito molesto que pasó por su camino.

*************

Por la tarde, Claire se encontraba en el callejón de la trastienda de Buker esperando a Astrid para que se llevara a cabo la pelea en la que recuperaría el liderazgo de su pandilla, pero ya estaba desesperándose porque no llegaba esa niña.

—No te desesperes, aún no es tiempo de que tenga su clase, además es la mejor, así que el profesor suele dejarla al final —comentó uno de los chicos que ahora tenía el pelo de un dorado muy exótico y no rojo chillón como antes.

—¿Cómo puede soportar tantas clases esa niña?—preguntó Claire.

—Porque es una niña genio, Claire, por eso.

—No sabes nada de nuestro jefe: ella es la mejor del salón elite y es súper inteligente.

—Mis padres ya me regresaron mi tarjeta de crédito y, desde que ella es nuestra jefe, ya he mejorado en los estudios, —orgulloso uno de los chicos presumió a los otros.

—Hasta Bertha, que no sabía que era un libro, ha mejorado mucho sus calificaciones. Su madre lloró cuando le mostró que sabía leer. Ya se habían dado por vencido con ella.

Claire se sorprendió al escuchar lo que estaban diciendo sus amigos. Estos chicos que antes solo se la vivían, presumiendo de su dinero, de sus cosas, jugando videojuegos y viendo chicas baratas. Ahora presumían de buenas notas en la escuela.

En ese momento vio que Astrid venía arrastrando a Mochila y caminaba por el callejón rumbo a donde se encontraban todos; se veía muy cansada.

—jefa, ¿qué te pasa, qué te hicieron?

—¿Estás preparado para luchar o lo dejamos para otro día?

—Estoy bien; es solo que el profesor de Física me entretuvo. Quiere que también entre en el grupo de la Olimpiada de Física, pero sería ya muy poco tiempo para prepararme. Me lo pensaré. Respondió Astrid con calma.

Ninguno de los niños se había dado cuenta de que Buker se encontraba oculto entre las sombras, viendo lo que estaba sucediendo en la parte trasera de su tienda.
Quería ver cómo dejaría esa niña a Claire, por estar de brabucón. Lo que no esperaba es escuchar que estaban presionando a su niña para entrar en varias competiciones.

—Bueno, si estás bien, entonces comencemos. Lanzó su mochila por algún lugar. Claire

—Bien entonces, si eso es lo que quieres. Astrid ni siquiera dejó la mochila. Simplemente le lanzó un par de patadas al pecho; lo derribó, le puso la rodilla en el pecho y ya lo tenía sujeto en el piso sin que pudiera levantarse.

Todos estaban eufóricos… Su jefa era increíble.

Buker solo sonrió ante lo que hizo Astrid.

—Bueno, me voy; estoy cansada y tengo mucha tarea…

Astrid era una en sub especie.






EL RINCÓN VELVET VIOLETA

Ahora estaba totalmente. Convencido de que Astrid era una chica única en su especie, solo ella podría estar tomando clases extras de Matemáticas, venir de charlar sobre tomar otra clase más de Física y derribar a un chico con solo una mano y después decir, ya está cumplido con tu petición, tengo tarea que hacer, me marcho.

Buker no sabía si reír o llorar, por lo que había presenciado. La niña resultó más atrevida de lo que pensaba, pero aun así seguía siendo solo eso, una niña, pero estaba feliz de cómo le había dado una buena lección al atontado de Claude. Se lo merecía; si su abuelo no lo podía controlar, encontraría quien lo hiciera por él. Buker no pidió hacerlo; lo único que podía hacer era mantenerlo con vida. Detrás de cortinas, eso eran dos jóvenes al final de todo, que perdieron a sus padres en las mismas circunstancias.

A manos de espías, solo que él era consciente ahora de lo que pasó en ese entonces, y Claire sigue en investigación sin saber nada del pasado real de la vida de sus padres. Lo mucho que sirvieron a su nación, hasta perder su vida por ello.

Si el viejo quiere seguir teniendo en la oscuridad de la verdad a su nieto, era asunto suyo. Él no se metería en eso, pero no dejaría que por sus necesidades dañara a esa niña, que ya le pertenecía. No sabía cómo, pero se le había metido en la piel poco a poco, y ahora le era necesario verla todas las mañanas, llegar a esa tienda que no vende nada y sentarse a desayunar con él mientras lo toma de la mano. Le gusta sentir su pequeña mano entre la suya, grande y áspera. Sentir su mano lo relaja le hace olvidar lo malo que tiene este mundo, la suciedad a la que se tiene que enfrentar todos los días.

La parte humana que no se puede mostrar a todos, que se esconde en lo más profundo del alma de algunos seres, esa parte oscura que, de ser revelada, aterraría hasta al más fuerte y curtido de los seres humanos normales.

Si él hablara de lo sucio que ha visto en sus misiones al luchar contra seres tan malvados, de lo feo de algunas almas, se perdería la fe en la humanidad por completo; se marcharía la poca fe que se tienen uno para con los otros.

Buker se sintió como si tuviera 60 años encima y no solo un cuarto de siglo. Ha visto tanto, que siente que su alma ha vivido más de lo que debería. Tiene tantas responsabilidades encima que siente que el mundo cuelga sobre sus hombros.

Buker decide tomar una larga ducha, para relajarse y pensar que todo lo malo que ha visto y vivido durante el tiempo que ha estado en el ejército puede ser llevado por el agua que cae sobre su cuerpo, arrastrado lejos de su mente, separadas las cicatrices de su alma y poder tener un momento de paz.

Dejar que llore su yo interior, ese que es el único que puede mostrar que sufre, la soledad de un hombre que vive aislado de los demás desde que tenía 9 años. Creado como una máquina perfecta, en un laboratorio.

Buker salió del baño, con su cuerpo desnudo. Quería sentirse libre por un tiempo; solo se tiró sobre la cama y cerró sus ojos, esperando poder relejarse, antes de que recibiera alguna llamada informándole que tendría que salir de caza esa noche de nuevo…

De caza de nuevo…

******

Astrid llegó a casa más tarde de lo acostumbrado. Sus padres estaban preocupados por ella, pero el chofer les informó que la tenía con él. No lograban enterarse por qué la niña no respondía sus llamadas; ella nunca usaba el teléfono; al parecer solo lo tenía para la hora. Eso los estaba volviendo locos a los dos. Su niña era tan tranquila, que no tenía amigos, por eso no usa el móvil; nunca habían escuchado una sola vez que sonara, o que lo usa con el chat. Pobre su hija, ya no sabían qué hacer para socializar un poco. Habían pensado incluso en hacer una fiesta con chicas de su edad, pero como Emma no era amiga de las mujeres de alta sociedad, como lo era la madre de Mila, era casi imposible realizar dicho cometido.

—Astrid, que bueno que estás en casa, ¿cómo te fue en el colegio?—preguntó Emma.

—Bien, solo que tarde un poco más porque me detuvo el profesor de Física para que me integre a las clases de la olimpiada con los chicos de Física también.

—Astrid, ¿no crees que si lo haces sería ya mucho trabajo para ti?

—No creo, pero si acepto, ya no podría leer más libros y quiero leer otros libros más; no necesito una olimpiada de Física.

Emma suspiró al escuchar la respuesta de su hija; cualquier otro chico de su edad hubiera respondido que no aceptaría porque no le quedaría tiempo para divertirse o salir con los amigos y ella dice que no le queda tiempo para leer más libros. ¿Qué puede hacer? Solo aceptar que tiene una hija muy rara.

—Está bien, solo tienes que hacer lo que tú quieras hacer y te haga sentir feliz. Pero ¿tienes que decirme también porque no responde al teléfono cuando te llamo? Para eso te lo compro para que me respondas cuando llamo y esté preocupada por ti.

—Ah eso, no lo sé, estaba en clase o no lo escuché, no sé.

—Está bien, te lo pondré con un sonido más fuerte a partir de ahora.

—Está bien, mamá, como quieras. ¿Ahora puedo descansar?

—Claro que sí sube y descansa antes de la cena.

Astris subió a su habitación y se tiró en la cama. Estaba realmente cansada. Fue un día muy largo, entre las clases normales y las adicionales, y después ese pequeño inconveniente con Claude. Se sentía agotada.
Acudió a su teléfono y revisó las llamadas perdidas. Como nunca nadie la llamaba, no revisó que lo tenía en silencio y vio que su madre le había hecho varias llamadas. Además, solo tenía cuatro contactos, y eran su mamá y papá, Bertha y Buker, y nunca les llama ella, ni ellos a ella, por eso no se preocupaba de poner sonido al teléfono. Pero de ahora en adelante pondría un bonito tono de llamada.

Estaba pensando en eso cuando de la nada su pecho comenzó a doler de una manera intensa. Sentía que le iba a explotar su corazón y esa voz de nuevo, que decía: ¿lo amas o morirás?

Recordó las palabras de Buker, y buscó su número de teléfono y lo marcó de inmediato… Solo dio dos timbres antes de que él le respondiera al otro lado.

Buker estaba vistiéndose cuando escuchó su teléfono sonar. No era el teléfono de su trabajo, sino el personal, así que le pareció muy extraño que sonara ese teléfono y cuando vio el número sonrió y respondió de inmediato.

—Niña, ¿te pasa algo?

—¿Cómo sabes que me pasa algo?

Buker no esperaba que de verdad le pasara algo malo y esa respuesta lo puso en alerta. —¿Qué tienes, Astrid?¿Qué te pasa?

—Me duele mi corazón y necesitaba escuchar tu voz. Dijiste que si me sentía mal en algún momento podía llamarte, y eso estoy haciendo ahora. Necesitaba escuchar tu voz para calmar mi corazón.

—Está bien, Astrid, puedes hacerlo en cualquier momento. No importa la hora, recuérdalo, siempre. Yo estaré aquí para ti.

Buker quería en ese momento hacerla sentir la ternura que provocaba en su corazón. Que dejara de sufrir esa ansiedad, que era la que le provocaba el dolor en el pecho, haría sentirla protegida.

—Astrid, no te preocupes, siempre podrás contar conmigo; recuerda que soy tu novio, el que tienes para que tu corazón no duela, ese que toma tu mano todas las mañas antes de que vayas al colegio y que puede apoyarte si necesitas que te defiendan de algún patán, porque no sabes luchar. No está sola, niña pequeña, me tienes a mí.

Las palabras de Buker fueron calmando el dolor que tenía Astrid en su pecho; se sentía tan cómoda escuchando la voz de ese hombre que siempre vestía de negro, que no salía nunca de la tienda de la salchicha feliz, pero que era su novio por 20 euros a la semana. Eran tan amables con ella, y pensaba que algo en su pecho como mariposas se estaba agitando cuando lo escuchaba decir esas palabras.

—Gracias, Buker, ya me siento mejor, estoy sin ese dolor ahora. Te veo mañana por la mañana.

—Yo te veré por la mañana también, estaré esperando por ti.

Después de eso se despidieron. 

Que felicidad cuando se ama, ¿o no se aman?




EL RINCÓN VELVET VIOLETA

Maxwell estaba tan divertido al saber que su nieto ya no era el jefe de ninguna banda de juguete como había sido desde los 14 años. Ahora era solo Claire, un niño solo y rebelde; y que le quitara el poder una niña, eso era tan divertido que no podría dejar de reír.

Cuando los guardaespaldas de ese mocoso se lo contaron, primero se enojó, pero cuando le dijeron que Buker estaba observando y que había sonreído por lo que hizo la niña, ya no estaba tan enojado; más bien pensó que lo había organizado Buker para darle una lección al pequeño mocoso, que de verdad la merecía.

Además, a partir de ahora tenía algo con que chantajear a Claire; los guardaespaldas sacaron un video de cómo lo derribó la niña en un instante y todavía le dice, bueno, me voy, tengo tarea que hacer.

Eso fue increíble; era como si esa niña solo fuera a arreglar un problema insignificante antes de realizar sus actividades realmente importantes.

Tenía agallas, era alta y muy guapa; la quería como nieta. Si ese tonto nieto suyo no se daba prisa en atraparla, cualquier otro capullito se la robaría.

Pronto sería su cumpleaños; vería a qué familia pertenecía e invitaría a esa familia para que la lleven; así le facilitaría las cosas a Claude para que la conquiste.

Y si es muy necesario, vería si esa familia necesita apoyo y, bueno, quizá quieran un matrimonio por conveniencia.

Ya puestos, haría hasta eso por la felicidad de su nieto.

—¿Dónde está Claire ahora?—preguntó Maxwell.

—Señor, el joven está en su habitación después de lo sucedido. Parece que está algo raro.

—¿Qué le pasa, porque está raro, si solo le dieron una pequeña lección? Maxwel no podía creer que su nieto estuviera pasándolo mal por algo de niños.

—Bueno, señor, esta, como se lo podría explicar, está tiñendo su pelo de un castaño muy parecido a su color normal.

Maxwel pensó que de verdad le estaba pasando algo muy extraño. Tenía ya 4 años con el pelo de rojo fuego, y por más que le ofreció dinero, autos y viajes, nunca quiso quitarse ese horrible color, y ahora, ¿por una pequeña pelea y perdida se ha quitado ese color?

—Déjalo en paz, quizá decida cambiar después de esto. Ya es tiempo de que se comporte como un hombre joven y no como un niño mayor.

O al menos eso esperaba Maxwell. Esperaría que resultara todo bien después de este acontecimiento.

**********

Después de la supuesta pérdida de Claude ante Astrid, todos en el colegio sabían que él definitivamente ya no era el jefe de las llamas de fuego rojo. Así que ahora le tenían miedo a Astrid al saber que ella lo había derrotado, de un solo golpe, al chico que durante 4 años le habían temido todo en el colegio, por las duras golpizas que era capaz de propinar a quien lo hiciera enojar.

Todo el colegio estaba sorprendido, y muchos increíbles al saber quién era la chica llamada Astrid. Era una chica muy guapa, con cara de ángel y de un cuerpo delgado. Además, no se hablaba con Andie. Siempre la veían con un libro en la mano. Era imposible que esa niña tan frágil fuera alguien capaz de matar siquiera una mosca, mucho menos derrotar al matón del colegio…

Bertha estaba sorprendida de que no le hubiera pasado nada a Astrid, ya que ella no había sabido de la lucha y no pudo estar presente para apoyarla. Se arrepentía de haberla dejado sola.
Se sentía tan culpable, que cuando la vio entrar en el colegio corrió a abrazarla y revisarla de arriba a abajo, para estar segura de que no le había pasado nada.

—Astrid, nena, ¿estás segura de que no te pasa nada, porque no me llamaste por teléfono para apoyarte?

—Cuando?

—Astrid, no cambiarás durante la pelea con Claire. Por supuesto.

—Ha, ya eso fue solo unos minutos, y ya después tenía mucha tarea y me fui a casa.

—¿Entonces es verdad que lo derrotaste con solo una mano y lo pusiste en el piso, apoyando una rodilla en su cuello?  Cielos, entonces debe estar muy traumado en este momento, Claire…

—No lo sé, no lo he visto, ni le pregunté cómo se sentía. Astrid era tan simple y decía lo que pensaba siempre.

—Amiga, vamos a clase mejor.

Después de que las chicas fueran al salón de clases, un nuevo chico llegó a la puerta del colegio. Claire llegó no en su auto rojo fuego, sino que ahora fue llevada por el chofer de su abuelo, y llevaba el uniforme del colegio, además con un corte de pelo que le sentaba de maravilla; le hacía lucir esas facciones cinceladas que tenía, mostrando su belleza natural, además de un color castaño claro que brillaba con la luz del sol de la mañana, a juego con sus ojos color haz.

Todas las niñas se voltearon a ver al chico guapo que estaba llegando al colegio. No lograban saber quién era.

Pero el clan de los 10, sí que lo sabían; se conocían desde la primaria y estaban muy pero muy sorprendidos por el cambio que había realizado en su persona Claire. El golpe que le dio Astrid pareció que le afectó a la cabeza y muy fuerte, porque su cambio fue tan grande que estaban realmente sorprendidos de no verlo en su adorado auto.

—¿Qué me ven, tengo monos en la cara? ¿O me veo más guapo que otros días?

—Que te paso Claire?

—¿Te afectó tanto el golpe?

—¿Te sentó tan mal dejar de ser nuestro jefe?

—Deje de decir tonterías, y entre a clase, o no respondo.

Regresó un Claire nuevo gracias a Astrid, ¿ahora qué sucede?





EL RINCÓN VELVET VIOLETA

Después de ingresar a la escuela Astrid, vio que la gente le daba miradas extrañas y se escondía lejos de ella… A ella no le importó, pero cuando entró al aula, la clase se quedó en silencio. Eso era otro cantar.

—Por culpa de salvar a Bertha, ahora ha luchado a muerte con Claire.

—Es tonta de verdad, ¿no sabe quién es el abuelo de Claire y lo que le puede pasar a ella y toda su familia?

—Ahora, ¿de verdad que firmo la sentencia de muerte de toda su familia?

Astrid escuchó muchos comentarios así de extraños, pero no los comprendía en absoluto; ella no había hecho nada, solo se había divertido un poco con Claire y fue porque él insistió ayer.

Fue similar a entrenar con Buker y Farnel, solo que Claire no aguantó nada, solo un pequeño empuje al piso.
Aue extraño Claire es más alto que ella y más fuerte; ¿por qué cayó al piso tan rápido? No se lo preguntó hasta ahora. Ya se lo preguntaría a Buker más tarde cuando lo viera de nuevo, porque algunos hombres eran tan débiles.

—No dejes que las tonterías de estas gentes te afecten, Astrid, no te pasará nada.

De qué habla Bertha, ¿qué le podría pasar? ¿¿Porque esta chica está rara?

—Bertha, ponte a leer; yo haré lo mismo.

Bertha dejó de preocuparse por Astrid; sabía que ella no comprendía lo que estaban diciendo sus compañeros de clase; esos bobos solo querían asustarla, pero Astrid era Astrid, y su mundo era diferente y giraba alrededor sus libros y nada más. Era mejor no dejar que se enterara de lo que pretendía esta bola de sapos, y que ella siguiera sin saber nada; así Bertha podría hablar con Claire y solucionar las cosas, antes de que él pudiera hacer algo en contra de Astrid, por venganza.

La primera parte de las clases transcurrió sin mayor percance hasta el almuerzo, cuando fueron a la cafetería y se toparon con el grupo de los 10 más uno, que Astrid no reconoció, pero que notó que tenía unos ojos muy llamativos.

Los chicos se detuvieron con miedo de que Claire hiciera algo a Astrid, por lo cual se interpusieron entre ella y Claire, saludando a Astrid primero.

—Jefa, hola, ya tenemos una mesa para que comamos todos juntos.

—Si vamos por aquí…

—¿Quién eres tú? ¿No recuerdo tu cara? —Astrid preguntó con calma a Claire y lo veía con curiosidad.

—Jefa, ¿no lo recuerdas? —Pregunta el número 5.

—No, no olvidaría esos ojos, son muy brillantes.

Todos se quedaron con la boca abierta al escuchar lo que acabó de decir Astrid. No sabía que Claire tenía esos ojos; no recordaba su cara, por cómo lució antes.

Bertha comprendió el punto de vista de Astrid, pues ella no prestaba atención a nada que no fuera llamativo; solo que brillara o fuera importante sería algo para recordar, según su punto de vista. Y los ojos de Claire realmente eran hermosos; parecían un par de piedras preciosas; si no fuera por el color de pelo que siempre llevaba y que los tapaba, los hubiera visto antes.

—Astrid, él es Claire.

—¿Tú me quieres engañar? ¿verdad?¿O solo estás bromeando? —preguntó Astrid confundida.

—No, Astrid, soy Claire —se acercó a ella el chico, que realmente no se parecía en nada al Claire que ella había conocido antes.

—Que te paso? ¿Por qué eres tan diferente ahora?

En realidad, no sabía qué respondió el mismo Claire; simplemente cuando llegó a su casa, pensó en cómo la chica lo había vencido, en cómo había logrado cambiar a sus amigos para bien y para dejar de seguir por el camino en el que habían estado durante los últimos cuatro años, de diversión, perder el tiempo y no estudiar.
Ya tenía 18 años, y se enfrentaría en cuestión de nada a lo que era ser un adulto. Ya no podía estar huyendo de las responsabilidades por más que quisiera. Y el que una niña lo haya hecho reaccionar fue realmente vergonzoso; lo admitía, pero también era verdad, que esa niña era algo muy especial, nada común de encontrar.

—Quería cambiar de aspecto así que me corte el pelo y regrese a mi color natural —respondió Claire.

—Ha, eso está bien, el rojo era un color muy llamativo y brillante, como el de los pájaros. No se veía bien.

Con eso dejó por zanjada la conversación y siguió a los chicos a la mesa que tenían preparada para comer todos juntos.

Todos se comportaron como un grupo de amigos, sin problemas, solo riendo y charlando.

Bertha suspiró para sus adentros al darse cuenta de que Claire no tenía ningún reclamo en contra de Astrid, sino que había aceptado la derrota con mucha calma. Así que siguió el ejemplo de los demás y se comportó con calma y civismo, riendo y charlando sin ningún problema.

Así pasó un día más en la escuela internacional.

A la mañana siguiente, estaba todo listo para que Mila y Astrid salieran rumbo al colegio, cuando Mila hizo un comentario sin venir a cuento, mientras Emma estaba despidiendo a Astrid.

—No comprendo por qué algunas personas van a las clases para las olimpiadas de ciencias si no son capaces ni siquiera de pasar los exámenes de conocimientos esenciales, los reprueban y aún siguen en la clase. Es una vergüenza hacer eso.

Emma comprendió de inmediato lo que su sobrina trataba de decir y tomó a su hija entre sus brazos y le dijo: —Astrid, es primero la salud, que sacará muchos premios por estudiar; si no te sientes preparada para estar en esas clases extra escolares, no lo hagas, solo estudia lo que puedas. Mamá y papá te van a querer igual.

Astrid se sintió extraña, mientras se encontraba envuelta por los brazos de la mujer a la cual llamaba mamá. Era algo nuevo para ella; ese sentimiento, que estaba experimentado, antes no lo había sentido; era como si pudiera sentirse protegida, sin problema alguno. Y eso la hizo sentir un poco feliz.

—Estaré bien, mamá, no tengo problemas en ir a esas clases.

—Está bien, hija, te creeré.

—Ve; el chofer espera por ti.

Ya fuera en el lugar donde se estacionaban los autos, Mila la esperaba, solo para fastidiarla antes de partir.

—¿No será que solo vas a las clases de matemáticas por otra razón? ¿No olvides que no puedes robar lo que no es tuyo?

Astrid solo soltó un fuerte suspiro; era imposible hablar con personas incapaces de razonar. Por lo cual solo subió al auto y se fue rumbo al colegio; cuando llegaron, como ya era costumbre, el chofer paró fuera de la tienda y dejó ahí a la niña.

Cuando ella entró en la tienda, encontró a Buker sentado ya listo para desayunar. Sólo la estaba esperando a ella; también estaba Farnel. Comieron en total silencio y tranquilidad.

Cuando terminó de desayunar, Astrid estaba tomada de la mano con Buker como siempre, pero miraba a Farnel y le hizo una pregunta.

—Farnel, ¿podemos practicar de nuevo y luchar?

Farnel sintió que el desayuno regresaría por el camino que había entrado a su cuerpo cuando escuchó esa pregunta. La última vez que lo habían utilizado como saco de boxeo, duró un par de días en cama y no quería pasar por lo mismo. Esa niña era muy dura con él.

Además, los del grupo de chat vieron el video y estaban aplaudiendo porque decían que sería la esposa perfecta de su general. No, no, él no sería el muñeco de entrenamiento de esta niña de nuevo.

—Niña, no creo que en los próximos días pueda ayudarte con eso; tenga algo que hacer, lo lamento.

—Mmm… Que mal…

Buker se quedó mirando a Astrid, esperando que le preguntara a él, pero eso no sucedió. ¿Quizás sea porque lo ve mucho más grande y fuerte y crea que la lastimaría? Si es eso, se consoló él mismo con esas palabras.

Ya estaba lista para salir de la tienda cuando Astrid se giró para ver a Buker y hacerle una pregunta.

—Mañana es sábado y tendré que ir a visitar a mis abuelos… ¿Qué puedo hacer?

Buker entendió de inmediato la preocupación de la niña.

—Astrid, nos vemos todos los días, porque vienes al colegio, pero si no podemos vernos alguna vez, no tienes por qué preocuparte; recuerda que puedes llamarme. Y responderé de inmediato; si no puedo hacerlo, yo regresaré la llamada en cuanto pueda. ¿Está bien?

—Si

Antes de irse dejó sobre la mesa 20 euros, lo que venía dejando cada viernes desde que se veían. Farnel los iba a tomar cuando Buker lo impidió y los guardó junto a los otros billetes que tenía guardados de manera cuidadosa en su cartera, como si fueran su más preciado tesoro.







EL RINCÓN VELVET VIOLETA
El sábado por la mañana Emma y Stephan partieron con Astrid a visitar sus abuelos, a la abuela Elizabeth y al abuelo Arnulf, quien en sus mejores tiempos fue un gran investigador, en un centro científico reconocido en el país, ahora que está enfermo de Alzheimer, en sus mejores momentos de lucidez, puede reconocer a su mujer y recordara su hija cuando aún era una niña, pero no más que eso, se la pasaba inmerso en sus viejos libros de ciencias y apuntes de investigaciones, los médicos le recomendaron a Elizabeth que lo dejara hacer eso, para que su mente no se atrofiara por completo

Elizabeth nunca retiró sus libros o tratados de su biblioteca, a pesar de que no sabía nada de sus investigaciones y no entendía lo que habría leído durante sus días de científico activo.

Solo su psicólogo era uno de los que quizás pudiera saber algo de lo que se encontraba en su habitación. Ya que era hijo de uno de los que formaron equipo con Arnulf en su tiempo.

Cuando llegaron a la casa de los abuelos, Elizabet salió de la pequeña casa para saludarlos y recibir a su nieta con un fuerte abrazo.

Astrid no sabía que hacer al recibir el abrazo, no sabía dónde poner sus brazos, por lo cual solo los dejo colgando a los lados, mientras sus padres observaban lo que pasaba, sin decir nada, su abuela comprendía que su nieta era poco expresiva, pero eso no significaba que no la quisiera o la rechazara por completo.

Para ella, su nieta era un ser hermoso y eso no cambiara nunca.

Después de la bienvenida los invito a pasar a la pequeña sala y tomaron un poco de té, charlan mientras el abuelo dormía.

—Madre y como ha estado mi padre en estos últimos días?—Pregunto Emma

—Con los nuevos medicamentos que le han recetado, se ha calmado y ha mejorado su calidad de sueño. No puedo afirmar que me recuerde todos los días, pero a veces suele reconocer mi identidad.

—Eso suena mecho mejor que las veces anteriores que hemos venido, suegra.—Comento Stephan.

—Así puede parecer, pero el sigue obsesionado con esos papeles que tiene en su habitación, no logre entender que es lo que quiere conseguir con tanta mirarlos.

—Puede ser que dejo algo inacabado y quiere terminar con ellos— menciono Astrid

Todos la observaron con curiosidad, como si estuviera diciendo algo extraño. Su abuelo estaba enfermo desde hace más de ocho años y había dejado de ser activo casi desde que se había perdido, ¿cómo podría Arnulf sentir que ahora deja algo sin terminar?

—Yo me siento muy extraña cuando no he terminado algo. No puedo dormir.

Los presentes se preocuparon por las palabras, ya que no querían creer que Astrid tuviera la misma enfermedad que su abuelo y mucho menos desde tan joven. Son muy pocos los casos de esa enfermedad en personas jóvenes, pero nunca se puede estar seguro cuando se presenta un cuadro de inicios.

—No te preocupes por cosas innecesarias Astrid, solo tienes que saber que tu abuelo, no dejo nada pendiente, solo era un hombre al que le gustaba mucho leer e investigar.

—Oh, yo soy así, nunca imagine que yo sería como mi abuelo.

—Sí, hija, eres como él, una chica muy lista e inteligente. Le dijo esas palabras con mucho cariño a su hija.

Stephan esperaba con mucho amor que su hija fuera muy inteligente de verdad, aun cuando no fuera un genio genético como lo fue su suegro, pero que fuera una niña feliz, con lo que pudiera aprender y realizar.

—¿Podemos ver al abuelo, quiero ver cómo es?

—Emma, sería conveniente que lo visite ahora que está dormido, ya que es el momento adecuado para hacerlo.

—Sí, madre, vamos, Astrid, te llevaré a ver a tu abuelo.

Caminaron juntas hacia la habitación donde el padre de Emma dormía. Al entrar, Astrid notó que la habitación estaba llena de libros y documentos, con hojas amarillentas que parecían muy viejas y otras cosas. Había muchos papeles en el piso como si los hubieran estado revisando y tirando de manera descuidada, sin importar dónde cayeran, simplemente tirados por ahí.
Astrid observó un libro muy antiguo de una edición que ya no se producía. Me llamó la atención y lo tomé en mis manos como si hubiera encontrado un tesoro valioso, pensando en pedírselo a su abuela.

Después examinó detenidamente el sitio y descubrió que no solo era ese libro, sino muchos más que le interesaban. Muchos de ellos ya estaban descatalogados, pero todavía eran relevantes para las investigaciones sobre la genética y el genoma humano. Ella había estado investigando eso durante mucho tiempo al lado de los ancianos amables que la educaron, y no podían encontrar estos libros; ¿decían que solo un hombre podría tenerlos y que él había fundado el centro científico, pero si esos libros estaban en esta casa, significaba que ese hombre era su abuelo?
¿Porque su abuelo dejó de investigar?
¿Los ancianos que la educaron son mucho más viejos que su abuelo, entonces qué le pasó a su abuelo?
¿Porque nunca mencionaron su nombre delante de ella?
¿Todos sabían quién era realmente ella todo el tiempo?
Nadie en esta casa podía responder a sus preguntas. Su abuelo no la conocía debido a su enfermedad, sus padres la buscaban porque pensaron que fue robada y su abuela igual, entonces ¿cómo fue que apareció en el orfanato?

La cabeza de Astrid bullía de preguntas interminables; no sabía lo que pasaba, solo sentía un fuerte dolor en su cabeza, como si le fuera explotar en ese mismo momento.

Al mismo tiempo despertó a su abuelo y la vio para al lado de Emma.

—Emma, debes esconderte, ya que ellos te persiguen y quieren llevarte. Debes huir; lleva este dinero y esconderte. Arnulf agarra la mano de Astrid y coloca un paquete en su mano.

—Padre, yo soy Emma, ella es tu nieta Astrid.

—No, es a ella a la que buscan, es a ella a la que se quieren llevar lejos de nuestro lado.

Astrid no se asustó por las palabras de su abuelo, sino estaba con más dudas; quizás su abuelo siempre supo que se la llevarían del lado de sus padres. Por ser nieta de quien era, la tomarían como rehén para forzar al abuelo a hacer algo y el abuelo perdió la razón por eso.

¿Cuándo se dieron cuenta de que el abuelo ya no serviría de nada, la abandonaron en el orfanato?

Su cabeza dolía más y esas voces de nuevo, 'vas a morir, vas a morir, vas a morir'.

Astrid salió corriendo de la habitación de su abuelo sin decir una sola palabra mientras Emma trataba de calmarlo. Emma atribuyó la salida apresurada de Astrid al comportamiento brusco de su padre.

En la parte trasera de la casa, Astrid se dirigió al pequeño jardín. Allí, sacó su teléfono y marcó el número de Buker. Si no le escuchaba, sentía que algo le estaba pasando y moriría de angustia. Su corazón estallaría junto a su cabeza.

Sonó el timbre de comunicación durante tres veces y hubo respuesta. Sintió un miedo atroz porque no respondía Buker; prometió responder.
Le temblaban las manos de manera incontrolable, el cuerpo lo sentía frío y sus ojos estaban comenzando a perder el enfoque. No sabía qué le estaba pasando, quería correr, pero no podía salir de su lugar. Un minuto después de que no respondiera Buker, el mismo le llamó. Astrid respondió por inercia; no sabía si realmente había oprimido la tecla de aceptar.

—Astrid, pequeña, ¿qué te pasa?

—Estoy en casa de mis abuelos.

—Sí, lo sé, que te paso ahí, ¿dime?

—¿Buker, porque las personas mienten?

Buker no tenía idea de cómo responder a la pregunta de Astrid, ya que él mismo no sabía que las personas se justificaban para mentir de diversas maneras, hasta que llegaba un momento en que sus mentiras se decían tantas veces que se convertían en verdades falsas.

—Realmente no lo sé, creo que, debido a las circunstancias de cada ser humano, que te ha pasado, ¿quién te mintió?

—En el orfanato, alguien me mintió, creo que siempre supieron quién era mi familia.

Buker ya había investigado sobre Astrid mucho antes de conocerla y sabía quién era ella; sabían quién era su abuelo y que estaba en ese orfanato. Pero no era él quien tenía que explicar porque la llevaron a ese lugar y cuando esa era una información confidencial. Por lo cual él no debía sobrepasar los límites de su propio poder. Cuando conoció a Astrid en persona, no le importó nada de lo que sabía, más bien deseo protegerla, por lo que comenzaba a sentir por ella.

—Astrid, no te preocupes por eso ahora, podrás investigar eso con calma después, ahora solo divierte en compañía de tu familia. Eres una niña, muy inteligente; podrás esperar y ver después si te mintieron o no. Por ahora, solo vive la vida como lo que eres: una joven que encontró a sus padres y puede ser feliz.

Buker pensó para sí mismo que de lo otro se encargaría él.

—Así lo haré, gracias por responder, sentía que de verdad me moriría hoy, me dolía mucho el corazón, gracias por ser mi novio.

—Gracias a ti por pedírmelo.

Después de esa charla Astrid regresó a la casa y su abuelo ya estaba calmado, después de que le dieran su medicamento, pero ella notó que al salir corriendo tenía aún lo que su abuelo le había dado, y no era un paquete con dinero sino otra cosa, así que la guardó en su bolso y decía verla en casa cuando regresaran.

La tarde terminó tranquilamente y al final pudo llevarse algunos libros de la casa de sus abuelos, con la promesa de Elizabeth de que podría llevarse cuantos libros quisiera.







EL RINCÓN VELVET VIOLETA
Terminó el fin de semana, llegó el día lunes y comenzó una nueva semana. Todo iniciaba de nuevo, solo que ahora Astrid tenía dudas sobre qué pasaría si ya no fuera suficiente con solo tocar la mano de Buker o escuchar su voz. Por lo cual se lo preguntaría en cuanto lo viese hoy.

Cuando estaba bajando las escaleras para dirigirse al comedor para tomar su desayuno, escuchó una conversación extraña, pero que en realidad no le preocupó en lo más mínimo. Ella continuó su camino y tomó su lugar acostumbrado.

—El negocio que teníamos planeado con el apoyo de Maxwell no siguió adelante. Tenemos que saber por qué, qué es lo que está pasando, así que tienes que ir y llevar el té a ese hombre y esperar a que nos apoye. Mateo Templeton le dijo a su hijo Stephan.

—Lo haré esta misma tarde, así podremos saber cuál es el problema que pasó para negar aceptar el regalo en su momento.

Nina no perdió el tiempo para apabullar a Astrid con algún insulto. —Sabemos que la empresa está siendo afectada por esta chica grosera; nunca debieron traerla; solo ocasiona problemas. Ahora quiere ser mejor que Mila; cree que puede participar en la olimpiada de matemáticas y física, como si fuera eso posible. Debe ir y pedir disculpas por lo que haya hecho al nieto de Maxwell.

Astrid escuchaba lo que decían, pero no lograba comprender de qué se trataba; no sabía quién era Maxwell, mucho menos conocía ningún nieto, así que no dejo de comer por algo que no entendía; solo dejo que continuaran con su charla, como si ella no estuviera presente. Ya estaba comprendiendo la forma en que se comportaban en esta casa; era mejor no responder, así se callarían y dejar comer sin problemas a los demás.

En cuanto a las Olimpiadas, el objetivo era adquirir habilidades adicionales en la comprensión de las ciencias y no deseaba más información sobre el problema de la mujer mayor que decían que era su abuela.

Solo porque al papá le gustaba tenía que soportar al resto de su familia. No estaba seguro de si eso siempre debería ocurrir en todas las familias; si es así, ese sería su próximo plan de investigación.

—Hijo, es mejor que veas la verdadera razón de por qué el viejo Maxwell no aceptó el regalo; nunca está de más aclarar las cosas personalmente.

—Así lo haré padre.

—Y tú, niña inútil, retírate de las clases para las olimpiadas de estudiantes de Matemáticas y Física.
Debes estar consciente de tu lugar, y no es ridiculizar a la familia; siempre tendremos a alguien como Mila para dar la cara y sacar buenos lugares.

—Suegra es muy estricta con sus palabras. Astrid puede decidir si estudiar o no estudiar. No es necesario que deje sus estudios por el bien de otra persona, ya que sus palabras son importantes.

Stephan entendió de inmediato a lo que su esposa se refería. Sin embargo, otra persona lo entendió de inmediato y los nervios le ganaron, así que saltó de su lugar y reclamó lo que pensaba que le pertenecía.

—Cree que no sea lo que están considerando, sin embargo, Denzel es mi pareja y Astrid solo asiste a las clases de matemáticas de preparación para las olimpiadas para atraerlo y persuadirlo para que se enamore de ella y se convierta en su prometida. Mila estaba diciendo tantas cosas sin pensar que todos los adultos la miraron con ojos de extráñese.

¿Eso quiere decir que ya eres la prometida de Denzel? ¿Ya está fija la fecha del compromiso?—preguntó Stephan.

De niño, Mila temía a su tío porque era más alto, fuerte e inteligente que su padre. Sabía que todo lo que la familia tenía dependía de él y que en el futuro lo heredaría, por lo que le enseñaron a respetarlo. Sin embargo, en ese momento sintió que le quitaban el amor de su vida porque la verdadera prometida había regresado.

No puedo evitar saltar y defender lo que pensó era suyo por derecho propio…

—¿Sabes que si quiero puedo hablar con la familia Calloway, y las cosas cambiarán en cualquier momento?, no trates de presionar las cosas, Mila, ni molestar a Astrid. Stephan no tenía tiempo ni quería lidiar con los hijos de otros, pero no dejaría que su hija fuera intimidada solo porque uno de sus sobrinos estaba siendo protegido por su madre, ya que la sanguijuela de su hermano menor se la pasaba de viaje con su mujer.

—Astrid, ¿te gustaría tener la oportunidad de tener de regreso el compromiso matrimonial con la familia Calloway? Preguntó Emma a su hija; ella estaría encantada de que fuera su hija que tuviera ese matrimonio que se había pactado entre familias cuando los niños nacieron, pero que se aplazó cuando Astrid desapareció.

Solo en ese momento Astrid dejó de comer, cuando le plantearon un compromiso matrimonial. Ella no podía aceptar eso, ya tenía un novio; tenía que hacérselos saber.

—Yo no quiero un prometido, que no me interesa, además ya está con Mila; yo toco las cosas que ya han sido tocadas por otras personas, eso es sucio.

Los presentes están algunos entre sí reírse y otros furiosos por su comentario.

—Y ya tengo un novio, no puedo tener más.

Esa declaración fue la más impactante que escucharan esa mañana todos. ¿Cómo fue posible que tuviera un novio y nadie lo supiera? ¿No mostraba interés por nada que no fuera sus libros; cómo tuvo tiempo para conocer a un chico?

Era la mayor premisa en la cabeza de todos los presentes, menos en la de Astrid, que continúo terminando su desayuno con paz y tranquilidad; por fin había logrado que todos guardaran silencio en esa mesa y podría disfrutar de un desayuno en paz.

¿Qué complicado era que estos merolicos guarden un poco de silencio mientras están desayunando? Siempre están discutiendo cosas sin interés, pensó Astrid.

Terminó y se alisto para tomar camino rumbo a la escuela, claro sin olvidar pasar por la tienda a ver a Buker como todos los días lo había hecho ya por algún tiempo.

Al llegar a la tienda, lo encontré como siempre detrás del mostrador en la oscuridad, vestido de negro. Aunque no entendía por qué siempre vestía ropa negra, le sentaba bien, con una tez bronceada, cabello brillante y ojos acerados. Era un hombre fuerte y alto, aunque ciertamente intimidante.

Se senté junto a él en la pequeña mesa donde solían tomar el desayuno todas las mañanas, pero hoy no tomaría el desayuno con él porque tenía otras tareas importantes que hacer y tenía que preguntarle cosas.

—Hombre de negro He estado haciendo muchas preguntas y quería saber las respuestas, pero esas solo tú puedes dármelas. O más bien ayudarme a encontrarlas.

—Niña pequeña, dime lo que quieres saber y te ayudaré a despejar esas dudas.

—Cuando sentí que moría, durante la visita a la casa de mi abuelo, ¿pensé que llegaría un momento en el cual quizás ya no solo necesite tu voz, sí que necesite verte y no puedo hacerlo si estoy lejos, entonces qué haría?

—Entonces tienes que usar ese aparato que tienes en la mano y hacer una llamada, pero con otro tipo de aplicación, dámelo, te la descargaré, así podrás verme cuando hablemos, no importa donde estés, podrás hacerme una llamada y me verás.

—Bien, eso está resultando. Y otra pregunta es, qué pasará cuando sienta que mi pecho duele, ¿aun cuando estoy sujetando tu mano, qué tendremos que hacer?

Buker comprendí que la pequeña a su lado aún necesitaba conocer lo que implicaba una relación amorosa, y sería un poco complicado explicarse como a cualquier persona, siendo ella quien era, así que tenía que dejarla razonar por sí sola.

—Entonces, tendremos que hacer otras cosas; solo piensa cuáles serían los pasos a seguir en este camino. Buker le dijo estas palabras al odio con una voz sensual que le causó un poco de mariposas en el estómago a Astrid, sin lograr comprender qué era esa emoción, pero sí comprendió lo que tenía que seguir en su camino.

—Entiendo, primero es tomarse de la mano, después caminar juntos, después un abrazo, beso y sexo. Haa!. Ahora lo entiendo mejor.

Buker sonrió ante las palabras de Astrid. Era demasiado inteligente y mucho más ingenua para su propio bien; si fuera cualquier otro hombre, ya la habría engañado para saltarse todos los pasos y terminar en el último.

—Así es, esos no los paso a seguir, entonces piensa cuando será el siguiente. Buker esperaba su reacción, pero ella continuó en silencio y sin hacer ningún movimiento. Pero de repente se levantó y lo abrazó, de una forma muy tensa y extraña, como si nunca lo hubiera hecho antes.

—Relaja tus brazos, y siente lo que estás haciendo, solo así podrás decir que es un abrazo de verdad, pequeña y no es tan fuerte o me podrás romper una costilla —Realmente estaba bromeando Buker, era imposible que la pequeña de un frágil corazón le hiciera daño; lo que quería era sentir un abrazo tierno, cálido de parte de ella.

Por su parte, Astrid sintió que su oído escuchaba el sonido del corazón de Buker al ponerlo sobre su fuerte pecho, y eso la relajó; sintió que darle un abrazo no era nada malo, sino muy tranquilizador.

De lo que sí estaba segura era de que, si Buker le hubiera dicho que tenía que acostarse con él y tener sexo, seguro que le hubiera servido un plato frío de golpes de boxeo de los que el mismo le había enseñado.









EL RINCÓN VELVET VIOLETA

En el colegio las cosas eran tan simples como la vida misma. Para Astrid, tenía a sus seguidores que ella nunca buscó y una amiga extraña que siempre hablaba y hablaba, pero que en ocasiones le hacía sentir relajada.

Tenía un novio, que era pagado, cierto, pero que era muy funcional cuando tenía dudas y sobre todo cuando sentía ese dolor punzante en su pecho y las voces en su cabeza.

Pero había un par de incordios que no podía solucionar y que no intentaría hacerlos; mejor era ignorarlos.

Le habían comunicado esta mañana que cuando regresara a casa estarían ahí los padres de Mila, que a esos tíos no los conocía y que no le interesaba conocer en realidad.

Tenía mucho que estudiar y que leer, como para pensar en conocer a gente poco importante en su vida.
Está dentro de su mundo como siempre, cuando vio a la pandilla de los 10 más uno en la puerta.

—Jefa, ven, necesitamos preguntar algo.

—Ven rápido. Jefa, o llegará el profesor.

—Apúrate y sal al pasillo.

Astrid ya les había dicho mil veces que la llamaran por su nombre, pero ellos continuaban llamando la jefa; estos 10 más uno eran un incordio…

—¿Qué es lo que quieren ahora?

—Jefa, necesitamos tu ayuda, Claire necesita sacar buenas calificaciones en el próximo examen y necesita mejor para poder entrar a la universidad.

—Sí, jefa, él está muy atrasado, mucho más que nosotros, pero está dispuesto a estudiar.

—Está bien, voy a hacer un cuestionario de varias preguntas de todas las materias, lo responderás y me lo entregarás para saber qué es lo que sabes y así poder ponerte un plan de estudios. Y ahora váyanse que me quitan tiempo de leer.

Astrid era una magnífica jefa; pensaron todos que hasta ayudaría al más problemático de todos, el que de verdad nunca ha tocado un libro para que logre estudiar.

—Gracias, Astrid, estaré esperando el cuestionario —dijo algo apenado Claire.

—Está bien, solo espero que aprendas bien y logres lo que de veras deseas.

Después se dio la vuelta y entró de nuevo en el salón de clases. Mila estaba mirando lo que pasaba. Sabía que esos chicos eran los más bravos de todo el colegio y que Claire era el nieto del Sr. Maxwell, pero no entendía cómo es que Astrid era amiga de él y no supiera todo eso, ni cuando escuchaba los problemas que tenían en su casa. Esa chica de verdad que sí era tonta, tonta…

Pero era mejor para ella si Astrid se metía en problemas con Claire. Todos sabían que Claire tenía la mecha demasiado corta y que en cualquier momento podía explotar. Ya había visto cómo decían que ella lo había hecho enojar una vez. Ahora puede que lo haga enojar de nuevo y ella se los hará saber en la mansión.

Así podría aprovechar para ganar más puntos con la abuela, y esperaba que el abuelo por fin se fijara en ella.

*********

Por la tarde, Stephan se dirigió a la casa del viejo señor Maxwell, llevando el famoso té, que desde un principio sería el regalo, para que haga el negocio que tenían como objetivo.

Al llegar a la mansión de los Maxwell, lo detuvieron primero para revisar su auto en la entrada; después, en el recibidor, una secretaria le estaba informando que el señor estaba indispuesto, que no estaba en condiciones de recibir visitas, que era un poco difícil que lo viera en ese momento…

Esto ya había sido ordenado por el viejo señor Maxwell desde que sabía que el pequeño tacaño arrogante estaba por los lares, ya que no quería problemas con él, y sobre todo que interfiriera en sus negocios, lícitos o no; eran suyos…

Maxwell prefería hacerse de la vista gorda y dejarlo ser, así como él pedía lo mismo de parte de Buker. No era una blanca palomita, pero no se metía en problemas que afectaran a su nación, así que no podía ser señalado con su dedo aterrador por Buker.

Ese niño era como era, y así lo aceptaba, como si fuera su otro nieto, solo que, en las sombras, no podía decir ni una palabra de su existencia. Buker vivía como eso, un fantasma, un mito, un ser que solo se mencionaba a los niños para asustarlos. Le dolía el corazón a este pobre anciano cuando pensaba en la vida tan solitaria que le tocó vivir a ese muchacho.

No siempre es bueno ser un genio; puede que en ocasiones no sea muy bueno que otros lo sepan, antes que uno mismo. Reflexionó Maxwell al recordar cuando se llevaron a Buker y le desaparecieron.

Se quedó en la terraza con sus pensamientos sin saber lo que pasaba en el recibidor de su mansión.

—Podría usted ser tan amable de hacerle llegar este paquete al Sr. Maxwell; es un pequeño presente.

Stephan mostró la caja finamente decorada en la que se encontraba el té, y la secretaria, sin saber lo que se encontraba dentro, de inmediato dedujo que sería un obsequio muy costoso y le habían ordenado no recibir nada ostentoso por ahora.

—Lo siento, Sr. Templeton, pero ahora mismo también nos han ordenado no recibir ninguna clase de obsequios.

Estaban en esa charla la secretaria y el padre de Astrid, cuando llegó en su auto deportivo descapotable Claire y vio al Sr Templeton parado en la entrada de la mansión…
Claire de inmediato lo reconoció como el padre de Astrid.

—¿Señor Stephan Templeton? ¿Es usted el padre de Astrid? Pregunta Claire

Stephan reconoció de inmediato a Claire, aunque lo notó diferente de la última vez que lo había visto; ahora ya no llevaba el pelo rojo tan llamativo y usaba el uniforme del colegio. Sí, este chico era muy extraño, pero sabía que nunca era educado, más bien, muy arrogante y despreciaba con facilidad a cualquier persona, ya fuera joven o adulto, ya que se sabía uno de los herederos más ricos del país. Por lo cual no le preocupaba lo que pensaran de él.

—Sí, soy el padre de Astrid.

—Porque lo tienes parado aquí y no en el salón de invitados, es que no sabes atender bien —Regaño a la pobre secretaria, que solo cumplía con su trabajo.

—Me estaba indicando la señorita que no puede atenderme el Señor Maxwell porque está indispuesto.

—¿El viejo Cascarrabias está indispuesto? Creo que es solo una excusa para no trabajar, vamos, te llevaré a donde está.

Stephan estaba un tanto extrañado sobre la actitud de este chico; según las palabras de su sobrina y su madre, él había peleado con su hija y todos los problemas actuales se debían a esto, pero al parecer no era así. Él nunca mencionó en todo este tiempo a Astrid de mala manera, sino que lo trató como si… No, eso sí que no; este chico es un patán, millonario sí, pero un patán. Y su hija no merece un hombre como este que no sabe ni una pisca de educación.

—Por aquí, en un momento le servirá un poco de ti, Sr Templeton, y haré que venga el viejo.

Con esas palabras se fue Claire a buscar a su abuelo; siempre había sido así de desparpajado al hablar con su abuelo y sobre todo frente a las personas que consideraba de confianza. Ahora que Astrid era una más de su grupo, su padre era un hombre al que le tenía confianza; ¿cómo no podía tenderlo como es debido si ella lo ayudaría con la escuela?

Pero además de todo, le pareció muy curioso que trajera entre sus manos esa caja, que le parecía demasiado familiar, como si la hubiera visto entre los tesoros del tacaño, agarrado de su abuelo, eso que no deja que toque nadie. Su curiosidad fue mayor, así que tenía que saber para qué era.

—Viejo, tienes visita.

—¿No me digas que de nuevo no has ido al colegio?

—¿Qué me cuentas? Ya regresé del colegio, pero encontré en la puerta al Sr. Stephan Templeton. Y estoy esperándote en la sala de visitas.

—Di la orden de no recibir a nadie; sabes que el General está por aquí y no quiero problemas.

—Sí, sí, lo que tú digas, pero te recomiendo que recibas a esta persona; te va a interesar verlo de verdad.

—¿Porque debería verlo, que podría interesarme tanto?

—¿Cómo podría saberlo si no mueves tu trasero de esa apestosa silla y vas a la sala de visitas?

—Mocoso grosero, ya verás lo que te pasará después de que se vaya este hombre.

Maxwell se levantó de la acogedora butaca en la cual se encontraba sentado en su terraza y fue a la sala donde recibía a las visitas en su mansión. Ahí encontró a Stephan Templeton, sentado elegantemente en uno de los sofás tapizados en tela de damasco, pero sus ojos se dirigieron a la caja que tenía en sus manos.

No, eso no podía ser cierto. Él reconocería entre varias cajas la que tenía en sus manos ahora mismo. Stephan tardó más de un año y medio en conseguir lo que estaba dentro y no importó el precio que pagó en una subasta para traerlo con él a casa, sino que no soportaba la idea de tomarlo; solo lo quería como uno más de sus tesoros personales.

Pero ese niño mimado llegó y se lo llevó, porque dijo que sería un regalo de compromiso…

Espera, ahora lo está recordando bien; era un regalo de compromiso. Eso quiere decir que el futuro suegro de… Hay la madre de todos los cielos; sin saberlo su nieto lo había enviado a darse cuenta de algo muy importante. Pero no sabía quién era la hija de este hombre; oh, espera, se decía entre los chismosos que ya estaba comprometida. Él jamás haría público un compromiso. Entonces tendrá otra hija, se lo tendría que preguntar a Claude; estaba confundido ahora mismo, no sabía quién era quién, solo sabía que el futuro suegro de Buker era este hombre.

—Señor Templeton, como esta, siento haberlo hecho esperar, pero este viejo ya no está tan fuerte como antes.

—No, se disculpe, fui yo quien vino sin avisar con antelación; solo pasé para saludarle y tener este presente.

—No es necesario que trajera nada, solo con sus saludos es suficiente. Pero cuénteme a qué se debe su visita, ¿tenemos algo de lo que tratar?

Si aceptaba de vuelta ese regalo, estaba aceptando una pelea a muerte con Buker y eso sí que no quería. Era mejor dejarlo en manos de quien lo tenía y dejarle bien claro que quería de él y de nadie más ese regalo.

Cuando se marchó Stephan, Maxwell llamó a su nieto para quitarse varias dudas de su cabeza.

—Claire, ¿cuántas chicas en edad casadera tiene en la familia Templeton?

—Bueno, casaderas, ninguna, pero sé que una está a punto de comprometerse con la familia Calloway y que está otra que aprecio después de 15 años de estar perdida. Que por cierto es la chica que has estado usando para burlarte de mí porque me golpeó.

No, sus sueños de tener una buena nieta se habían ido por un pozo sin fondo. Ese Buker se la había arrebatado en sus narices. Y el tonto de su nieto la perdió por una paliza.

—Comprendo, entonces solo son esas dos chicas, ¿verdad?

—Así es, viste la caja que traía para darte; me pareció muy familiar, creo que vi una igual entre tus tesoros intocables. Claire terminó ese comentario y se fue. No era nada tonto y no se quedaría a escuchar la réplica del abuelo. Ya se enteraría de por qué tenía al padre de Astrid.







EL RINCÓN VELVET VIOLETA


Por la noche en la cena, Mateo no perdió la oportunidad de indignarse sobre lo sucedido en la casa de Maxwell. Para él era muy importante lo que sucedería con los negocios de su familia, si no podía dejar asegurado el sustento de todos, ¿para qué se había esforzado toda su vida entonces?

—Stephan, fuiste a la casa de Maxwell esta tarde como te lo pedí; cuéntame qué es lo que pasó.

—Si fui padre, de hecho, al principio no querían recibirme…

No lo dejo continuar, como siempre sacó a relucir la falta de educación que tenía Nina. —Claro, cómo te iban a recibir si esta mocosa causó un gran problema con el nieto de Maxwell. Ya sabías que te cerrarían la puerta en las narices; es necesario que golpes a esta niña tonta, para que aprenda a respetar a las personas que son superiores a ella.

—¡Nadie golpeara a mi hija! Protesto. Emma siempre había sido una mujer pica y callada, pero ya no lo sería más; no soportaría ni un insulto más hacia su hija. Estaba cansada de que sólo recibiera vituperios en su contra todos los días desde su llegada a esta casa. La falta de educación de su suegra era una atrocidad, pero ya se había acostumbrado a ella, pero escucharla sobre pasarse con Astrid era algo que no estaba dispuesta a pasar por alto.

—Es verdad, nadie tocará a Astrid en esta casa, es mi hija y no dejaré que la golpeen por nada, ¿entendido? Stephan estaba molesto ya con la actitud prepotente de su madre y no podía soportar más eso, al igual que sabía que había estado poniéndole las cosas más difíciles a Emma.

—Nadie golpeará a nadie en esta casa a menos que sea necesario, y ahora quieren todos callarse. Dejar que Stephan me explique lo que realmente quiero saber. —expresó Mateo Templeton, ya molesto y con el rostro marcado por arrugas en la frente.

—Vi a Maxwell, gracias, Claire, él me llevó a donde estaba su abuelo, por eso pudimos charlar sobre el negocio que teníamos pendiente.

—¿Pero no teníamos problemas porque Astrid peleó con Claire? —pregunta la vieja Nina.

—Nunca menciono a Astrid, Claire, ni que tuviera algún problema con ella, y Maxwell me regresó el regalo y dejó muy claro que era de hecho un obsequio que debería de tener Astrid. En cuanto a los negocios, está todo arreglado; dijo que serán viables y continuará cooperando con nosotros.

—¿No aceptó el obsequio, pero dio carta blanca a nuestros negocios? ¿Eso es extraño? ¿Estás seguro de que todo estará bien? Continuaba con dudas el viejo Mateo Templeton.

Como una borrasca que cae de la nada, todos miraron a Astrid que estaba tranquilamente en su mundo cenando. Esperando que dejaran de hacer tanto ruido.

—Astrid, tú estás peleando con Claire —preguntó su padre.

—No, él me hace caso en todo lo que digo.

No, esto no estaba pasando. ¿Entonces sus presentimientos eran reales; Claire estaba enamorado de su hija?

Todos pensaron lo mismo, porque se miraron unos a otros y comenzaron a especular cada uno sus propias conclusiones.

—No, de ninguna manera, él no puede ser el indicado para Astrid, me niego. Stephan por fin exteriorizó lo que pensaba.

—Por qué no, sería una excelente opción para nuestros negocios; piensa en esa unión. El viejo señor Mateo, como siempre viendo por los negocios.

—No se diga más, tenemos que hacer los arreglos para que todo esté listo; sería un matrimonio mucho mejor que con el de Scott; maldita sea, esta tonta tendrá un mejor partido, pero ni hablar, es lo mejor. Nina estaba molesta porque sería un niño mucho más rico para Astrid que para Mila, pero estaba de acuerdo. Solo de pensar en los beneficios, los ojos le brillaban más que dos luceros del amanecer.

—Pero no tendríamos que preguntarle a Astrid, por lo menos que piensa ella; ni siquiera sabemos si le gusta ese chico —dijo al final Emma.

Astrid escuchó su nombre y fue cuando prestó un poco de atención a la loca conversación incoherente hasta entonces para ella. Se preguntó, ¿qué tenía que gustarle?¿Qué planeaba esta familia rara ahora?

—Astrid, hija, ¿a ti te gusta Claire Maxwell?

—No, les dije que yo ya tengo un novio.

Stephan cuando la escuchó decir eso pensó que sería algún chico de la escuela una broma de la niña para que la dejaran en paz por la burla de Mila, pero al parecer es verdad que tiene un novio… No es que no haya pensado en que algún día no llegara ese momento, pero su niña es muy especial; es tan ingenua y fácil de engañar, que teme que algún hombre malo se esté aprovechando de su angelito, le cuente cosas melosas y quiera engañarla y romper su corazón tierno o hacerle cosas peores; eso sí que lo hará que le hierva la sangre.

—Astrid, hija, ¿puedes decirle a papá quién ese chico que es tu novio?

—Ya te lo dije, pero no me prestas atención. Es el chico de la tienda de conveniencias de enfrente de mi colegio.

—Hija, ¿ese hombre es mayor que tú?—preguntó Emma con tacto.

—Creo que sí, bueno, es muy alto y muy fuerte. Cuando lo ves la primera vez puede darte miedo.

Emma y Stephan estaban pensando que su hija se había metido con alguno de esos, que solo se la pasaba con las padillas de matones. Pobre de su hija, ¿quién la estaba engañando?

—¿Qué más sabes sobre ella?

—Que le gusta estar siempre vestido de negro, que se la pasa sentado detrás del mostrador, lee siempre el mismo libro y creo que su tienda no vende nada.

Cada palabra era un golpe para los padres de Astrid; casi querían salir ahora mismo y conocer al novio de su hija, ese que quería engañar a su pequeña.

—Pero si dejo de verlo me duele el corazón; sí que voy todos los días a verlo antes de ir al colegio.

—Por eso es que siempre te metes en esa tienda rara en frente del colegio y te bajas antes del auto. Para verte con un hombre, eres tan vulgar, Astrid. Dijo de manera tan escandalosa Mila.

—Solo falta que te robe el dinero, como lo hacen todos los hombres de clase baja —dijo Nina.

—No, él no me roba nada, yo le pago todos los viernes 20 euros, por ser mi novio.

El abuelo pensó que, cuando menos, le salía muy económico el novio, no como a otras les salían en miles los amantes. No sabía si reír o llorar por la ingenuidad de su nieta. Él no tenía nada en contra de esa nieta. Era la hija perdida de su hijo favorito; además de que era muy hermosa, era de un muy buen corazón. En el poco tiempo que había estado ya en la casa, demostró que no tenía nada de malicia, como Mila.

—Astrid, creo que tendrás que presentarme a tu novio.

—Bueno, si quieres.

Astrid pensó que no era gran cosa que su padre lo viera.

—Astrid, ¿por cierto, tienes suficiente dinero? Si tenía que pagar a su novio, necesitaría dinero, además, si quería darle algún regalo. Debería tener dinero disponible.

—Si tengo, todo el que está en la tarjeta que me diste y un poco más que… a ese no. Astrid había acordado con Buker que no le diría nadie cuanto había costado el té.

—¿Te deje 100 mil en esa tarjeta y los tienes todos, entonces cómo es que le has apagado a tu novio?

—Con lo que me ganaba en el orfanato.

El alma de sus padres calló hasta los pies. No tomaba ni su dinero para gastarlo en algo tan simple como dar una propina a su novio. Eso era tan doloroso y humillante, pero esta niña aún los tiene guardados.

Su abuelo se quedó pensando en lo que estaba escuchando; si fuera Mila, ya los habría gastado todos en un solo bolso.

Todos ya no comentaron más y continuaron con su cena.






EL RINCÓN VELVET VIOLETA
Todos se quedaron realmente perplejos cuando escucharon lo que Astrid decía. Quería decir que ella misma estaba trabajando y estudiando cuando vivía en el orfanato y llegó con dinero a la casa de la familia Templeton.

Bueno, eso era lago de esperar de su hija; así de callada como era, nunca podrían saber más sobre ella. Solo lo que ella misma les quisiera contar, su hija, que poco confiable era, como para saber sobre lo que vivió mientras estuvo lejos de ellos, que tanto habrá pasado mientras vivió en ese orfanato. Emma se lamentaba mucho sobre la vida que debió de vivir su hija lejos de ella.

—Bueno, cuando menos el coste del juguete de la tonta, no sale del bolsillo de los gastos de esta casa —señaló Nina.

—Nina, por una vez en tu vida, puedes callarte y no decir tonterías; ya todos los que nos conocen creen que somos unos vulgares, por tus comentarios, y aún no aprendes nada.

—Madre, no digas una sola palabra fuera de lugar sobre el novio de Astrid, no importa si es pobre o si es un hombre que solo tiene una tienda de conveniencia, eso no quita que sea el hombre que le gusta a mi hija. —Stephan no quería lastimar los sentimientos de su hija; era tan confiada y callada, que sería mejor que él mismo fuera mañana a conocer a ese hombre y ver qué tipo de persona era y hablar directamente con él.

—Vaya novio te conseguiste, prima.

—¡Guarda silencio Mila, ni una palabra más!

—Como deseo que mis padres estén de vuelta en casa, Mila estaba con ganas de que su madre estuviera de vuelta en casa, para que ya nadie la regañara.

—Y yo también quiero que regresen ya, que tengo mucho que hablar con esos dos —dijo el Sr. Mateo.

—Ya van a regresar; avisaron que estarán esta misma semana en casa. Nina era la más feliz por verlos.

—Tienen diciendo eso desde hace un mes y nada, y solo pasan dándose la gran vida sin trabajar.

Todos sabían que esa pareja no trabajaba; solo se la pasaban de un país a otro buscando clientes para su empresa de joyería, pero gastaban más de lo que conseguían, y eso ya tenía al Sr. Mateo muy molesto; de hecho, ya tenía preparado un contrato donde les estipulaba cuanto tenían que devolver a la empresa.

Eso solo lo sabía él y Stephan, no la vieja señora Nina, quien de saberlo estaría hecha una furia.

Después de discutir algunas cosas más sin mayor relevancia, dieron por terminada la cena y todos se retiraron del comedor, cada uno a continuar con sus labores antes de irse a la cama.

******

A la mañana siguiente Astrid se fue al colegio y pasó a ver a Buker, como las últimas mañas, charlas por un tiempo, y le dijo a Farnel que era muy graciosa la forma que tenía en el chat que debería de cambiarla por otra. Cuando Buker escuchó esto, él le reclamó.

—Pequeña niña, ayer te envié una invitación para que me agregaras al chat y no lo hiciste.

—Yo no recibí ninguna invitación tuya.

—No mientas, me rechazaste y en cambio aceptaste la de este, dientes de perro.

—Solo vi los dientes de perro, la tuya no —insistió Astrid.

—Era una foto con una X en un fondo negro.

—Esa era tu solicitud; yo imaginé que era un psicópata que quería algo malo conmigo. Por eso la rechacé.

Farnel, estaba que no sabía si reír o llorar; mejor se fue a la esquina más oculta de la tienda y se ocultó de la mirada de los dos para poder reír a gusto de su jefe. A ojos de la niña, era un psicópata en el chat por no usar una foto.

—Bueno, ahora ya sabes que soy yo, así que acéptame, te enviaré la solicitud ahora mismo.

—¿Pero para qué quieres que te tenga en chat si te veo todos los días?

—¿Recuerdas cuando te dije que podías verme de otra manera? Es por así, por el chat.

—Lo entiendo, ok, envíame la solicitud.

—Ahora acéptame como tu novio en el chat.

—¿Tengo que poner novio?

—So, yo pondré novia.

—Bueno.

Farnel, estaba sorprendido del descaro de su jefe; estaba convenciendo a la niña para que presumiera a todo el que viera el chat de que ella tenía un novio. ¡Qué sinvergüenza, cómo podía proclamar a los cuatro vientos que esa chica era suya, sin forzarla a nada!

Primero no tenía novia y ahora quería que todos lo supieran, pero sí que supieran que era él, qué hombre tan extraño.

—Bueno, ya me voy que se me hace tarde para llegar.

—Te enviaré un mensaje más tarde para saber si estás bien.

—No creo que me pase nada y solo me quitaras tiempo de leer.

—Que mujer tan fría eres, solo vienes y me usas, y después ya no me quieres porque no me necesitas.

Astrid solo le mostró una sonrisa muy tierna y se dio la vuelta para salir por la puerta sin mirar atrás.
Un poco después de que ella se fuera entró un hombre bien vestido, alto y con el leve parecido a Astrid. Cuando entró Buker, de inmediato sabía de quién se trataba; era Stephan el padre de Astrid, pero no sabía qué hacía en ese lugar. ¿Sería que quizás iba a reclamarle por estar demasiado tiempo con su hija?

—Hola, ¿eres el dueño de este negocio?

—Así es

—No veo que tengas muchas cosas para vender.

—Solo lo necesario, no tenemos muchos clientes, apenas acabamos de abrir.

—Comprendo, cuando yo inicié mi negocio estaba igual, sin nada, y ahora tengo una gran empresa, así que confío en que serás un gran empresario.
—Si así es, puedo salir adelante, no en corto tiempo, pero puedo logarlo.

Stephan comenzó a dar vueltas por el local y ver lo que había en ese lugar. Pensando en que podría ayudar a ese joven, ya que era el novio de su hija, necesitaba un empujón para salir adelante; además, no era ese tipo de gamberro que habían imaginado su esposa y él; era un hombre alto, de un porte elegante, muy buena forma física y con un corte de pelo militar; eso hablaba muy bien de él.
Seguro que solo estaba pasando por una mala racha, como todos pasamos por ello en algún momento de nuestras vidas. Decidió presentarse.

—Mi hija, creo que la conoces, me dijo que ella es tu novia, Astrid Templeton.

—Es un placer conocerlo, señor Templeton, soy Buke5 St. Clair.

Tenía incluso un nombre muy importante, nada mal…

—Espero que trates bien a mi hija, ella es muy tímida y puede ser un poco influenciable, pero nos confesó a mi mujer y a mí que estaba contigo porque te ama, así que decidimos darte una oportunidad; queremos que ella encuentre la felicidad. Donde ella de verdad lo quiera.

—Señor Templeton, este seguro de que la cuidaré, yo también la quiero, y no dejaré que le pase nada. Estaba diciendo la verdad; él se había dado cuenta que quería a Astrid, que ya no era un juego solo el tomarse de las manos. Pero que dejaría que todo llegara al ritmo de Astrid.

—Me parece muy bien, entonces le haré saber a su madre que te he conocido y que sé cómo eres, para que no se preocupe; ahora me marcho; tengo que trabajar.

—Claro, gracias por su visita

Buker se sintió muy tranquilo después de la visita del padre de Astrid, de verdad que sentía que ya era suya esa niña necia y testaruda.








EL RINCÓN VELVET VIOLETA

En su habitación estaba llorando Mila, frustrada por los acontecimientos de aquel día. Todo le había salido mal; su plan fue un desastre. Quería que Astrid dejara de asistir a las clases especiales de Física y Matemáticas avanzadas para que ella sobresaliera más como siempre había sucedido dentro de la familia, pero no funcionó.

Primero en la escuela, hizo todo lo posible por convencerla de que era una chica inútil que nunca sobresaldría de la mediocridad en la que fue educada en el orfanato.

Segundo. Se dedicó a decirle a Denzel, que solo estaba tomando las clases de matemáticas con él porque era una buscona, y que estaba tras de seguir el compromiso matrimonial y ganarse su buen favor, pero él, muy tonto, como buen caballero, solo respondió: "Tanto hombres como mujeres merecemos una oportunidad para sobresalir en el mundo de las matemáticas, sin importar el mito detrás de lo que nos impulse". No lograba comprender a ese hombre; se lo querían robar como prometido y él no estaba haciendo nada para evitarlo.

Tercero, difundió mentiras en línea para dañar la reputación de Astrid en el chat público del colegio, pero todos sus seguidores la defendieron; esos antes que tenían el pelo rojo no sabrán escribir con lápiz, pero que veloz tiene con los dedos para pelear en intención, parecen diez personas en una.

Eran capaces de pelear con diez cada uno y no paraban de responder a los ataques que lanzaban sobre Astrid, para defenderla como la chica más inteligente del colegio y la que ganara en las próximas competencias entre ciudades.

Realmente, la cabeza le dolía, su cuerpo estaba cansado, quería ver a sus padres.

Además, ya no tenía tanto dinero en su bolsillo como antes. Desde que su abuela dejó de ser la administradora de la casa y ahora era la madre de Astrid, ella solo podía tener la mitad para gastos mensuales y eso se reducía a solo 20 mil euros. Eso era una miseria para ella, que estaba a tener lo que quisiera; solo tenía que poner cara de lástima y su abuela le podía depositar hasta 100 mil en su tarjeta, sin preguntar para qué los quería.

Pero ahora no puede tener un centímetro más de eso; la vida era tan injusta con ella.

Tomo su teléfono y ya llamo a su madre.

Al otro lado de la línea respondió una voz muy elegante y elegante, con un timbre dulce; era Maddi, la madre de Mila.

—Hija, ¿cómo estás?

—Madre, estoy sniff, muy sniff, triste, sniff, cuando regresan, sniff.

—Hija, ¿porque lloras?

—Desde que llegó a esta casa la hija de mi tío Stephan, sniff, mi vida ha sido terrible. Sniff.

—Regresaremos la siguiente semana.

—¿De verdad?—Mila olvidó que estaba llorando y se llenó de felicidad.

—Así es, llegaremos a finales de la siguiente semana.

—Esta semana será el concurso de matemáticas en la ciudad vecina y Astrid participará. Irá con Denzel.

—Y eso es lo que te preocupa, no olvides que tú fuiste educada como una dama; ella pertenece a una familia que solo son eruditos, que no tiene gracia ni conexiones; tú lo tienes todo, por eso es que a ti se te educó para que puedas comprender el arte, la elegancia y poder participar en los grandes banquetes de la alta sociedad. Esa niña no sabe nada, ¿qué puede aprender en un orfanato? Tú tocas el piano, estudias pintura, puedes realizar arreglos florales, vestirte de forma muy elegante y atender a grandes invitados. Recuerda: ella no es nadie a tu lado.

—Cierto, mamá. Ya no me preocuparé más por ella.

—Muy bien y deja de lado la competición de matemáticas, eso no es algo de lo te tengas que preocupar tú.
La materia en la que te tienes que enfocar para sobresalir es la física, aun cuando no lo necesitas, ya que recuerda que asistes a un colegio internacional y la diferencia de un colegio así con un público es que te preparan para asistir a una universidad fuera del país. Tú eres de las privilegiadas que pueden pagar una universidad fuera del país; no necesitas una excelente calificación para conseguir una buena universidad aquí.

—Pero mamá, desde que la Emma se hizo cargo de los gastos de la casa, tampoco tengo dinero para gastos.

—Hablaré con tu abuela sobre eso ahora mismo para saber qué es lo que está pasando.

Después de esa conversación, Mila estaba muy feliz; sus padres regresarían a CSA y las cosas estarían de vuelta a la normalidad.

*****

Hacía unos días había sucedido una de esas charlas tan amenas en las que se solían envolver en la casa de la familia Templeton y la abuela Nina había sobrepasado la línea de la razón y la educación al insultar a Emma y Astrid, al grado que Stephan ya había dado el comunicado de que pronto se marcharía de casa familiar, por el poco respeto que le tenía su familia…

Eso molestó en gran manera al viejo señor Mateo, que se enojó tanto cuando su mujer quiso montar una de sus comunes escenas lastimeras típicas de mujer de barrio bajo, donde lloraba y gritaba que era la única que sufría y se daba dolores de pecho. El Viejo le tiró a la cabeza un par de panes de la meza para que dejara de teatrera.

Astrid solo vio volar el pan y pensó, cielos y en el orfanato, cuanta hambre se pasa y aquí desperdician la comida.

Después de la discusión, se dijo que a partir de momento se le quitarían los derechos de tener los libros de contabilidad de toda la casa y se le entregarían a Emma, así como todas las responsabilidades, como eran el control total del personal de servicio, jardineros y choferes. Era una tarea muy ardua, pero la aceptó de buen grado Emma.

Cosa que no le agrado a Nina pues gastaba el dinero a manos llenas, junto con su familia, es decir todos sus hermanos y sobrinos.

Sabía perfectamente que cuando lograran revisar los libros se enteraría su esposo del terrible poso de dinero que existía en las arcas familiares y estaba muy nerviosa, por lo cual tenía que recuperar el puesto de gobernanta de la casa, pero su ingenio estaba al límite. Cuando recibió la llamada de su nuera favorita,

—Suegra, soy yo Maddi, ¿cómo está?

—Maddi, extrañando a ti y al niño, horrores, cuando regresan los necesarios aquí en casa de inmediato.

—Aun Owen está revisando algunas cosas; regresaremos la próxima semana, quizás el fin de semana.

—Espero que sea así, ya no porto a tu cuñada. Emma ha usurpado mi puesto y me hace sufrir demasiado. No sé qué hacer ya con ella.

—Te preocupes, suegrita, mira, puedes hacer esto por el momento… …. —Maddi continuó dando consejos nada buenos a su suegra.

—Qué haría sin ti, eso será suficiente para que se enoje con ella y sienta que no sirve como gobernante.

Así como acordaron esas dos arpías, inició el plan aquella misma mañana en la China. La vieja Nina, poniéndole las cosas difíciles a la ingenua Emma.

Se encontraban desayunando, cuando el viejo señor Mateo protestó al probar sus alimentos y notar que contenían cilantro; el hombre lo detestaba por viejos malos recuerdos de cuando solo tenían eso para comer en su época de miseria y pobreza, y de inmediato gritó que no quería desayunar. Emma había ordenado específicamente que cocinaran por separado el desayuno, pero algo pasó, que le dieron el plato de la vieja Nina y ella aprovechó para echar pestes a Emma.

Stephan, para calmar la situación, invitó a su padre a salir a desayunar a un lugar que le gustaba mucho y se fueron los dos a ese lugar.

Mientras tanto, Astrid solo miró a su madre con condena sobre lo que había pasado y se fue al colega. A Emma le esperaba una carga muy pesada en el futuro.

Y complicada por todo el desastre contable que existía en los libros financieros de esa casa.

Sabía que nunca la había querido y eso quedó claro la noche de la discusión cuando su suegra le gritó que ella no quería en su casa a Emma y ASTRID.

Tenían que estar preparadas para los próximos ataques furtivos de esa familia.




                                                 

EL RINCÓN VELVET VIOLETA

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